martes, 15 de marzo de 2016

UN DÍA EN MASTERCHEF

Ya saben ustedes de mi pasión por la cocina. No es nada nuevo. Me encantan los fogones y soy feliz entre ellos, cocinando, guisando e innovando. Me reconozco friki seguidor de programas como Master Chef y Top Chef y admito ser seguidor incondicional de ciertos y afamados chefs, siendo mis predilectos Alberto Chicote, Martín Berasategui y Pepe Rodríguez. Y, por supuesto, quien me conoce de verdad lo sabe, la comida tradicional y arraigada de mi tierra me encandila: gachas, migas, tiznao, gazpachos manchegos, pollo campero con arroz, etc. Así es que hombre de buen yantar, culinario y cocinillas me regaló la vida uno de esos detalles que son para vivir intensamente. Y tenía que haber cofradías de por medio, no podía ser de otra manera. A través de ese mundillo cofrade que vivo los trescientos sesenta y cinco días del año (y uno más si es bisiesto) conocí a mi querida Eva María Masías, mujer íntegra, trabajadora, madraza de familia con cuatro hijos, currante ejemplar, dependienta y dueña de la tienda de productos gourmet "Gloria Bendita", comercial de thermomix, excelente cocinera y mil adjetivos más todos ellos positivos. Y con ella a Rafael. Su marido, otra persona de diez. Y de su mano llegó la aventura que hoy vengo a contar. La aventura y la thermomix, sí, sí, la de las lentejas...

Eva, cocineraza donde las haya y magnífica chef amateur tuvo a bien presentarse a los casting del programa Master Chef y, como no podía ser de otra manera, llegó bastante lejos en este primer envite. Tanto es así que de entre más de 20.000 aspirantes llegó a estar entre los 40 mejores. Lean, lean. Verídico y real: entre los 40 mejores cocineros amateur de 20.000 aspirantes. Se dice pronto y se lee más pronto aún. Es decir que Eva se quedó como poco por encima de 19.960 personas. Casi nada. Y digo como poco porque no sabemos tras los casting de Madrid en qué posición llegó a quedar nuestra concursante pero seguro que estuvo a punto de pasar al programa. Lamentablemente no podremos disfrutar de Eva en el show televisivo pero para nosotros ya es más que una campeona. Y la cosa empezó en secreto y a través de un vídeo que le grabó su hijo mayor y que envió a la primera fase de los casting. Como guisaría esta mujer que sólo con el vídeo ya la llamaron para ir al casting general en persona donde se juntarían 400 aspirantes de dónde se elegirían a los 40 mejores para la prueba final. A esos 40 amateurs se les entrega la Cuchara Master Chef que indica que han sido seleccionados. Y nuestra Eva lo fue. No podía ser de otra manera.



Pero hasta que se le entregó la cuchara por parte de Pepe Rodríguez (El Bohío) hubo una maravillosa aventura. Así fue el asunto. Recibo una llamada de mi Eva diciéndome que pueden acompañarla a los casting cinco personas y que como sabe que soy un cocinillas nato me invitaba a ir. Regalazo. Automáticamente mi mente piensa: Pepe Rodríguez, Jordi Cruz, Samantha Vallejo-Nágera, los mandiles, las cucharas, Eva Rodríguez, un montón de cocineros aspirantes, recetas, técnicas, emplatados, cámaras, microfónos... ¡¡Un día en Master Chef!! Al lío. Por supuesto que voy, Eva. Y tan feliz. Y así empezó la aventura para mí. El resto de acompañantes fueron Rafa (su marido), Mari Delfi (amiga común y parte del mobiliario de la tienda gourmet de Eva "Gloria Bendita"), Ana Galán (muy amiga de Eva, la jefa de las thermomix en Ciudad Real -publi gratuita- y una mujer divertidísima) y Alba (sobrina de Eva y Rafa con una barrigota gorda y llena de vida pues lleva dentro a Martina que muy pronto verá la luz). Equipazo. Y ya no sé cómo surgió que fuésemos a animar a Eva con pelucas rosas, pero el resultado fue genial para nosotros y para el propio concurso Master Chef pues dimos un toque diferente y de humor al programa y hubo momentos geniales. El equipo "Pelucas Rosas" estuvo presente, muy presente en la grabación del programa. Nos hicieron alguna grabación adrede y hubo muchas risas.Ya lo veréis en televisión, ya.


Organizado ya todo salimos en expedición a la Toledo imperial de madrugada, pues a las 08;30 nuestra concursante debía estar ya iniciando la dura jornada de casting en la Academia de Infantería, un marco sin parangón para realizar las grabaciones exteriores. El día estaba lluvioso y había que llevar el plato ya hecho para emplatarlo allí, sometidos a la presión del tiempo del reloj de cocina, de las cámaras, de los jueces y del público. Eso añade a las pruebas de selección una dureza extrema, pero ahí estaba Eva con un platazo que combinaba gastronomía, tradición y raíces: conejo escabechado sobre tierra de migas manchegas. Se superaron las premisas y las expectativas sobradamente. Era de justicia y de realidad. En verdad la foto del plato es impresionante y el sabor del mismo (tuve el lujo de probarlo) es indescriptible. Bueno y lo que fue indescriptible también fue el día que pasamos todos juntos y el momentazo en el que tras la cata de platos y decisión del jurado, Pepe le entregó a Eva la cuchara que la catapultaba a la prueba final de Master Chef. El momento de emoción, abrazos, besos y felicidad conjunta no tiene palabras que lo definan. Y eso no nos los quita nadie. Ver la cara de Eva en ese momento, el abrazo que le dí a Rafa y ver como sus hijos abrazaban a su madre por la noche tras conocer la noticia son recuerdos de esos que jamás se olvidarán. Y por ello ya eres una campeona, Eva. Llegaste muy lejos. Mucho. A las puertas mismas del programa. En el último casting la dirección entendió que no dabas el perfil para estar entre los últimos 40 aspirantes que pasaban al programa y a la última criba. Ya sabes lo que opino de eso. Eres grande. Y no es que yo lo diga en estas líneas, es que es verdad. Gracias por todo y por haber empezado a cumplir un sueño en Master Chef. Sigue soñando porque, a veces, los sueños se convierten en realidad. Te quiero, madraza.