lunes, 29 de junio de 2015

LEYENDAS DE TRIANA

Si bien ya saben todos ustedes que yo soy macareno de pro, en estos tiempos en los que no dejo de buscar dónde habita la esperanza, he de acordarme de la otra Esperanza que vive cruzando el río. Y si bien siempre pico a mis compadres de Triana diciéndoles el dicho de "Esperanza sólo hay una y no pasa por el puente" hoy vengo a decirles el otro dicho que reza "Que los puentes no son barreras sino lazos que se estrechan como abrazos entre hermanos". Y es que si algo hay que a mí me gustaría que fuese universal es la esperanza. Ese sentimiento es el que nunca debe perderse y es el que mantiene siempre un hilo de anhelo en lo deseado, añorando que se cumpla. Hay quien lo llama fe, hay quien lo llama deseo, hay quien lo llama sueño. Yo lo llamo Esperanza Macarena, Spes Nostra y Mater Dei. Y los del barrio allende el Puente de Isabel II lo llaman Esperanza de Triana. En todo caso esperanza, siempre esperanza. Y hoy esperanzado de nuevo vengo a acordarme de algunas de las leyendas más bellas que conozco acerca de la Hermandad de la Esperanza de Triana. Pero con un matiz, la protagonista no es Ella, la Reina de la Capilla de los Marineros, sino Él, el vecino más viejo de la calle Pureza: el Señor de las Tres Caídas. Y en una de ellas, más en concreto, el romano que le guía el camino al Señor en la Madrugá, digamos que conocido como Rafaé que cabalga a lomos de Calamar, como así se llama cariñosamente al caballo más conocido del barrio marinero de Sevilla. Les dejo con ellas. Me limito a transcribirlas tal cual las conocí. Emociónense y llénense de Esperanza.

"Y SOÑÓ SER COSTALERO DE TRIANA EL MISMO DIOS..."

La escuché en "El Llamador" de la semana después de la voz sevillana y cofrade de Charo Padilla. Pudo suceder en el año de gracia de 2004, no lo recuerdo exactamente, pero es tan digna de un relato de José María de Mena, extraído de su célebre "Tradiciones y Leyendas de Sevilla", como lo podía ser de la mejor literatura romántica y costumbrista.
Sucedió en Triana (natural de Sevilla) la noche más hermosa: Madrugá del Viernes Santo. La calle Ancha-Pureza como cada año estallaba de júbilo en apretada multitud recibiendo el paso de misterio del Santísimo Cristo de las Tres Caídas. En plena apoteosis de devoción la gente iba tomando posiciones. Detrás del paso, entre la muchedumbre que lo rodeaba, se colocó un niño de edad incierta y aspecto montañesino: pelo ensortijado, moreno, de facciones perfiladas y natural rubor en las mejillas. Caminaba sólo, marcando los pasos del tambor y las alpargatas costaleras y pronto se situó a la altura del zanco trasero derecho. Comenzó a disfrutar del delirio y de la plena conjunción de banda y cuadrilla: el izquierdo por delante, los solos de corneta interminables de Enmanuel y Rocío y la gracia y la anarquía del andar más genuino de Triana. El niño absorbido por la emoción del ambiente se hizo notar e intimidó al patero con la primera pregunta "¿pesa mucho el paso?", "¡Esto que va a pesar, miarma!", respuesta inmediata. Cruzó el puente, relente y mareadilla del puerto camaronero. Permanecía en su sitio. Inmune. Nada podía afectarle puesto que sus manos habían tocado la madera forrada del zanco y se habían aferrado a ella como a un clavo ardiendo. En los refrescos de Reyes Católicos los costaleros habían reparado en él. Le preguntaron si venía sólo, se preocuparon por buscar algún pariente, le recomendaron que tuviese cuidado con la bulla, insistieron en protegerlo y arroparlo casi pegado a los faldones. Sabían que se llamaba Jesús de nombre y como costaleros de Triana generosamente iniciaron una serie de dedicatorias al niño que iba acompañándolos desde la salida. En la Magdalena estando el paso parado a la altura de la entrada principal de la Parroquia, el niño se adelantó hasta el capataz, lo miró fijamente con sus ojos radiantes de asombro, "¿puedo llamar?", preguntó en inocente tono. Paco Ceballos quedó deslumbrado por ese brillo en la mirada que se confundía con el dorado esplendente del canasto. Lo miró con cariño y no pudo menos que dedicarle la mejor de sus sonrisas a la par que acariciaba tiernamente su pelo. El niño lo entendió y marchó a su sitio en la trasera del paso donde los costaleros comenzaban a echarlo de menos. "¿Dónde está Jesús? ¿Ha encontrado a sus padres? ¡Jesús! ¡Vente para acá, miarma, que vamos a entrar en Campana y allí se forma mucha bulla!" El niño se hizo un hueco en la trasera. Su peso y estatura se lo permitían. Iba a vivir todo el esplendor de la llegada oficial a Sevilla. Jesús casi no respiraba. Bajo la oscuridad sonora de los faldones sentía el estado febril de un costalero más, el sudor helado de la máxima concentración y responsabilidad, el entusiasta anhelo de rayar la perfección del trabajo bien hecho en Triana... Se confundían en sus oídos los aplausos y los solos de la blanca infantería marinera, los óles del público, las arengas y consignas de la gente de abajo, el trueno de la unánime ovación con que despide la Campana al paso cuando emboca Sierpes y los zancos se posan en el suelo después de una nueva chicotá de ensueño. Jesús despertó de su letargo emocional, levantó los faldones, respiró aire fresco de la anchura de los Palcos, pero continuó absorto pegado a la pata que ya lo consideraba su ahijado. Se lució por la Avenida y coronó junto a sus padrinos la cumbre de la Estación de Penitencia bajo el silencio gótico de la Catedral. Padeció las puñaladas en los pulmones que le asestó el frío de la Plaza de la Virgen. Comenzaba a amanecer. Jesús no había visto nunca en la calle un crepúsculo igual que el de las luces de la aurora en el Triunfo. Olor a calentitos de plata en el Postigo, color de la mañana para abrir el estómago. "¡Jesús, esto no ha hecho más que empezar!" le gritan los costaleros. "Esta levantá va por ti, miarma". Todos los celebraban por unanimidad. Esplendor en el Baratillo. En la calle Pastor y Landero el niño iba cogido de la mano del patero marcando el compás con sus menudos pies. El sol lo recibía en el puente y brillaba el lucero como Estrella de la mañana en San Jacinto. El niño aguantó la muchedumbre en Santa Ana protegido por todos. Ya formaba parte de la cuadrilla. Todos tomaban debida nota de él: desde del hombre de la caña hasta el de la escalera, pasando por contraguías, diputados y auxiliares. Tanto era así que cuando el paso enfiló de nuevo la calle Ancha-Pureza, Paco Ceballos reclamó su presencia y lo llevó de la mano hasta el frontal. Tocó el llamador con enjundia y se hizo el silencio. "¡Niño! Esta levantá va por el niño Jesús que ha salido con nosotros y va a entrar con nuestro Cristo aquí a mi vera. Lo quiero ver volar. ¡Oído que él toca el martillo! ¡Tos poriguá, valientes! ¡Al cielo con Triana! ¡A esta es!"
En plena efervescencia de emociones entre abrazos y besos plagados de lágrimas en los ojos, cuando todo acabó y el paso reposaba en el lugar que ocupa dentro de la Capilla, alguien confundido aún por los parabienes gritó su nombre: "¡Jesús! ¿Dónde está el niño? ¿Alguien ha visto a Jesús?" La cuadrilla entera salió a su encuentro pero ni rastro de Jesús...
Recuerdo que una representación de la cuadrilla del Santísimo Cristo de las Tres Caídas acudió al programa "El Llamador" para dar cuenta de esta historia y aprovechar los micrófonos para recabar información acerca de su paradero. Quizás la leyenda no fuera así como la he recreado, al pie de la letra, pero creo en ella como creo en ese Niño Jesús que, ¿por qué no?, bajó del cielo a Sevilla en la noche más hermosa para acompañar a los costaleros de Triana.
(Antonio Sierra Escobar)



"EL ROMANO RAFAÉ"

Cierto día, uno de esos días en hora temprana cuando la tranquilidad y el sosiego invaden la capilla, cuando de verdad se puede contemplar la dulce cara de la Esperanza y el bello mirar del Santísimo Cristo de las Tres Caídas, ví que un abuelo con su nieto estaban de visita para ver el montaje de los pasos de la hermandad cuando el niño de ojos azules, tan azueles como el cielo de Triana, le preguntó al abuelo por el romano. "Abuelo, ¿por qué el romano tiene ese mirada? ¿Qué le dice al Señor?" Y el abuelo le contó la siguiente historia...
"Mira Daniel, ese romano se llama Rafaé, porque aunque lo veas así vestido no era de Roma sino de la Cava de los Gitanos, el cual se apuntó a las legiones romanas, lo mismo que hoy puede haber gitanos en la Guardia Civil y siempre estuvo en el paso acompañando al Señor. Hubo un tiempo en que fue detrás con las mujeres pero como el Señor ya tiene bastante con cargar con esa cruz que tanto le pesa, decidió un día ponerse delante para indicarle en la mágica y maravillosa Madrugá de Sevilla el camino que tiene que recorrer. Pero, además, va hablando con Él, con su Señor de Triana, y le va contando de los trianeros que por un motivo u otro no están ese día cuando ellos van camino de Sevilla. Le dice: -Mira en ese balcón falta fulanito, en esa esquina no está ese hombre o esa mujer que siempre estaba esperándonos con su pareja y hoy está sólo, aunque creo que no nos ve muy bien porque las lágrimas no lo dejan... -Y va uno a uno explicándole todos los que hoy no están en el barrio sino en la Gloria de Dios Padre-.
Y ya, por la mañana al salir de la Catedral, contempla como al Señor le va cambiando poco a poco el semblante, como cuando se cruza con la Señora en correos, en el Postigo se le tiene que abrir el apetito con el olor de los calentito que hacía Juana, casi igual que cuando llegan al puente, pero cuando entran en el Altozano el romano Rafaé le dice: - Maestro, que ya estamos otra vez en Triana, pero ya no nos falta nadie, todo lo contrario, hay muchos trianeritos nuevos, como aquel que está en brazos de su madre con la túnica de la hermandad, o el que está en el cochecito y los que antes nos faltaban son esos ángeles que están revoloteando de alegría por ver como siempre que Triana está con su hermandad, con su Cristo y con su Esperanza.
Así es que ya sabes, Daniel, quién es y cómo se llama ese romano que va a caballo delante del Señor, sirviéndole de cicerone en la Madrugá. Rafaé, un gitano de la Cava que se enroló en las legiones romanas..."

Y cuando abandonaron la capilla oí al chaval decirle "Adiós, Rafaé, hasta otro día" y mirando al romano me pareció ver que le contestaba haciéndole un guiño de complicidad.


Tras estas dos preciosidades de leyendas me despido hasta otra, no sin antes desearos de nuevo a todos que, bien a través de las cinco verdes esmeraldas tintineantes en su pechera de reina que se encuentran allá en el Arco, o bien a través del puñal cercano al corazón que también reposa en la pechera de reina que se halla cruzando el puente, os llenéis de Esperanza siempre. Y lo creáis o no, Jesús camina entre nosotros como aquella Madrugá y Rafaé le habla a Dios de nuestra vida. Hay que seguir, valientes, hay que seguir. De costero paseando a Roma por Sevilla o con izquierdos levantado al Señor de las Tres Caídas. Pero siempre de frente y con Esperanza.


martes, 9 de junio de 2015

EL TRIPLETE Y EL "HACHEDEPÉ" DE PIQUÉ

Podría decirse que en dialecto manchego de la zona del Campo de Montiel es un triple pequeño o un triple denominado con afecto. Pónganse en situación. Partido de baloncesto. Un jugador lanza desde la zona de los tres puntos y encesta. "¡Miá que triplete ha metío el chaval!" exclamaría un manchego, por ejemplo, de Alcubillas. Está claro, ¿no? Sin embargo hoy la acepción de triplete de la que vengo a hablar es la de "tres veces campeón", Triplete de títulos que ha ganado el Fútbol Club Barcelona en esta campaña 2014/2015. Narraré más que de ello, de su celebración. Y más aún del "hachedepé" de Piqué. A lo largo del texto iré desgranando el por qué y prometo desde ya no escribir ningún vocablo malsonante para referirme al "machocabríodegrantamaño" mencionado. Podría enervarme y enredarme en elípticas mentales interrogatorias como, por ejemplo, ¿por qué Pedrito que es canario celebra el título hablando en catalán? O, ¿qué pinta un extranjero como Rakitic diciendo "Visca Catalunya" en una celebración deportiva? O, ¿a cuento de qué un club deportivo se politiza desde arriba y usa el deporte como reinvidicación política? Pero no lo haré. Hoy se habla sólo de fútbol y de la conducta del "hachedelagranpé" de Piqué. Política no. Me quedo con la alegría de que por dos años consecutivos la Copa de Europa se queda en España. Sí, como leen. En España. Porque Barcelona ni es un condado de la Corona de Aragón, ni Cataluña es un país independiente, ni la milonga de los Països Catalans, ni nada. Cataluña es una Comunidad Autónoma de España, tiene en Barcelona (que es una de sus provincias) un equipazo de fútbol (que es el Barça) y dicho equipo es el justo vencedor de la recién concluida edición de la Champions League. Y el año pasado la Copa se quedo en España gracias al Real Madrid (y al Atlético de Madrid, pues ganase quien ganase el título era español) y este año la Copa se queda en España gracias al Barcelona. Sí señor. Y enhorabuena de nuevo. Dignos campeones. Y el que venga con rollos independentistas se ha equivocado de entrada. Ya lo he dicho varias veces: en el Rincón se habla de fútbol, entre otras cosas. Jamás de política.

Y ahora voy a lo que voy. El triplete. Y el "hachedepé" de Piqué. Además de la "orejona" el Barça ha ganado la edición de la Copa del Rey y el trofeo de la regularidad. Las cosas como son. Histórico triplete que ya consiguieran en 2009 y vuelven a hacer en 2015: Liga, Copa y Champions. Y eso es digno de aplauso. Y yo, madridista, llevo felicitando a los culés por su hazaña ya unos días. Y educadamente he dado la felicitación a todos los seguidores del Barça conforme ganaron la liga, la copa y la champions. En ese orden. Y todo esto del triplete es una pasada y es una gozada y es una maravilla y es digno de admirar y es histórico y es todo hasta que llega la celebración, Gerard Piqué abre la boca, suelta una de las suyas y se le ríe la gracia y se le aplaude. Y entonces toda esa maravilla se convierte en lamentable. Por eso hoy vengo a despotricar contra el "hachedelagranpé" de Piqué. Si sóis dignos vencedores, si habéis hecho historia, si tenéis un equipo de dulce, si habéis ganado todo, si estáis celebrando a vuestra manera, si está todo bien y correcto, ¿por qué tiene que soltar una tontería de las suyas?


¿Cuántas Champions nos saca todavía el Madrid?
Gracias, Gerardo.
Y no me vengan ahora los culés haciendo gala como los políticos del "Y tu más" trayendo a colación cuando Raúl cantó o cuando Guti bailó, porque tiro de hemeroteca y les pongo el famoso "¡Madrid! ¡Ca***n! Saluda al campeón" de Samuel Eto´o o, sin ir más lejos, el "Boti, boti, boti, madridista el que no boti" del propio Piqué no hace tanto. Sí, del mismo. Del mismo "hachedepé" que también hizo burla con la manita y los cinco dedos desplegados cuando el Barça le endosó un tremendo 5-0 al Real Madrid hace pocos años. Por cierto y como mero apunte, en el mítico 5-0 que le metió el Madrid al Barça, uno de los goleadores fue Luis Enrique, precisamente actual técnico entrenador del Barcelona. Bueno, que uno puede equivocarse una vez. Incluso dos. Y llevarse reprimenda, o no. Pero equivocarse adrede continuamente y encima ser aplaudido por ello, ya pasa de castaño a oscuro. Y el único que sigue y sigue y sigue siempre con la misma cantinela de cara a la galería para que le rían la gracia es el "hachedepé" de Piqué. Y madridistas serios como yo (y sabe quien me conoce que no lo digo por decir) no merecemos que un "hachedelagranpé" se mofe gratuitamente de nuestro club, de sus jugadores ni de su afición. Repito que he sido de los primeros en dar mi enhorabuena y en felicitar a los seguidores del Barça por su merecido triunfo y su triple corona en una misma campaña. Y sigo diciendo que es una gesta grandiosa. Y me quito el sombrero ante ello. Y sigo aplaudiendo la temporada magnífica que ha hecho el Barcelona. Y a mí, noblemente, me gusta celebrar el triunfo propio, no la derrota ajena. Por eso mi indignación con el "hachedepé" de Piqué, el desfasado en momento y lugar que celebra el no-triunfo de otro en vez del triunfo propio. Valiente "hachedepé".



Piqué, hijo mío, me retiro y no te educo. Eres muy tonto. (Carles Puyol)
Es asombroso que el club que se vanagloria de inculcar a sus jugadores lo que ellos dicen ser "seny, valors y humildat" permita conductas como las de Piqué. Estoy convencido de que si llega a estar el señor Carles Puyol en esa celebración, rápidamente le da un capón al pedazo de "machocabríodegrantamaño" conforme dijo su imbecilidad de Kevin Roldán. Puyol si que llevaba "seny, valors y humildat" por donde iba. Por eso era un gran capitán, un emblema y un tío respetado por los madridistas de bien como el que escribe. No se puede decir lo mismo del "hachedelagranpé" de Piqué. Pero claro, siempre ha habido gente con clase y clases de gente. Y ese "hachedepé" no se qué clase de gente será, pero desde luego no es gente con clase. Es muy importante saber perder y mantener las formas. Pero es mucho más importante saber ganar y comportarse. Y el "hachedepé" de Piqué lleva ya demostrado en varias ocasiones que no sabe. Buscar un minuto de gloria cuando no es necesario... incluso es comprensible por estar de celebración, pero que el minuto de gloria sea a costa de mofa, befa y burla del rival cuando no hay motivo para ello, es totalmente innecesario. Y el "hachedelagranpé" de Piqué es lo que hizo. Seny. Valors. Humildat. Retratado una vez más.

Lo dicho. Mi enhorabuena y reiterada felicitación al Fútbol Club Barcelona por el triunfo conseguido. Mi máxima congratulación para la hinchada y simpatizantes del Barça. Óle, óle y óle por el triplete conseguido y revalidado, por el fútbol de Iniesta, por el espléndido juego de Luis Suárez, por las genialidades de Messi, por las grandes paradas tanto de Claudio Bravo como de Ter Stegen, por el gran entrenador Luis Enrique, etc, etc. Aquí un madridista cerrado os aplaude. Pero a ti, Piqué, a ti no me cansaré de decirte que eres un "hachedelagranpé". ¡Ojo! Y sin haber escrito ni un taco en todas las líneas. Búscalo, lector, búscalo a ver si lo encuentras. Ni uno. Y con el seny, valors y humildat que tu no tienes, yo que no estoy de celebración, ni tengo por qué ganarme a nadie, ni mi pequeño blog va a tener minuto de gloria por ello, vuelvo a repetirte que eres un "hachedepé". Con todas las letras. Vamos, mayormente para que veas lo que es una mofa sin sentido y fuera de lugar. "Hachedepé" que eres un "hachedelagranpé".


miércoles, 3 de junio de 2015

VIRGEN DE LA CABEZA

Soy consciente de que esta entrada llega un poco tarde, pero he tenido un ajetreo fuera de lo común en mi metódica vida y no he podido verter unas líneas antes en el Rincón. De modo que a los que os haya hecho esperar demasiado os pido perdón a lo Antonio Orozco. Pido perdón a sabiendas que no lo concedas, pido perdón de la única forma que sé: escribiendo. Dicho esto me inmiscuyo de pleno en la gramática y comienzo un incesante tecleo hasta que concluya esta pequeña entrada dedicada a la gente buena que con costal y faja realizan el más bello oficio que exista: pasear la fe por las calles. En esta ocasión y como siempre ocurre en el mes de Mayo la imagen paseada de ferviente manera fue la Virgen de la Cabeza, nuestra querida pequeñita y morenita, la célebre aceitunita bendita. Cuántas oraciones se esconden bajo sus gruesos faldones verdes que reflejan la esperanza. Cuántas ilusiones y cuánta amistad compartida en esa calurosa tarde de Mayo en que la Morenita sale a las calles...

Esta cofradía de Gloria quizás sea de las que mejores ratos me ha dado por muchas cosas: por compartir trabajadera con quien la comparto, por ser el primer paso que saqué a costal fuera de la Semana Grande, por los buenos ratos en la igualá y en la desarmá, por acercar la imagen mariana a unas monjitas residentes en la periferia de la ciudad, etc, etc. La verdad es que me gusta por varios motivos y este año fui feliz con Ella (como siempre) y más aún cuando al salir de relevo estaba Gemma viéndome. Fue emotivo y ella sabe por qué, aunque puedo adelantar que a ella no le gustan las cofradías  y yo no me esperaba que finalmente viniera, por lo que, que ella viniera y verla, me alegró mucho. Espero algún día explicar el por qué y eso me haría triplemente feliz: feliz por pasear a la Virgen de la Cabeza, feliz por estar Gemma por allí y feliz por poder explicar por qué aquello me hizo tan feliz. El caso es estar feliz fuere de la manera que fuere y ojalá estuviera en mi mano que todo el que leyere estas líneas también estuviera siempre feliz. Si yo puedo contribuir a ello que no dude en decírmelo. Al fin y al cabo la vida es mucho más bella así.

Lo que es la procesión en sí transcurrió con la elegancia y buen hacer que viene demostrando esta cuadrilla de amigos desde hace años. La conjunción entre veteranos y noveles (como en el Himno del Real Madrid) viene siendo total y ello se transmite de parihuela para arriba meciendo a la Aceitunita con gracia y salero por un lado y con arte y esmero por otro. El caloret (como diría Rita Barberá) hizo acto de presencia y la cuadrilla de los chiquinines que hacía la salida nos dio el relevo a la cuadrilla alta con las maderas ya humedecidas por el sudor y el termostato autoregulado a 40 grados aproximadamente. Cuánto nos gusta el oficio costalero para meternos en estas faenas, de verdad. Pero la satisfacción y la sonrisa no se comprenden si no se ha estado nunca bajo los pasos. Por eso me siento orgulloso de ser costalero. Conozco bien esa satisfacción y esa sonrisa generadas por el esfuerzo hecho con el más profundo sentimiento que oculta y merma todo resquicio de cansancio físico que pueda aparecer.

Un año más me quité el costal con los ojos humedecidos y mirando a la Madre de Dios le suspiré un "Ahí quedó" cargando la suerte hacia la nostalgia y la esperanza. Ella me entiende y aunque no sea mi Macarena del alma ni la Virgen de la Salud a la que tanto afecto estoy cogiendo, no dejan de ser una representación más de la misma y única que escucha cuando desde el corazón sale un Ave María sin que se tercien palabras. ¡Viva la Virgen de la Cabeza! ¡Viva la Morenita! ¡Viva la Aceitunita Bendita! ¡Y viva la Madre de Dios!