sábado, 28 de noviembre de 2020

OCHO AÑOS DE RINCÓN

A decir verdad no recuerdo bien qué me llevó a ello. Por aquel entonces afloraban espacios como éste y decidí sumarme a ello, no sin dudas. Expresarse muchas veces a corazón abierto conlleva mostrarse tal y como uno es, pero, claro, ¿qué temer? Quien teme algo esconde. Y yo no escondo nada. Así es que entre eso, dedicar unas líneas de entretenimiento y, a poder ser, alguna enseñanza curiosa al personal y valorando que, además, recogería vivencias y recuerdos míos que luego podría rescatar en un futuro y volver a revivir, decidí crear el Rincón. Tenía claro que no iba a ser un blog cofrade tal cual como muchos pensaron que era y/o sería cuando vio la luz. Las cofradías me apasionan pero también amo el Camino de Santiago y me gusta hablar de curiosidades. Además, me encanta mi tierra, sus costumbres, sus gentes, sus lugares y convivo junto a todo ello alimentándome de tradiciones y raigambre. Fijo que algo escribiría de eso. También soy muy futbolero y ese tema siempre tiene alguna salsa en la que mojar, a veces picantona y otra veces dulce. Y no descartaba aventurarme a contar, de vez en cuando, alguna vivencia digna de ello, alguna cosa de la vida en general. Todas esas temáticas antes referidas son mis mayores pasiones y quedarían sus retazos almacenados en mi "periódico de internet", como decía mi abuela, en un pequeño rincón cibernético que podría visitar quien placiera. Así nació y tomó el nombre "El Rincón de mis Pasiones".

En su momento me preguntaba hasta dónde llegaría el tecleo en la alacena de entradas pues en ocasiones tenía muchas cosas que contar y otras ninguna. Y, sin embargo, voy ya por el octavo año y tengo ganas de seguir. Me gusta. Me impongo la obligación de contarme y contaros cosas como las que escribo. No sé si todas os atraen o no, si tengo lectores de varios tipos dependiendo de la etiqueta de la entrada, si os sentís cómodos en el Rincón, etc, pero sé que a día de hoy hay prácticamente 145.000 visitas a mi humilde blog. No sé si para un blog como éste son muchas o pocas, pero me alegra que este espacio siga vivo. Recibo unas 1.200 visitas al mes, lo que significa que unas cuarenta veces por día hay personas que pasean por aquí. Y eso me reconforta. No por orgullo ni amor de padre a mi pequeña creación sino porque me entrego a vosotros, verdadera alma de este invento, en cada entrada que escribo. Os imagino leyendo las líneas que derramo y, dependiendo del tema que sea, sonriendo, con rostro simpático, riendo, reflejados en lo que narro e incluso, algún día, con los ojos humedecidos. Desde el primer minuto dije que os haría partícipes y mi blog es vuestro. Al menos así lo siento. El Rincón lo escribo yo para mí y para vosotros. Y sin vosotros perdería el sentido pues pasaría de ser un ágora de charla y compartimento a ser un mero diario o anecdotario. 

Yo mismo disfruto leyendo entradas antiguas y estoy pensando en ir recopilando todas y guardarlas en casa en formato físico. Me conozco y veo reflejado en mis líneas los estados de ánimo por los que he pasado y los momentos de la vida en los que escribía una cosa u otra y, efectivamente, noto en la lectura cómo plasmaba inconscientemente ciertos sentimientos o cómo trataba de camuflarlos. Al fin y al cabo forman parte del juego de la vida esas subidas y bajadas, si el camino fuese siempre recto sería monótono. Seguramente también mi gente muy cercana identifique de lo que hablo al leer esos retazos plasmados en el Rincón y, lo mejor, es que muchos, fieles a leerme, incluso me han conocido más y/o mejor gracias al blog. Y como antes decía, ya son ocho años así y tengo ganas de seguir. Me preguntaba si estaríais cómodos por estos lares pero lo que afirmo es que yo sí lo estoy. Me agrada.

Pues eso venía a contaros, amigos. En un año para olvidar como es éste, sigo teniendo ilusión por contar cosas y dejarlas por escrito para el futuro. Seguro que cuando pase un tiempo y relea, releáis, releamos, estas entradas del año 2020 en que el Rincón cumplió ocho años de edad justo cuando estalló la pandemia, lograré y lograremos recordar algo positivo y, Dios lo quiera, miraremos el pasado incluso con cierta ternura por haber sabido enfrentarnos hoy a él y salir airosos. Y espero que hayan pasado de nuevo casi dos lustros y todo esté en orden salvo aquello que, inevitablemente y por ley de vida, haya de ocurrir para bien o para mal y esté fuera de nuestro control. Ojalá cuando lleguen esos tiempos escriba que este "periódico de internet" cumple quince años. Y que hubo un tiempo en que la vida normal desapareció de nosotros y se llevó por delante muchas almas y, poco a poco, logramos reponernos y recuperar lo que era nuestro. Y se llenen de júbilo las calles cada Domingo de Ramos. Y no falten peregrinos en ninguno de los albergues del Camino. Y rebosen de limoná los lebrillos y se vista Ciudad Real de manchega con pañuelo de hierbas. Y siga teniendo, como decía, mil ganas de escribirme y de escribiros. Y vosotros de leerme. Ocho años de Rincón. ¡Que sean muchos más! Gracias a todos.


miércoles, 18 de noviembre de 2020

¡¡¡ESPAÑA!!! ¡POM, POM, POM!

He vuelto a ilusionarme. Retumba en mi cabeza el mítico grito de ánimo de Manolo "el del bombo" alentando a nuestra selección. Los que ya tenemos cierta edad y avanzamos más o menos por el ecuador de nuestras vidas recordamos muchos momentos futbolísticos de nuestro combinado nacional. No, el combinado nacional no es el "dyc - cola" en este caso. Se trata del equipo que defendiendo los colores de nuestro país se bate en reglamentario y legal duelo deportivo contra otro equipo que hace lo propio. Ojo, que para ver esos eventos, a los que no gusta la guasa, nos tomamos unos combinados nacionales después de comer, pues también. Y nos alegramos un poquito. Pero, a lo que iba, que históricamente los recuerdos eran amargos. Véase el codazo de Tasotti a Luis Enrique cuando nos jugábamos llegar a las semifinales del Mundial USA´94, el robo con mayúsculas que nos hicieron en cuartos de final del Mundial de Corea y Japón en el año 2002, precisamente contra Corea, a través de aquel árbitro llamado Al-Ghandour, en Francia´98 que no pasamos ni de la fase de grupos y encima perdimos el último partido contra Chipre, etc. Y ayer volví a ilusionarme. Jamás en este mundillo del fútbol internacional nuestra humilde selección se habría visto capaz de endosarle una manita a la todopoderosa selección germana, siempre a la cabeza en estas lides del balompié. Ni siquiera en los gloriosos años de la triple corona, Europa-Mundial-Eurocopa, en los que España dominó futbolísticamente el continente y el mundo, habría sido esperable tal resultado. Y, sin embargo, sin aguardarlo, estos chavales con savia nueva, en un partido oficial y para nada amistoso, subieron al luminoso un histórico 6-0 a su favor. Punto, juego, set y partido para España.

El partido decidió meterse en los anales de la historia del minuto uno. De hecho, al descanso ya era tal la superioridad de España que Alemania ya perdía por tres a cero. Jamás se había dado ese hecho. ¡Alemania al descanso perdiendo por tres goles! ¡Y sin anotar ninguno! Pues sí. ¡¡¡España!!! ¡Pom, pom, pom! Desde siempre ha parecido una proeza doblegar a los germanos y más con el refuerzo moral que los rodea por su historia y el aura de protección que parecen tener desde la frase de Gary Lineker: "El fútbol es un deporte de once contra once en el que siempre gana Alemania". Pues mire usted, ya les hemos ganado alguna vez, precisamente una fue impidiéndoles llegar a la final de un mundial con un soberbio testarazo de Carles Puyol, mundial que más tarde nos llevo a la gloria futbolera en aquel verano de 2010 en Sudáfrica en el que España levantó la Copa del Mundo y, tras esa, inolvidable, la victoria de ayer ya está escrita también con tinta de oro. La medicina de los nuevos jugadores españoles que los vacunó por seis veces. Sí, sí, seis veces tuvo Neuer que sacar el balón de sus redes ante el estupor de sus compañeros y grandes del fútbol como Kroos, Sule, Gundogan o Sané. Poesía pura. Una exhibición a nivel mundial ante uno de los huesos más duros del panorama futbolero, comandado por, nada más y nada menos que, Joachim Löw, excelente técnico con el que Alemania ganó su cuarta copa del mundo.


Y he vuelto a ilusionarme, decía. Porque todo fue de dulce y no puede haber ni un demérito a la actuación de nuestros hombres. En absoluto. Todo fue mérito suyo. No es que ganasen a una Alemania decaída, no. Es que barrieron de principio a fin a una de las selecciones que siempre está en los puestos de cabeza del ránking mundial. La pequeña y humilde España, descontando sus años de gloria que culminaron con dolorosas eliminaciones posteriores, plantó cara a esos once hombres que siempre ganan y les pegó tal meneo que los apeó sin dudas de la Liga de Naciones. El cisma que se ha montado en Alemania por tal derrota histórica no es pequeño. Y no es exageración mía, ahí tenéis diversas noticias de prensas distintas en color, olor y sabor que concluyen igual: baño de España, meneo histórico, debacle germana, etc. ¡Qué grande, joder! ¡Qué grande! ¡¡¡España!!! ¡Pom, pom, pom! Esta victoria es tuya, Manolo, tuya y de tu bombo. También es tuya hostelero que pones el fútbol en tu local para que la parroquia lo vea mientras se toma un chato de vino y unas aceitunas. Y también es tuya, españolito de bien, que con tu trabajo mantienes vivo este país y te sobra energía, ánimo y fuerza para animar y creer otra vez en la Roja, en la selección, en el combinado que nos ha dado más penas que alegrías pero que cada alegría que nos regala vale por ciento cuenta penas.

Ya no queda casi nadie de aquel once que todo aficionado futbolero repetíamos a modo de "Con dos cañones por banda, viento en popa a toda vela...". Empezaba por Iker Casillas y terminaba por David Villa. Ya no están los Xavi, Iniesta (de mi vida), Alonso y compañía. Ahora están los que entonces eran mirlos y hoy son los aguerridos merecedores de vestir la elástica nacional. ¡Viva la madre que os parió! Ahora está Koke Resurrección a los mandos del tiempo del centro del campo, Gayá y Sergi Roberto a las bandas y Ferrán Torres, Morata, Rodri, Dani Olmo, Unai Simón y todos ellos, dueños y señores del balón, al igual que el resto de jugadores que engrosan la lista de Luis Enrique, el seleccionador. Hombres que son gente de bien y de orden y que tienen hambre de títulos. Y Sergio Ramos de la vieja guardia, todo hay que decirlo. Una hornada que es capaz de hacer cositas tan de altura como la mayor derrota sufrida por "Doña Alemania" en partido oficial. Hat trick de Ferrán Torres, otro de Morata, otro de Oyarzabal y otro de Rodri. Seis a cero, sí. Lo leen bien. Así fue. Seis a cero de España a Alemania. ¡Cagüen diez que cosa más grande! La mayor goleada de la historia a una selección que ha sido campeona de mundo. Este combinado nacional nos ha vuelto a ilusionar a muchos aficionados. ¡Y brindo por ellos con otro combinado en la mano! ¡Vamos! ¡¡¡España!!! ¡Pom, pom, pom!

jueves, 12 de noviembre de 2020

¡CUÁNTO OS ECHO DE MENOS!

Hoy estaba colocando ropa en el armario y los he visto. Limpios, planchados, apilados, preguntándose qué ocurre que ya no los uso y llevan casi año y medio sin tocar las divinas maderas que tantos momentos de gloria y sentimiento nos regalan. Todos mis costales estaban allí. A su vera se encuentran un par de fajas y siete u ocho camisetas de tirantes para desarrollar el oficio. Cuatro lágrimas me han caído. Dos por las mejillas y dos resbalando por el corazón y el alma. Ya no soy un chaval y cuando volvamos a meternos bajo los pasos no me quedará mucho tiempo para poder entregarme a los zancos como yo quiero. Este malnacido virus me está robando el ocaso de mi trabajo como costalero. Maldito sea. Maldito sea por siempre. Se ha llevado vidas que jamás volverán a ver el vaivén de unas bambalinas por la calle. Ha cerrado ojos que nunca verán de nuevo la levantá de un misterio a los pies de la Patrona. Ha destrozado familias que ya no podrán volver a juntarse en la mesa un Viernes Santo mientras suenan cornetas por las calles. Las cofradías... Mi esencia de vida. ¡Cuánto os echo de menos! Me traéis recuerdos de infancia, olores de barrio del Perchel, madrugás de silencio y frío, callejeos por Sevilla, sudor de costalero, tiempo de Glorias y amigos, charlas casi a diario y también pescaíto frito. Sois una parte tan importante de mí que quisiera tocaros como a un amigo y abrazaros en los momentos precisos. Pero para eso hace falta salud y una normalidad que antes desconocíamos. Lo normal era normal y no tenía otro sentido. Y ahora resulta que lo normal era lo divino. Poder igualar, estar bien juntitos, programar los ensayos, ir a los pregones, disfrutar de agrupaciones, de viajes, de excursiones y luego, durante el resto del año, hacer mil reuniones sin mirar cupo de asistentes para recordar los sueños vividos.

Un año hará en Navidad que no voy a verte, Mamá. ¡Qué cercano me queda San Gil y a la vez qué lejano! Sé que en esa muralla puso la hermandad su alcazaba y desde allí repartes Esperanza. Me llega hasta el alma desde el Arco donde emana desde tu carita morena la Esperanza, la Esperanza y la Esperanza. No te olvides de nadie, por favor. Cuando miro el cielo perchelero de mi barrio de Santiago veo reflejos de Siviglia y Compostela y las tres bóvedas celestes que Tú aúnas se llenan de tu nombre, Macarena. ¿Cuándo será Madrugá de nuevo y caminará el Señor de la Sentencia a los sones de un Hidalgo que ya se encuentra a su vera escoltado por un mar de plumas blancas en otra nueva primavera? El que espera, desespera y el que viene nunca llega. ¿Cuándo el látigo del sayón se bamboleará al viento una tarde noche de Miércoles Santo mientras la Bondad abre camino al Consuelo? Fui un dos de Octubre a verte y estaba tu puerta cerrada. Pero supe y sé que tras la misma estabas Tú y con eso me bastaba. Seguían flotando por el altar aquellas palabras que decían "¿Quién, mi hermandad, te pregone que tenga buen pregonar?". ¿Te acuerdas, Papá? Cuando la hermana más pequeña de tu cofradía tenía un mes y cinco días, juró tus reglas y luego subía su padre al atril a ponerle voz a la hermandad. Y hoy hago gala de esa frase que tanto me gusta: sueño con lo vivido. Pero sí, quiero volver a vivir lo soñado. ¡Qué chicotá más dura! ¡Qué relevo tan largo!

Y, ¿qué hay de ti, amigo carmelitano? Arrié tu zanco en el Carmen despidiéndome de tu soledad, esa misma que hace amarte y pregonarte. Al año siguiente te vi con la túnica blanca, como la del Rabí de los Ángeles. Y recordé todo lo vivido a tu vera. Y mira por dónde, el destino y la amistad me llevaron de nuevo a tus maderas. Un trabajo bien hecho, cimientos de savia nueva. Este año me habría despedido de nuevo. Mi cerviz comienza a estar vieja. Y este ladrón de besos y abrazos, como el buen Quimet lo llama, no me dejó tan siquiera derrochar mi casta cofradiera y acunarte por vez última en mi costal de rota arpillera. ¡Llega de nuevo, Martes Santo! Que resuene la madera cuando el muñidor llame a la puerta por vez tercera. ¿Cómo me voy a ir de tu cuadrilla nueva sin pasearte de nuevo por la Ciudad Real señera? Déjame despedirte, no prolongues la espera. No aumentes las penas aunque las lleves por nombre, Señor. Tu junta ya no es la que era, ni tampoco tu terno negro, pero Tú sigues andando solo, caminando muy sereno, con largo compás costalero y por eso yo te quiero. Miro las noches de antaño cuando tenías un andar perchelero y más de veinte años han pasado de esos recuerdos ya viejos. Ahora eres Rey de un convento y yo he sido tu costalero. ¡Te echo mucho de menos!

Con el trabajo bien hecho que sea Domingo de Ramos. Mi gente de oficio bueno, mi agrupación tras el paso y mi colegio un revuelo de capillos color azul igual que el cielo. Recién estrenada la Semana Grande y por delante el izquierdo con todos los sueños venideros. Esta levantá por los más pequeños que me gusta a mí salir de relevo y ver al divino Rabí contemplar sus rostros traviesos. Juventud entre sus filas y un paciente pavero que les da estampas y caramelos. ¿Quién nos robó el momento de reencontrarnos de nuevo? Salud te necesitamos. Demuestra tu poder eterno. Tu eres fuente de vida, llévate este tiempo lejos. Hazles un hueco en tu palio a los que no te verán de nuevo. Entiéndeme, no te verán sobre costaleros, porque verte te ven a menos de un metro. Están en tus cirios, tus manos, tu rosa y tu candelero. Guíñale un ojo a Sevilla y reparte también la Esperanza. Perdóname, Madre mía, soy tan macareno que en toda luz veo su cara menos en el Consuelo de mi alma. Los palios que a mí me demandan son el de las mariquillas verdes repleto de Esperanza y el de los faldones granates con el puchero en su cara. Uno porque es al que llamo Madre y el otro por ser el de mi juventud e infancia. No por ello me olvido del palio azul y plata que navega por la calle de Altagracia... Siempre ha sido especial para mí y para los de mi casa y barriada. Y en todos también estás Tú, Salud, desprendiendo tu gracia. Dile a tu Hijo, al Rabí, al de la mirada amada, al que reparte Bondad con su espalda flagelada, que vuelva pronto todo, que quiero ir a San Lorenzo y decirle Abbá y sonreírle a su zancada. ¡Cofradías de mi vida y mis anhelos! ¡Cuánto os echo de menos!