lunes, 13 de mayo de 2024

LA ROMERÍA DE NUEVO

Cuando le preguntan a uno "¿Qué tal todo?" y la respuesta es "Todo en orden y que así siga", significa que están los derroteros estables y el cuestionado feliz con el cariz de los mismos. Pues tal pregunta y respuesta me hacen identificarme los días posteriores al último Domingo de Abril cuando la gente me inquiere sobre la Romería. Ya saben vuesas mercedes, o deberían, dos cosas: que dicha fecha es la Romería de la Virgen del Monte y que a tal cita no falto (Dios mediante) nunca. Y hace escasos días se celebró nuevamente la misma. Y eso. "Todo en orden y que así siga". Traducido: volvió a haber lumbre, chuletas, migas, minis varios, chispalibres, risas y grandes ratos. Eso es para mí algo inamovible salvo causa de fuerza mayor. La del año pasado fue distinta, maravillosa totalmente, pero diferente, pues la disfruté siendo aún Pandorgo de hogaño y logrando un hermanamiento con la Hermandad de la Virgen del Monte de Bolaños de Calatrava, por lo que tuve otra agenda y modus operandi tanto de vestimenta como de gastronomía, guardando en el baúl de los recuerdos una de las romerías (sino la que más) más sentimentales que he vivido. Y esta año volví a la de siempre. A la del gorro feo y el vaso grande. A la de desatar los nervios dos días antes y estar loco perdido soñando con ese paraje donde la exaltación de la amistad explota en torno a un cartón de vino y un botellín sin marca, llevándote de nuevo a los veinte años, mientras el más sereno del corro y no por ello exento de tambaleo en el equilibrio, empieza a hacer sus pinitos en la cocina meneando la sartén en el fuego para alimentar al grupo que lo rodea y llenar el etílico-romero buche de aquellos propios y extraños que, a la par que él guisa algún condumio salvavidas aunque piedras en salsa fueren, están cantando "¡Mari Carmen! ¡Mari Carmen! Tu hijo está en el afterhour".

¡Qué maravilla! Y así transcurrieron tres días en los que, si bien antes, amanecía con las baterías cargadas para afrontar la jornada, ahora, a razón de los años pasados, la recarga no es igual, se hacen más endebles los aguantes y, consumida la romería, bien pudiera recetarme el médico una semana de chándal y sofá y que en la caja tonta sólo hubiera durante ese tiempo algún partido de fútbol, algún ratejo de documentales tipo "Así se hace" o "Los fogones tradicionales", algún capitulillo de Pocoyó para conciliar el nono siestero tras la ingesta alimenticia del mediodía y algún clasicazo de los buenos para retozar y roncar a gusto en el mentado sofá (y no me apagues la tele que la estoy viendo), apto para todos los públicos, edades, sabores y gustos, tipo Ben-hur, Los Siete Magníficos, El robo-bo de la jo-joya, Brácula (con B de Barbate) o, en su defecto, en la siempre ilustrativa Segunda cadena (para los nacidos a partir de los 90, los de la Logse y demás fauna, "La 2"), algún reportaje como "El apareamiento de la gallina morucha americana nacida en el estado de California y trasladada a un corral manchego sito en la pedanía de Valverde: especial mención al estrés sufrido durante el traslado en el falcón de Pedro Sánchez, el cambio de pienso del país de origen al del lugar de destino y la repercusión de todo ello en la puesta de huevos durante el período de Cuaresma". Pero no tuve yo esa suerte y el lunes me tocó anudarme la corbata de nuevo y volver a la vida jurídica con la que humildemente me gano el pan.

De tal guisa y con la voz como Paco Umbral cuando espetaba que había ido a hablar de su libro, empezaba la recuperación tras la romería entre papeles y expedientes. Lo que escasas cuarenta y ocho horas antes habían sido calimochos o cervezas ahora eran carpetas, maletines, togas y venias. Y en mi mente resonando aún la canción romera de este año que ha sido "Pedro" de Rafaella Carrá. Imagínese usted, intrépido lector, la conjunción de pensamientos que habitaban mi sesera durante ese período de trance entre la Romería y la normalidad. Pero feliz. Feliz, sin duda. ¿Cómo ha ido la Romería? Espectacular, como siempre. Ese era el resumen del interrogante que recibía y la respuesta que otorgaba. Depende quien fuera el interlocutor le contaba algún detalle extra cuya apelación era "¡que ya no tienes veinte años!", a lo que yo sonreí, sonrió y, espero, sonreiré y contestaba "me siento como si los tuviera". Y que me quiten lo bailado. Y, en verdad, como yo bailo como pudiera hacerlo Don Pimpón en una cama de velcro, dícese, parpadeando y poco más, poco bailo y fácil es deducir que poco podrán quitarme, salvo lo ingerido que, además, eso sale solo y de vez en cuando le llevo una muestra al médico para que me diga si estoy en lo márgenes permitidos del consumo anual de pacharán. Lo que os vengo diciendo a lo largo de todo el texto, vaya, sin miramientos. Volvió este año la Romería de nuevo. La buena, la de siempre, la autóctona, la que hace a mi mujer avanzar en la lista de próximas canonizaciones en el Vaticano. No riais, malajes.

Así pues y fiel a mi costumbre de plasmar anualmente unas líneas con afecto a tal evento, a la par que doy gracias por haber vuelto un año más al mismo, vierto en el Rincón este puñado de letras para que perdure el recuerdo de esta recién pasada Romería de la Virgen del Monte 2024. Me gusta hacerlo y me gusta cuando pasa cierto tiempo volver a releerme a mí mismo, pues me sirve de recuerdo de mis recuerdos y de avivar el fuego de lo vivido para sonreír de nuevo por lo ocurrido en esos instantes, pues si algo tiene cualquier persona para sí es la alacena de sus memorias íntimas llena de experiencias que, al fin y al cabo, son el hilo conductor del camino de su vida. En fin, ¿qué deciros que no hayáis descubierto ya leyendo los párrafos precedentes? Pues eso. Que el último Domingo de Abril y, sobre todo los dos días previos al mismo, me gusta vivirlos así, disfrutando con mi familia y mis amigos de momentos felices que se esconden en la simpleza de un vaso de vino, una baraja de cartas, una chuleta a la brasa y, sobre todo, la disposición y voluntad de pasarlo bien. Lo demás sale sólo. "Asiejque" (como se dice aquí en La Mancha) y canta la canción (valga la redundancia) de Amatria, esa fecha encierra, a buen seguro, un puñado de sonrisas que me gusta aflorar y repetir año tras año al igual que, como antes decía, me gusta dejarlas anotadas para que aguante más aún su recuerdo y si empezase a difuminarse el mismo intentar rescatarlo de nuevo. Gracias a todos los que hacéis posible mi felicidad en ese evento. Prometo seguir intentando regalaros mi humor cada vez que pueda. ¿Que si quiero un botellín? Pos claro. ¿Ahora mismo? ¡Venga! ¡¡Gemma!! Que, mira, estoy hablando con este zagal y dice que si voy a la taberna un rato y... Vale. Oye, que no. Que dice mi mujer que bastante ha sido en la Romería y que no paro y que, en fin, ¿qué te voy a contar? Razón lleva... Nos vemos en la del año que viene. ¡Viva la Virgen del Monte! ¡Y su Niño!