Ahora que mi proyecto veraniego más inminente es realizar el Camino de Santiago por todos aquellos tramos que no he realizado aún, al pararme a estudiar las etapas que pretendo recorrer, me ha venido a la cabeza el recuerdo de que mi primera vieira de peregrino llegó a mi vida precisamente donde este año detendré mi caminar: en Santo Domingo de la Calzada. Dicha viera ya ha pendido de mi mochila durante dos Caminos a Compostela. Y deseo fervientemente que sean varios (muchos) más. Decía que este año recorreré el primer gran tramo de los que me faltan por recorrer: desde Saint Jean pied de Port hasta Santo Domingo de la Calzada. Cruzaré, Dios mediante, los Pirineos caminando y pasaré peregrinando de Francia a España. Me detendré en la bella comunidad riojana, curiosamente donde conocí la Ruta Jacobea antes de que San Iago me convenciese y animase a recorrerla. Y recordando (lector te recuerdo que recordaba y esta entrada nace en un recuerdo), el mismo día que visité Santo Domingo de la Calzada "donde cantó la gallina después de asada", curiosamente también hube visitado los Monasterios de Yuso y Suso. E igual y curiosamente del mismo modo ya escribí en el blog la Leyenda de Santo Domingo de la Calzada. Cuán fructífero fuere aquel día y yo sin saberlo hasta que las líneas de la vida te van escribiendo y leyendo la historia. Tu historia. Y hoy la que me toca escribir es la historia de San Millán de la Cogolla, el eremita, el sabio anacoreta... La leyenda.
En el Valle de San Millán, así llamado por nuestro protagonista, se enclavan dos magníficos e históricos monasterios, Suso y Yuso, los cuales fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en el año 1997. Entre los muros del Monasterio de Yuso, además de reposar los restos del Santo, nacieron las Glosas Emilianenses y la lengua castellana. También se acuñaron en él las primeras glosas en lengua euskera. En cuanto al Monasterio de Suso, sus orígenes se remontan al siglo V y fue levantando en el lugar donde residió y falleció San Millán. Os narro la historia.
Monasterio de Suso |
Siglos después y ya totalmente construido y definido en varios estilos arquitectónicos el Monasterio donde se guardaban las reliquias del anacoreta, a mediados del siglo XI, la Ruta Jacobea alcanzó grandes cotas de popularidad y tránsito, desviándose muchos peregrinos hacia la región de Berceo para visitar los restos del Santo. El Rey Sánchez García, apodado "El de Nájera" por su procedencia, muy devoto de San Millán, había ordenado construir en su ciudad, Corte del Reino, el Monasterio de Santa María la Real y tanto al Obispo como a los nobles les pareció adecuado trasladar al novedoso templo los restos del santificado eremita. Así la riqueza de Nájera se vería incrementada cultural y económicamente pues los peregrinos se detendrían más a su paso.
Monasterio de Yuso |
Ante ello, el Rey Sánchez García ordenó construir un nuevo y magno monasterio en el lugar exacto donde los bueyes se detuvieron, abajo en el valle. Así nacería el Monasterio de Yuso.
De esta manera la leyenda cuenta el por qué allá por donde viviera San Millán se construyeron dos monasterios en su honor. Uno en la cima del valle y otro en la falda baja del mismo. Se les llamó Suso y Yuso debido su ubicación y a los vocablos latinos "sursum" (arriba) y "deorsum" (abajo).
Monasterios de Suso (arriba) y de Yuso (abajo). |
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