jueves, 13 de junio de 2013

LEYENDA DE SAN MILLÁN DE LA COGOLLA

Ahora que mi proyecto veraniego más inminente es realizar el Camino de Santiago por todos aquellos tramos que no he realizado aún, al pararme a estudiar las etapas que pretendo recorrer, me ha venido a la cabeza el recuerdo de que mi primera vieira de peregrino llegó a mi vida precisamente donde este año detendré mi caminar: en Santo Domingo de la Calzada. Dicha viera ya ha pendido de mi mochila durante dos Caminos a Compostela. Y deseo fervientemente que sean varios (muchos) más. Decía que este año  recorreré el primer gran tramo de los que me faltan por recorrer: desde Saint Jean pied de Port hasta Santo Domingo de la Calzada. Cruzaré, Dios mediante, los Pirineos caminando y pasaré peregrinando de Francia a España. Me detendré en la bella comunidad riojana, curiosamente donde conocí la Ruta Jacobea antes de que San Iago me convenciese y animase a recorrerla. Y recordando (lector te recuerdo que recordaba y esta entrada nace en un recuerdo), el mismo día que visité Santo Domingo de la Calzada "donde cantó la gallina después de asada", curiosamente también hube visitado los Monasterios de Yuso y Suso. E igual y curiosamente del mismo modo ya escribí en el blog la Leyenda de Santo Domingo de la Calzada. Cuán fructífero fuere aquel día y yo sin saberlo hasta que las líneas de la vida te van escribiendo y leyendo la historia. Tu historia. Y hoy la que me toca escribir es la historia de San Millán de la Cogolla, el eremita, el sabio anacoreta... La leyenda.

En el Valle de San Millán, así llamado por nuestro protagonista, se enclavan dos magníficos e históricos monasterios, Suso y Yuso, los cuales fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en el año 1997. Entre los muros del Monasterio de Yuso, además de reposar los restos del Santo, nacieron las Glosas Emilianenses y la lengua castellana. También se acuñaron en él las primeras glosas en lengua euskera. En cuanto al Monasterio de Suso, sus orígenes se remontan al siglo V y fue levantando en el lugar donde residió y falleció San Millán. Os narro la historia.

Monasterio de Suso
Era San Millán un sabio eremita que se retiró a realizar vida contemplativa y de oración, residiendo en unas cuevas naturales que existían en la montaña. Se alimentaba de frutos y raíces, amaba y entendía a los animales y conocía y dominaba los secretos de la madre naturaleza de tal guisa que muchos lugareños se acercaban a pedirle consejo. No tardó en crearse fama y tener un grupo de discípulos que le seguía y aprendía de él. Corría el año 574 cuando murió a la edad de 101 años y sus seguidores lo enterraron en la cueva donde hubo pasado su vida y dado sus lecciones. En torno a dicha cueva y a las aledañas en las que pasó sus días el sabio eremita se fue originando el primer monasterio y allí reposaron los restos de San Millán, a quien el pueblo donde nació lo nombró Santo antes que la Iglesia. Se reconocieron sus obras caritativas y apariciones defendiendo a los cristianos y el lugar monástico, arriba del valle, fue creciendo dando nacimiento al Monasterio de Suso.

Siglos después y ya totalmente construido y definido en varios estilos arquitectónicos el Monasterio donde se guardaban las reliquias del anacoreta, a mediados del siglo XI, la Ruta Jacobea alcanzó grandes cotas de popularidad y tránsito, desviándose muchos peregrinos hacia la región de Berceo para visitar los restos del Santo. El Rey Sánchez García, apodado "El de Nájera" por su procedencia, muy devoto de San Millán, había ordenado construir en su ciudad, Corte del Reino, el Monasterio de Santa María la Real y tanto al Obispo como a los nobles les pareció adecuado trasladar al novedoso templo los restos del santificado eremita. Así la riqueza de Nájera se vería incrementada cultural y económicamente pues los peregrinos se detendrían más a su paso.

Monasterio de Yuso
Así llegamos al día, 29 de Mayo de 1053, en el que en una carreta tirada por bueyes colocaron los huesos del Santo y partió la comitiva dejando desolados a los monjes del Monasterio de Suso que perdían a su Patrono. Cuando llegaron al llano del valle, cerca del río, las bestias se pararon y no continuaron la marcha. No hubo fuerza humana que les hiciera retroceder ni avanzar. No se dio manera alguna de que los bueyes volviesen a reanudar la marcha y avanzase la carreta con las reliquias, lo que fue interpretado por los presentes y por el mismísimo Rey como un designio divino. Cuenta la leyenda que los hechos ocurrieron como un milagro mediante el cual San Millán impuso su voluntad de permanecer eternamente en el valle donde vivió, negándose a ser enterrado de nuevo en otros lares.
Ante ello, el Rey Sánchez García ordenó construir un nuevo y magno monasterio en el lugar exacto donde los bueyes se detuvieron, abajo en el valle. Así nacería el Monasterio de Yuso.

De esta manera la leyenda cuenta el por qué allá por donde viviera San Millán se construyeron dos monasterios en su honor. Uno en la cima del valle y otro en la falda baja del mismo. Se les llamó Suso y Yuso debido su ubicación y a los vocablos latinos "sursum" (arriba) y  "deorsum" (abajo).

 Monasterios de Suso (arriba)
y de Yuso (abajo).
Y con estas líneas concluyo la entrada que empecé con un recuerdo y una vieira. Bien pudiera también degustar un buen caldo riojano de aquella bonita tierra. Me queda el buen sabor de boca de haberos contado otra bonita leyenda y seguramente de haberos despertado la curiosidad y ganas de visitar la Rioja para disfrutar, entre otras cosas, de la ciudad de Nájera, de Santo Domingo de la Calzada, del tramo del Camino de Santiago que por allí discurre, del monasterio donde vio la luz nuestra lengua castellana o, simplemente, del lugar donde vivió Emiliano, un curioso y sabio pastor, quien luego fuera San Millán... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario