Creedme si os digo que este año al volver la vista atrás despido el año con un sabor agridulce en el que impera más el agrio que el dulce. No por ello no he gozado de buenos momentos que recordaré con cariño pero podría haber sido mucho mejor y no lo ha sido. Si bien empecé el año perdiendo la chaqueta con las llaves dentro en la fiesta de Nochevieja que dejaba atrás el 2013 y nos presentaba el 2014, nunca pensé que ese traspiés fortuito y bien solventado pues la chaqueta perdida (por no decir hurtada) apareció a los dos días, fuese a marcar el devenir de este año que ahora encarrila su fin. Podría por ello decir que estoy harto de solucionar satisfactoriamente traspiés y que lo que quiero es que esos traspiés no ocurran, pero de nuevo os pido que me creáis cuando digo que la ocurrencia o no de los mismos no está en mi mano. Alguno por duplicado. Y aún así siempre doy gracias pues cosas ocurren y eso implica que estamos vivos y podemos contarlas. ¡Ojo! Y no por ello deja de ser Navidad en el Rincón.
Estaría feo que yo, que siempre trato de animar al personal, me dejara llevar por la desidia personal y perdiese la sana costumbre de intentar dibujar sonrisas en el rostro de todo aquel que dedica un poquito de su tiempo a leer mi humilde blog, pero en esta ocasión no tenía excesivas ganas de ponerme a teclear ya que tal cual inicié el año así parece que lo voy a terminar: solucionando traspiés. ¡Qué hartura! ¿Y qué le vamos a hacer? Hacer gala una vez más de la raza costalera. Ceñirse bien la cintura, agarrarse fuerte al palo, apretar los dientes y pegar una solemne zancada con el pie izquierdo que nos haga avanzar y escupir los kilos. ¡Venga de frente, Carlitos! No queda otra. Y si a mí me pesan los kilos, más le pesan a otros. En eso tengo que fijarme. A mí me queda la Esperanza, de la que dicen que no hay más pureza que la de esa flor que renace en primavera, que cuentan que vive en San Gil y se llama Macarena. Otros ya la perdieron o les fue arrebatada. ¡¡Claro que entiendo a los que me dicen que no les gusta la Navidad!! Pero no por ello deja de serlo. Y menos todavía en el Rincón.
"No busquéis en estas líneas de hoy un texto que os haga sonreír... o quizás sí. No queráis interpretar este emblema como un nuevo pellizco al alma... o quizás sí. No os esforcéis en hallar en esta postal un renacido sentimiento en vuestro corazón... o quizás sí. En todo caso, cuando las ausencias se hagan notar en vuestra mesa durante la cena de Nochebuena, brindad por aquellos que están por llegar. Cuando las risas de los más pequeños de la familia llenen vuestra mesa en la comida de Navidad, brindad por los que ya no están. Cuando en Nochevieja os juntéis en torno a los racimos de uvas no perdáis ese cosquilleo de terminar un año y empezar otro nuevo rodeado de los que más quieres. Cuando la noche de Reyes veáis la ilusión de los niños cogiendo caramelos en la cabalgata y saludando a sus Magos de Oriente favoritos, recordad cuando eráis vosotros esos niños y os acostábais nerviosos deseando levantaros y ver cumplidos vuestros deseos en forma de juguetes. ¡Qué empeño ponen los niños en cumplir sus sueños! ¿Por qué nosotros no? Cuando os embargue la tristeza por los recuerdos pensad que en esos momentos hay gentes que están en un hospital. Y si alguno de ellos sóis vosotros pensad que habrá alguien que os cambiaría su situación sin pensarlo. Pensad en los regalos y no solo en el carbón. Cuando os invada la alegría compartid un polvorón y una copita de pacharán con los demás. O una mistela como le gustaba al abuelo. Siempre encontraremos un motivo para sonreír por difícil que sea. Siempre tendremos un buey y una mula que nos den el calor de la amistad. Siempre tendremos una estrella que nos guíe hacia el Portal. Siempre hallaremos un pesebre que nos cobije. Dejaos invadir por el espíritu de la Navidad. Creed en ella de una manera u otra con la misma fe que creemos en Melchor, Gaspar y Baltasar y regalaros de corazón entre todos buenos ratos, besos, abrazos, sonrisas y esperanzas. Merecerá la pena."