La Asociación Juvenil "El Bombo" de Granátula de Calatrava organizó el pasado día 5 de Junio una ruta de senderismo por el paraje de las Lagunas de Ruidera culminando la misma con una visita guiada a la famosa Cueva de Montesinos. El plan me gustaba y allá que fui con la mejor compañía que pudiera tener: un grupo de amigos compuesto por Eva, Marcos, Juanma, Celia y mi tocayo Carlos, mis zapatillas de trecking y mi bastón que lleva recorridos más de mil kilómetros (no exagero, haced la cuenta: dos veces Sarria - Santiago, una vez Ponferrada - Santiago, otra vez Saint Jean Pied de Port - Santiago y múltiples caminos de mi tierra). La ocasión era perfecta para hacer deporte al aire libre, visitar el Parque Natural, recordar aquellos lugares que llevaba tiempo sin visitar y adentrarme de cervantina manera en la cueva donde se vivieron quijotescas aventuras. Para un manchego convencido como yo era todo un placer. Y, como no podía ser de otra manera, no dudé un instante en ir realizando fotos y recabando datos para luego plasmar una entrada en el Rincón. Y hete aquí la misma. Pero no hablaré de la jornada de senderismo en sí, si no de la misma Cueva de Montesinos, la cual es real y esconde una bella leyenda: el nacimiento de las Lagunas de Ruidera y del Río Guadiana. De ella versarán estas líneas.
Miguel de Cervantes, quisiera creer que natural de Alcázar de San Juan por existir esa corriente, por así figurar inscrito en una vivienda de dicha población y por no poderse demostrar con plena fehaciencia su naturalidad de Alcalá de Henares, lo que le convertiría a la sazón en manchego, en su magistral obra "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" dedica un par de capítulos a las aventuras de Alonso Quijano y su escudero Sancho Panza en el paraje de la Cueva de Montesinos. En esos capítulos, entre tantas otras cuestiones alegóricas, fantasmagóricas y encantadas, se deja palpar la leyenda del nacimiento de las Lagunas de Ruidera y del propio Río Guadiana. Ha de saberse que Miguel de Cervantes tenía un agudo sentido del humor como así se desprende de sus relatos y pone en boca de su personaje Don Quijote todo lo ocurrido en la Cueva de Montesinos, si bien, el propio Cervantes conocía de sobra el paraje pues trabajó, entre otras cosas, como recaudador de los campos de la Mancha, aunque en especial en la zona de Montiel.
El caso es que tras venir de las bodas de Camacho que si tú, lector, has leído el Quijote sabrás que no fueron tales por el desenlace, siendo finalmente las grandes las bodas de Basilio y Quiteria, las que se dicen que duraron tres días, Quijote y Sancho que estuvieron presentes fueron a parar en sus andanzas a una cueva cercana y conocida a la que se aventuró a bajar Don Quijote ordenando se le atase con una soga el cuerpo para luego poder salir. Seguramente estuviese todavía nuestro caballero andante bajo los efectos del vino y dice Cervantes que quedó dormido en la profundidad de la cueva por tiempo de una hora, si bien le pareció a Don Quijote que allí estuvo tres días con sus tres noches en las que en sueños vio todo tipo de personajes del romancero de la época y encantamientos, encontrándose con el propio Conde de Montesinos (del que tomó nombre la cueva), con la Reina Ginebra y, no podía faltar, la misma Dulcinea del Toboso. Cuando lo sacaron de la cueva totalmente inconsciente contó lo que había visto. Nótese en el tono literario de Cervantes la ironía y el sarcasmo totalmente presentes en estos capítulos cuando narra, por ejemplo, como el propio Conde de Montesinos le sacó el corazón al caballero Durandarte por orden de éste mismo para entregárselo a su amada Belerna como símbolo de amor y, sin embargo, no lo mató sino que quedó bajo un encantamiento aun con el corazón fuera del pecho y puesto en salazón, o como el Palacio de Cristal del que habla Don Quijote no era sino el suelo de la cueva inundado de agua y su reflejo en el techo, siendo las bellas columnas las estalactitas y estalagmitas. Y a mayor abundamiento todo ello es contado por Don Quijote que a su vez lo escuchó en la cueva al propio Conde de Montesinos que se encontraba (como todo aquel ser que hubiera en la cueva) encantado por el mago Merlín. Impresionante la novela de Cervantes y admirable que en pleno siglo XVI escribiese así.
Os dejo con el extracto de la novela de caballerías escrita por Cervantes donde se recoge en boca de Don Quijote la leyenda del nacimiento de las Lagunas de Ruidera y del Río Guadiana:
"Ya, señor Durandarte, carísimo primo mío, ya hice lo que me mandaste en el aciago día de vuestra pérdida. Yo te saqué el corazón lo mejor que pude, sin que te dejase ni una mínima parte en el pecho; yo lo limpié con un pañuelo de puntas, yo partí con él de carrera para Francia, habiéndote primero puesto en el seno de la tierra, con tantas lágrimas, que fueron bastantes a lavarme las manos y limpiarme con ellas la sangre que tenían de haber andado en tus entrañas, y por más señas, primo de mi alma, en el primer lugar que topé, saliendo de Roncesvalles, eché un poco de sal en vuestro corazón, porque no oliese mal, y fuese, si no fresco, por lo menos amojamado a la presencia de la señora Belerna, la cual con vos y conmigo, y con Guadiana, vuestro escudero y con la dueña Ruidera y sus siete hijas y dos sobrinas, y con otros muchos de vuestros conocidos y amigos, nos tiene aquí encantados el sabio Merlín hace muchos años, y aunque pasan de quinientos, no se ha muerto ninguno de nosotros; solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín de ellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha las llaman las lagunas de Ruidera; las siete hijas son de los Reyes de España y las dos sobrinas de los caballeros de una Orden santísima, que llaman de San Juan.
Guadiana, vuestro escudero, llorando asimismo tu desgracia, fue convertido en un río llamado de su mismo nombre, el cual cuando llegó a la superficie de la tierra y vio el sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió al ver que te dejaba, que se sumergió en las entrañas de la tierra; pero, como no es posible dejar de acudir a su natural corriente, de cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes lo vean. Le van administrando de sus aguas las referidas lagunas, con las cuales, y con otras muchas que se le llegan, entra pomposo y grande en Portugal. Pero, con todo esto, por dondequiera que va, muestra su tristeza y melancolía, y no se precia de criar en sus aguas peces regalados y de estima, sino burdos y desabridos, bien diferentes de los del Tajo dorado. Y esto que ahora te digo, ¡oh primo mío!, te lo he dicho muchas veces, pero como no me respondes, imagino que no me das crédito o no me oyes, de lo que yo recibo tanta pena como Dios sabe".
Miguel de Cervantes, quisiera creer que natural de Alcázar de San Juan por existir esa corriente, por así figurar inscrito en una vivienda de dicha población y por no poderse demostrar con plena fehaciencia su naturalidad de Alcalá de Henares, lo que le convertiría a la sazón en manchego, en su magistral obra "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" dedica un par de capítulos a las aventuras de Alonso Quijano y su escudero Sancho Panza en el paraje de la Cueva de Montesinos. En esos capítulos, entre tantas otras cuestiones alegóricas, fantasmagóricas y encantadas, se deja palpar la leyenda del nacimiento de las Lagunas de Ruidera y del propio Río Guadiana. Ha de saberse que Miguel de Cervantes tenía un agudo sentido del humor como así se desprende de sus relatos y pone en boca de su personaje Don Quijote todo lo ocurrido en la Cueva de Montesinos, si bien, el propio Cervantes conocía de sobra el paraje pues trabajó, entre otras cosas, como recaudador de los campos de la Mancha, aunque en especial en la zona de Montiel.
El caso es que tras venir de las bodas de Camacho que si tú, lector, has leído el Quijote sabrás que no fueron tales por el desenlace, siendo finalmente las grandes las bodas de Basilio y Quiteria, las que se dicen que duraron tres días, Quijote y Sancho que estuvieron presentes fueron a parar en sus andanzas a una cueva cercana y conocida a la que se aventuró a bajar Don Quijote ordenando se le atase con una soga el cuerpo para luego poder salir. Seguramente estuviese todavía nuestro caballero andante bajo los efectos del vino y dice Cervantes que quedó dormido en la profundidad de la cueva por tiempo de una hora, si bien le pareció a Don Quijote que allí estuvo tres días con sus tres noches en las que en sueños vio todo tipo de personajes del romancero de la época y encantamientos, encontrándose con el propio Conde de Montesinos (del que tomó nombre la cueva), con la Reina Ginebra y, no podía faltar, la misma Dulcinea del Toboso. Cuando lo sacaron de la cueva totalmente inconsciente contó lo que había visto. Nótese en el tono literario de Cervantes la ironía y el sarcasmo totalmente presentes en estos capítulos cuando narra, por ejemplo, como el propio Conde de Montesinos le sacó el corazón al caballero Durandarte por orden de éste mismo para entregárselo a su amada Belerna como símbolo de amor y, sin embargo, no lo mató sino que quedó bajo un encantamiento aun con el corazón fuera del pecho y puesto en salazón, o como el Palacio de Cristal del que habla Don Quijote no era sino el suelo de la cueva inundado de agua y su reflejo en el techo, siendo las bellas columnas las estalactitas y estalagmitas. Y a mayor abundamiento todo ello es contado por Don Quijote que a su vez lo escuchó en la cueva al propio Conde de Montesinos que se encontraba (como todo aquel ser que hubiera en la cueva) encantado por el mago Merlín. Impresionante la novela de Cervantes y admirable que en pleno siglo XVI escribiese así.
"Ya, señor Durandarte, carísimo primo mío, ya hice lo que me mandaste en el aciago día de vuestra pérdida. Yo te saqué el corazón lo mejor que pude, sin que te dejase ni una mínima parte en el pecho; yo lo limpié con un pañuelo de puntas, yo partí con él de carrera para Francia, habiéndote primero puesto en el seno de la tierra, con tantas lágrimas, que fueron bastantes a lavarme las manos y limpiarme con ellas la sangre que tenían de haber andado en tus entrañas, y por más señas, primo de mi alma, en el primer lugar que topé, saliendo de Roncesvalles, eché un poco de sal en vuestro corazón, porque no oliese mal, y fuese, si no fresco, por lo menos amojamado a la presencia de la señora Belerna, la cual con vos y conmigo, y con Guadiana, vuestro escudero y con la dueña Ruidera y sus siete hijas y dos sobrinas, y con otros muchos de vuestros conocidos y amigos, nos tiene aquí encantados el sabio Merlín hace muchos años, y aunque pasan de quinientos, no se ha muerto ninguno de nosotros; solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín de ellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha las llaman las lagunas de Ruidera; las siete hijas son de los Reyes de España y las dos sobrinas de los caballeros de una Orden santísima, que llaman de San Juan.
Guadiana, vuestro escudero, llorando asimismo tu desgracia, fue convertido en un río llamado de su mismo nombre, el cual cuando llegó a la superficie de la tierra y vio el sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió al ver que te dejaba, que se sumergió en las entrañas de la tierra; pero, como no es posible dejar de acudir a su natural corriente, de cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes lo vean. Le van administrando de sus aguas las referidas lagunas, con las cuales, y con otras muchas que se le llegan, entra pomposo y grande en Portugal. Pero, con todo esto, por dondequiera que va, muestra su tristeza y melancolía, y no se precia de criar en sus aguas peces regalados y de estima, sino burdos y desabridos, bien diferentes de los del Tajo dorado. Y esto que ahora te digo, ¡oh primo mío!, te lo he dicho muchas veces, pero como no me respondes, imagino que no me das crédito o no me oyes, de lo que yo recibo tanta pena como Dios sabe".
¿Qué opináis? Las siete hijas y dos sobrinas de Doña Ruidera dieron lugar a las Lagunas (por entonces sólo se conocían nueve aunque a día de hoy hay quince, por eso habló Cervantes de siete hijas y dos sobrinas). Y Guadiana, escudero de Durandarte, fue convertido en el mismísimo Río Guadiana, el cual también iba apareciendo y desapareciendo dando origen, además de al río, a los Ojos del Guadiana. Y todo ello por encantamiento del mago Merlín. Desde luego imaginación no le faltó a Cervantes al narrar ese pasaje. Esta leyenda del nacimiento de las Lagunas de Ruidera es poco conocida y sin duda merece la pena saberla, al igual que merece la pena leer la obra de Cervantes y, una vez ilustrados en el asunto, acercarse a la propia Cueva de Montesinos y estando en ella recordar todo lo que allí vivió Don Quijote. Os recibirá un panel informativo que reza "Cueva de Montesinos y Parque Natural de las Lagunas de Ruidera" y en el mismo tendréis una pequeña reseña que os invitará a poneros en situación.
Dotaros de cubre cabezas y casco y adentraros en la cueva para contemplarlo todo. Os recibirá el propio Montesinos, con tez serena y anciana y larga y blanca barba partida en dos mitades. Poned imaginación en esta excursión y disfrutad de la leyenda del nacimiento de las Lagunas de Ruidera. Desde luego quedaréis encantados, bien por Merlín o bien por el embrujo de esta leyenda.
¡Hasta otra!
En el interior de la cueva con imaginación se adivina al propio Montesinos: tez serena y larga barba blanca partida en dos mitades. Aquí está la fotografía que pude hacerle. |
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