Ya estamos aquí. ¿Quiénes? Pues el Rincón de mis Pasiones y yo, está claro. Terminaba mi anterior entrada diciendo que ya mismo llega Septiembre, et voilá!, ya ha llegado y ya ha gastado unos días y medio de su calendario. Hay que ver cómo pasa el tiempo queramos o no. Y no me refiero a que se me hayan pasado voladas las vacaciones y mis eventos programados para ellas, que también, sino a que ya llevo seis años sin fumar y me parece hace un rato cuando apagué mi último chesterfield, a que era el 2010 cuando recorrí por vez primera el Camino de Santiago y ya van siete años soñando con él a diario, a que era hace una década cuando conocí a Gemma y ya llevamos un lustro más un año casados o a que mi hermana ha cumplido ya 27 años y parece ayer cuando me dijeron que iba a tener un hermanito o hermanita. Sí, queramos o no, nos demos cuenta o no, nos parezca más rápido o más lento, los segundos son segundos, los minutos son minutos y el tiempo avanza siempre al mismo ritmo y sin dilación. Y ya estamos aquí. Vuelta al cole y delante del ordenador otra vez. Venga papeles, venga llamadas y venga jaleos. Lo normal, lo de siempre, lo de mi vida cotidiana durante los once meses del año que no son Agosto. Y ojo que no me quejo que entremedias tengo pádel, cofradías y excursiones (aunque sea a los juzgados de la provincia). Vamos que no me disgusto con la vuelta al tajo siempre que tenga proyectos que cumplir. Teniendo la mente activa estoy feliz y ya estoy maquinando cositas para corto, medio y largo plazo. Y mientras tanto cierro los ojos y siento aún muy cercanos los recuerdos de este recién exprimido Agosto que si bien inolvidable es ya es pasado...
Y ya estamos aquí. Tras unas buenas fiestas de la Pandorga y tener el magnífico honor de presentar a mi niña Claudia de manchegas y tradicionales maneras a la Morena del Prado, dormí plácidamente feliz con la satisfacción que sólo el hombre costumbrista conoce tras hacer realidad la continuidad de la honra adquirida desde la infancia y saberse con el deber cumplido y libre de ataduras. En román paladino, a pierna suelta y entre aromas de memorias de mi abuela, mis amigos y mi hija. Como diría el amigo Víctor García Rayo "yo me entiendo". Y amaneció el primer día de Agosto y me dediqué a una de las labores que más me gusta: preparar la mochila del Camino de Santiago. Este año iba a ser especial, muy especial. Y sin duda lo fue. Por muchas cosas. Entre otras porque dejaba de lado mi bien amado Real Camino Francés, madre de todos los caminos jacobeos, embarcándome en la fragata de recorrer el Camino Portugués, enfrentándome con ese gusanillo de la aventura en la barriga a nuevas y desconocidas etapas que tantas y tantas veces había estudiado ya en guías. También porque me disponía a estar una semana sin ver a mi pequeña Claudia y la iba a echar de menos lo inimaginable, aún bien sabiendo que cada paso que diera en mi aventura me acercaba a ella pues estaría en la Plaza del Obradoiro a mi llegada, no poderla coger en brazos en un tiempo era muy duro de afrontar. Y, por último, porque los tramos en los que caminase junto a Madame Soledad como bien atinó en llamarla mi admirado Antxón, mi mente bulliría de sensaciones afloradas entre los más amargos recuerdos y las más preciosas esperanzas, todo ello forjado en el sonido de las pisadas y de un bordón lanzado con la pericia del peregrino avezado: una vez cada cuatro pasos. Y al final ella. Ella y ella. Gemma y mi niña Claudia. Santiago me perdone pero esta vez el sentido abrazo tenía otro destino. Y tras él, Portonovo. Unos días en las playas de Galicia comiendo el pescado que de niño no quería. Y todavía quedaba medio Agosto...
Y ya estamos aquí. Avanzando por Septiembre despacito pero con la alegría de saber que "El Gañán" está terminado y que lleva el nombre que mi abuela me decía. Una cocinilla de lumbre para hacer guisos de puchero, asar chuletas y sardinas y comer todo aquello que rezuma sabores de las andanzas de Quijote y Sancho: migas, gachas, tiznao, revientalobos, atascaburras, galianos, pisto, asadillo, patatas caldilleras y mil etcéteras de la más profunda Mancha. He puesto todo mi empeño en ella y he aprobado satisfactoriamente y alguna vez con nota las instalaciones que me ha tocado realizar, desde las eléctricas hasta las de fontanería. Y entremedias unos días a Jávea con la familia y con la otra familia que uno elige en el camino de la vida: los amigos. Y otro momento imborrable: presentar a Claudia al Mare Nostrum. Hija, he aquí el Mediterráneo, fuente de vida, fuente de la madre donde venimos. Mediterráneo, he aquí a mi hija. Mi niña Claudia, la deseada, la esperada, la anhelada... "Carlos, tráeme una niña" decía mi Lela. Aquí está. Y yo volveré al Mediterráneo. En la ladera de un monte, más allá del horizonte, quiero tener buena vista. Mi cuerpo será camino... Nací en el Mediterráneo. Y por Jávea quedó que la primera inmersión total de Claudia en el mar que está grabado a fuego en mi alma se la hizo su padre allí. Una semana de playa en las orillas del mar de la vida y otra semana alternando oficio y descanso en Fernán Caballero. ¡Buen otoño se avecina! Y así he despedido Agosto exprimiéndolo entero tal cual vaticiné.
Y ya estamos aquí. Y ahora hay ferias en los pueblos y me gusta visitarlas. Daimiel, Miguelturra, Bolaños, Urda... Y con proyectos en mente. Y no pocos. Varios los reflejaré aquí en el Rincón como una entrada especial al Camino Portugués, otra de una inminente excursión a los Baños del Emperador, otra explicándoos que es eso de "El Gañán" y como se ha desarrollado y otras tantas que irán surgiendo y que tengo atrasadas. Os debo unas cuantas líneas a los que me leéis. Y yo me las debo también. Y las habrá. He cerrado un Agosto en el que no he podido teclear pero he estado muy ocupado sonriendo. Ha llegado Septiembre y el Rincón y yo... Ya estamos aquí.
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