Los cofrades somos ese grupo de personas tan diverso y homogéneo a la vez que somos capaces de sin conocernos siquiera defendernos mutuamente, unirnos en un sentimiento y/o compungirnos y estremecernos con alguna noticia de uno de los nuestros que solo hemos conocido a través de sus obras o de lo que de ellas nos cuentan los noticiarios, las redes sociales o la propia historia. Y hete aquí que hoy es uno de esos días en los que el mundo cofrade se aúna y todos los que tenemos ese sentimiento capillita estamos dolidos y lloramos la pérdida de Don Rafael González-Serna Bono. No hay cofrade que no sepa quién era o no conozca de su amor por el Señor de la Sentencia. Todos los que formamos esta familia de locos enamorados del incienso y la cera estamos hoy con el corazón encogido por la marcha de Rafa. Nos dijo adiós el último e ínclito pregonero que dejó a Sevilla entera aplaudiendo en el Real de la Maestranza. Todo el teatro en pie reconociendo un pregón que pasó a la historia conforme Rafa lo fue narrando. Se me ponen los pelos de punta recordando sus versos.
Rafa Serna, como era conocido, se ha ido al Cielo de la mano de la Macarena a los cincuenta y tres años de edad tras luchar hasta el último momento contra una maldita enfermedad. Ejemplo de garra, coraje y corazón nos emocionaba a todos con sus letras. Poeta y cantautor, personaje muy querido y un caballero de a pie, como las pequeñas divinidades que bajan de las nubes y altares y caminan por las calles y plazas de su ciudad natal. Me es imposible no llorar mientras tecleo estas humildes letras en honor de alguien de mi familia cofrade, de un hermano macareno, de una persona a la que jamás conocí y seguramente en múltiples ocasiones estuvimos a escasos metros el uno del otro, de un hombre al que sin haberle ni estrechado la mano lo he sentido muy cercano. Será porque alguna vez me he emocionado con su recitar, será porque alguna vez hemos interactuado el uno con el otro en Twitter o será porque compartimos la misma fe, su marcha me ha dejado algo huérfana mi parte de alma cofrade y vestido de luto el atril de mis sueños.
Creo que la cantidad de muestras de cariño y lágrimas vertidas por tu adiós por todos los rincones de España donde se supiera de ti, te darán, maestro pregonero, una muestra del cariño que se te tenía. Al rezarle al Señor de la Sentencia le he notado la voz rara. A Él, sí. A Él. Estaba en mi oración hablándole como tú lo hacías y le he sentido la voz como la de un niño recién acabado el llanto. Entre la pena y la emoción me hablaba Dios. La pena de que te hayas ido dejándonos un huequito en San Gil que nadie podrá llenar y la emoción de que estás a su vera, mirando juntos cara a cara a la que pende cinco verdes esmeraldas en su pechera y que es la Madre suya y nuestra. A la Esperanza Macarena. Oye, Rafa, ¿cómo estará ahora el armario del que hablabas al final de tu pregón? Faltaba la túnica de negro ruán que vestía tu padre y que se llevó con él al Padre. Yo me entiendo como dice García Rayo. Y ahora faltará la tuya, esa que pasaba el invierno adormecida y con olor a naftalina. El armario queda vacío y huérfano como el atril del magno pregonero, pero tu voz sigue flotando en el recuerdo.
Por las calles se musita tu pregón, los macarenos miran al Señor y te ven en Él, el Gran Poder susurra en San Lorenzo los versos que le dedicaste, a la Giralda se le nota en la mirada que algo a Sevilla le falta, al Real Betis Balompié se le desprende una emoción en su himno propia del lloro de la afición que recuerda a quién escribió su letra por el centenario, a la Cabalgata de Reyes del Ateneo de Sevilla le falta un Rey Mago, un Baltasar mágico y sevillano que trataba a los niños con encanto, en la Aldea del Rocío la Blanca Paloma te añora porque fuiste tú el único que la pregonó dos veces, ¡dos! que Ella misma te eligió y, cuando María del Monte cante ahora el "Cántame" cuando vaya de peregrina, ten por seguro, Rafalito, que dos lágrimas rodarán por las marismas. Todo eso eras tú, Rafa. Nos dejas un enorme legado a esta familia de cofrades maneras que con mirarnos nos entendemos y compartimos sentimientos. Quiso Dios llamarte a su vera porque tú... tu no tenías sangre normal. Y no lo digo por la maldita leucemia. Tú tenías por las venas trozos puros de tu Sevilla, de poesía, de música, de arte y de letras. ¡Adiós, pregonero! Descansa y que sepas que no te has ido... ¡que estás con la Macarena!
Creo que la cantidad de muestras de cariño y lágrimas vertidas por tu adiós por todos los rincones de España donde se supiera de ti, te darán, maestro pregonero, una muestra del cariño que se te tenía. Al rezarle al Señor de la Sentencia le he notado la voz rara. A Él, sí. A Él. Estaba en mi oración hablándole como tú lo hacías y le he sentido la voz como la de un niño recién acabado el llanto. Entre la pena y la emoción me hablaba Dios. La pena de que te hayas ido dejándonos un huequito en San Gil que nadie podrá llenar y la emoción de que estás a su vera, mirando juntos cara a cara a la que pende cinco verdes esmeraldas en su pechera y que es la Madre suya y nuestra. A la Esperanza Macarena. Oye, Rafa, ¿cómo estará ahora el armario del que hablabas al final de tu pregón? Faltaba la túnica de negro ruán que vestía tu padre y que se llevó con él al Padre. Yo me entiendo como dice García Rayo. Y ahora faltará la tuya, esa que pasaba el invierno adormecida y con olor a naftalina. El armario queda vacío y huérfano como el atril del magno pregonero, pero tu voz sigue flotando en el recuerdo.
Por las calles se musita tu pregón, los macarenos miran al Señor y te ven en Él, el Gran Poder susurra en San Lorenzo los versos que le dedicaste, a la Giralda se le nota en la mirada que algo a Sevilla le falta, al Real Betis Balompié se le desprende una emoción en su himno propia del lloro de la afición que recuerda a quién escribió su letra por el centenario, a la Cabalgata de Reyes del Ateneo de Sevilla le falta un Rey Mago, un Baltasar mágico y sevillano que trataba a los niños con encanto, en la Aldea del Rocío la Blanca Paloma te añora porque fuiste tú el único que la pregonó dos veces, ¡dos! que Ella misma te eligió y, cuando María del Monte cante ahora el "Cántame" cuando vaya de peregrina, ten por seguro, Rafalito, que dos lágrimas rodarán por las marismas. Todo eso eras tú, Rafa. Nos dejas un enorme legado a esta familia de cofrades maneras que con mirarnos nos entendemos y compartimos sentimientos. Quiso Dios llamarte a su vera porque tú... tu no tenías sangre normal. Y no lo digo por la maldita leucemia. Tú tenías por las venas trozos puros de tu Sevilla, de poesía, de música, de arte y de letras. ¡Adiós, pregonero! Descansa y que sepas que no te has ido... ¡que estás con la Macarena!
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