La frase que da título a la entrada que hoy publico es, sin duda, la afirmación de cuatro palabras más usada por los cofrades. Se acentúa, eso sí, conforme pasa la Navidad. Es verle la espalda al Rey Baltasar y comenzar a vislumbrase la primera Cruz de Guía. Nada más comernos el último trozo de roscón surgen las sonrisas entre los que amamos el incienso y la cera fundida y suenan los primeros "Esto ya está aquí" del año. Y es que es verdad. Esto ya está aquí. En Enero comienzan las igualás y los calendarios se llenan de fechas, de citas, de ensayos. Se asoma Febrero y ya empiezan a circular los mensajes de whatsapp comunicando tertulias, horarios de apertura de Casas Hermandad, novedades y primeras fotos de costaleros y amigos. Ni que decir tiene cómo y de qué manera avisan las entidades financieras de que "esto ya está aquí". Las cuotas domiciliadas comienzan a ser cobradas y el extracto bancario da fe de ello como preciso notario. Y conforme se intuye Marzo, además de ser continuo el sonido de marchas por las calles bien por los ensayos de bandas o bien por el capillita de turno que las pone bien fuerte en su casa o vehículo, la ciudad se llena de inconfundibles aromas de Cuaresma como el bacalao con tomate, el pescado en escabeche y las primeras torrijas, lo que significa una vez más que, efectivamente, esto ya está aquí.
Y lo difícil, lo comprometido, lo nostálgico, lo esperanzador, lo indescriptible y lo mágico de esto es poder definir precisamente qué es "esto". A primera vista está claro que podríamos decir que "esto" es la Semana Santa. Mirando un poquito más al fondo, aunque sea con una rápida visión de soslayo, nos daríamos cuenta que "esto", para los que les gusta "esto", es un período de tiempo más extenso que el lapso de ocho días comprendido entre Domingo de Ramos y Domingo de Resurrección (ambos incluidos) que conlleva también los preparativos, las charlas en torno a un botellín hablando de tal o cual palio, las espinacas con garbanzos de los viernes de Cuaresma o tomarse una copita post tertulia contando batallitas de cuando comenzó a gustarle "esto". Clavando más la mirada en los ojos de un cofrade que en plena Cabalgata de Reyes Magos ve a otro igual y le dice "esto ya está aquí" nos damos cuenta que "esto" es algo grande. "Esto" le saca la sonrisa cuando habla de ello, descuenta días soñando con vivirlo, imagina pregones, silba marchas en Navidad, busca en youtube vídeos de cofradías en Agosto y, además, engloba todo lo anterior de modo que exprime la Cuaresma en sus cuarenta días y cuarenta y noches, saborea todos los preparativos y todas las previas y se extasía cuando amanece el Domingo más esperado del año y la ciudad se engalana con ramas de olivo y palmas.
Sin embargo, para los cofrades sin definición, porque por definición quiere decir tan sólo "que pertenece a una cofradía", "esto" es algo que no se puede describir sólo con palabras. "Esto" es un recuerdo, una tradición, una costumbre, es comer potaje de vigilia hecho con aquella receta que aprendiste de tu abuela, es ver la revirá de la Virgen de tu barrio en esa esquina en la que tu padre te llevaba de niño y sonreír teniéndolo a tu vera cuarenta años después siendo tú el que lo animas a ir ahora, es llevar a tus hijos a ver una cofradía y dejar libremente que contemplen lo que es "esto" y decidan si les gusta o no, es que se te escape una oración, un suspiro, una lágrima, un bostezo, un susurro, una mirada, un te quiero, es morder una torrija y llorar por los que se fueron, es disfrutar viendo una Cruz de Mayo portada por niños vestidos de costaleros que se van haciendo hombres mientras te hacen recordar tu primera igualá cuando ya llevas años despegado del costal, es mirar al Cielo buscando un anhelo de esperanza a través de un palio de malla, es embobarte viendo la llama de un cirio y sentir como se ilumina tu interior con una sensación inexplicable que te lleva en volandas como el incienso hacia tu niñez y verte de nuevo en ella cuando escuchabas desde casa de tus abuelos lejanos redobles de tambores y soñabas en otoño ser parte de sus filas en la próxima Semana Santa y, ahora, es tu nieto quien sale en la banda, es llorar bajo el capillo por enfrentarte a ti mismo y sentir la más terrible soledad mientras las calles están bulliciosas de gente, es rezar tocando la corneta mientras las notas pintan camino de su destino una partitura con un mensaje que sólo el músico conoce, es que te invada la alegría al recibir una llamada diciendo que volverá a casa unos días desde el Viernes de Dolores, es vivir, es sentir, es querer, es amar, es soñar y es decir a boca llena y corazón caliente, sea cuando sea, "esto ya está aquí". Porque "esto", para nosotros que de verdad lo amamos, "esto" es siempre. "Esto" es la vida.
Así pues, cuando a alguno de los que vivimos siempre soñando lo vivido menos durante una semana que vivimos lo soñado, nos oigáis decir "esto ya está aquí", ya sabéis a que nos referimos. A nuestra propia vida. Para nosotros "esto" lo es prácticamente todo y "aquí" es una mera cercanía al calendario dependiendo de cuanto nos entusiasme "esto". A mí, sin ir más lejos, es sencillo oírme decir "esto ya está aquí" nada más terminar la propia Semana Santa, pues en cuanto acaba comienza a venir la siguiente, vuelven los recuerdos, se reanudan los sueños, rebrotan las esperanzas, anidan los sentimientos y, en definitiva, vivimos en una Cuaresma eterna. Así es que sí, lo vivimos y no sólo cuando estamos metidos plenamente en ello sino en cualquier momento porque es parte de nosotros tanto como nosotros somos parte de ello, de modo tal (y no miento) que sin nosotros "esto" no sería igual. Estoy convencido de ello. Lo pienso y me vienen a la mente siempre los mismos. Probadlo vosotros, cofrades sin definición. Pensadlo y ved qué imágenes os vienen a la cabeza. ¡Qué grande es "esto"! Sigamos viviéndolo porque, efectivamente, ¡esto ya está aquí!
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