Esta vez sí. Era inevitable.
Esta vez tocaba escribir con tintes cofrades. Supongo que para todos era más que previsible que la primera entrada con aromas cofradieros no tardaría en caer. Y aquí está.
La verdad no sé por qué se la dedico a Ella, pero algo inexplicable me empuja a hacerlo. Aunque todo elogio y piropo que le dedique se me haga pequeño y corto, aunque pudiera estar horas, días, semanas, hablando de Ella y escribiéndole de modo tal que la acariciase con palabras, nunca podré expresar lo que significa para mí.
Tal vez porque desde que la ví en aquel mes de Septiembre de 1995 ya me cautivó y porque desde ese momento nunca he sabido explicar que ví en Ella.
Quizás porque aquel postrero verano en mi plena efervescencia de juventud, era mi primer viaje a Sevilla y en la magia del sur la conocí.
Pudiera ser porque con simplemente su sóla presencia me evade de todo lo demás que me rodea.
A lo mejor es porque el embrujo de su perfil de niña sevillana entre sonrisa y llanto no tenga parangón en esta tierra.
También puede ser porque cuando cruzo la puerta de su templo me irradia una sonrisa interior y exterior que es del todo inevitable.
Pienso que porque soy feliz callejeando por su barrio, recorriendo lentamente Parras, Escoberos, Bécquer, Don Fadrique, San Luis... y algo me invade de paz.
Hay tantas cosas que me únen a Ti, Macarena, que no existen palabras para poder expresarlas.
Pienso que porque me abriste las puertas de tu casa siendo un crío y siempre han permanecido abiertas desde entonces, derrochando la Esperanza que llevas por nombre.
También puede ser porque, un 4 de Junio, arrodillado ante Ti, juré las Reglas de tu Hermandad y me acogiste como hijo.
A lo mejor es porque en tu divina presencia pedí matrimonio a quien hoy es mi mujer.
Pudiera ser porque, por alguna casualidad, el día que compré las que serían las arras de mi boda con tu rostro impreso en ellas, Tu ya sabías que contraería matrimonio también un 4 de Junio...
Quizás porque te quiero con locura y creo en Ti.
Tal vez poque eres la Madre de Dios...
MACARENA.
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