Aviso a navegantes: Hoy vengo a hablar de fútbol y vengo encabronado. A quien no le guste el deporte rey o pase olímpicamente de este asunto (como el COI de Madrid 2020) ya puede clicar el aspa roja de arriba a la derecha y salirse del blog. Ya podrá leer otras cosas otros días. Hoy la cosa va de lo que va. Fútbol, debate, opiniones, polémica y batallas. El Real Madrid y sus eternas imbecilidades creadas por su propia afición, en la cual me integro. Y digo eternas imbecilidades metiéndome ya en faena porque soy madridista desde que tengo uso de razón y siempre ha habido y habrá varios sectores en la propia parroquia blanca, pero lo que está pasando últimamente clama al cielo ya. Y aquí seguimos los seguidores pegándonos de leches entre nosotros mientras los once mamarrachos que deben sudar la camiseta viven poderosamente en lujosas mansiones cachondeándose plenamente de nuestra ilusión.
Sí, once mamarrachos he dicho. ¿Hace falta que os los nombre o ya sabéis todos quiénes son los once tíos que el sábado en el derbi se tocaron las pelotas en vez de jugar con una sola de ellas con los pies? Y creo que en la debacle del pasado sábado contra el Atlético de Madrid (excelso señor al que hoy no se merece que le diga Patético, Pateti, ni segundón, pues habló en el campo lo que nuestra panda de imbéciles no fue capaz ni de susurrar) tan sólo podría salvar a uno: el guardameta. Y cuando esto ya comienza a ser habitual... mal asunto. Si siempre el mejor del equipo es el portero, malo, malo, malo y malo. Y si para colmo tenemos a dos de los mejores porteros del trofeo doméstico y encima los aficionados seguimos divididos en ensalzar a uno en detrimento del otro, peor aún. Ya no hay ni unión grada-equipo, ni respaldo al vestuario, ni nada de nada. Y nosotros aficionados seguimos en nuestras luchas mouriñistas, casillistas-diegolopecistas y señorio-resultadistas en vez de dar un golpe en la mesa ya. De una puta vez.
No me vengan los del sector del portugués diciendo la subnormalidad de moda de "Esto con Mou no pasaba". Traeré un par de recuerdos y zanjaré el asunto. 1) El año pasado a estas alturas y con José Mourinho en el banquillo, la liga ya estaba tirada. Y quedaba lo mejor por venir. 2) Hicimos historia en la Historia de la Liga Española. Logramos que por primera vez ganase un equipo un partido sin tirar a puerta. Sí señores. Granada 1 - 0 Real Madrid. Gol de Cristiano Ronaldo en propia meta. Vistas esas cosas, esto con Mou sí pasaba. Y que nos metiera el Barça 5-0 en un derbi también pasaba...
Pero no estoy para hablar de Mou, no. Mourinho ya es pasado. Queramos o no, Mou ya no está. Y mientras los aficionados sigamos hablando de que si Mou esto, Mou lo otro, el equipo seguirá dando tumbos. Y no es que esté partiendo una lanza a favor de Carletto Ancelotti, actual entrenador, es que estoy señalando directamente a los jugadores. A los once mamarrachos que antes citaba y que los he calificado así por no querer ofender demasiado el interior de mis lectores catalogando a esos personajes con otros vocablos. Me importa una mierda si el presidente es Florentino Pérez o Ramón Calderón, si el entrenador es Mou o es Carlo, si juega Casillas o juega Diego López, si se ha vendido a Özil y se ha comprado a Bale... Me importan una enorme mierda todas esas milongas. Pero exijo que mi equipo gane. O que si pierde sea luchando.
Es nefasto que un equipo como el Real Madrid tenga que ganar a un recién ascendido como el Elche de puro milagro en el último instante y con polémica arbitral. Eso es una vergüenza. Una jodida vergüenza. Y lo que es peor, en vez de servir de toque de corneta y cambio de ritmo, salen al siguiente partido y vuelven a hacer lo mismo. Pero esta vez no estaba el pobre Elche enfrente. Tampoco estaba el engominado de Muñíz Fernández. Esta vez estaba un equipo serio y enemigo. El máximo rival madridista en la capital de la nación. Don Atlético de Madrid. Y mientras Diego Costa jugó como un jabato, luchó todos los balones y nos asestó un bello gol, mientras Arda Turán se marcó un partidazo y tuvo incluso tiempo de atusarse su islámica barba, mientras Koke hizo y deshizo a su antojo con el esférico y casi nos cuela el segundo de preciosa factura si no es por la madera, mientras nos creaba peligro incluso Filipe Luis que es de los hombres más retrasados en posición del equipo contrario, nuestro delantero centro, Karim Benzemá se paseaba con frialdad y apatía por el césped fuera de lo normal, nuestros centrales Pepe y Ramos, se dedicaban a no achicar bien los espacios y a pegar pelotazos arriba sin sentido alguno y nuestro portero Diego López a intentar que la renta no fuera aún mayor. Y de eso no tiene culpa ni Mou, ni Ancelotti, ni madre que los parió a ninguno. ¿Qué coño esperamos de un equipo cuya máxima jugada de creación de juego corría a cargo de Arbeloa y Khedira?
Un equipo se hace grande cuando su afición lo lleva en volandas. Y a día de hoy no es el caso del Real Madrid. Pero ¡ojo!, no es el caso no porque la afición no quiera, si no porque nos sumergimos en gilipolleces sobre un portero u otro, un entrenador u otro, un presidente u otro... Y mientras tanto se chotean de nosotros los once payasos que campan por el terreno de juego. Son ellos los que deben jugar. ¡¡Ellos!! Y no los entrenadores que están en el banquillo. Somos nosotros los que debemos exigir y pitar y silbar y aplaudir. No nos de miedo pitar a nuestro equipo si se mofa de nosotros. Dejemos ya de decir "Esto con Mou no pasaba", "Iker es amigo de la prensa", "Ancelotti no sabe qué hacer..." Que no, coño, que no. Que los que luchan son los jugadores. Y el otro día hasta Cristiano lo dijo y lo reconoció: La culpa es de los jugadores.
Hay que dejarse ya de milongas del pasado y del futuro y e ir avanzando, exigiendo, aplaudiendo y conjuntando la unión partido a partido. Tenemos que ganarnos el respeto como afición de cara a nuestros jugadores. Sí, señores. Hay que hacerlo. Ese mismo equipo que el sábado nos dió una lección de fútbol tiene una soberbia afición que le sobran bemoles para plantarse en un entrenamiento y decirle a sus jugadores mercenarios si hace falta. Y lo han hecho. Y más de una vez. Y lo sabéis. La afición rojiblanca, en tiempos en que sus jugadores no sentían el escudo, se plantaron de una vez por todas y le cantaron las cuarenta en bastos al plantel de jugadores. Y ahora ahí los tenéis. Una conjunción perfecta graderío-campo que lleva en volandas a los jugadores a la victoria. Y si les tienen que aplaudir, les aplauden. Y si les tienen que decir desgraciados, se lo dicen. No pierden el tiempo en si juega Raúl García o juega Gabi, en si entrena el Cholo o entrena Quique Sánchez Flores o entrena Gregorio Manzano, en si preside Gil Marín o preside Enrique Cerezo...
Y así, sólo así, se logra la victoria. El sábado quedó patente. Lección de fútbol, lección de unión y lección de triunfo. Derbi perdido en casa y tres puntitos al rival enemigo. Mi más sincera enhorabuena al Atlético de Madrid. Y a su afición por la labor que han hecho. Y no me refiero a los piques, guasas, cachondeos y antimadridismo que demuestran metiendo las narices en todo aquello que huela a Real Madrid y que nada tiene que ver con su equipo, no. Me refiero a cómo han tratado de tú a tú a su plantilla y a su entrenador y han logrado la unión que conduce a la victoria. En la Casa Blanca podemos hacerlo igual. Ya lo hemos hecho muchas veces. No caigamos en errores del pasado. Exijamos como aficionados y verdadera alma del club todo lo que podemos exigir. Y cuando en el césped respondan a la exigencia entenderán el ánimo. Y entonces sí volverá la gloriosa afición. Mientras tanto... piperío, batallas internas y mercenarios por el campo. ¡¡Vamos, joder!!
Mientras sigamos nosotros los madridistas en gilipolleces, mouriñadas, ancellotadas, etc, así nos va ir. O esos cabrones de manga corta se enteran de lo que es el Bernabéu o se cachondearán de nosotros una y otra vez. Y sí, prefiero mil veces el señorío a lograr tres puntos como sea. El Madrid es señorial y volverá a ganar recibiendo aplausos del rival. Como siempre fue y como nunca debió dejar de haber sido. Esos aplausos hoy se los doy yo al Atleti. Y bien merecidos. Y doy ejemplo de señorío desde ya. Culpo a los jugadores de lo ocurrido y siempre lo haré. Ellos son los que corren. Os animaré siempre que vosotros respetéis a la afición. Honrad la camiseta, cabrones, cabrones os digo.
Enhorabuena de nuevo, Atlético. Así habla un madridista.
querido Carlos el miercoles ganareis por goleada en Champions y se olvidara todo ..
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