lunes, 13 de noviembre de 2017

NUESTRA SEÑORA DE LA ATALAYA

Antigua imagen de la Virgen
Cuando salgo a hacer alguna ruta andando y opto por caminos conocidos es fácil verme por el Parque Natural de la Atalaya, pues siempre descubro alguna senda nueva y me gusta enredarme en sus sube y bajas. La Atalaya es para mí esa gran desconocida por confianza, pues todo ciudadrrealeño confía y cree conocerla, me incluyo, y sin embargo esconde gran número de secretos y rincones. Por eso me gusta y no me canso de patearla, pues, aunque parezca contradictorio, dentro de mi desconocimiento a sus parajes tengo conocimiento de dónde estoy y puedo calcular la distancia y tiempos que dedico a cada escapada de senderismo. Y hete aquí que una de ellas estaba cuando llegué a este lugar. Y no es de los lugares más recónditos ni más escondidos, pues está cercano a la cima del cerro (a unos ciento cincuenta metros de las antenas) y se accede fácilmente tanto por el carreterín como por los caminos. Y me sorprendió el lugar y pasé un ratito en él. Y desde entonces, cada vez que la ruta caminera pasa por esos lares, es visita obligada la parada en ese lugar que me gusta denominar "Ermita" pues creo que cumple con todos los requisitos: estancia fija de una imagen que pueda transmitir devoción, existencia de un pequeño altar y disposición de un lugar desde donde los fieles puedan realizar oración. Y en el caso que nos ocupa concurren. Existe la imagen de Nuestra Señora de la Atalaya, se encuentra situada en un pequeño altar y a su vera hay un banco metálico para poderle rezar. ¿Conocíais dicha imagen y este lugar? Pues están en la Atalaya, la gran conocida, ¿o desconocida?

Llevaba pensando en derramar estar letras desde hace varios años, pues la historia de Nuestra Señora de la Atalaya y yo tenemos como vínculo el Camino de Santiago, ya que fue entrenando para recorrerlo por primera vez (era el año 2010) cuando la conocí. Desde entonces pensé que algún día cercano hablaría de Ella aquí en el Rincón y al final he tardado años en hacerlo. Si bien el tiempo transcurrido nos dejará un legado y es que conservo las fotos que hice en su momento de cómo estaba la pequeña ermitita y cómo está ahora. La mínima construcción se ha dotado de un pequeño tejadillo y algún exorno floral más pero la imagen principal de Nuestra Señora de la Atalaya ya no es la que yo conocí pues en estos tiempos incívicos y vandálicos en los que todo vale e incluso a ello se anima desde algún partido político, aquella Virgencita que es la que yo conocí ha sucumbido al gamberrismo, libertinaje y destrozo por algún o algunos hijos de apelativo de cuatro letras cuyas consonantes son la p y la t y cuyas vocales son la u y la a y se escribe alternando en el orden dicho  esas consonantes y vocales. Así es que ahora, siete años después, esta entrada a Nuestra Señora de la Atalaya cuenta todavía con más cariño y nostalgia por mi parte, además de aferrarme más a Ella y tenerle un cariño especial.

La pequeña Ermita cuando yo la conocí
Cuando descubrí el lugar era un mero altarcito donde se veneraba una pequeña imagen de piedra que representaba una Virgen con el Niño Jesús en brazos y contaba con una repisa donde había algún adorno floral muy rústico, tipo ramillete recién cogido de paseo por el campo o alguna maceta con un geranio o petunias. Nuestra Señora de la Atalaya se encontraba sobre el altar en una capilla muy rudimentaria escoltada por dos pequeñas rejas metálicas que la salvaguardan por los laterales, donde podía leerse su nombre en el contorno de la misma y observarse a sus pies figuritas de una Virgen de Fátima y un Cristo Nazareno así como estampas de otras advocaciones. Todo ello formaba una pequeña y singular construcción de piedra con una diminuta escalinata de apenas dos peldaños que facilita el poder depositar ofrendas en el altar, estando encalada la capilla en sí y carente de cualquier tejado o cubierta que resguardase todo ello. En total la ermita ocuparía no más de dos y poco metros cuadrados. Me detuve allí a descansar y a indagar el sitio pues ya llevaba varios kilómetros recorridos y el descubrimiento me vino fenomenal para detener la marcha un rato. Jamás había oído hablar de ese lugar ni nunca me habían dicho ni había leído que en la Atalaya hubiera una Virgencita que llevase ese nombre. Quizás por ello la sorpresa fue mayor pues soy muy amante de mi tierra y me gusta investigar mucho su historia y rincones. El caso es que decidí estudiar al respecto a ver qué hallaba.

La Ermita en la actualidad
Y lo más curioso de todo es que no encontré nada. Nada de información, me refiero. Estuve trasteando por Google y tan sólo hallé alguna fotografía y comentarios de gentes de Ciudad Real manifestando que ignoraban totalmente la existencia de esa Virgen. Igual que yo hasta que llegué a Ella caminando y por destino. Eso me hizo cogerle un afecto mayor aún. Una Virgencita desconocida  por los lugareños pero que por algún motivo llegó hasta donde está y allí se la venera. No sé el por qué pero seguro que lo hay. Y por eso mismo cada vez que paso por las cercanías me acerco a verla.  Ignoro su historia pero me gusta dedicarle algún Ave María a esa Virgen solitaria y desconocida que guarda el cerro del que toma su nombre. Y pasando de nuevo por allí me llevé el disgusto el día que vi que la habían sustituido y no era la que yo conocí. Cuando detuve la marcha para ver a mi "amiga" de la Atalaya, conforme me acercaba me sorprendió divisar un tejadillo y pensé que, al fin, el Ayuntamiento o a quien perteneciera había tenido el detalle de no tenerla en el olvido y darle un poco de cobijo. Sonreí al apreciar que se mantenía cuidado el pequeño banco para sentarse a charlar con Ella un rato. Fui feliz observando flores frescas que significaban que había habido visitas hacía poco. Me asombró que se hubiera encalado todo el conjunto. Y cambió mi rostro radicalmente cuando al mirarla no estaba. La imagen era otra. Aquella Virgencita de piedra que yo conocí había sido cambiada por una nueva Virgen de escayola pintada. Evidentemente el cambio no habría sido fortuito sino por motivos que quiero obviar por desconocimiento real y por no enervarme por imaginaciones que cada vez son más reales. Pero allí sigue Nuestra Señora de la Atalaya representada de una u otra manera y recogiendo en su regazo a su Hijo y las oraciones que alguien tenga a bien dedicarle. Y contra eso nada cabe.

Así pues, gracias a esas caminatas la descubrí. Y me gusta visitarla de vez en cuando, sobre todo cuando preparo un nuevo Camino de Santiago. Sé que me acompaña. Y me quedará siempre el recuerdo de aquel primer encuentro, la duda de por qué está esa Virgencita allí, el desconocimiento de su historia, su origen y su propiedad, el regustillo de que el lugar se ha convertido en la más sencilla ermita que pueda haber en la Mancha, el saber que puedo visitarla con mochila y bordón cada vez que Santiago quiera, el ver que nunca le faltan flores porque hay  fieles que creen en Ella de verdad y la quieren con el alma y el poder rezarle de vez en cuando. Pero sobre todo me quedará que Nuestra Señora de la Atalaya es una Virgen popular, desconocida y recóndita a la que he ido queriendo poco a poco cada vez más y que por más que cambie su imagen por una u otra causa, incluso si no hubiera ya tal imagen, ni siquiera tal ermita, ni tal lugar, su esencia y espíritu ya está unido por siempre a ese rincón del Parque Natural igual que el amor que le tenemos los que la conocemos. Y esa esencia y ese amor se respira en aquella pequeña ermita al aire libre donde se encuentra Nuestra Señora de la Atalaya. La Atalaya, esa gran conocida. O no.
Nueva imagen de la Virgen de la Atalaya

2 comentarios:

  1. Buenas Carlos Lillo la virgen se remonta al año 91 fue una ermita tallada en una piedra en la escuela taller de Alarcos por Dolores González arroyo y trasladamos la ermita en un Renault 12 entre tres personas ya que el peso era considerable y instalada por el albañil Juan Patón

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    1. Buenos días.

      Gracias por tan valiosa información. La desconocía y me alegra saberlo.
      Gracias también por leer el Rincón.

      Un afectuoso saludo.

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