Este pasado Domingo, día 30 de Septiembre del año olímpico de 2012, se alinearon los planetas futbolísticos y ocurrió el suceso. Por fin nos fuimos el grupo de amigos juntos al fútbol. Independientemente de la amistad, si algo nos une a todos, además de muchas horas de barra de bar y vivencias conjuntas y comúnes, es nuestra pasión por el Real Madrid. De esta manera, raro es el que no somos socio o tenemos el carnet "Madridista" del Club de Concha Espina. El destino estaba claro: Estadio Santiago Bernabéu. La misión estaba encauzada: pasar una buena tarde de fútbol todos juntos. La consigna la conocemos desde niños: animar al Real Madrid siempre, en lo bueno y en lo malo. Lo que todo futbolero debe hacer con su equipo pase lo que pase. Ahí radica la pasión del deporte rey.
Lázaro fue el comandante y capitán de la expedición, el que adquirió las entradas y encabezó la excursión. Los tripulantes del velero "Fondo Norte" fuimos Chencho, Pololo, Narciso, el hermano pequeño de Lázaro y yo. Seis madridistas confesos, bocadillo en mano y bufanda al cuello allá que nos fuimos a la capital del Reino en busca del Coliseo Blanco, el magnánime Estadio Santiago Bernabéu. Dicho y hecho. Surgido y planeado en apenas 48 horas. El Domingo a mediodía salía la expedición de los hinchas manchegos a bordo de dos coches cargados de alegría y ganas de diversión. Alguno aprovechó para dar una cabezadita...
A las 17;30 de la tarde y en pleno ambiente futbolero allí estábamos el grupo dispuesto a mimetizarnos con las gradas y voces que animan al club más laureado. Nos tomamos un par de cervecitas para entrar en faena y al lío. Se nos veía felices, ilusionados, alegres y contentos de compartir una tarde de fútbol en el mismísimo Paseo de la Castellana. Toda una aventura. El partido no era de alto riesgo pero sí bastante entretenido. Sexta jornada del Campeonato Nacional de Liga: Real Madrid - Deportivo de la Coruña. El equipo de nuestros amores, con un inicio bastante regular en liga, debía conseguir la victoria para sumar los tres puntos y que la distancia con el líder no se hicera mayor. Por su parte, el Depor, recién ascendido de la división de plata, gozaba de un buen (re) estreno en la Primera División y venía con ganas de arañar puntos en el Santiago Bernabéu. Así pues, a las 19:50 horas, el árbitro pitaba y rodaba el ruedo. Comenzaba el "furgol match".
En el Fondo Norte nos encontrábamos animando al Madrid. Estábamos tranquilos, confiados, conocedores de que se iba a ganar el partido, acechando la ocasión de celebrar el primer tanto... Y en esas, una rápida contra del Depor terminó con el 0-1 en el marcador. Gol del Deportivo de la Coruña. Gol de Riki. El Real Madrid perdía en su estadio. Ni nos inmutamos, sabíamos que el Madrid remontaría. Estábamos seguro de ello. De hecho ya vaticiné yo el resultado previamente en un bar cercano al campo de fútbol. "5-1" dije y me tacharon de eufórico optimista. Me pierden los colores, es cierto. Al igual que me pasa con el Real betis Balompié. Hay cosas que no son negociables. Al tiempo... eso fue lo que ocurrió (el resultado, no el negocio; prefiero matizarlo).
Tras encajar el gol coruñés, el vigente campeón de la Liga se lavó la cara quitándose las legañas y comenzó a tocar la bola y a generar ocasiones. Cristiano Ronaldo por dos veces y Di María (Ángelito, niño de los corazones) pusieron el marcador en 3-1 al descanso. Estaba claro que el Real Madrid era superior al Deportivo. De ahí nuestra confianza. En el descanso, como buenos futboleros, dimos buena cuenta de los bocadillos (el mío hecho por mi paciente mujer, de tortilla con queso, un derroche de amor y sabor, en ese orden) y nos dispusimos a continuar el disfrute común. Y es que era todo favorable: la amistad, el fútbol y el resultado. Era un trocito del paraíso para nosotros. Era la primera vez que coincidíamos todos juntos en las gradas del Bernabéu. Todos hemos ido varias veces, pero juntos no. Ésta fue la primera. Y estoy bien seguro de que será la primera de muchas. Reanudado el partido todavía nos quedarían dos goles por celebrar. Uno de Pepe y otro de Cristiano nuevamente pondrían el definitivo 5-1 en el electrónico. Para una vez que habría ganado la porra, pues era el resultado que dije, no la jugamos. Ley de Murphy.
En resumen, disfrutamos como niños chicos. Pasamos un rato más que agradable y plácido que es de lo que se trataba. Nos quedamos con ganas de más y volvimos a Ciudad Real felices y contentos. Para colmo de bienes ganó nuestro equipo y de goleada. Un disfrute, vamos, un disfrute gordo. Fue sin duda una nueva oportunidad para recalcarle a mis compadres que los quiero tela. Y eso tampoco es negociable. Ya lo decía Alejandro Sanz en una de sus canciones, sean como sean: "Mis amigos son así". Y yo los quiero y punto.
No puedo finalizar el post sin mentar la última anécdota del viaje. Tras el partido y todavía con la euforia latente, al salir de Madrid no atinamos a coger la autovía del sur y fuimos a enganchar el tráfico de la autovía del este. Dimos un rodeo que nos costó media hora más de viaje. A cambio descubrimos pueblos que están escondidos y recónditos: Colmenar de Oreja y Villaconejos (no es broma, aunque suene a anuncio de fairy, Villarriba y Villabajo, existe). En cuanto pudimos retomamos el rumbo correcto y todo salió sin problemas. Una experiencia graciosa. Una risa entre tantas otras. Ya nos veíamos en Valencia en vez de en Ciudad Real... Quedará para el recuerdo. Un recuerdo más amigos.
Lo dicho. Tarde de "furgol". Habrá que echar otra, esto es como las cervezas. El Bernabéu es nuestro templo futbolero y como fieles debemos asistir. Sirvan estas líneas como reconocimiento a todos vosotros (presentes y ausentes).
OS QUIERO. GRACIAS.
¡¡HALA MADRID!!
Gran entrada compadre, por supuesto habrá que repetir con la mayor brevedad posible. Disfruté mucho, más de la compañía que del partido :).
ResponderEliminarHala Madrid!!