Hoy me he levantado filosófico, como otras tantas veces, pero con la diferencia de que hoy tan sólo hace doce días que volví al trabajo y por lo tanto tengo la mente menos agotada y estoy más "socrático" que "aristotélico". Pienso que ya estoy de nuevo "encasillado" en lo que ha de ser mi rutina diaria durante los once meses que ocupan mi trabajo en un año. Y compruebo que uno se "autoencasilla" si quiere. Es decir, depende de cómo uno mismo afronte sus tareas, sus hobbys, sus aficiones, sus ratos libres, etc, es como uno logra vivir más o menos feliz, pues lo que hace grande el día el día son, sin duda, las pequeñas cosas. Qué contradicción, ¿verdad? Lo pequeño nos hace grandes. Pues así es. Si uno obvia los pequeños detalles que la propia vida nos obsequia y se limita sólo en las grandes cosas que ha logrado o que le toca afrontar, es cuando se autoencasilla en esa rutina diraria. "Me levanto, me aseo, me visto, desayuno, me voy a trabajar, como, vuelvo al trabajo, llego a casa, me desvisto, me ducho, me pongo el pijama, ceno, veo la tele un rato y me acuesto. Y mañana igual. Y al otro. Y al otro. Y al otro. Y ojalá llegue ya el Viernes". ¿Qué modo de vida es ese? ¿Vivir "enrutinado" suspirando porque llegue el fin de semana? ¿Y los pequeños detalles?
Pues eso es lo que me he levantado pensado hoy y he concluido que me gusta mi rutina. Claro, es que yo amo las cosas pequeñas que hacen que cada día, que cada cuestión, que cada tarea sea diferente. Valoro que el chaval que hace la limpieza en la urbanización me haya dado los buenos días con un "Buenos días. ¡Feliz Viernes!". Ese detalle hace que hoy, que este Viernes en concreto, no sea igual que otros. Si me limitase a pensar: "Hoy lo de siempre. Al despacho, al Juzgado, a casa, al despacho otra vez, etc" sería limitarme a vivir en la rutina/casilla en que mi azar y la sociedad me han metido. Pero no. Y no es que me rebele contra ello. Es que me gusta admirar esas cosas. Ver como los tenderos de la calle Calatrava se saludan mientras abren sus negocios. La rutina sería pensar: "Otro día más a lo mismo". El detalle sería: "¡Qué sonrisa le ha puesto el de la tienda de sartenes a la chica de la zapatería!". Ver cómo en el Juzgado los funcionarios que se van de fin de semana le hacen bromas a los que le toca la guardia y observar que el pasado Viernes era la misma situación pero invertidos los turnos. La rutina sería pensar: "Otra semana igual. Más de lo mismo". El detalle sería: "Como se la tenía guardada Pedro a Rafa desde el Viernes pasado, jaja. Veremos a ver la semana que viene si se ríe tanto..." Y paladeando esas pequeñas cosas, en las que nosotros también estamos inmersos, si estamos atentos a esos detallitos y sabemos valorar que son la esencia de la más pura vida, creo que vivimos más felices. No me atrevo a decir que tendríamos una vida más llevadera porque parecería que no estamos aquí nada más que para sufrir y penar y yo, al menos, estoy convencido de que no es así. Pero sí que tendríamos una vida con menos enfados ridículos. Tanto quejarse del trabajo y del no trabajo, del jefe y del no jefe, del tiempo y del no tiempo... ¡Al carajo, hombre, al carajo! Hay que vivir y ser feliz.
Por eso digo que me gusta mi rutina. En mi caso son once meses iguales. Despacho, casa, Juzgados, trabajo, problemas, follones, papeles, corbatas, pleitos, expedientes, etc. Pero me gusta porque los vivo al revés. Me levanto pensando con qué puede sorprenderme el día de hoy en vez de pensar lo que tengo que hacer por rutina en el día de hoy. Es que si me limito a agotar los días pensando en que son todos iguales, no vivo. Por eso exprimo los detalles al máximo: un partido de pádel montado de improviso, una paella que no estaba planeado hacer, una llamada que no esperaba, un reencuentro con alguien que llevaba meses sin ver, un saludo inesperado, una cofradía que hace una actividad y te invita, una victoria de tu equipo de fútbol cuando menos lo esperas, un helado en pleno Noviembre, una nueva receta de thermomix probada en casa de un amigo, unas copas un día de entresemana...
Y como hoy me he levantado filosófico me he dado cuenta que Sócrates tenía razón (nunca lo he dudado pero hoy me ha convencido del todo): en la simpleza está la belleza. En lo simple de los pequeños detalles. He decidido ver mi rutina al revés. Os cuento. Antes me gustaba mi rutina y disfrutaba porque entre Juzgados, pleitos, papeles, expedientes, trajes, corbatas, togas, notarías, registros, oficinas, etc, (y así durante casi todo el año) tenía otras cosas fijas, es decir, mis cofradías, los partidos de pádel, la champions, las cervezas de los viernes, la peli de los Domingos, los ensayos de costalero, el Carnaval, las romerías, las comidas con la familia, las fiestas, los puentes, etc...
Pero es que ahora, viéndolo al revés, tal y como me lo planteo mi rutina es: entre mis cofradías, los partidos de pádel, la champions, las cervezas de los viernes, la peli de los Domingos, los ensayos de costalero, el Carnaval, las romerías, las comidas con la familia, las fiestas, los puentes, etc, (y así durante casi todo el año) además tengo Juzgados, pleitos, papeles, expedientes, trajes, corbatas, togas, notarías, registros, oficinas, etc.
Pero es que ahora, viéndolo al revés, tal y como me lo planteo mi rutina es: entre mis cofradías, los partidos de pádel, la champions, las cervezas de los viernes, la peli de los Domingos, los ensayos de costalero, el Carnaval, las romerías, las comidas con la familia, las fiestas, los puentes, etc, (y así durante casi todo el año) además tengo Juzgados, pleitos, papeles, expedientes, trajes, corbatas, togas, notarías, registros, oficinas, etc.
¡¡Vivo entre pequeños detalles y además tengo grandes cosas!!
Ojo al loro!! Que no estamos tan mal ! Leer al Carlos y no dejeis que os embauquen!!
ResponderEliminar;-)