Pongámonos a media mañana de un sábado cualquiera de Cuaresma. Estoy tranquilo en casa prestándome a la aspiradora, los recados y la mente puesta en qué hacer en los fogones llegado el mediodía. De pronto mi móvil recibe un whatsapp que dice "¡Hola, encantado de conocerte! Soy Alice de la agencia de contratación". No sé si podréis adivinar lo que vino después pero ya os adelanto que siendo abogado de profesión y estando los delitos informáticos a la orden del día, fue divertido. Veo a menudo en los tribunales delitos de estafa y suplantación de identidad que comienzan siempre con un alegre mensaje como el que me llegó al teléfono, por lo que al recibirlo y saber de los derroteros y quehaceres de las personas que se ocultan tras esos números pensé: Alice, no sabes dónde te has metido... En el acto dejé la aspiradora, me senté en el sofá y me dispuse a contestar debidamente el mensaje y a pasar un rato entretenido. Estafarme no me iban a estafar y reírme me iba a reír. Fue maravilloso el destino haciendo que el mensajito inicial de la conversación me llegase a mí y no a cualquiera que se deje embaucar por estas prácticas delictivas que ofertan trabajo rápido, fácil y con curiosa remuneración a cambio de que se les indiquen datos personales con los que, una vez obtenidos, se acaba la conversación y te dejan la cuenta corriente a cero o bien, a tu nombre, contratan productos y servicios siéndote luego las deudas reclamadas a ti. Mi querida Alice, elegiste mal destinatario... Y no descarto escribirte yo algún sábado, a media mañana también, para decirte "¡Hola, encantado de conocerte! Soy Anthony de la agencia de contratación". Así veo por dónde sales si cambiamos los papeles, ¿qué te parece? Seguramente no seas tan cordial como yo lo fui, pero te haré entender lo molesta que puedes llegar a ser para quien caiga en tus triquiñuelas. No lo dudes.
En fin, suspiré, sonreí y contesté el whatsapp educadamente y sin mareos. "Hola, Alice. ¿Quieres un pacharán?". Ya os podéis hacer a la idea de cómo iba a ser la charla que tendría con ella... Ni corta ni perezosa ella sigue a lo suyo y me hace la propuesta de trabajo. "¿Está interesado en un empleo a tiempo parcial o a tiempo completo? Actualmente tenemos trabajos de medio tiempo/tiempo completo. Jornada completa: 800€-1500€ por semana. Jornada parcial: 50€-60€ la hora. Ofrecemos puestos desde el nivel inicial hasta la alta dirección ¿Estás interesado?". Ni puñetero caso a mi invitación a pacharán. ¡Hay que ver! Continué con calma la charla y le contesté acerca de mi interés, a lo que ella, más interesada que yo, me envió un número de teléfono y me dijo que era el contacto del Departamento de Recursos Humanos. ¡Genial! Me recosté en el sofá y comencé a hablar con ella seriamente, sin titubeos, con informaciones precisas, concisas, trascendentales y directas. Y no sé por qué, Alice, súbitamente, dejó de contestar a mis whatsapp. No lo comprendo, de verdad. Os dejo las capturas de pantalla de la conversación a ver si entendéis vosotros el motivo. Jamás le dije términos malsonantes, ni usé un vocabulario inapropiado, ni nada de nada. Guardé íntegramente la compostura y la traté con afecto. Tanto que podríamos haber tenido un idilio y todo. Le regalé mi tiempo y le escribí con cariño pero se ve que advirtió pronto que la agencia de contratación, por lo que fuera, no contaría conmigo. ¡Una pena! Creo sinceramente que les habría dado caché y glamour. Alice, si quieres echamos otra parrafada. Hay muchas cosas que se me quedaron por decir. Bueno, os dejo la conversación a vosotros, queridos lectores. Ya me diréis...
Jjaja me acaba de pasar lo mismo, pero he bloqueado rápido.
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