martes, 29 de julio de 2025

SIEMPRE MI SEMPITERNO JULIO

Julio es eterno. En todos los sentidos. O en todas sus acepciones, como prefiera usted. Y si hace querer año tras año a su manera. Se forjó su amor en mi infancia a fuerza de verbenas, Pandorgas y de la mano de mi abuela Carmen. Me llevaba a la vera del convento carmelitano a ver a la Virgen y a comerme una berenjena de Almagro, su pueblo, que expande ese sabor tan característico de vinagre, ajo y comino por toda la geografía nacional mediante tinajillas y orzas de barro que rezuman esa mancheguía tan nuestra. Más adelante, en mi incipiente juventud, acudía yo sólo a la verbena de la Morería, del Carmen y de Santiago en ese mes de Julio veraniego y vacacional del que se disfrutaba con los amigos entre charla y bolsas de pipas hasta la madrugada. Algunos años después, ya en edad universitaria, Julio seguía siendo especial. El día 7, San Fermín, ya arrancaba el período festivo. Y me prometía a mi mismo que alguna vez tendría que recorrer las calles de Pamplona en esas fechas. El día 16 de dicho mes, inicio de la canícula, siempre buscaba un hueco para ir a casa de la abuela y felicitarle su santo. A poder ser le compraba "recortes", le recordaba que fue ella quien me inició en ese mundillo del verbeneo y la Pandorga, le hacía caricias, le sacaba una sonrisa y le prometía que me comería una berenjena del puesto y echaría un trago de vino de la bota sin mancharme la camisa. Luego veía con los amigos la procesión de la Virgen del Carmen y nos daba la madrugada verbeneando entre vasos con hielos repletos de tintos de verano. Julio se ganaba mi corazón sin yo saberlo fraguando recuerdos...

Ocho días después, en mi amado Perchel, era la verbena de Santiago. Hablar de ella es hablar de mí mismo. Calle Ángel, Jacinto, Agustín Salido, Altagracia, Calatrava, Refugio y Plaza de Santiago. Todo en un apretado puñado de metros cuadrados donde me forjé como niño, joven y adulto. El empedrado más conocido de la ciudad, la orquesta, los bailes, los chiringuitos y los Pandorgos haciendo limoná. La vida entera cabe en el Perchel. Y eso terminó de hacer que te hicieras eterno para mí, Julio. Eterno en la acepción de tenerte siempre presente, repetirte con frecuencia en mi sesera y ganarte el respeto de los tiempos. En otro sentido ya hablaremos luego. Ya era "talludico" que se dice por estos lares y llevaba años en el oficio del costal. Y tú, Julio, me regalaste disfrutar del oficio entre las ferias de verano: costalero de la Virgen del Carmen en honra de mi nombrada abuela y costalero de Santiago, Patrón de las Españas y de la Villa de Granátula de Calatrava. ¡Cómo para no quererte! Aunabas mis pasiones en tus días de calendario y ya me tenías cautivado desde niño cuando yo todavía no había desarrollado mi querencia hacia otras cosas. Imagínate cuando han ido pasando los años y te habías guardado el as bajo la manga de que llegaría a ser proclamado Pandorgo el último día de tu mes, querido Julio, en el año 2022, ese día que el cielo de la calle Calatrava sonreía, olía a limoná y tenía un color azul como el de los ojos de la Virgen del Prado. Eterno por siempre.

Y eterno también lo eres por lo que tardas en pasar. Ya en mi vida adulta y siguiendo los derroteros de la abogacía con la que me gano el pan desde hace más de dos décadas, sigues siendo eterno. No avanzan los días como lo hacen en otros de tus hermanos meses. Ojo, no me quejo de tu lentitud porque eres un mes que amo, me quejo de que ya vislumbro Agosto, cuando me despojo de la corbata y los papeles que me visten a diario y te me haces eterno en transcurrir hasta que llega mi descanso. Sin ir más lejos, hoy mismo que tecleo un poquito sobre ti, es día 28 y he tenido cuestiones del trabajo en el Registro de la Propiedad de Almagro, en el Juzgado y, obviamente, en el despacho. Dos días quedan, dos, para un descanso que entiendo merecido y parece que no llega nunca para que, una vez llegado, al igual que mi amada Semana Santa, se marche en un suspiro. Eres eterno, Julio. En todas sus acepciones como antes te decía, pero me atrapas desde tu inicio porque eres especial. Llegas cuando es cercano San Fermín regalándome una sonrisa y te marchas en el día más grande de La Mancha. Y entre medias te adueñas de la mitad de la canícula y me desesperas de calor a la vez que me regalas más de un ratito de taberna inesperada. Sabes jugar muy bien tus cartas y por eso haces grandes tus bazas.

Fíjate si eres diferente que todos los años gozas de una entrada para ti en el Rincón. Suelo repetir algunas de ciertos retazos anuales que, aunque se repiten año a año, nunca son iguales, como la Semana Grande, la Romería o mi querido Camino de Santiago. Pero tú que, perdóname que te diga, sí que eres siempre igual, siempre, eterno y desesperante a la vez que mágico y esperado, logras subir al podio de los ganadores entre los textos que, sin ser iguales, también se repiten, cosas al alcance de muy pocas vivencias y recuerdos. Y, sí, es por tu conjugación de la esperanza y desesperanza. En todos los sentidos, ya lo sabes tú. Mientras me desesperas con tareas imprevistas, me esperanzas con la renovada excursión familiar a visitar, precisamente a la Esperanza, a aquella la que vive en San Gil. Excursión que será, si lo quiere Ella, en tiempo de Navidad y que siempre comienza a tener forma en tus días. Y mientras me desesperas con un calor mal llevadero por los golpes que atiza el astro Rey, me esperanzas con una nueva plegaria a la Morena del Prado con la que cierras tus puertas y se abren las de Agosto con mi mochila de peregrino al hombro. Fuerzas renovadas. Agotamiento en tus calendas y un empujón para lo que viene. Y eso lo haces tú, Julio. Por eso, un año más, eres eterno.

martes, 22 de julio de 2025

EXCURSIÓN AL PARQUE DE ATRACCIONES DE MADRID

Al igual que el año pasado la A.M.P.A. del Colegio Ángel Andrade, en el que cursa estudios mi hija Claudia, organizó, dentro de las actividades del fin de curso, una excursión a un parque de ocio, siendo el destino de este año el mítico Parque de Atracciones de Madrid. Me hizo ilusión por doble motivo: ir en familia a pasar un entretenido día y volver a tal lugar al que llevaba sin ir quizás unos treinta años. Así es que nos apuntamos a la excursión sin dudarlo. Personalmente me traía recuerdos de haber estado allí en mi primera infancia y en aquellos lejanos años de quinto, sexto o séptimo de E.G.B. Recordaba algunas atracciones y tenía ganas de ver si seguían funcionando (incluso existiendo) para revivir aquellos momentos y contarle a mi hija las típicas batallitas de "aquí estuvo papá". El sábado 14 de Junio de 2025 era la fecha elegida para el evento y ya apretaba el calor en estos lares, así es que las atracciones de agua estarían a la orden del día para el disfrute (y refrescamiento) del personal. Llegó el día. Las caras sonrientes, las mochilas llenas, las gorras puestas y la crema del sol a mano porque se preveían latigazos del astro rey sin piedad. Arrancó el autobús y los excursionistas dentro alegremente rumbo a Madrid. Para los pequeños era un destino paradisíaco, pues que te cuenten en el cole que te llevan de excursión a un parque enorme con un montón de "cacharritos" para subirte es algo maravilloso. Todos los hemos vivido y sabemos la ilusión que genera. Allá que fuimos y allá que volvimos.

El hombre del tiempo que de cada diez pronósticos falla nueve ésta vez acertó en el único día que era imposible fallar: soletón, cielo raso y temperaturas altas. Fue bajarnos del autobús y decir el clima "aquí estoy yo". Haciendo cola para pasar al Parque los niños y niñas ya iban jugando con sus flusflús de agua aliviándose el calor y calentando motores de lo que sería un día el que más valía estar mojado a menudo. La puerta principal sigue igual que cuando se inauguró el Parque de Atracciones el 15 de Mayo de 1969, Día de San Isidro, Patrón de Madrid. Enclavada en el paraje único de la Casa de Campo, cercana al Zoo (que era otra de las grandes, míticas y obligadas excursiones de aquellos años ochenta y noventa) y con su características letras y color gris sobre el que parece que no han pasado más de cinco décadas y media si no fuera porque te hacer viajar en el tiempo a través de la memoria. Y lo que sigue igual es el acceso: apertura a las 12;00 horas del mediodía y, para los grupos, entradas en papel. Parece que las tecnologías del siglo XXI no han llegado al emblemático Parque de Atracciones de la capital del Reino. Ale, pues una vez dentro todos corriendo a las atracciones para no tener que hacer mucha cola. Y aquí llegó la primera sorpresa: recién abierto el Parque el tiempo media de espera en cada atracción era de más de una hora. ¡¿¡¿What the fuck?!?!

Y sí, descubrí que el Parque de Atracciones ya no es lo que era. El paso del tiempo no perdona y la competencia surgida con otros parques temáticos y ciudades le ha hecho daño. Lo vi pequeño y obsoleto, falto de mimos y cuidados, acostumbrado a vivir de las rentas de haber sido el único y grande durante muchos años. No puede ser que en días de 40 grados de calor, de las cinco atracciones de agua que son la más deseadas, se encuentren tres cerradas. Y en las dos abiertas, el tiempo de espera (para cinco escasos minutos de disfrute) sea de una hora y media. Tampoco puede ser que se encuentren igual, exactamente igual que hace mas de cuarenta años, ciertas atracciones y se quiera seguir explotando las mismas con el mismo éxito que tuvieron cuando fueran instaladas. Cierto es que el mítico Tiovivo del Parque de Atracciones de Madrid es la atracción más antigua de España, pero, ¿de verdad eso dato que ni siquiera se molestan en dar a conocer es un gran aliciente a día de hoy para los visitantes al Parque? Los nostálgicos lo ven, lo valoran, viajan en su memoria y alguno de ellos se sube, si bien la realidad palpable es totalmente distinta: no hay cola, apenas se sube ningún niño y el anciano carrusel se ha convertido en una atracción sin atracción. Una pena que no se renueve lo que podía ser un emblema mantenido a la orden del día, un verdadero reclamo actualizado y sin perder jamás su génesis.

Los niños de ahora, verdaderos protagonistas y fuerzas vivas que mantienen activo el Parque, demandan otras cosas. Y eso lo saben (o deberían) los gestores del Parque de Atracciones. Hay falta de atracciones y falta de mantenimiento. Volví a subirme en la Jungla, seguro que todos la conocéis. Atracción que consta de un paseo en barcas simuladas que navegan por unos raíles instalados en una suerte de río, desde las que vas observando una decoración temática de parajes de la naturaleza y animales. Bien, éste que narra recuerda haberse subido en dicha atracción en los primeros años de la década de los 80. Y sigue exactamente igual. El Parque, como antes decía, sigue viviendo de las rentas de lo que algún día fue y necesita un fuerte empujón y, sobre todo actualización, que lo devuelva a su lugar. La zona infantil, centrada en el personaje de Bob Esponja, tampoco es que sea la panacea y, aunque a los más pequeños les llama la atención, los niños de diez años se cansan enseguida de ella pues tiene "lo de siempre": coches de choque, una pequeña montaña rusa, etc. Cuando el Parque de Atracciones de Madrid vio que empezaba a tener competencia y podía perder su podio, instaló un par de atracciones nuevas y poderosas como la Lanzadera (caída libre) y la Máquina (una plataforma repleta de asientos en los que cada persona parece una pieza y va volteando hacia cualquier lado). Con ello creyó seguir siendo imbatido, pero de eso hace ya veinte años. Y no ha habido más. Hay que darle otra pequeña/gran vuelta al asunto.

El caso es que no le faltan visitantes nunca y sigue recibiendo excursiones como la nuestra, la cual, finalmente, fue satisfactoria para los pequeños que es de lo que se trata y se pudo sobrellevar a pesar del calor y los enormes tiempos de espera, pues los niños con poco disfrutan mucho.
Me resta agradecer a la A.M.P.A del colegio estas iniciativas y el empeño que ponen en ellas pues, a buen seguro, quedarán en el baúl de los recuerdos de nuestros hijos. Y esperar que, si vuelvo dentro de un puñadito de años, el Parque de Atracciones de Madrid haya vuelto a ser el Parque de Atracciones de Madrid.