viernes, 20 de julio de 2012

LEYENDA DEL PERAL DE LA TÍA MISERIA

Hoy os traigo otra leyenda. Sóis varios los que me habéis dicho que ya tocaba escribir un post cultural y aquí está. Así pues vamos a descubrir cómo la miseria, que no siempre tiene mal fondo, quedó anclada en este mundo. La leyenda tiene su origen en el levante español. Muchos pueblos se la apropian pero yo, dado su contenido y el principal papel que ostenta en ella un árbol frutal, en concreto un peral, voy a ubicarla en la Comunidad Valenciana. Frondosas huertas de limoneros y naranjos la enclavarían en la provincia de Valencia, pero seré fiel a mis fuentes y mantendré la tradición. La leyenda nació en Altea, un pueblo de Alicante y dice así...

Hace mucho, mucho tiempo, vivía en el pueblo una mujer anciana y vagabunda, andrajosa a la par que sucia, a la que la gente conocía como la Tía Miseria. Esta mujer vivía únicamente con las limosnas que los lugareños le daban y con los frutos de un peral, el único árbol que existía cercano a la cueva donde residía. La mayoría de las veces podía subsistir con las limosnas que recogía pero otras veces eran insuficientes y tenía que alimentarse con las peras del preciado árbol. La vieja pasaba desapercibida y no se metía con nadie pero eran muchos los gamberros que se acercaban hasta su cueva para increparla, meterse con ella y, sobre todo, coger las peras del frutal con las que se alimentaba la pobre Tía Miseria. Eso importunaba sobremanera a la vagabunda anciana y la hacía pasar incluso días sin comer.

Una noche de gran tormenta sobre la población de Altea, la Tía Miseria recibió una visita muy especial. Empapado, calado y chorreando agua un anciano vagabundo y andrajoso al igual que ella apareció ante su cueva para pedirle refugio y alimento. La anciana que estaba haciendo un caldo con alguna de las limosnas que había conseguido en el pueblo accedió gustosamente a hospedar al vagabundo y le ofreció un plato de alimento. Tras una noche de charla y compañía ambos quedaron agotados y dormidos en la cueva.
Al día siguiente el vagabundo anciano confesó a la Tía Miseria que, en realidad, era San Antonio y que debido al humano acto que tuvo con él la noche anterior, resguardándolo de la tormenta y dándole cobijo en la cueva y alimento, le concedería aquello que más quisiera. La anciana le dijo que no le hacía falta más que lo que tenía pero ante la insistencia del Santo accedió a realizar la petición y suplicó que todo aquel que cogiera sus peras quedara pegado al árbol hasta que ella lo dejase bajar, sirviendo así como escarmiento público y como disuasión de los ladrones. Así fue como desde ese momento todo aquel que iba a robar las frutas del peral de la Tía Miseria se quedaba adherido al árbol y no podía bajar hasta que la andrajosa anciana lo permitía, pagando el género que iba a robar y recibiendo una azotaina pública por gamberro. Así pasaron unos años en los que la Tía Miseria vivió plácidamente en su cueva y no pasó hambré jamás.

Llegada que fue su hora vino a buscarla la Parca. La vetusta anciana, haciendo gala de la sabiduría aprendida con la vida, le dijo a la Muerte que subiera al árbol para recoger unas cuantas peras y poderlas llevar con ella. La moira de la muerte tomando las palabras de la Tía Miseria como una última voluntad se encaramó al frutal y allí quedó pegada. Lógicamente la vagabunda no permitió que la Muerte bajase del árbol y de esta manera comenzó una era en la que ni la anciana ni ningún ciudadano murió. Ni epidemias ni guerras causaban baja alguna lo que, en vez de ser noticia de alabanza, rompió el discurrir normal del destino, cosa que empezó a molestar e iquietar a los más ancianos y sabios de Altea. Cansados de una vida larga y eterna decidieron armarse e ir a derribar el peral. Ellos también quedaron pegados al árbol...

El enorme peral plagado de personas pegadas se tambaleaba de un lado a otro pero no caía. Todos empezaron a implorar a la Tía Miseria que los dejase bajar y la vieja mujer, muy astuta nuevamente, dijo que los dejaría bajar con una condición: que la Muerte no fuera a buscarla hasta que ella la llamara por tres veces. La Muerte accedió y se cobró las vidas que por naturaleza le correspondían. Ciclo de la vida.

Y la Miseria... siguió anidando en este mundo, oculta en una cueva desconocida y escoltada por un peral eterno.

lunes, 16 de julio de 2012

ABUELA CARMEN

Que mejor día que hoy para escribir esta entrada. 16 de Julio, día de la Virgen del Carmen. Hoy es la onomástica de mi abuela y ella también merece unas líneas en este rincón. Hoy es el día de su santo y le hará ilusión que le diga que he escrito sobre ella en mi "periódico del ordenador". Además hoy sale la Cofradía de Gloria de la Virgen del Carmen y, como no podía ser de otra manera, allá que voy con costal y faja. Cuadrilla alta, primera trabajadera, zanco derecho. Desde ese privilegiado lugar bajo la Reina del Carmelo se elevarán oraciones de gloria acordándose de mi querida abuela. Y sé que ella las oirá de una u otra manera. Porque es su día, porque se lo merece y porque siempre he sido el nieto que ha estado pegado a sus faldas, hoy la entrada va para ella.


Jamás imaginaría que estos trastos tecnológicos permitieran hacerle fotos en color y ponerlas en la pantalla de un ordenador. Nunca podría imaginar que sería protagonista de una entrada de un blog. Ni siquiera sabrá que es un blog. De hecho, no se habrá planteado en su vida que su nieto que le compra los caprichos y está pendiente de ella, hoy  redacta unas líneas homenaje a quien antaño compraba los caprichos a quien hoy escribe. De su mano fui a mis primeras Pandorgas cuando eran pacíficas e inocentes festividades en honor a la patrona de la ciudad, la Virgen del Prado, rindiendo ofrenda en forma de cántico y baile regional, así como mostrando y donando los frutos y cosechas de nuestros campos de labranza. De su mano fui por la calle con una carnavalera careta en verano. De su mano venían los recados que yo le pedía: quiero una camiseta de manga corta en Noviembre y una bufanda en Agosto. Y ella me lo traía. Era su único nieto que vivía aquí y ella me daba mis pedidos. Ahora es al revés y todo lo que está en mi mano se lo doy a mi abuela.

Lela como comencé a llamarla cuando apenas balbuceaba y aprendía a hablar. Lela porque Inma así la llamó en un conato de decirle "abuela" y yo lo oí siendo bien niño y desde entonces así la llamé y sigo haciéndolo. Lela porque cuando yo me hice hermano de mi Cofradía del alma ella ingresó también en su filas simplemente por estar más cerca del Dios que su nieto pasea los Miércoles Santo. Lela porque la medalla de la hermandad que yo le comprase ahora ha vuelto de nuevo de mis manos. Lela porque cuando me ve le cambia la cara y sonríe. Lela porque en mi boda y conforme dije el "sí quiero" le espetó al Padre Joaquín: "¿Le puedo dar dos besos ya a mi nieto o no?" Lela porque es mucho lo que la quiero. Lela porque es su día y se lo merece más que nadie. Lela porque es mi abuela, la madre de mi madre, la hija de Leandro el encajero y la nieta del Chavó. Lela porque el que le discuta tal privilegio caerá en afrenta conmigo.

Felicidades abuela, madre y Lela por siempre. Feliz Santo. Feliz día del Carmen. Hoy estarás bajo el paso conmigo y rezaremos como cuando era pequeño y me enseñabas el Rosario. Y en el relevo merendaremos berenjenas de Almagro (tu pueblo) con limonada. Y cuando culmine la procesión comeremos galletas perrunas que tanto te gustan. Porque eso es así. Y lo será siempre. Estés aquí o estés subida al árbol de tu infancia mirándome desde el Cielo...

Te quiero, Lela.

lunes, 9 de julio de 2012

VIAJE A NUEVA YORK (6ª PARTE)

Como diría Estopa: "Ahí vamos". Antes de que os pongáis tristones porque se acaba la blogventura (aventura viajera en el blog) sobre Nueva York, prefiero anticiparos yo el final. Sólo escribiré una entrada más acerca de este viaje. La entrada final: detalles, últimos preparativos, puesta a punto y ¡vámonos! Habré compartido, cuando la última entrada newyorkina salga a la luz, siete preciosos post de la Gran Manzana con vosotros. Sabréis de la ciudad que nunca duerme tanto o más que yo y, sin duda, habréis aprendido muchas cosas sobre Nueva York. Hoy terminaré de explicaros las rutas que haremos los días que estemos por allí. En la entrada anterior os narré la mitad del viaje. Hoy os cuento el resto de días. Sigo siendo fiel a compartir mi alegría con vosotros. De esta manera seguimos ruta.

13 de Agosto, Lunes: Ring, ring, ring... El despertador sonará temprano en el Grad Hyatt Hotel, en concreto en nuestras habitaciones. Pinto levanta, tira de la manta, vestimenta de excursionista, fugaz y frugal desayuno y ¡alehop! al autobús rumbo a Whasington. Pasaremos el día en la capital de los Estados Unidos de América y la visita ya sabéis cuál será porque os la conté en la entrada "Viaje a Nueva York: 2ª Parte". No seáis vagos y leedla. Ahí tenéis explicada íntegramente toda la exursión.
Cuando volvamos a Nueva York y con el City Pass en mano gozaremos de uno de los momentos más inolvidables del viaje: la subida al Empire State. Es impresionante ver todo Nueva York desde arriba al anochecer: cómo se van encendiendo las luces de los rascacielos, el estado vecino de Nueva Jersey, los enormes camiones que apenas se vislumbran en las gigantescas avenidas, etc. Si ya impresiona cuando vas de vacaciones a Torremolinos y te toca el apartamento en una octava planta, imaginaos subir a un mirador que está en el piso 86. Sin palabras. Si os portáis bien, a la vuelta os mostraré alguna foto de este momentazo.
Cuando descendamos de las alturas newyorkinas y tras un gran día cultural, pasito a pasito al hotel. Ducha, cena, Jesusito de mi vida y hasta mañana si Dios quiere.

14 de Agosto, Martes: El día se antoja, cuanto menos, fabuloso. Amaneceremos a las 13;00 horas, no asustarse, para nosotros serán las 07;00 horas, yo creía que ya sabiáis hacer el cambio horario de aquí a allí y de allí a aquí, ¡vaya tela! Tras desayunar, Metro Card en mano cogeremos el metro en Grand Central Terminal e iremos a la 5ª Avenida al Centro Rockefeller. Una vez allí usaremos el City Pass para acceder a otra de las grandes atracciones de la ciudad: Top of the Rock. Es un mirador cuyas vistas poco tienen que envidiar al Empire State, de hecho las mejores vistas del propio Empire State se disfrutan desde el Top of the Rock. Desde este mirador se aprecia también divinamente Central Park así como amplias panorámicas de toda la ciudad.
Cuando volvamos a poner los pies en la tierra nos dirigiremos a la masa verde que a mi me tiene, como ya dije, enamorado. No es Hulk, es Central Park. Disfrutaremos de este gigantesco parque perdiéndonos entre sus senderos y caminos, viendo sus lagos y estanques, disfrutando de su fauna y su flora. Nos haremos fotografías en sus innumerables estatuas y monumentos y concluiremos la visita en Strawberry Fields, rindiendo homenaje al gran Jhon Lennon. Al margen os dejo la foto de una de las estatuas más visitadas en Central Park: Alicia en el País de las Maravillas.
Saldremos del parque dirección Columbus Circle (Rotonda de Colón) buscando ya un lugar para comer. Tras recuperar fuerzas iremos a Broadway a retirar las entradas del musical de Mary Poppins y nos dirigiremos a seguir haciendo uso del City Pass. En esta ocasión el destino será el MoMA (Museum of Modern Art). Realizaremos la visita al Museo de Arte Moderno y después de ello al hotel a cambiarnos y adecentarnos para culminar el día con una de las más maravillosas visitas que se pueden realizar en Nueva York: asistir a un musical en el corazón de Broadway. Como ya os adelanté en su día el musical elegido es Mary Poppins. En la entrada "Viaje a Nueva York (3ª Parte)" tenéis información al respecto.
Después de todo, creo que este día será de los más felices que pasemos allí. Inolvidable el Top of the Rock, Central Park, el MoMA y el Musical. Para culminar, un menú extragrande del Mc Donald´s de turno contemplando una vez más los enormes carteles publicitarios luminosos de Times Square. ¡Vamos a la cama que hay que descansar! Los que estéis por aquí ya tenéis la Feria. No os digo nada, jeje. Primera visita a las casetas.

De compras por el Soho
15 de Agosto, Miércoles: Día de la Virgen del Prado, Patrona de Ciudad Real. Me acordaré, por supuesto, de mi ciudad natal, de su festividad en honor de la Virgen de las Batallas y, todo hay que decirlo, de la inaguración del tradicional Baile del Vermú. Pero estaré, no preocuparos que estaré. Conforme aterrice de Nueva York voy para allá. ¡Eso es así! Pero como todavía seguiré en los Estados Unidos este día lo dedicaremos a los céntricos barrios Noho y Soho, así como a los grandes almacenes como Macy´s y Twenty One Century. Será el día de compras por antonomasia de modo tal que los barrios mencionados serán visitados mientras vamos de tienda en tienda.
Y llegados a este punto... Aviso a navegantes: abstenerse completamente de realizar encargos porque no atenderemos ninguno. Ni queremos ni vamos a estar pendientes de la camiseta de los Yankees que nos pidió Eulogio, el iphone liberado que quiere Ataúlfa, un polo Ralph Lauren para Chindasvinto, otro para Recesvinto, una camisita Tommy Hilfiger para Teodorico, unas bermuditas Nike para Alarico, un par de Levi´s para Maroto, un ipad para el de la moto, etc, etc. No, no y no. Ni compramos cositas y luego se nos pagan, ni vamos a cambiar más euros a dólares para encarguitos, ni somos los mercaderes de Arabia. Las cosas son como son y ésta es así: No se admite encargo alguno. Colorín colorado. Apuntad lo que queréis y se lo pedís a los Reyes Magos, no a cuatro turistas que se van a Nueva York.
Tras el día de compras sin encargos volveremos a media tarde al hotel para comenzar a empaquetar las cosas e ir haciendo las maletas. El viaje tiende a su fin y al día siguiente a mediodía partiremos del hotel rumbo al aeropuerto JFK para emprender el viaje de vuelta. Maletas medio organizadas, duchaditos y cenaditos, cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angeljjkchsmxla ZzzzZzzZzzZzzz.

16 de Agosto, Jueves: ¡Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing! ¡Ups! Me quedé dormido ayer en las oraciones. Pinto levanta, tira de la manta... Último día que amanecemos en la Gran Manzana. Suena el despertador y amanecemos nostálgicos. El viaje se acaba. Bajaremos a desayunar y daremos un paseo por Fashion District. Se encuentra en la 7ª Avenida y en él se hallan el botón y la aguja más grandes del mundo. Es un paseo dedicado a la moda y a las grandes firmas de ropa y costura, las cuales tienen placas conmemorativas repartidas por las aceras por las que vas caminando. Es otra de las curiosidades que encierran las calles de Nueva York.
A media mañana volveremos a la locura de fluorescentes, neones y luminosos más conocida en la esfera del globo terráqueo para hacernos unas últimas fotos: Times Square. Veremos el famoso NYPD (New York Police Departament) y nos despediremos del pleno corazón de Manhattan mientras vamos caminando saboreando cada paso de vuelta al hotel. Comeremos cerca de Grand Central Terminal (la Gran Estación Central) y subiremos al Grand Hyatt Hotel a recoger lo que quede por guardar y finiquitar las maletas. Nos despediremos del hotel y lo llevaremos por siempre con nosotros en la memoria. Tras ello la agencia de traslados contratada nos recogerá en la puerta y nos llevará hasta el aeropuerto JFK (Jhon Fitzgerald Kennedy) donde, tras pasar los controles de rigor, subiremos al avión que nos traerá de nuevo a la Madre Patria. Esta noche tocará cena y oración de gracias a bordo de la áeronave. Almohadilla cervical para todos, mantita por cortesía de Iberia y a dormir.

17 de Agosto, Viernes: Como diría José Mota en su más profunda imitación de la gañanería manchega: "No os digo ná y os lo digo tó". Estoy en Barajas (Madrid) y la hora son las 09:00 a.m. en España. En mi móvil son las 03:00 a.m. horas, hora de Nueva York. En mi cuerpo no se sabe ni qué hora es ni dónde estoy. Ladies and gentlemans con ustedes... ¡Jet lag! El Jet lag es una mezcla de cansancio y otros síntomas provocados por un largo viaje en el que se cruzan distintas franjas horarias. Dícese para mi cuerpo y mi mente es una hora, vengo de un país donde es otra la hora y aterrizo en un país donde es otra totalmente distinta. ¿Alguien puede decirle a mi cuerpo que hoy no toca estar dormido a estas horas porque aunque él crea que estamos de madrugada ya vamos camino de las 10 de la mañana? Claro, yo me subí al avión a las 19:00 horas en Estados Unidos (aquí ya eran las 01:00 a.m. horas). Llego a Madrid a las 09:00 horas (allí son las 03:00 horas). He volado durante 8 horas, pero la diferencia horaria es de 6 horas... Madre mía que lío. ¿Qué hora es la correcta? Ahora resulta que es mi hora de estar acostado y aquí es la hora de estar recién levantado. En fin que ahora toca poner el reloj de nuevo con otra hora distinta y amoldarse al nuevo horario. ¡Y cuanto antes mejor que estamos de Ferias y Fiestas en Ciudad Real! Saldremos del aeropuerto de Madrid, cogeremos un autobús destino a la Estación de Atocha Renfe y un último esfuerzo nos traerá en AVE hasta Ciudad Real, donde agotados, pero inmesamente felices daremos por concluido este grandioso y magnífico viaje.

Y así concluirán nuestros Diarios de Ruta. Ya sabéis cómo será el viaje. Tan sólo queda ultimar unos detalles pero eso lo contaré en la última entrada dedicada a este Viaje a Nueva York. Hoy queda justo un mes para que comience la aventura. Parece ayer cuando se fraguó la idea y está a punto de ver la luz. De hecho hoy os he contado ya como acabará, pero de momento hay que vivirla y disfrutarla. En un mes estaremos mi mujer, mi hermana y mi compadre volando hacia allá.

¡Que siga la cuenta atrás!

martes, 3 de julio de 2012

¡¡CAMPEONES!!

El día amaneció radiante. El sol brillaba con fuerza en la Isla de Sicilia. En Catania el calor se estrellaba con dureza y resplandecía en los colores verde, blanco y rojo de las banderas italianas que plagaban el lugar. Toda la plaza del Duomo así como las calles principales estaban repletas de la bandera nacional y de puestecillos ambulantes que vendían bocinas, bufandas y banderas. Se palpaba en el ambiente que estaba por llegar la gran final de la Eurocopa. La Italia se veía fuerte. Prandelli había hecho de la selección azzurra la más bella y ofensiva que se recordaba hasta la fecha. Grandes hombres y nombres del fútbol moderno conformaban la médula espinal de la selección italiana: Pirlo, Gigi Buffon, Bonucci, Di Natale, Cassano, Balotelli... Un equipo rudo, tosco, potente, de juego directo y que no practica el típico catenaccio italiano sino que trata la pelota con cariño y construye juego. Se antojaba difícil pero no imposible derrotar a los bajitos jugones españoles. Campeones del Mundo y de la anterior edición de la Eurocopa "tan sólo" lograron empatar contra Italia en el debut de esta Eurocopa 2012. 1-1. Tablas. Italia lo sabía, lo veía posible. Habían llegado a la final derrotando a míticos del fútbol europeo como Inglaterra y Alemania. Se veían fuertes. De hecho, lo son. Podían ganarle la final a España. Siempre se habían impuesto a ellos en las grandes eliminatorias y la historia y la estadística les favorecía. La azzurra emanaba confianza, con cierto resquemor, pero confianza. Ningún italiano se esperaba que su selección llegase tan lejos en este campeonato. Ya todo era posible. Ganar la final, ¿por qué no? Mi máximo respeto hacia ellos.

Todas esas sensaciones flotaban en el aire. Y allí estaba yo. Allí en Italia sitiendo lo mismo que ellos pero al revés. Mi mente sólo tenía una palabra: España. Mi país, mi patria, mi selección, mis colores. Rodeado del verde, blanco y rojo, mi corazón latía en rojo y amarillo. Pasaba por las calles y notaba las ganas de que rodara el balón y mi equipo aplastara a la Italia. Me veía yo sólo frente a todos ellos. Estaba contenido. No podía expresar nada porque ciertos tiffossi no dudarían en emplearse violentamente contra mí. Mi camiseta de la selección esperaba su momento en la maleta. Las pinturas rojigualdas aguardaban a resbalar por mi cara tiñéndome con los colores nacionales de España. Pero estaba atrapado en el país vecino y enemigo. Me encontraba sólo contra ellos. Tenía que crearme un pequeño reducto donde ver el partido y disfrutar del mismo...


Llegó la hora y me enfundé la elástica de mi selección, nuestra selección: España. Pinturas de guerra en la cara. Encerrado en un piso y desde la terraza del mismo, pizzas por delante en la mesa, me disponía a comerme a Italia: gastronómica y deportivamente. Oculto del peligro de los radicales y violentos. No estaba la cosa para tonterías. En la Piazza del Duomo no había nada rojo ni amarillo. Ni un alma española. Ni una bandera nuestra. Nada. Todo eran italianos ondeando sus banderas y luciendo sus bufandas y camisetas azules. Lógico. Estaba en su territorio. ¡Cuánto me acordaba de mi país en esos momentos! Y en esas salieron los jugadores al campo. Sonó el himno de Italia y se me pusieron los pelos de punta. Se escuchaba por las calles a un pueblo entero unido cantando su himno y eso desprende tal fortaleza que te contagias de ella. Acto seguido el himno español. Dos lágrimas rodaron por mis mejillas. Comenzaron las alineaciones y los italianos corearon y vitorearon cada uno de los nombres de su equipo, desde su guardameta Gianluigi Buffon hasta su delantero centro Mario Balotelli. Me disponía a escuchar silbidos y marabuntas cuando salieran los jugadores vestidos de rojo... Error. Los italianos en un enorme gesto de respeto y deportividad aplaudieron uno a uno a todos nuestros hombres desde Iker Casillas hasta el último en nombrarse que fue Cesc Fábregas. Un gesto que no olvidaré.
Emocionado al escuchar el Himno de España
Y rodó el cuero. Las calles de italia estaban desiertas. Todo el mundo contemplaba el partido. Aplausos para Cassano y Balotelli en el primer balón que controlaron arriba. Pronto comenzó a brillar la superioridad española y Xavi tuvo en sus botas el 1-0, pero el destino quería otra cosa. Mi apuesta tenía doble vertiente: o triunfo por la mínima de España o gol de Italia, catenaccio y cerrojazo que te crías y España a morir sufriendo. Me rondaba esa idea pero pronto se difuminó. Olía a algo grande. El dominio de España estaba siendo aplastante. Se mascaba el gol. Una España que no jugaba con delanteros pero que tenía una plaga de falsos nueves que hacía y deshacía a su antojo. En una de esas, un hombre canario, proviniente de esas islas tan alejadas de la península ibérica pero que derrochan más patriotismo que varias autonomías que radican en la península en sí, un jugón que está de dulce, remataba de cabeza un centro servido desde la banda derecha y hacía temblar las redes de la portería italiana. Gol. 1 - 0. Grité gol con fuerza y aplaudí. El silencio se hizo tenso cerca de mí y algún vecino se acordó de mi madre. Y yo de la suya. España dió un toque al freno y la azzurra se vino arriba. En unas de estas Cassano dió un latigazo que fue detenido por Iker, quién botó el cuero pisando el acelerador de nuevo. Y nació el segundo... Casillas sacó largo con el pie (curioso pues prácticamente nunca lo hace, ni con la selección ni con el Real Madrid). El saque del portero fue recibido por Xabi Alonso y con un precioso envío salvó las líneas de mediocampo italianas. Controló a placer Xavi Hernández y vió como por la banda izquierda el novedoso Jordi Alba reventaba en carrera a su defensor, el italiano Abate. Allá que puso el balón con un toque exquisito y el lateral mencionado ganó la carrera, la partida y la espalda a la squadra italiana plantándose sólo delante de Gigi Buffon quien observó como de nuevo el esférico atravesaba la línea de gol. Gol de España. Gol de Jordi Alba. España 2 - 0 Italia. Ahogué mi euforia y para no gritar y ser víctima de agresión alguna me mordí el labio tan fuerte que incluso sangré un poco. Sangre roja como la camiseta de nuestro país. Sangre roja como la que derramó Luis Enrique por el codazo de Tassotti. Rabia. Furia. Orgullo. Estábamos haciendo morder el polvo a los italianos. Y yo viviéndolo allí. En su país. Mi alma era una aldea irreductible implantada en Catania. Llegó el descanso.

Las calles de la mafiosa ciudad siciliana ya no desprendían la euforia incial. Pero si algo tiene Italia es la fortaleza de levantarse tran una gran caída y las tablas y experiencias ganadas a base de estar siempre presentes en las grandes citas futboleras. Las banderas seguían ondeando y no debíamos fiarnos. Sin duda el entrenador Prandelli haría los cambios oportunos y la Italia saldría a atacar, a hacer daño y a intentar por todos los medios equilibrar y posteriormente decantar la balanza hacia su lado. Pitó el árbitro y comenzó la segunda parte. 45 minutos separaban a España de hacer la mayor proeza futbolística de la historia. Encadenar la triple corona Eurocopa, Mundial y Eurocopa que nadie jamás había logrado. Ni siquiera la gran Alemania de los años 70 logró acercarse a dicho éxito. Ni trasladado al continente americano, la Argentina de Maradona tampoco lo consiguió. El balón rodaba en el césped y el tiempo corría en contra de los italianos. En el minuto 70 se iban apagando los orgullos, las banderas no ondeaban y Balotelli iba siendo autovíctima de su chulería, su prepotencia, su locura y su soberbia. Y a la soberbia hay que matarla y rematarla. Por eso el Niño, ese que al igual que Raúl en el Madrid "nunca hacía nada", salió al campo y poco después se encargó de agradecer nuevamente la confianza depositada por Don Vicente del Bosque en él y rematar la caída italiana. Con una caricia a la pelota la depositó rasa en el poste lejano de Buffon. 3 - 0. Las casas de apuestas se frotaban las manos. Nadie había esperado ese resultado. Sicilia estaba en total y absoluto silencio y tan sólo me limite a sonreir y aplaudir tranquilamente a Fernando Torres. Y para mayor colmo de alegrías, muriendo ya el partido y con la hinchada azzurra camino de casa, Juanillo Mata que llevaba en el campo dos minutos, en nombre de Fernando Llorente y del resto de jugadores que no han salido del banquillo pero son igual de partícipes en este triunfo, tumbó a la Italia poderosa marcando el cuarto tanto. España 4 - 0 Italia. Grandioso. Enorme. Increíble. Lo nunca esperado y lo nunca visto. Ya no pude contenerme y me levanté y grité. Y aplaudí. Y pataleé y escandalicé. Nadie osó decirme nada. Así de hundida estaba Italia. Ni siendo yo el único español que daba la cara por su selección allí tuvieron fuerza de unirse y decirme nada. Los vecinos ni se inmutaron y vieron como celebraba el triunfo de mi selección en su cara. Tan sólo el vecino de arriba salió a su balcón y miró y me vió bailar y gritar. Y se calló. Era inapelabe, rotundo, contudente. 4 - 0. Tampoco yo hice leña del ábol caído. Estaba en territorio hostil y lo tenía presente, muy presente, pero hubo varios minutos que lo único presente y patente era la victoria española. Se acabó el partido. España campeona. España haciendo historia. España 2008, 2010 y 2012. España campeona de la Eurocopa, España campeona del Mundial y España campeona de la Eurocopa nuevamente. Italia se quedaba con sus calles vacías.


Las lágrimas de los jugadores italianos eran el fiel reflejo de lo que yo veía en las calles de Catania: desolación. En ese momento me ví de nuevo la sangre que me había brotado del labio al morderme. Roja como la denominación de nuestra selección. Roja como nuestra camiseta. Roja como la misma sangre que tiñó la blanca camiseta de Luis Enrique. Te hemos vengado, compañero. Esta victoria también es tuya. Sicilia seguía en silencio. Casillas levantaba la copa hacia el cielo y los jugadores celebraban la victoria. Con lágrimas en la cara, con la euforia latente, con la rabia contenida, con la sangre en labio grité a tumba abierta ¡¡¡VIVA ESPAÑA!!! ¡¡¡CAMPEONES!!!

Y mis palabras rompieron el silencio de Sicilia y retumbaron en toda Italia.


El resto ya lo saben ustedes.

Dedicado a Antonio Puerta, Dani Jarque, Manolo Preciado y Miki Roqué. Siempre en nuestras mentes, siempre en nuestros corazones.
Y por supuesto dedicado a todos aquellos que siempre creimos y confiamos en Don Vicente del Bosque. Y a los que no... también. Eso sí, sus perseguidores y críticos ahora estarán disfrutando también de esta victoria, pero en su ego interno saben que se han llevado un ¡zas! en toda la boca y bien ganado y merecido. Esa es la verdad.