No sé si fue entre vasos de limoná o entre cucharadas de galianos, pero se me ocurrió la idea. Era buen momento y pensé que sería fructífera en todo. La Asociación Venta de Borondo y Patrimonio Manchego, a la que pertenezco e intento ayudar en todo lo que me resulta posible, está inmiscuida en dar a conocer la venta de la que toma el nombre (posible lugar conocido por Cervantes en el que se nombró caballero a Don Quijote, edificada en el siglo XVI, manteniéndose aún en pie con su estructura y diseño original, declarada bien de interés cultural, única que a día de hoy se conserva inalterada) y, evidentemente, en la lucha por su mantenimiento y restauración. A la par, la Hermandad de Pandorgos de Ciudad Real se encuentra trabajando para que la Pandorga sea declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional y está realizando actividades y visitas para dar a conocer más ampliamente la misma por todo el territorio. Me pareció genial intentar hacer una convivencia entre ambos colectivos para que el eco que hicieran los medios repercutiera en beneficio común y contacté para explicar mi invento con David Cejudo, presidente de la A.C. Venta de Borondo y con Agustín Cantero, presidente de la Hermandad de Pandorgos.
La acogida no pudo ser mejor por ambas partes y se concretó que por parte de los miembros de la A.C. Venta de Borondo se guisase un plato tradicional manchego y por parte de los Pandorgos se elaborase una típica limoná. El encuentro tendría lugar en la propia venta y allí pasaríamos toda la jornada de convivencia. Los Pandorgos podrían conocer detalladamente el lugar donde a Don Quijote se le nombró caballero y veló las armas y los miembros de la Asociación Cultural disfrutarían de un colectivo que es embajador de la Mancha y que expande sus tradiciones por donde va, además, siempre vestidos con la indumentaria regional para la ocasión, traje de rico o blusón de faena. En la prensa saldría la Pandorga, la Venta de Borondo, Don Quijote, los pañuelos de hierbas, los galianos y la limoná: Mancha manchega en estado puro. Mejores colectivos, mejor lugar, mejor actividad y mejor ocasión no podía haberlos. Se fijó como fecha el Sábado, 20 de Octubre y, personalmente y con una alegría enorme, asumí ser el cocinero del evento. Creo que todavía no soy consciente del privilegio que tuve: hacer un plato tradicional y cervantino para gentes buenas de la Mancha y para los Pandorgos en una cocina de gañanes con más de cuatrocientos años de historia y en un lugar íntimamente ligado al ingenioso hidalgo y su escudero. Para mí que amo mis raíces a más no poder era algo fascinante y grandioso. Quien bien me conozca sabrá lo enormemente feliz que me hacen estas cosas.
El caso es que a la sazón de las instantáneas que inmortalizaran la convivencia que hicimos, se puede ver el resultado de los galianos y la limoná y de como dimos buena cuenta de ambos. Tengo buenos amigos pandorgos que quedaron encantados con el trato, con el lugar y con el día que pasamos. E igual me ocurre con mis queridos compañeros de la A.C. Venta de Borondo quienes quedaron contentos con la jornada. Una lástima que a estos últimos nos lo haya conocido varios años antes, pues el patrimonio humano que conforman es excepcional. Y todos los que nos aunamos ese día para potenciar la Pandorga y la Venta compartimos lo mismo: amor a nuestras más profundas raigambres, a nuestra tierra, a nuestras costumbres y tradiciones y a la Mancha en su más pura y extensa definición. Fue un día que jamás olvidaré y que para mí persona quedará grabado a fuego. Prácticamente toda mi esencia cabe en lo que allí ocurrió: Don Quijote, Sancho Panza, la Virgen del Prado, pañuelos de hierbas, galianos y limoná en la Venta de Borondo. Y el que pueda que empate porque superarlo... no lo supera nadie.