No sabía si escribirle unas palabras o no. No sabía si pesaba más lo bueno que lo malo. No sabía si, quizás, la falta de dignidad demostrada en alguna ocasión sería mayor que los aplausos generados hace años. No sabía si denominarlo grande o no. No sabía si en los peores momentos debió defendernos más o tendió la mano en gala de educación. No sabía si hacerlo en caliente o esperarme. Finalmente he aguardado unos días y son estas líneas las que salen de mi alma cuando hablo de Iker Casillas. Que no os confunda el título del texto pues si he optado por llamarlo "Gran Capitán" no quedará exento de heridas de bala que, como todo capitán, tiene de las batallas y gestas, algunas forzadas y otras voluntarias. En todo caso he llegado a la conclusión de que, como siempre, no es tan fiero el león como lo pintan y ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos, pero conjugado todo ello con el doble filo del orgullo, buen orgullo de todo ser humano y a su vez mal compañero también llamado orgullo, se dan situaciones como ésta.
Iker ha sido el mejor portero del mundo y es el mejor portero que ha pasado por la historia del Real Madrid. Indiscutible e impepinable. Forjado con alma blanca desde que era niño me duele que no haya terminado su carrera deportiva en nuestro club. Me duele y mucho. Pero el Real Madrid está por encima de cualquier jugador que haya vestido su camiseta. Hala Madrid y nada más. La verdad es que no sé muy bien por qué se ha llegado a esta situación con Casillas pero sí que es sabido que el punto de inflexión fue Mourinho. El portugués dejó dividida a la afición y eso es tangible y verídico. Ahora hay que estudiar el por qué. Casillas venía ya de un tiempo estando entronado indiscutiblemente. La portería era su trono y se había acomodado. Suele ocurrir que cuando una persona está en un lugar año tras año y no recibe más que halagos a su tarea se aferra a su poltrona y no hay quien lo quite. Ocurre con los políticos, con los reyes, con los papas y con todo ser humano que se precie. Bien, Iker llevaba aferrado a su poltrona muchos años ya, ¡ojo!, con todo el merecimiento del mundo pues estaba un nivel inigualable. Pero también hay que reconocer que llevaba ya un tiempo finalmente esforzándose lo mínimo y viviendo de las rentas. Esto Mourinho supo verlo y darle un toque de atención. Lo veo lógico y por simple respeto al compañero así debe ser. Y aquí radica todo lo que ha desembocado en lo vivido los últimos días que ha supuesto su final de 25 años vistiendo la camiseta del Real Madrid.
El "toque de atención" (en el club que no en la selección) se convirtió en un doble ataque, algo merecido por no luchar por la titularidad y el excesivo acomodamiento, las cosas como son, pero totalmente desproporcionado técnica y públicamente. Además de perder su puesto sin fecha de vuelta se hizo patente un acoso y derribo hacia todo balón que tocase el guardameta por parte de la afición dominada por el entrenador, hasta tal punto que algunos que dicen ser madridistas iban al Bernabéu exclusivamente a pitarle y silbarle al jugador. Y si una persona, como aficionada, va al campo únicamente a despotricar contra un miembro de su equipo... mal vamos. El daño que se hace es irreversible. Ello generó una tensión que ha sido palpable hasta nuestros días. Y la prensa, gran culpable de todo lo ocurrido también, mientras tanto, contraatacando esa campaña "antiCasillas" haciendo otra campaña "antielotroportero", lo que llevó también al ojo del huracán a inocentes como Adán, Diego López y, últimamente y con otro entrenador, a Keylor Navas. Eso enfadó aún más a los anticasillas generados por Mourinho, pues veían como otros porteros del club eran también metidos en una batalla que ni les iba ni les venía. El debate de la portería culminó con Mourinho fuera del club y con una trayectoria pírrica de títulos para lo que se esperaba de él: Liga, Copa y Supercopa. Lo peor es que dejaba el peor legado que podía dejar: la afición partida y un debate abierto bajo los palos. Y mira que había sido grande la trayectoria...
Esto siguió así con la llegada de Ancelloti al banquillo del Real Madrid. El nuevo técnico apostó de inicio por Diego López bajo los palos en el trofeo doméstico y por Iker como guardameta en Copa y Champions. Por supuesto el nivel de Iker Casillas ya no era el que fue y cometió muchos errores, algunos garrafales. De hecho si no aparece la cabeza salvadora de Ramos en el minuto 92;48 de la final de Champions no habríamos ganado La Décima. Y aquí vino el gran error de Iker en esa temporada que podía haber sido la reconciliación: no reconocer su parte de culpa. Estaba tan cansado de la campaña que estaba sufriendo en contra que se cerró en banda a reconocer sus errores y que su nivel iba bajando. No reconoció nada y la prensa arropándolo terminó de avivar fuegos y de cargárselo. Estuvimos apunto de no ganar la Champions por él, estuvimos apunto de perder la Copa por él, nos metían goles impensables por él, no atajaba balones que antes lo hacía con los ojos cerrados, no despejaba bien, no salía de debajo del larguero... Y en la grada pitos, silbidos y más tensión. La presión para él era insufrible hasta tal punto que, este mismo año, un día se encaró con ese sector de la afición y mandó al personal a tomar por donde amargan los pepinos. Por otro lado, un enorme sector de la afición jamás dejó de confiar en él, de darle tiempo, de animarle, de corear su nombre. Y en ese maremágnum, el capitán logró levantar varios títulos. Pero su sonrisa no era igual. Es digno de alabanza lo que ha conseguido ese hombre: sobreponerse a la peor de las situaciones, aguantar carros y carretas y seguir levantando títulos. Y a la larga el único beneficiado de todo ello es el club, el Real Madrid. Curiosamente esa temporada Iker ganó los dos trofeos que jugó y la liga que la jugaba otro portero se esfumó. Mero dato.
Pero Iker, confiando de nuevo y haciendo todavía exquisitas paradas, aunque menos que antes, quiso volver a aferrarse a la poltrona. Habría tenido un final glorioso si conforme levantó la última conquista europea del Real Madrid se hubiese ido. Se habría machado a lo grande. Podría incluso haber dejado el sabor de boca en el club de decir: "Y aún con todo he vuelto a ser el Rey. Aquí os dejó mi legado y me voy siendo un campeón. Por la puerta grande y laureado". Pero no. Quiso continuar y además imponiendo su titularidad. Otro error. Si los guardametas impusieran como condición "me quedo si soy titular", Casillas jamás habría jugado en el Real Madrid, pues no habrían salido ni Buyo, ni Cañizares, ni Illgner, ni Adán, ni Diego López, ni tantos otros. Iker, amigo, el club está por encima de los jugadores. El escudo pesa más que cualquiera de vosotros. Te quisiste quedar sabiendo lo que había y la herida estaba sin cicatrizar y en la grada seguías recibiendo críticas por ese sector que jamás te perdonó ciertas cosas como que aguantases que el Barça se cachondease de nosotros y tu tendieses la mano a Xavi por el bien común. No. Un capitán muerde defendiendo lo suyo. Tu no lo hiciste. Se mofaban de nosotros y tu callabas otorgando. Eso dolió en los cimientos del club, pero tan grande era tu gloria que se te perdonaban muchas cosas. Y por el Real Madrid no dabas la cara en las derrotas y por la Selección sí. Eso no se hace. Te comportabas como capitán dependiendo de la elástica que vistieras: la del Madrid o la de España. Mal. Si eres hombre, lo eres siempre. Y el club es quien te paga. Tenías que dar la cara y no lo hacías. Aún así tus guantes deteniendo balones te hacían merecedor del perdón y de olvidar esas cuestiones. Y la prensa, culpable, muy culpable de lo ocurrido, la tenías a tu favor. Sus campañas ayudándote en esas situaciones innegables, incendiaban otros focos. Esos que te ensalzaban han sido tus verdugos. Y sabiendo todo eso, quisiste mantener el pulso y continuar aquí. Fuiste grande.
Y si quiso seguir es porque amaba el club sin duda, ya podéis decir lo que digáis. Un hombre que en esa situación sigue queriendo vestir la camiseta es porque ama el club y los colores. Y espero que nadie dude de todo lo que Don Iker Casillas ha dado al Real Madrid. Este último año se ha dado cuenta que ya no paraba como antes y que hemos encajado goles muy dolorosos por su culpa personal. Véase parte del 4-0 que nos endosó el Atlético o la derrota 3-4 en casa contra el Shalke que casi nos deja fuera de la Champions... Se ha dado cuenta e iba cambiando su conducta. Iba cediendo terreno. Pero sus detractores ya no tenían marcha atrás. Lo querían fuera. Y no recordaban ni respetaban toda la gloria que nos han dado sus guantes, incluso esta misma campaña, ha habido más paradas que cantadas. Sí señor. Ahí está la hemeroteca. Si lamentable fue su último partido en liga, 7-3 contra el Getafe, partido en el que se comió él solito los tres goles en contra, gloriosas fueron muchas otras intervenciones. Y repito: ahí está la hemeroteca. Pero ya era tarde. Muchas lágrimas esconde la historia.
Tendría que haber seguido pues se lo tenía ganado. Él solo se habría ido dosificando, él solo iba siendo consciente de que ya no era como era, él solo iba reconciliándose con todo. Habría ido diluyéndose poro a poco y habría finalizado sin vestir otro escudo que no fuera el de Concha Espina en el pecho. Él siempre quiso terminar aquí. Hay que tener memoria y recordar todo lo que nos ha dado. Sí, la famosa frase que tanto molesta a sus enemigos. "Todo lo que nos ha dado". Cierto es que todo lo conseguido no es suficiente para continuar, pues el tiempo pasa y las personas igual, pero no hay que olvidarlo. Recordad toda su trayectoria y ponerla en una balanza. ¿Qué pesa más: lo bueno o lo malo? Por supuesto que tiene manchas en el currículum. Todos las tenemos. Pero con todo para mí siempre será el gran capitán. El que levantó más trofeos, el que más gloria ha dado a este club en los últimos años, el que dio dos Eurocopas y un mundial a España y el hombre que lloró sinceramente al verse metido en una situación indominable que lo hizo tener que irse del club que amaba. Gracias capitán. Gracias Iker. Ya eres leyenda y tu despedida dejó a la afición coreando tu nombre y pidiendo la dimisión del presidente. Por algo será. Recordaremos tus paradas imposibles, tus vuelos inimaginables y tu magia en el uno contra uno. Disfruta del ocaso de tu carrera placenteramente. Y cada vez que la historia grite ¡¡Hala Madrid!! un trozo de nuestras gargantas llevará por eco tu nombre. Casillas: el gran capitán. Y ahora hay que seguir. El Real Madrid es grande. Siguió sin Juanito, siguió sin Di Stéfano, siguió sin Raúl... y seguirá sin Iker. Pero todos son historia. Historia honrada. Historia que tú haces, historia por hacer. ¡¡HALA MADRID!! Y nada más.
Iker ha sido el mejor portero del mundo y es el mejor portero que ha pasado por la historia del Real Madrid. Indiscutible e impepinable. Forjado con alma blanca desde que era niño me duele que no haya terminado su carrera deportiva en nuestro club. Me duele y mucho. Pero el Real Madrid está por encima de cualquier jugador que haya vestido su camiseta. Hala Madrid y nada más. La verdad es que no sé muy bien por qué se ha llegado a esta situación con Casillas pero sí que es sabido que el punto de inflexión fue Mourinho. El portugués dejó dividida a la afición y eso es tangible y verídico. Ahora hay que estudiar el por qué. Casillas venía ya de un tiempo estando entronado indiscutiblemente. La portería era su trono y se había acomodado. Suele ocurrir que cuando una persona está en un lugar año tras año y no recibe más que halagos a su tarea se aferra a su poltrona y no hay quien lo quite. Ocurre con los políticos, con los reyes, con los papas y con todo ser humano que se precie. Bien, Iker llevaba aferrado a su poltrona muchos años ya, ¡ojo!, con todo el merecimiento del mundo pues estaba un nivel inigualable. Pero también hay que reconocer que llevaba ya un tiempo finalmente esforzándose lo mínimo y viviendo de las rentas. Esto Mourinho supo verlo y darle un toque de atención. Lo veo lógico y por simple respeto al compañero así debe ser. Y aquí radica todo lo que ha desembocado en lo vivido los últimos días que ha supuesto su final de 25 años vistiendo la camiseta del Real Madrid.
Pero Iker, confiando de nuevo y haciendo todavía exquisitas paradas, aunque menos que antes, quiso volver a aferrarse a la poltrona. Habría tenido un final glorioso si conforme levantó la última conquista europea del Real Madrid se hubiese ido. Se habría machado a lo grande. Podría incluso haber dejado el sabor de boca en el club de decir: "Y aún con todo he vuelto a ser el Rey. Aquí os dejó mi legado y me voy siendo un campeón. Por la puerta grande y laureado". Pero no. Quiso continuar y además imponiendo su titularidad. Otro error. Si los guardametas impusieran como condición "me quedo si soy titular", Casillas jamás habría jugado en el Real Madrid, pues no habrían salido ni Buyo, ni Cañizares, ni Illgner, ni Adán, ni Diego López, ni tantos otros. Iker, amigo, el club está por encima de los jugadores. El escudo pesa más que cualquiera de vosotros. Te quisiste quedar sabiendo lo que había y la herida estaba sin cicatrizar y en la grada seguías recibiendo críticas por ese sector que jamás te perdonó ciertas cosas como que aguantases que el Barça se cachondease de nosotros y tu tendieses la mano a Xavi por el bien común. No. Un capitán muerde defendiendo lo suyo. Tu no lo hiciste. Se mofaban de nosotros y tu callabas otorgando. Eso dolió en los cimientos del club, pero tan grande era tu gloria que se te perdonaban muchas cosas. Y por el Real Madrid no dabas la cara en las derrotas y por la Selección sí. Eso no se hace. Te comportabas como capitán dependiendo de la elástica que vistieras: la del Madrid o la de España. Mal. Si eres hombre, lo eres siempre. Y el club es quien te paga. Tenías que dar la cara y no lo hacías. Aún así tus guantes deteniendo balones te hacían merecedor del perdón y de olvidar esas cuestiones. Y la prensa, culpable, muy culpable de lo ocurrido, la tenías a tu favor. Sus campañas ayudándote en esas situaciones innegables, incendiaban otros focos. Esos que te ensalzaban han sido tus verdugos. Y sabiendo todo eso, quisiste mantener el pulso y continuar aquí. Fuiste grande.
Y si quiso seguir es porque amaba el club sin duda, ya podéis decir lo que digáis. Un hombre que en esa situación sigue queriendo vestir la camiseta es porque ama el club y los colores. Y espero que nadie dude de todo lo que Don Iker Casillas ha dado al Real Madrid. Este último año se ha dado cuenta que ya no paraba como antes y que hemos encajado goles muy dolorosos por su culpa personal. Véase parte del 4-0 que nos endosó el Atlético o la derrota 3-4 en casa contra el Shalke que casi nos deja fuera de la Champions... Se ha dado cuenta e iba cambiando su conducta. Iba cediendo terreno. Pero sus detractores ya no tenían marcha atrás. Lo querían fuera. Y no recordaban ni respetaban toda la gloria que nos han dado sus guantes, incluso esta misma campaña, ha habido más paradas que cantadas. Sí señor. Ahí está la hemeroteca. Si lamentable fue su último partido en liga, 7-3 contra el Getafe, partido en el que se comió él solito los tres goles en contra, gloriosas fueron muchas otras intervenciones. Y repito: ahí está la hemeroteca. Pero ya era tarde. Muchas lágrimas esconde la historia.
Tendría que haber seguido pues se lo tenía ganado. Él solo se habría ido dosificando, él solo iba siendo consciente de que ya no era como era, él solo iba reconciliándose con todo. Habría ido diluyéndose poro a poco y habría finalizado sin vestir otro escudo que no fuera el de Concha Espina en el pecho. Él siempre quiso terminar aquí. Hay que tener memoria y recordar todo lo que nos ha dado. Sí, la famosa frase que tanto molesta a sus enemigos. "Todo lo que nos ha dado". Cierto es que todo lo conseguido no es suficiente para continuar, pues el tiempo pasa y las personas igual, pero no hay que olvidarlo. Recordad toda su trayectoria y ponerla en una balanza. ¿Qué pesa más: lo bueno o lo malo? Por supuesto que tiene manchas en el currículum. Todos las tenemos. Pero con todo para mí siempre será el gran capitán. El que levantó más trofeos, el que más gloria ha dado a este club en los últimos años, el que dio dos Eurocopas y un mundial a España y el hombre que lloró sinceramente al verse metido en una situación indominable que lo hizo tener que irse del club que amaba. Gracias capitán. Gracias Iker. Ya eres leyenda y tu despedida dejó a la afición coreando tu nombre y pidiendo la dimisión del presidente. Por algo será. Recordaremos tus paradas imposibles, tus vuelos inimaginables y tu magia en el uno contra uno. Disfruta del ocaso de tu carrera placenteramente. Y cada vez que la historia grite ¡¡Hala Madrid!! un trozo de nuestras gargantas llevará por eco tu nombre. Casillas: el gran capitán. Y ahora hay que seguir. El Real Madrid es grande. Siguió sin Juanito, siguió sin Di Stéfano, siguió sin Raúl... y seguirá sin Iker. Pero todos son historia. Historia honrada. Historia que tú haces, historia por hacer. ¡¡HALA MADRID!! Y nada más.
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