Detalle del perfil de Don Quijote en el pañuelo de Dulcinea |
Hoy traigo una colección de pequeños secretos de Ciudad Real que no todos conocen y menos aún los que se dedican a criticarla sin saber nada de ella ni residir en la misma. Evidentemente no me voy a dedicar a descubrirlos yo puesto que están a la vista de cualquiera que quiera verlos o se interese por ellos. Pero claro, hay que querer. Y es más fácil hablar sin saber que ponerse a indagar y a conocer para algunas personas. Seguramente si a esas gentes les preguntase si alguna vez han subido al Camarín de la Patrona, si saben en qué bar los camareros visten con blusones de mil rayas o si conocen dónde está el pozo de agua dulce que da nombre a una calle, las respuestas fueran todas negativas. Y a la par dirían que Ciudad Real no tiene nada. Cierto es que no es una gran urbe y que el patrimonio que tenía no se ha conservado pero goza de sus encantos y tiene sus secretos por las calles. Eso de tildarla de vacía es cuanto menos discutible. Lo primero para hablar de algo con cierto conocimiento de causa es conocerlo y mucha gente no conoce Ciudad Real. Me refiero inclusive a muchos de los que aquí residen y conviven. Esos son quienes cuando reciben alguna visita lo primero que hacen es llevarla a la Plaza Mayor de Almagro porque no saben ni qué lugares mostrar de su ciudad. Esas gentes que no saben ni el significado del pañuelo de hierbas y que confunden limoná con sangría. A todos ellos estas líneas les mostrarán algunos secretos y retazos de Ciudad Real que creo que les gustará saber que existen. Y lo mismo hasta los buscan y los visitan...
Detalle de los impactos de las balas en las rejas del Obispado |
Por ejemplo, un ciudadrealeño de pro además de saber que existen diversas representaciones de Don Quijote repartidas por toda la ciudad, debe saber que el más emblemático es el situado en la Plaza del Pilar, el mayor en tamaño el situado en la rotonda de la Estación de Autobuses y el más pequeño el que se encuentra grabado en el pañuelo que luce la estatua de Dulcinea situada tras el Ayuntamiento. ¡Qué menos! Digo yo. Pues no. Casi ninguno lo sabe. Sigo. Gentes de esta muy noble y leal villa no es que ni sepan quién nos concedió el título de ciudad, es que ni siquiera saben que fue Juan II y que tiene dedicada una calle y una estatua ecuestre ubicada en el paseo central de los Jardines del Torreón. Cuanto menos si les hablo de que en las rejas de las ventanas del Obispado pueden verse aún los impactos de las balas de la Guerra Civil. Ni que decir tiene que ignoran la existencia del Callejón donde se encuentra el antiguo pozo que antes mencionaba y que da nombre a la calle Pozo Dulce que conecta la Ronda con el centro de la ciudad. Y si ya les preguntamos si alguna vez han visitado por dentro la Puerta de Toledo, si saben por qué está inclinada una columna de San Pedro, si conocían que Ciudad Real formaba parte de la Santa Hermandad (primer cuerpo de seguridad ciudadana de España) o si se han molestado en observar la tapa de alcantarilla que rememora la fundación de Villa Real, apaga y vámonos. Pero claro. Es que Ciudad Real no tiene nada que enseñar o contar. Y lo que no tienen nada son sus tristes mentes que no conocen ni la historia del lugar en el que viven.
Tapa conmemorativa de la fundación de Ciudad Real. |
Y si seguimos rascando me gustaría saber cuántos de los que critican mi ciudad saben por qué se llama el Perchel al Barrio de Santiago, dónde estuvo la casa de Sarah "la judía conversa", qué peculiaridad a nivel europeo tiene nuestra Catedral, quién nos otorgó la Carta Puebla, de dónde viene el mote de culipardos, quiénes fueron los protagonistas de la leyenda de la Cruz de los Casados, cuál es la administración de lotería "El árbol de la suerte" y por qué se llama así, en qué bar puedes pedir una ración de salsipuedes, cuál es la estatua más conocida de Kiriko, dónde ocurrió la batalla de Malastardes, en qué lugar se encuentra la cabeza de toro más antigua de la ciudad, cuál es la más carismática y antigua edificación de Ciudad Real, etc etc. Y así podría seguir llenando líneas y líneas de preguntas en cuya respuesta se halla un lugar que esconde algún secreto de esta pequeña capital manchega.
Ya lo de visitar el Palacio de la Diputación, el Palacio de Medrano, la Casa de Hernán Pérez del Pulgar, el Museo Elisa Cendrero, el Museo Diocesáno, el Parque Juan Pablo II, el Parque de los Poetas, el Convento de los Mercedarios, el Convento de las Carmelitas, el Salón de Baile del Casino, el antiguo Hospital de la Misericordia, etc, lo dejamos para otro día, no vaya a ser que descubramos que Ciudad Real tiene muchas cosas por ver para quién no la conoce o para quien la ignora aún estando en ella y los etiquetemos de estultos. Y con razón. En fin, quien quiera ver que vea que hay y no poco. Respeto a los que tantas veces pasan por delante de un lugar que ya ni los asombra pero que lo valoren y sean conscientes del mismo. Un parisino no se asombra a diario de la Torre Eiffel porque está acostumbradísimo a ella. Pero, ¡ojo!, es consciente de lo que es, de su valor y de su historia. Tomen nota. ¡¡Viva Ciudad Real!! Salud y limoná.
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