Como un suspiro entrañable, como un halo de felicidad inesperada, como una estrella fugaz ante una esperanzadora mirada, como una frágil pompa de jabón en la mano de un niño, como el crujido de una barra de pan recién horneada, así pasó Agosto. Raudo, veloz, sonriente, acelerado al igual que las agujas del reloj cuando giran a ritmo de ventilador aunque realmente lo hagan marcando el mismo son cada segundo, así pasó Agosto. Y ha sido exprimido de principio a fin y creo que de cada día podría dar un recuerdo en una línea. Lo he disfrutado mucho, me ha traído momentos muy felices, sorpresas, alegrías, esperanzas, reencuentros, sueños, ideas y fortaleza. Este mes me ha forjado en la retina imágenes preciosas, me ha hecho reír, llorar de alegría, de ilusión, de puro amor, me ha hecho disfrutar las vacaciones como hacía años que no lo hacía. Ha sido un mes muy muy bueno. Comenzó con mi amado Camino de Santiago y concluyó con esos días de conserva paciente que aguarda los fríos días del invierno y los destellos de sol de una nueva y recién estrenada primavera. Y entremedias lo que más quiero: familia, amigos, costumbres y tradiciones. Así pasó Agosto. Comencé las vacaciones haciendo uso del latinismo que anualmente repito: prima non datur et ultima dispensatur (la primera no se da y la última se dispensa). En el argot estudiantil sirve para pedirle al profesor que sea benevolente el primer y último día de curso y no enseñe materia. Así lo aprendí y así lo aplico desde entonces a mi trabajo. Costumbres que tiene uno. Puedo decir que mi Agosto comienza el 30 de Julio y culmina el 1 de Septiembre. De la limoná al despacho. Quien me conoce no requiere más explicación. Pasó el Día de la Zurra, pasó la Pandorga y pasó Agosto.
Era el mismo día 1 del octavo mes cuando a media mañana me calzaba las botas, me ponía la mochila y retomaba el Camino de Santiago donde lo dejé el año pasado. El AVE nos llevó a Madrid a mi padre y a mí. De allí un autobús nos condujo hasta Santo Domingo de la Calzada donde detuvimos la andadura el pasado año y nos aguardaba Iñaki, vértice de nuestro triángulo peregrino. Y desde la localidad calceatense hasta la Pulchra Leonina nos llevaron las botas. Once preciosos días de camino terminando de recorrer La Rioja, recorriendo enteras Burgos y Palencia y adentrándonos profundamente en León. Y entremedias risas, encuentros, reencuentros y magia. Sí, magia. El Camino tiene magia y quien bien lo conoce lo sabe. Si con algo me quedo de la andada de este año es que es la segunda vez que paso por Castilla y me sigue enamorando. No entiendo a los peregrinos que quieren evitar este tramo y perderse encantos como Castrojeriz, Frómista, Carrión de los Condes o Bercianos del Camino. En fin... Si la primera vez que pasé por allí con mochila y bordón fue buena, ésta ha sido espectacular. Y llegó. Llegó un momento que se venía fraguando durante cinco años y hasta hace unos meses no supimos si podríamos siquiera intentar que se repitiera. Finalmente se pudo intentar y mágicamente sucedió. Mismo camino, mismo pueblo y misma gente. Increíble. Hace un lustro conocimos a una persona entrañable y peculiar en un pueblecito que se llama Hornillos del Camino. Este año hemos vuelto a pasar por allí y ¡¡nos encontramos con él!! Esas cosas las entiendo como un regalo de la vida pues despiertan algo en el alma que suele estar dormido. Con vosotros Ramón, el melenas. Un hombre especial, sin duda.
Simplemente esa pequeña anécdota ya hizo que este camino fuera especial. Nos detuvimos en León y ya soñamos con retomar el Camino y llegar a Santiago de Compostela. Dios dirá el año que viene. Lo mismo aguardamos a ese último y gran tramo para el año 2021 que es año Santo y el año que viene hacemos el Epílogo y Triángulo Esotérico Santiago-Muxía-Fisterra. Tengo un año para estudiarlo y creedme que en el Camino pienso todos los días. Y sí, alguna vez seré hospitalero. No se me va de la cabeza. Es otra cara del Camino que quiero vivir. Así volví a mi tierra y era ya mediados de Agosto. Y nada más llegar a Ciudad Real cumplí como dice la seguidilla "mañana voy a verte ciudad realito y a la Virgen del Prado lo primerito". Y de qué manera. Este año me he hecho hermano e hijo de la Patrona. Me impusieron la medalla y he salido por primera vez en mi vida con traje y corbata alumbrándola. En el Cielo sonreía mi abuela. Y yo más feliz y soñador no podía estar. Esa mirada azul de la Reina de Ciudad Real la llevo clavada muy dentro. Ha contemplado mi niñez, mi infancia, mi adolescencia, mi madurez y espero que me siga contemplando y escuchando.
Entre tanto ha habido días de Ferias y Fiestas, de piscina, de barbacoas y de estar viviendo unos días en el chalet disfrutando de los míos y de mi pasión por los guisos de sartén y lumbre. Y Agosto seguía su curso, sin detenerse, regalando sonrisas y momentos preciosos. Mi niña Claudia con dos añitos y medio ya disfruta de las atracciones y le gusta subirse a los cochecitos y saltar en las camas elásticas. ¿Cómo no va a pasar rápido el tiempo mientras la veo disfrutar tanto? Sin darme cuenta era ya día 22, Octava de la Virgen del Prado. Fin de ferias y todavía me quedaba una semana libre. La he aprovechado para disfrutar del campo. Este año no ha habido días de playa. Gemma se ha pasado trabajando todo el Verano y no ha podido ser. Pronto haremos alguna escapada que también son necesarias. Ya llegarán tiempos mejores al respecto de cuadrar entre ambos agendas y eventos. Eso sí, los fríos días de invierno como decía al principio ya tienen caldo hecho para convertirse en sopa. Y el bacalao de la Cuaresma ya tiene sus tarros de tomate frito en conserva preparados. Y esos Sábados aventureros de huevos fritos y pisto ya están en marcha tras pasarme horas con la paleta en la mano. Luego cuando llegan esas fechas me acuerdo de estos días recién pasados. He exprimido el mes, sin duda. Pasó Agosto como una exhalación. Y hay que seguir. Siempre hay que seguir. Ya hay nuevos sueños en el horizonte.
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