Ríanse, ríanse de nuevo que ya lo hicieron. Cuando digo que lo mejor es la rutina una vez que la tenemos ya formada a nuestro deber y antojo me dicen que estoy loco, que eso es un aburrimiento y que hay que dejar paso a la aventura. Y se ríen de lo que digo. Bien pues ríanse otra vez si quieren pero ahora ven que es cierto. Se han pasado meses viviendo una aventura inesperada, de esas que añoraban, de esas que son imprevisibles, de esas que hay que dejarles paso para que rompan la rutina y resulta que estaban deseando volver a la normalidad, es decir, a la rutina. Ustedes que se reían de los que gustamos de tener la agenda planificada y llena. Ustedes se han visto inmersos de golpe en tal aventura azotando a la vida que les ha privado de sus trabajos, de sus prácticas habituales, de sus ratos de improvisación, de sus familias y amigos y, lamentablemente en algunos casos, hasta de un ser querido. Y ustedes, tan risueños meses atrás y tan graciosos comentando acerca de los que somos felices con una rutina establecida que en ocasiones nos ha costado años orquestar, han estado suplicando que volviera todo a la normalidad, a su normalidad, a su rutina, vamos, a la de ustedes, a la de los que decían no tenerla y sin embargo viven en el dos y dos son cuatro, trabajo de tal a tal hora, los Lunes voy a inglés, los Miércoles juego al pádel, los Jueves voy de cañas, los fines de semana alterno uno en el pueblo y otro en la ciudad y los Domingos como paella esté donde esté. Ríanse, ríanse de las barbas de su vecino pero cuando ustedes las tengan afeitadas porque los rutinarios que se las dan de aventureros son ustedes. Y hoy no vengo a a reírme yo, pero voy a poner el punto en la i.
No fueron pocos los que hace meses, cuando vertí unas líneas diciendo que todo ser humano lo que necesita para vivir cómodo y feliz es tener establecida una rutina de actividades y comportamientos, me tacharon de chalado. No sé si es que no lo entendieron o no lo quisieron entender. Pero así fue. Y les hace gracia cuando yo en el mes de Enero planifico el año que tengo por delante e intento, en lo que está en mi mano, que se cumpla. Quizás pasan por alto el detalle de la oración "en lo que está en mi mano" porque nadie es dueño del destino y de lo que el mismo traiga. Cojo mi agenda me marco las metas y lucho por ellas en lo que de mí depende pues es la única forma de intentar lograrlas y luego disfrutarlas. Pero claro, eso conlleva rutina y constancia. ¡Qué aburrido! Y sí, me aburro mucho. Vamos, muchísimo. Ya ven que aburrido estoy: no me faltan nunca planes, ni tiempo de ocio, ni gente con quien pasar un rato. Raro es el tiempo que no estoy haciendo faenas nuevas o trasteando tareas de antaño. Jamás estoy quieto mucho tiempo sin excursiones o viajes. Y, entremedias de todo ello, tengo mi familia, mi trabajo, mis costumbres y mis aficiones que no son pocas. Y sí, efectivamente es una rutina: vivir lo más feliz que pueda conjugando lo que traiga la propia vida y lo que yo pueda aportar.
Y todo ello viene por este tiempo llamado "nueva normalidad". ¿Qué es eso? ¿Hemos recuperado (o estamos en ello) nuestra rutina de antes o estamos iniciando una nueva? ¿Dónde están los aventureros que huyen de planificaciones y ven que ahora no dominan ellos su agenda vital? La "nueva normalidad" es una chufla. Mientras sigamos con uso obligatorio de mascarillas y saludándonos con el codo la situación no es normal. Y eso no es que lo diga yo, es que así. Vendedle la moto a otro. Otra cosa es que nos tengamos que adaptar a ella y seguir viviendo. Evidentemente no podemos estar sumisos y viviendo con miedo, hay que vivir, pero hay que ser conscientes también de que la vida sigue pero no como quisiéramos y nos gustaría sino que vuelve a su rutina de la manera que ella quiere y nos va revelando conforme acaece. Que ahora para ir al cine hay que asistir con el inseparable gel hidro alcohólico, la mascarilla y no se pueden llenar las salas, bien, pero que quien podía antes ir por costumbre un miércoles ahora puede también ir y apuntarlo en la agenda como un plan, también. Por lo tanto, la rutina va volviendo y los planes aflorando. Se trata de seguir viviendo de la manera más feliz posible que se pueda y que nos dejen.
Así es que ríanse, ríanse y a la vez lloren y sucumban al reconocimiento de que la mejor manera de vivir es la rutinaria, la que llena las agendas de planes forjados con ilusión, la que parece que nos encorseta al calendario pero en realidad nos hace gozar de la libertad de tener el tiempo ocupado por contradictorio que parezca. Porque tener el tiempo ocupado es vivir, es compartir, es soñar, es recordar y es avanzar por un camino que creemos moldeable y dominable. Podemos quedar y desquedar, hacer y deshacer, estar atados al horario laboral y a las obligaciones, estar libres en los ratos de descanso y llenar como más nos apetezca el resto del tiempo. Y precisamente eso lo llevamos haciendo muchos (me incluyo) desde hace años mientras otros creen vivir a lo loco y a la aventura en un mundo que dominan y que, en realidad, cuando la vida se pone seria como ahora, se demuestra que no es así. Ríanse pero de verdad. Ríanse porque la vida les da la oportunidad de disfrutar de ella y les regala una agenda que llenar con los familiares y amigos. Vivan, vivan como mejor puedan, siguen vivos y conviviendo con una pandemia que ya es histórica e historia viva y real. Esa es la única verdad y "nueva normalidad" que existe. Amóldense, disfruten de todo lo que esté al alcance de sus manos, reconozcan que la mayor comodidad y confort es la rutina y sueñen con mil proyectos por cumplir. Y cuando los cumplan, rían de nuevo de felicidad. Ya volveremos a la normalidad, a la real, a la de siempre, a la "normal" de verdad. Pero por ahora lo normal es esto, ni viejo ni nuevo, esto, lo que hay, lo indominable, lo que nos crea sin saberlo nuestra rutina. Rían, vivan y sonrían. ¡Hasta otra!
Así es que ríanse, ríanse y a la vez lloren y sucumban al reconocimiento de que la mejor manera de vivir es la rutinaria, la que llena las agendas de planes forjados con ilusión, la que parece que nos encorseta al calendario pero en realidad nos hace gozar de la libertad de tener el tiempo ocupado por contradictorio que parezca. Porque tener el tiempo ocupado es vivir, es compartir, es soñar, es recordar y es avanzar por un camino que creemos moldeable y dominable. Podemos quedar y desquedar, hacer y deshacer, estar atados al horario laboral y a las obligaciones, estar libres en los ratos de descanso y llenar como más nos apetezca el resto del tiempo. Y precisamente eso lo llevamos haciendo muchos (me incluyo) desde hace años mientras otros creen vivir a lo loco y a la aventura en un mundo que dominan y que, en realidad, cuando la vida se pone seria como ahora, se demuestra que no es así. Ríanse pero de verdad. Ríanse porque la vida les da la oportunidad de disfrutar de ella y les regala una agenda que llenar con los familiares y amigos. Vivan, vivan como mejor puedan, siguen vivos y conviviendo con una pandemia que ya es histórica e historia viva y real. Esa es la única verdad y "nueva normalidad" que existe. Amóldense, disfruten de todo lo que esté al alcance de sus manos, reconozcan que la mayor comodidad y confort es la rutina y sueñen con mil proyectos por cumplir. Y cuando los cumplan, rían de nuevo de felicidad. Ya volveremos a la normalidad, a la real, a la de siempre, a la "normal" de verdad. Pero por ahora lo normal es esto, ni viejo ni nuevo, esto, lo que hay, lo indominable, lo que nos crea sin saberlo nuestra rutina. Rían, vivan y sonrían. ¡Hasta otra!
Tampoco te regodees en la añoranza de rutina en aquellos que la denostaban. Más todavia cuando detrás de ese desprecio se escondía el postureo o el querer ir a favor de corriente, decir lo que piensas que los demás quieren oír pero no lo que simplemente piensas. La rutina consiste en hacer siempre lo mismo, no en planificar cosas distintas. Al final el que no prepara y planifica es el que acaba haciendo siempre lo mismo...aunque luego en conversaciones para quedar bien diga que lo mejor es ir a la aventura, a lo que surja. No te enfades ni ahora te crezcas, simplemente pregunta a quien veas ensalzar la improvisación y criticar la rutina que te diga casos concretos, aplicaciones reales palpables de esas afirmaciones tan generalistas y viendo antes: aventura, improvisación, libertad.
ResponderEliminarY viendo antes no. Y biensonantes. A mi corrector de texto le gusta mucho la improvisación y la aventura.
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