Hoy nuevamente es día 16 de Julio, día de la Virgen del Carmen. Hace un año exactamente, tal día como hoy, escribí acerca de mi abuela Carmen, felicitándole la onomástica. Este año las líneas van destinadas a ensalzar la figura de la Reina del Carmelo. La Virgen del Carmen es, sin duda, la procesión de gloria que desde más pequeño recuerdo. Todos los años con el calor del estío en estos lares me acercaba a ver su desfile y siempre había algún motivo "plenamente cofrade" que nos atraía a todos los que gustamos y compartimos esa afición: ver una banda de cornetas y tambores, escuchar alguna marcha nueva, soñar con algún día sacar ese paso a costal o, simplemente, tomarnos unos botellines en la verbena hablando de lo que nos gusta. Han ido pasando los años y allí seguimos los cofrades disfrutando de esta Hermandad de Gloria. Si bien ya no encabeza el desfile procesional ninguna banda de cornetas y tambores como otrora fuere, sí que la Virgen del Carmen es portada a costal. Y por supuesto, si algo no ha cambiado, son los botellines y la verbena. Eso se mantiene. Y como habéis podido deducir y muchos ya sabéis, allí estaré, no en los botellines (también, pero luego) si no con el costal. Toca pasear a la Virgen del Carmen y Patrona de los Marineros.
La cuadrilla estamos citados a las 19:30 horas allá en la Plazuela de la Virgen del Carmen, donde se encuentra la puerta principal del Convento de las Carmelitas por la que sacaremos a su Patrona en humilde procesión. Un año más el calor bajo la parihuela hará que los costaleros demostremos nuestro buen hacer por una afición que nos gusta y nos une en torno a una arpillera y una faja. Ya lo dice la raza costalera: "Yo no saco cofradías, yo paseo la Fe".
Este año la procesión de la Virgen del Carmen será especial para mí. Hay muchos motivos que me invitan a que así sea y, contrario a otra veces en que me gusta compartir con vosotros el por qué, esta vez no los diré. No es que sean dignos de secretismo u oscurecimiento pero cuando existe una conversación entre dos a través de la fe, sólo esos dos deben intervenir. Uno soy yo. El otro pudiera ser el Padre Eterno Nazareno, Señor de la Ciudad que en San Pedro habita, la propia Virgen y Reina del Carmen Soberana o la mínima y dulce, hija de un zapatero, Santa Angelita de la Cruz que tantas veces habré visitado en la Ciudad de María, Híspalis y bética urbe, ciudad de los sueños. Quedaos simplemente con ello y acordados al ver el paso de la Virgen del Carmen. Los botines blancos del zanco derecho de la cuadrilla alta irán calzados por mi y racheando con dulzura oraciones y alabanzas iré meciendo a la Reina Carmelitana.
Sacar una cofradía paseando la fe siempre me ha gustado, pero el súmmun del costalero es cuando a su bendita afición se le une arte, tesón, creencia, sentimiento y pasión. Y hoy tendré todo ello bajo la trabajadera de la Virgen del Carmen. Todo ello y amigos. Lucharé contra el calor precisamente con un abrigo: el que da un hombro amigo y una oración. Refrescarán mi trabajo los designios divinos. Y aliviarán mi peso las metas del destino. Hoy puede ser cuando de una simiente cofrade nazca un nuevo cofrade y juntos emprendan su Camino. Tú, Santo Patrón, sabes bien lo que digo. Hágase tu voluntad y no la mía, Rabí. Yo pasearé a tu Madre por el Carmen Soberana...
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