Las últimas líneas que vierto este año en el blog son para ti, estrella fulgurosa de mi mañana, lucero del alba perfumado de gloria, sueño de los despiertos que tus sentires encandilan, ascua incandescente del incienso de mi alma, esencia de azahar que mi cuenta atrás predica, voluta del humo de mis turiferarios, cera derretida de elegantes candelerías, eterno bamboleo de techo de palio, potente levantá de misterio bíblico, cuna de mis deseos y creadora de mis sentimientos, te necesito día a día. Los hay que nacemos tocados de la vara de gracia del sentir cofradiero y en cada esquina vemos una revirá, en cada instrumento una marcha, en cada noche una Madrugá, en cada paso un racheo, en cada época una evocación, en cada momento una añoranza, en cada instante una esperanza... Día a día te necesito, amada mía.
Jartibles que nos llaman y nos llamamos con ese tono de entre guasa y sorna andaluza, somos así. Y yo lo soy. Y lo proclamo. Y me enorgullezco de ello. Y contagio a todo aquel que quiera dejarse, voluntariamente, contagiar de este embrujo. Pudiéramos ser ya febriles en nuestra pasión pero sin ella no vivimos y por eso hoy le escribo de nuevo. Incomprendidos por unos, locos por otros, tachados de aquesta y aquella manera por otras gentes mientras nosotros somos felices con unas someras baquetas de tambor. Eso sí, si hay una familia unida esa es la nuestra. Allí donde haya un redoble mal afinado en un incipiente Diciembre, un sólo de corneta en el mes de Julio, un cirio humeante en un recién estrenado Octubre, un costal recién planchado por el mes de Mayo, una túnica oliendo a naftalina en un nuevo Abril o un calendario que avanza descontando días hacia un anhelado Domingo de Ramos... Allí estamos nosotros.
Y como somos los cofrades (y así soy yo) incansables de lo nuestro, extenuantes hasta la saciedad de eternas charlas sobre una mal tallada voluta en madera de caoba en la manigueta izquierda trasera del paso de misterio de aquella hermandad, en entretenernos en contemplar en silencio durante una docena de repeticiones que llegan a rayar el dvd de "Momentos Cofrades 2008", para parir horas de comentarios posteriores, sobre esa revirá del palio de aquella otra hermandad en la que entre los compases cuarto y séptimo de la marcha perdieron el son los peones del costero derecho, y como somos así los cofrades (y así soy yo), incansables de lo nuestro, decía, hoy vengo a decir de nuevo que te necesito, amada mía. Porque sin ti pudiera tenerlo todo, pero todo sin sentido. Porque mi trabajo no sería igual si entre los recesos del tecleo incesante del ordenador no silbase un Réquiem de vez en cuando. Porque en casa no sería la misma persona si no saliese de la ducha y cogiese una toalla para imitar la cadencia silenciosa del ropaje del San Juan de la Amargura. Porque yo no sería el mismo si en el salón de mi hogar no luciese un azulejo que me regaló mi Agrupación Musical y un divertido incensario verdiblanco con destellos macarenos. Porque mi día a día no sería el mismo si no llegase al Juzgado en coche sonando Alma de Dios. Porque un cofrade no es cofrade si no charla en Nochebuena de las novedades que esperan en los ensayos de costalero de una pronta primavera...
Por eso, hoy, a día 30 de Diciembre y a punto de empezar un nuevo año, muchos hacen sus listas de deseos, propósitos y enmiendas, pero nosotros ya soñamos con una nueva Semana de Gloria. Y ojo, que también los cofrades hacemos nuestras listas, pero de costero a costero. Que también nos planteamos propósitos y enmiendas, pero que hay algo que nos diferencia y un sentimiento que nos une. Mientras pensamos en pasar mañana una buena NocheVieja, soñamos ya (si es que alguna vez hemos dejado de hacerlo) en un vaivén de antifaces de colores por las calles que van camino de sus templos para iniciar su estación de penitencia. Y muchos piensan: es todos los años lo mismo. Y no lo es. Cada año la emoción es diferente. Cada año los sentimientos son distintos. Cada año cada vuelta es mágica, cada revirá inolvidable, cada levantá irrepetible, cada gota consumida no volverá a ser cera iluminante, cada paso un avance que no volverá atrás. Para nosotros las cofradías están presentes todos los días, en cada acción, en cada segundo. Siempre.
Citas, igualás, ensayos, calendarios, costales, fajas, papeletas de sitio, pregones, carteles, actos, traslados, salidas, revirás, levantás, vueltas, recogidas, misterios, palios, alegorías, saetas, silencio, racheos, esparto, cíngulos, sandalias, túnicas, botonaduras, cirios, varas, estandartes, gallardetes, maniguetas, bambalinas, cornetas, tambores, clarinetes, platillos, trompetas, bombos, gentes, bullas, galas, olores, sabores, sensaciones, ventanas, balcones, niños, ancianos, costaleros, aguadores, capataces, contraguías, nazarenos, penitentes, templos, capillas, oraciones, bendiciones, claveles, azucenas, velas, candelerías, zancos, parihuelas, tallas, imágenes, ilusiones, tradiciones, costumbres, vivencias, sueños, anhelos, deseos... ¡¡Todo a ti me recuerda!! Podría llenar líneas y líneas de palabras que englobas. Eres mi pasado, presente y futuro. Eres mi todo y contigo despido el año. Es justo tu homenaje porque en ti pienso día a día. ¿Te queda claro? Te necesito, amada mía.
Semana Santa, te quiero, te amo, te necesito. Porque nací en tu seno y no recuerdo mi vida sin ti, porque estoy tan íntimamente ligado a ti que no concibo cómo para muchos no eres nada, porque mis recuerdos de infancia más incipientes me evocan a una calle Altagracia con aroma de torrijas y redobles de tambores, allí donde mis abuelos dieron lugar a este cofrade que hoy se enorgullece de serlo, porque llevo "oliendo a cera" toda la vida, porque he sido músico de bandas, portador en los traslados, nazareno de tus filas, penitente en tus salidas, monaguillo en tus plegarias, aguaor de tus costales, pregonero a escondidas, costalero de tus tallas y tu amante día a día. Por eso hoy te escribo de nuevo y otra vez te grito sin titubeo y con valentía que te necesito, amada mía.
Semana Santa, te quiero, te amo, te necesito. Porque nací en tu seno y no recuerdo mi vida sin ti, porque estoy tan íntimamente ligado a ti que no concibo cómo para muchos no eres nada, porque mis recuerdos de infancia más incipientes me evocan a una calle Altagracia con aroma de torrijas y redobles de tambores, allí donde mis abuelos dieron lugar a este cofrade que hoy se enorgullece de serlo, porque llevo "oliendo a cera" toda la vida, porque he sido músico de bandas, portador en los traslados, nazareno de tus filas, penitente en tus salidas, monaguillo en tus plegarias, aguaor de tus costales, pregonero a escondidas, costalero de tus tallas y tu amante día a día. Por eso hoy te escribo de nuevo y otra vez te grito sin titubeo y con valentía que te necesito, amada mía.
Feliz Año Nuevo 2014
(de cofrades maneras).
Te veo de pregonero algun dia, y no sera largo
ResponderEliminarmira que intenté que fueras pregonero hace ya tiempo en nuestra Hermandad pero al final te lo estás ganando a pulso!!!!!
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