Pádel. Una y mil veces había oído hablar de este deporte y de la cantidad de gente que a día de hoy lo practica. Una y mil veces había ignorado completamente las ganas de practicarlo pues, a más de ser inexistentes en mí, se está mejor en el sofá de casa viendo la televisión. Y he aquí el descubrimiento y el descubridor. Veníamos de la igualá de la Virgen del Carmen (¡cómo no! cofradías de por medio) cuando el compadre Juanlu nos dijo a mi buen amigo Alberto Laguna y a mí: "Bueno, ¿cuándo echámos un pádel?" La frase lo primero que se ganó fue unas carcajadas por mi parte y como respuesta: "Yo no he jugado nunca en la vida, ni me lo he planteado siquiera". Pero ante la insistencia de Juanlu y su confianza ciega en afirmar que no me defraudaría probarlo decidí aceptar el reto. De esta manera os descubro al descubridor de mi descubrimiento: Juanlu. De lo que venga después él tendrá la culpa.

El lunes 16 de Julio paseamos a la Reina del Carmelo, guapa y dulce Virgen del Carmen y quedamos para el día siguiente, martes 17, iniciarnos en el mundillo del pádel. Según Juanlu el descubrimiento de un pique. Tras tomarnos un café en el conocido bar café "La Dolores" fuimos a las pistas del Polideportivo Municipal Rey Juan Carlos y comenzó el evento. Juanlu y David Molina nos explicaron a Alberto y a mí las normas del juego y nosotros, legos en la materia, aprendimos lo que buenamente pudimos y ale, al lío. El primer partido fue Alberto y David contra Juanlu y yo. He de destacar que no perdimos ni embarcamos tantas bolas como yo pensaba, pero fue digno de estudio lo que allí se vivió. El caso es que, dándole la razón a Juanlu, fue todo un descubrimiento y un pique. Cuando terminamos el partido (debuté con victoria, la suerte del novato) ya tenía el veneno del pádel dentro de mí. Había descubierto un deporte que me gustó mucho y que me dejó desde el primer momento con ganas de más. Estaba claro que utilizaría lo adquirido en Sprinter más de una vez.
Rápidamente crecieron con avidez mis ganas de jugar más y más, de aprender, de evolucionar, de hacer deporte. Más de un año ya sin fumar e iniciándome de nuevo en el deporte, cuestión abandonada muchos años. A través de las cofradías conocí a Juanlu y a través de Juanlu llegué yo al mundillo del pádel. Las cofradías son salud. ¡Anda que no! Pronto empecé a meterme en vereda y a ir contactando con gente que juega y practica el pádel, aprendiendo golpes, jugando en distintas pistas y, lo que es más importante y buscado por mí, pasar un buen rato entreteniéndome y sudando. Ganando salud, vaya. De esta manera llevo ya casi tres meses desde que compré aquella primera pala. Con ganas de jugar prácticamente a diario y de hecho juego todas las semanas una media de tres veces. Me he hecho con un "Personal trainer" que es Alberto Velascoín, quien pacientemente me va enseñando posiciones, golpeos, técnicas, etc. Éste es mi verdadero maestro del pádel y con el que más aprendo y disfruto, pues me olvido totalmente del marcador y me centro en hacer deporte, sudar y seguir aprendiendo y avanzando. Desde el primer día me ayudó a iniciarme en este deporte. "Marca la bola. Posiciónate. Pónte de lado. Reflejos en red." ¡A sus órdenes, Albertucho! Y desde luego es un pique y un vicio. Puede practicarlo cualquiera y es muy divertido y entretenido. Bienaventurada la hora en que Juanlu me llevó a esto del pádel. Qué gran descubrimiento. Si hace años me dicen que practicaría yo este deporte (y que me picaría a jugarlo) me habría jugado todo a nada a que no. Y sobre todo ganando salud. Al menos sudando unas cuantas veces por semana ya el cuerpo se tonifica.

¿Cuándo jugamos, Alberto?
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