viernes, 19 de septiembre de 2014

UN FIN DE SEMANA EN BOLAÑOS DE BODA Y FERIA


El pasado fin de semana tocaba pasarlo en Bolaños de Calatrava. Normalmente Gemma y yo solemos ir cada fin de semana alterno o cada dos. Es su pueblo y además de estar allí su familia nos gusta repartirnos con la gente que conocemos y allí hay parte de ella. En concreto esta vez teníamos boda y comenzaban las Ferias en honor al Santísimo Cristo de la Columna así es que debíamos ir sí o sí (por la boda digo, seguro que ya habéis pensado que me refiero a la obligatoriedad por la feria). El caso es que el Viernes noche ya estábamos por allí danzando e inaugurando la mentada feria. Claro que sí. A la feria, hombre, a la feria (versión 1.0). Pronto a casa que el día siguiente era la boda y a las doce comenzaba la ceremonia, por lo que la jornada se antojaba larga. La cosa está en que fue un fin de semana que dejó unas imágenes y unas instantáneas un tanto curiosas y a fuerza de verlas pensé en publicarlas aquí para, como siempre, intentar arrancaros una sonrisa semanal y compartir con vosotros estos ratos de alegría. Me gusta narrar cosas cotidianas y ese fin de semana estaba plagado de ellas. Son, como dije en la anterior entrada, pequeños detalles en los que surge la felicidad. Y ahora estáis viendo y veréis más adelante lo feliz que fui con algunas copitas y unos curiosos sombreros...

Siendo Sábado, 13 de Septiembre de 2014, ataviados para la ocasión salimos mi mujer y yo hacia la Iglesia de Bolaños. Tuvo lugar la ceremonia, los novios se dieron el sí quiero (aprovecho y envío una vez más mis mayores deseos de felicidad para José Miguel y Pilar), concluyó la tradicional tirada de arroz y sesión de fotos y los autobuses con los invitados salieron dirección al Mirador de la Mancha (Villarrubia de los Ojos) que fue el lugar elegido para celebrar la unión marital. Dió comienzo el cocktail de bienvenida, ahora un vino blanco, ahora uno tinto, ahora una cerveza que no quiero tanto vino, bueno sí cojo otro vino, como era tinto otra vez quiero uno blanco, este blanco no me gusta pero voy a bebérmelo, ahora otra cerveza, voy a ver si veo el vino de antes, etc. Claro, jaja, jiji, vino viene, vino va, como estás llenando el buche todo te da igual. Luego vienen los resultados en las fotos. "Pueden pasar al salón" se oyó por megafonía. Y allí fuimos a parar. Ahora sidra para recibir a los novios. Ahora el vino blanco para el entrante, ahora "¿me traes una cerveza, Esther, (leo su nombre en la plaquita del uniforme), por favor?", que no quiero más vino blanco y no me como el marisco. Con una cervecita me entretengo. Yo los bichos estos de mar... Cinco minutos después: "¿Quiere otra cervecita, caballero?" Pienso: Esther eres la mejor camarera, sin duda. Hablo: "Sí, por supuesto. Gracias" Pienso: ¡Óle! La mejor camarera de todo el servicio atiende mi mesa. (Primeras euforias). Hablo: "Ahora beberé de nuevo vino, pero tinto, con el cordero". Pienso: "Pero entre el regustillo de la sidra y de la cerveza no quiero pasar al vino tinto así sin depurarme". Hablo: "Esther, perdona, una copita del vino blanco, no lo retires". Pienso: "Muy bien, así sí". Piensan: "No se aclara". Hablan: "Carlos, ¿te aclaras?". Pienso: "Lo justo y menos". Hablo: "Sí, perfectamente". Pienso: "Ahora veréis lo que es bueno en la barra libre". Entre tanto vamos comiendo. Viene Esther, de nuevo: "¿Un chupito tras el postre?" Pienso: "Y dos si son cortitos". Hablo: "Claro, ¡cómo no!". Finalmente me tomé tres, uno con, uno sin y otro que me puso Esther por lo bien que me había portado. "La barra libre ha sido abierta, pueden acudir cuando quieran", se escuchó por los altavoces. Allá que fui y como ya no estaba Esther para atenderme, ¡vaya tela!, me encargué yo solo de autopedirme y autoabastecerme de licores espirituosos y de agüita del Carmen. Hablo: "Un 100 Pipers con naranja, por favor". Pienso: "Verás tú qué traca". Lo siguiente fue descubrir los sombreros y gorros. Pienso: "¡¡Coño!! Ahora sí que sí". Y hasta aquí la crónica de la boda... El resto pueden deducirlo, pensarlo y hablarlo entre ustedes. Ahí van las fotos.





Bueno, ahora va la feria. Por mí salud mental (y la vuestra) y por mi imagen personal me limitaré a contaros que cuando llegué de nuevo a Bolaños de la boda, no sé a qué hora, opté en vez de por acostarme por cambiarme de ropa e irme a la feria y seguir pidiendo más licores espirituosos, esta vez abonándolos en el acto, pues si hubiera barra libre también allí no sé dónde habría terminado. Sí, sí, con dos narices. Pienso: "¿Para qué me voy a quedar tranquilo ya que bastante ha sido?" Hablo: "A la feria, hombre, a la feria" (versión 2.0). De vuelta a casa, por fin, a altas horas de la madrugada, pienso: "Madre mía del amor hermoso, la que has liado, pollito, las que has liado". Llego a la cama. Hablo: "Jesusito de mi vida... Cuatro esquinitas..." Y acto seguido afino en fa mayor y comienzo a roncar. Omitiré las instantáneas de aquellos momentos de noche de feria por favorecer la salud antes dicha. Pero fueron momentos grandes. Muy grandes.

Amaneció para mí el día con un soletón digno del Veranillo de San Miguel y con sones de cornetas y tambores que me hicieron descubrir que ya había salido la procesión, que tenía una resaca que no podía con ella y que ya eran la una menos cuarto del mediodía. Si había cumplido como un titán el día y la noche anterior, el Domingo no sería menos. Más aún cuando me encanta ver un paso en la calle y escuchar marchas. Era 14 de Septiembre, Exaltación de la Santa Cruz. Día grande en Bolaños de Calatrava y otros muchos lugares más. Estuve viendo la procesión y disfrutando de ella. Que me gustan a mí los tintes cofrades. Y siempre digo lo mismo: le falta al Santísimo Cristo de la Columna una cuadrilla de costaleros y un par de incensarios delante. Ahí lo dejo por si alguien recogiera el recado.



Finalmente, como me gusta acercarme a ver las ofrendas que realiza la gente y que se rifan por la tarde, estuve en la Ermita del Cristo viendo todo aquello, viendo entrar la hermandad y haciendo algunas fotejos para luego ponerlas aquí en el blog. Al fin y al cabo en dicha Iglesita me casé yo y le tengo un cariño muy grande. Este año no había grandes novedades en las ofrendas. Suelen ser de tipo vegetal o animal. Entre los animales lo que más había eran gallinas y gallos. Y como todos los años algún corderito, algún cerdo, un chivillo, etc. Hortalizas sí que suele haber bastantes más: cebollas, pimientos, tomates, etc, productos de la huerta en general, melones, sandías... Y eso sí, calabazas. Bastantes calabazas a cada cual más grande y hermosa. De eso sí que hay todos los años. Pues allí que estuve echando un vistazo. Me gusta esa tradición.


Y tras ello, ¿saben que hice? Fácil, sencillo, conciso, simple. ¿No estamos de Feria? Pues a la feria, hombre, a la feria (versión 3.0). En el Chiringuito del Club Baloncesto Bolaños nos dimos cita la cerveza, el vino y yo. No, Esther no. Una pena. ¡Qué gran camarera! Si llega a aparecer por allí termino loco de atar. Vamos, con un grado de locura similar al que va adquiriendo Gemma desde que convive conmigo. También vino mi compadre Narciso como viene siendo tradición y con Gofi y Marta tras la barra no nos faltaba de nada. Pero esta vez con mesura y sin excesos que bastante había sido el día anterior. Tuve tiempo para echar un ratito con amigos y gentes que no veo tan a menudo como quisiera y fui feliz con ellos: Chapu, Paulino, Manolo, Marcos, etc.




Y nada, eso es lo que venía a contaros hoy: que Gemma y yo nos dimos un fin de semana de boda y feria precioso. Digno de contar y por ello lo he hecho. Que es un fin de semana más del calendario y puede ser normal y corriente y haber mil iguales, pues sí. Que para nosotros fue genial y nos dejó un montón de momentos de felicidad y risas. Pues también. Y con eso es con lo que me quedo y sigo haciendo mi alegre rutina de la vida. ¡¡Sean felices!!

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