miércoles, 20 de diciembre de 2017

CUANDO SE SUEÑA EN VIDA Y SE VIVE UN SUEÑO

Al igual que decía el pregonero "Todo pasa y todo llega, nazareno del Amor, la vida no es más que un seise al que la cambia la voz y el blanco antifaz que vestías en negro ruán se tornó", así van pasando los años en aquel niño que saliendo aún en la Borriquita de su edad descubrió a la bella Reina de San Gil y quedó admirado prometiendo que algún día sería su hermano, "cofradieramente hablando". Y llegó como llega siempre la madurez incipiente de una persona, una adolescencia trasnochada, una época en que se empieza a creer que las decisiones son correctas siempre. Y a veces lo son. Y más si son para cumplir un sueño que depende de uno mismo y que es una apuesta a caballo ganador. Cuando pudo el nazareno se hizo hermano de la Macarena y soñó en vida una realidad a la vez que vivía en sueño otra. Vivió lo soñado cuando juró arrodillado las reglas ante Ti, Macarena, y pendió de su cuello una medalla con el nombre de Esperanza. Esa misma Esperanza que acompaña a Santa Ángela en su cartera y se ve nada más abrirse la misma en el lado derecho pues en el lado izquierdo está el corazón. Y soñó con vivir otro momento mágico que fuera la petición de matrimonio ante Ella.

Y la voz siguió cambiándole al seise y pasando años. Y otro sueño de esperanza se cumplió ante la Esperanza. Y el nazareno, en sus primeros pasos de negro ruán de Amor, se plantó con ella ante Ella y, otra vez la Macarena, cumplió un sueño y volvió a vivir lo soñado. Y es que cuando se vive un sueño y se sueña en vida la magia se llama Esperanza y el sitio es la Basílica. Habrá mucha gente le dijo a su querida. Pero sólo tú y Ella escucharéis la pedida. Y aquel nazareno se comprometió y volvió a vivir un sueño y a soñar como lo soñó en vida. Y miró a la Reina que maravilla y entre el llanto esconde una sonrisa y le guiñó un ojo a la misma hundiendo su mirada donde habita la Esperanza que no es sino en un Camarín escoltado por espejos que estando Ella de espaldas le ves las mejillas rosadas. Porque tenerla cara a cara y aguantarle la mirada sólo es posible en Navidad o al terminar la madrugada. Más bien el tenerla cara a cara, aguantarle la mirada es una empresa complicada. Eso sí, esa mujer te llena de Esperanza. Y con su nombre se puede soñar en vida y vivir un sueño si Ella lo considera. Y lo consideró, pero en su momento.

Soñó aquel nazareno que algún día besaría su mano y poniendo mucho empeño ya son años los que lo va cumpliendo. Y al llegar la Navidad, cuando baja del Cielo a la tierra sin corona en su cabeza, sueña el nazareno en vida igual que vivió un sueño el invitado por Juana, la camarera, cuando oyó susurrar su nombre y dijo ¡Sí! por inercia que algún jueves de esos previos cuando baja la Macarena, pueda estar en San Gil y ver descender a la Reina para acoger con su manto las suplicas que ya vuelan y se depositan en forma de besos en sus manos de Esperanza. Y así será si Ella quiere, como todo, en su momento, ese que Ella elige sin tener conocimiento en la mente del nazareno.
Pero mientras siguió soñando y viviendo que soñaba que llegase el instante que ante su Madre se plantase con el fruto de la esperanza, del amor y la constancia en su brazos recogido mientras a Ella le rezase. Y desde su Camarín sonreía, como Prado, la manchega, esa que aguarda mis piropos vistiendo traje de lanilla negra. Y desde su paso de palio recogía Ave Marías que el nazareno le lanzaba a la vez que le pedía que nunca perdiese su nombre y le aliviase las penas, la Esperanza Macarena. Y cuando otro año bajaba sin corona en su cabeza y se plantaba en Sevilla para mostrar su realeza, el roce de los labios del nazareno en su beso, se iba flotando desde sus manos hasta las mariquillas de su pecho. Y entre lágrimas pedía que llegase la esperanza. Que llegase y no marchase y que en sus manos se quedase una vida nueva y joven y en las suyas otro beso de un padre y nazareno que vestir quisiera de nuevo una túnica blanquita y todavía sin antifaz.
Y llegó cuando Ella quiso, cuando consideró que era el momento. Y antes de pasar por su casa recayó en San Lorenzo y se quebró la voz del seise ronca ya de sentimiento: un cofrade con su esposa y entre los dos el nacimiento. Y lloró otra vez el nazareno viendo como se cumplía un sueño. Entró el carrito en la Basílica y su corazón latió en el pecho. Cogió su retoño en los brazos y se le humedecieron los ojos. Aguardó su turno, avanzó la fila y llegó el momento de postrarse frente a Ella, cara a cara, sin miramientos, hablándose de tú a tú como hacen los niños pequeños. Y no sé yo si Ella lloraba o si Ella sonreía, sólo sé que entre llanto y alegría el padre a su hija en los brazos sostenía. Y sólo sé que se miraron y entre ellas conversaron. Para mí se quede el día. Cuando se sueña en vida y se vive un sueño queda el alma plena y eso... Eso solo lo da la Macarena.


Fueron... Fueron segundos tan sólo.
Toda una vida con Ella.
Un mar de lágrimas 
teniendo en brazos a mi hija,
fruto de la esperanza, 
ante la Esperanza de las esperanzas,
ante Ti, Macarena.

Fueron... Fueron segundos tan solo.
Toda una eternidad ante Ella.
Qué de cosas pasaron por mi cabeza
pero sólo una, Madre, una sólo atiné a decirte:
sé siempre nuestra Esperanza.

Fueron... Fueron segundos tan sólo.
Toda una historia de instantes soñados.
Con la alegría en el alma y de esperanza llena
te presenté a mi hija pequeña,
esa que ya sintieras en las entrañas de su madre
llenarse de Ti en tu casa,
resobando tu nombre en el pecho de su padre.

Fueron... Fueron segundos tan sólo
de estar de ti tan cercano y mirarte cara a cara.
Y no supe más qué decirte, ni pedirte o suplicarte.
De nuevo me rendí a tu grandeza 
y te vi sonreír con dulzura
mirando a mi niña Claudia
quien por primera vez te viera.
Y tras ello posé mis labios y volví a besar tu mano
y a impregnarme de tu encanto.
Gracias, Macarena, por tanto.

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#SPESNOSTRA