sábado, 31 de diciembre de 2022

GRACIAS, 2022. ¡GRACIAS!

No sé por dónde empezar. Tal es el cúmulo de sentimientos que rondan por mi interior ahora mismo. Recuerdo como hace dos años justos despedía al 2020 con una patada. Me trajo el susodicho, pandemia aparte (que ya es grave), lo peor en sueños frustrados y un duro golpe familiar. Me dio donde más duele: en la privación de la vida común. A mí que me encanta la vida social y los eventos que aúnan risas sanas y tarros de recuerdos me dejó tocado. Lo bueno es que ya es historia y este año ha sido espectacular. Ya recuperé sensaciones en el año 2021 y justo por estas fechas, hace doce meses, aquí el que suscribe, encerrado en casa durante diez días por haberme contagiado de coronavirus, entre décimas de fiebre y tos, ya barruntaba que el año nuevo que iba a llegar podía ser grande. Y lo ha sido. Mucho. En Enero empezó todo con interrogantes pero no igual que el año anterior. Una vez que la luz entre por la rendija se va agrandando. Para Febrero, en Carnaval, ya se acabó la obligatoriedad de las mascarillas en exteriores y la normalidad comenzó a esbozar una tímida sonrisa. Poco después, en el mes de Marzo y aunque todavía con mascarillas puestas por el privilegiado lugar que ocupa nuestra forma de trabajar, hombro con hombro, los peones de la fe volvimos a desempolvar los costales y a desarrollar el oficio más bonito del mundo: ser costaleros. Vernos debajo de los pasos tras los dos años previos, en los que el Domingo de Ramos en vez de ser un estallido de júbilo lo era de lágrimas, fue una alegría enorme y el pistoletazo de salida a lo que estaba por llegar. Por si fuera poco, me nombraron pregonero en el Acto de Exaltación a la Saeta de la vecina localidad de Miguelturra. Otro regalo de este maravilloso año que hoy termina. Tuvimos una Semana Santa preciosa de reencuentro de emociones y se llenaron las calles y nuestras almas de ese incienso que tanto anhelamos. Simplemente con ese titubeante arranque que poco a poco iba cuajando, ya habría dado las gracias a este año, creo, por haberme devuelto tanto. Más aún cuando me permitió, al fin, volver a mi querida Sevilla y contemplar como se derrama la Esperanza.

Cayendo hojas del calendario volvieron también las fiestas de Primavera y entre ellas la Feria de Abril y  el mes de María. Un Mayo florido y hermoso como dice el refrán. Los trajeron de vuelta las romerías y lo que ellas conllevan en todos los sentidos. ¿Puede haber algo más tradicional que revivir las costumbres arraigadas de la tierra? Y en esas estábamos cuando di el paso que tanto había imaginado durante años: presentar mi candidatura a Pandorgo avalado por mi querida Agrupación Musical Santo Tomás de Villanueva. El resto ya lo sabéis... El día 17 de Junio de este (para mí) inolvidable año 2022, en la comida de elección que anualmente celebran ese puñado de hombres buenos guardianes de la tradición, salí escogido como candidato a pandorgo y se desbordaron en mi interior un sinfín de sentimientos que por más que me empeñase no lograría plasmar. Entre nervios y enhorabuenas se llegó al ecuador del almanaque y la canícula volvió a La Mancha. De Virgen a Virgen es cuando más calor hace en esta tierra: del Carmen al Prado. Y justo entremedias de esos marcados, días 16 de Julio y 15 de Agosto, atinaron los ciudadrealeños de antaño, a fija la fiesta de la Pandorga. Un precioso día 31 del séptimo mes del año, en la Plaza Mayor de mi localidad natal, rodeado de familia y amigos y con un balcón celestial prendido entre la calle Calatrava y el Barrio de los Remedios, fui proclamado Pandorgo por el pueblo de Ciudad Real a través del Ayuntamiento. Me tiembla el corazón todavía al recordar esos momentos...

Quiso la Morena del Prado el mejor regreso posible y así lo fue. Las Ferias y Fiestas en su honor no pudieron ser mejores. De vuelta los conciertos, el Baile del Vermú, los Mahouñaneos por las calles, y doblando campanas y con la ciudad entregada volvió la Patrona a las calles. Tuve la dicha de estar en la bajada del Camarín y salir en sus dos procesiones, como infinidad de veces soñé, atravesando la puerta principal de la Catedral junto a Ella, siendo Pandorgo, con mi mujer asida de un brazo y mi hija de la mano. ¡Qué repeluco me invade al contemplar esa imagen! Así consumí un buen racimo de días grandes, de los que hace un vino interno que mejora con la memoria. Y llegó Septiembre y 2022 siguió regalándome dulzura y renglones de recuerdos bellos. Inició dicho mes con una excursión a las Cortes Generales seguida de la participación en el récord guinness del pisto más grande del mundo. Continuó con unos días de escapada a Pamplona y alrededores y terminó con la tradicional visita al Cristo de Urda. Nada mal, oigan. Octubre volvió a calzarme las botas y a hacerme seguir flechas amarillas en el Camino de Santiago. ¡¿Cuánto podrá gustarme ponerme la mochila y patear la Ruta Jacobea?! Fueron apenas cien kilómetros pero me dieron la inyección de satisfacción que siempre me da recorrer ese sendero de la vida. ¡Noviembre! Bendito mes. Entra por los Santos y se por San Andrés. De todo hubo. Unos días en los que empieza a confundirse el otoño con el invierno se llenaron de colores entre pañuelos de hierbas y actividades benéficas para los más necesitados de la ciudad. Los Pandorgos hacemos muchas más obras de caridad de las que se conocen y se creen. Y para cerrar este precioso año 2022, ¿qué deciros de este Diciembre que hoy concluye? De principio a fin ha sido un último mes plagado de momentos bonitos en los que he disfrutado mucho con los más cercanos. Pero mucho. Y no me cansaré de decirlo cada vez que me sonrojáis con un "¡Qué grande eres!" No, yo no soy grande. Vosotros me hacéis grande. Gracias a vosotros, familia y amigos, soy lo que soy.

Así es que sí. Muchas gracias, 2022, por todo. Gracias de corazón. De verdad me da rabia que te marches porque serás inigualable y me has dado nada más que motivos de alegría. Me has devuelto la vida que nos robó aquella primavera de 2020 plenamente. Carnaval, Semana Santa, Romerías, Verbenas, Glorias, Ferias, Fiestas, Tradiciones, Costumbres... Mi más pura esencia y modo de vida, vivido, disfrutado y compartido con todo el que he tenido cercano. Me detengo un momento y me vienen a la mente agolpados un montón de recuerdos más que no me han venido a la cabeza al comenzar a plasmar estas líneas. ¡Qué cantidad de sonrisas he visto dibujadas a mi alrededor! ¡Qué cantidad de besos y abrazos que nos robó el maldito covid y sus impuestas distancias he recuperado y dispensado este año! ¡Qué feliz he sido! Cierro los ojos, miro para adentro y me veo fundido en un abrazo con mis hermanos costaleros. Y con mis primos viendo cofradías en Sevilla como tanto nos gusta. Y con mis suegros en la Virgen del Monte. Y con mis padres y mi hermana subidos a la tarima de la estatua del Pandorgo en el Prado. Y con mis amigos ayudándome en todo en cualquier momento y haciendo suya mi alegría. Y con mi mujer y mi hija escoltándome a cada paso dado con mis manchegas maneras. Y conmigo mismo en armonía. Y eso sí que me gusta. Fiel a mis principios y valores en todo. Y todo es todo. Gracias, 2022. ¡Gracias! Llegaste con una tímida luz y te marchas iluminando un capítulo de mi vida inmejorable. Gracias te digo. ¡Hasta siempre!

miércoles, 21 de diciembre de 2022

LEYENDA DE ALFONSO X, EL SABIO Y LAS CANTIGAS A SANTA MARÍA

No deja de ser curioso que un manchego como yo, amante incondicional de su tierra, no hubiera narrado nunca nada al respecto de este asunto. Y digo eso porque afincado en Ciudad Real, capital de La Mancha, desde que nací y peregrino imperecedero del Camino de Santiago, del cual intento conocer todos sus rincones y secretos, mucho tiempo he tardado en hilvanar unas letras que relacionasen a Alfonso X, el Sabio, fundador de la  citada ciudad realenga, con la Ruta Jacobea, donde se hallan lugares que él mismo visitó. Todo ello, en conjunto, dio lugar, en parte, a una de las obras literarias medievales más conocidas: las Cantigas de Santa María. Sí, amigos lectores de este humilde Rincón, así fue. El monarca, nacido en Toledo y fallecido en Sevilla, recorrió muchas veces las tierras de Castilla, las cuales tienen muchas poblaciones importantes entre las dos grandes capitales de Burgos y León, como pueden ser Castrojeriz, Frómista, Carrión de los Condes o Villalcázar de Sirga. Era habitual que dichos lugares contasen con fueros, privilegios y derechos reales que hubieran sido concedidos por diferentes motivos. Y, claro está, como no podía ser de otra manera, la calle más grande de Europa, la ruta milenaria de peregrinación, atravesaba y conectaba todos ellos, dotándolos de mayor plenitud, pues a la vera de sus templos, cargados de leyendas y simbolismos, surgían posadas, albergues y hospitales de peregrinos, lo que ampliaba el comercio y la riqueza del lugar, todo ello, normalmente cercano y vinculado a las Órdenes del Temple, de los Hospitalarios y de Cluny. Pero eso es otra historia. Hoy vamos a la leyenda que une a Alfonso X, el Sabio, con el Camino de Santiago, a través de las Cantigas.

Mucho se ha escrito acerca de las Cantigas de Santa María, más correctamente denominadas Cantigas a Santa María, por estar dedicadas a Ella, a la Virgen. Son un conjunto de 427 composiciones dedicadas a María que cuentan, en su mayoría, milagros ocurridos por la intervención de la misma. Las hay narrativas que cuentan los milagros, historias y relatos relacionados con la Virgen y las hay también líricas que son elogios y poemas, casi místicos, dedicados a Ella. Están escritas en galaico-portugués y en notación musical a fin de poder ser trovadas o cantadas, viniendo de ahí su nombre de "Cantigas". Siempre se ha dicho, sin ahondar más en el tema, que están dedicadas a la Virgen. Y ahí radica lo que hoy vengo a contaros. ¿A cuál? ¿Bajo qué representación o advocación? Porque, claro, por aquel entonces había un fervoroso ambiente de amor a María, baste recordar otra pieza literaria muy conocida, como "Los Milagros de Nuestra Señora", de Gonzalo de Berceo o, incluso, la creación de una Orden Caballeresca "Orden de Santa María de España", fundada por el propio Rey Alfonso X, el Sabio, en la que se dedicaban los esfuerzos e inspiraciones a la "Santa Dama", como así la llamaba el monarca que alentaba a los juglares y poetas a que dedicasen sus obras a María. Pero imágenes de María había por cientos. ¿En cuál de ellas se inspiraba el rey para crear sus cantigas? Y, a raíz de ello, ¿puede ser cierto que dicho rey recorriese la Ruta Jacobea? Ahí está la leyenda...

Se dice que en varias de las localidades del Camino de Santiago, aunque hoy me centraré en Villalcázar de Sirga y en Castrojeriz, existen tallas a las que Alfonso X dedicó algunas de sus cantigas. En cuanto a la primera población, conocida en el medievo como Vila-Sirga, existe un templo-fortaleza dedicado a Santa María, la Blanca, construido por los templarios que contiene tablas flamencas y sirve de conexión de fuerzas telúricas entre otros templos construidos a lo largo del Camino de Santiago. Resalta por sus dimensiones prácticamente catedralicias en un pueblo tan pequeño. En su interior, en la Capilla de Santiago, hallamos una escultura de María, llamada Virgen de las Cantigas, como se la conoce popularmente, por su relación con la leyenda, la cual parece acertada y contrastada. Es una talla en piedra del siglo XIII, policromada, de postura sedente, con el Niño Dios en el regazo. A esta imagen se le atribuyen numerosos milagros. El más famoso cuenta que, durante la construcción de la iglesia, desapareció una piedra de la sillería y se acusó de su robo a un peregrino. Se sentenció al mismo a ser ahorcado y la misma Virgen colocó la piedra que faltaba bajo sus pies, salvándole la vida y manifestando su inocencia. La leyenda pone de relieve que a dicha Virgen dedicó Alfonso X algunas de sus cantigas lo que relaciona, sin lugar a dudas, que quien fundó Ciudad Real en el año 1255 hubo recorrido el Camino de Santiago y dedicado parte de su obra, según se desprende de la misma, a imágenes marianas que allí conoció. Por ejemplo, la cantiga 278 comienza diciendo "Quiero contaros un milagro hermoso y bello que tuvo lugar en Vila-Sirga donde la Virgen Madre del Emmanuel suele hacer milagros más dulces que la miel para los que en Ella ponen su fe." Cuenta el Rey Sabio en dicha cantiga que una dama de Francia, ciega, cuando volvía a su hogar tras haber llegado ya a Santiago, paró en Villalcázar de Sirga a rezar ante la Virgen y recobró la vista y, siguiendo su retorno, se cruzó con un peregrino también ciego, al cual recomendó parar en Vila-Sirga para que igualmente fuese sanado.

En cuanto a Castrojeriz, es muy famosa la Iglesia Colegiata de Nuestra Señora del Manzano a la que también se le atribuyen numerosos milagros y a la que el monarca dedicó igualmente diversas cantigas. La talla es igualmente a la anterior del siglo XIII, de piedra, en posición natural de pie, con el Niño Jesús en brazos y llama la atención su bondadosa sonrisa. Entre las cantigas que se le dedicaron son conocidas y están muy expandidas la 252 y la 266. La primera cuenta cómo a un maestro cantero, durante la construcción de una iglesia en el propio Castrojeriz, le falló el equilibrio colocando los sillares en la parte más alta del templo y, al caer, se encomendó a la Virgen del Manzano y rozando una columna quedó colgado en ella por las uñas de los dedos, esquivando así a la muerte, atribuyendo tal fortuna y salvación a la intervención de María. Y la segunda narra cómo en la Colegiata dedicada a la Virgen del Manzano, durante la celebración de una misa en la que estaba el templo lleno, se desprendió y cayó una gran viga de enormes dimensiones sin que nadie resultase herido. 

Estos sucesos y estas cantigas forjan la leyenda de que el Rey Alfonso X, el Sabio, recorrió muy probablemente el Camino de Santiago, pues mucha casualidad sería que el monarca, por más amor que profesase a la Virgen María, dedicase textos perfectamente identificados a muchas imágenes de Ella que se encuentran a lo largo de toda la ruta jacobea. Ya avancé antes que ahondaría en Villalcázar de Sirga y Castrojeriz por ser las más conocidas, pero hay muchas otras a las que también dedicó cantigas... o eso dice la leyenda.

lunes, 12 de diciembre de 2022

10 AÑOS DE RINCÓN

Recuerdo el entusiasmo con el que me decidí a hacer un blog. Y recuerdo también que anuncié su llegada manifestando que esperaba que perdurase y que no sabía cuánto duraría este "periódico de internet" como así lo llamaba mi abuela. Han pasado diez años. Una década. Se me agolpan mil cosas en la sesera y no sé ni qué plasmar de ellas. Conforme escribo me invaden los recuerdos y conforme me detengo en uno aparecen otros veinte juntos. Y me alegra mucho, muchísimo, el haber ido escribiendo puñados de retazos de mi memoria en mi querido blog, El Rincón de mis Pasiones, pues ahora releerlos es releerme a mí mismo y volver a revivir esos momentos tan preciosos que decidí plasmar para siempre y compartir con vosotros. Una década con momentos de todo tipo en los que se reflejan los altibajos de mi vida durante estos años. Sigue llegándome a la memoria cientos de vivencias de estos años, algunas bellísimas, otras no tanto, pero soy de natural positivo y me gusta siempre sacar lo bueno. En estos diez años que cumplió el Rincón la pasada Cuaresma he hablado mucho de cofradías, de arte, de cultura, de fútbol y de curiosidades de la vida en general que, precisamente, es para lo que creé este espacio y, ahora, veo que lo he cumplido. Estoy feliz repasándolo todo y leyendo algunas de mis aventuras que ya tenía olvidadas. Y entre eso y las muestras de cariño que me dais los seguidores de mis renglones, cargo pilas para seguir tecleando nuevas entradas que sigan engordando este blog. Siempre he dicho que el blog existe por y para vosotros. Pero permitidme que esta entrada me la dedique y le dé cuerpo conforme me vayan mandando los sentimientos al adentrarme en el décimo aniversario de mi creación cibernética.

Hoy, me parece buen día para regalarme estas líneas en las que tan reflejado me veo (¡ni que fuera yo el autor!) cuando leo las mismas. ¡Qué cantidad de vivencias y emociones plasmadas en estos lares! Redescubro mucho de mí y de los estados de ánimos que he tenido en diferentes etapas simplemente con ver el número de entradas publicadas por año. Ya sé yo de mí cuáles fueron menos por desgana o por falta de tiempo ocupado con sonrisas o lágrimas, pero, al final, siempre logro sonreír pues todo recuerdo forma parte del libro de mi vida, me ayuda a repasarla y aprender de la experiencia y me demuestra que fui y soy capaz de cumplir el cometido que marqué cuando cree el Rincón: mantenerlo vivo. Y en eso andamos, lo mantengo, lo engroso de memorias y sentimientos y poco a poco ha cumplido una década. ¡Y qué década! No prodigiosa, como el grupo musical de antaño, pero sí muy rica para mí en crecimiento interior y formación personal y laboral. A bote pronto me vienen a la sesera logros, avances y regalos que la vida me ha ido dando. De los malos tragos no hay ni por qué hacer mención, pues de aquí a un tiempo, cuando relea esta entrada como hoy releo otras, no haría sino recordarlos de nuevo y lo mejor es no darles ni un resquicio de memoria aunque siempre, los malditos, dejan una muesca al alma. Así es que lo mejor es dejar per saecula saeculorum aquellos que vienen solos a la memoria sin que se les llame, pues eso denota que la mente los recuerda rápido porque fueron buenos tragos de verdad.

Y diez años dan para mucho y aunque se cumplieran la pasada Cuaresma, he querido prácticamente agotar el año de este décimo aniversario para dejar fluir los sueños logrados, pues este año, sin duda, ya sabéis bien que será para mí inolvidable por aquella ensoñación que comenzó a fraguarse hace siete años y que se cumplió el pasado último día del mes de Julio. En este pellizco de tiempo, pues diez años son nada para el marcador eterno, he tenido grandes logros, a mi juicio. Matizo aquí que los logros individuales son de cada uno y lo que para uno puede ser un triunfo, para otro puede ser una cuestión cotidiana o incluso ridícula. Y como yo hablo de mí y estas líneas son mías y para mí, podéis compartirlas o no, pero son lo que son. Me enorgullezco, decía, de haber sido y hecho durante estos diez años que tiene de vida el Rincón, costalero en Sevilla, amigo inquebrantable  de los míos, peregrino en el Camino de Santiago y haber llegado a la mismísima Plaza del Obradoiro seis veces (tres de las cuales hube iniciado el periplo en el extranjero, una en Saint Jean pied de Port, otra en Somport y otra en Valença do Minho), vicepresidente de la Asociación de Cofradías de Ciudad Real, pregonero de mi cofradía de la Flagelación, exaltador del Acto de la Saeta de Miguelturra, Pandorgo de mi tierra, manchego cerrado y, lo más grande, ser padre. Mi niña Claudia... ¿Qué deciros? Sueños cumplidos, unos pequeños y otros grandes, que no hacen sino hacerme feliz y animarme a seguir soñando metas.

Entre medias de todo ello he aprendido a hacer cerveza, pacharán y crema de orujo, he seguido aventurándome en los fogones, he pateado muchos caminos nuevos, he moldeado más mi personalidad diciendo algún "no" merecido, he crecido como profesional, me he embarcado en proyectos (siempre con los pies en el suelo), me he hecho padelero, he viajado todo lo que he podido y, lo mejor de todo ello, es que he logrado ir terminando todas las empresas iniciadas y plasmarlas aquí en el Rincón de mis Pasiones para mantenerlo vivo y consolidado. Disfruto haciéndolo pero creedme que muchas veces no es fácil por falta de tiempo, claro, porque no sé estarme quieto. Pero merece la pena. Y mucho. Recuerdo que de niño empecé a escribir un diario y duré muy pocos días. Seguramente se veía venir... El otro día, de casualidad, encontré el mismo y me acaricié la memoria y el alma leyendo algún retazo que dejé plasmado cuando tenía nueve años y mi hermana era bebé. Supongo que tras diez años de vivencias en este "periódico de internet" como decía la Lela, quien también tiene aquí alguna alacena de recuerdos en su nombre, sirve el mismo como diario que voy escribiendo, si bien, no a diario (valga la redundancia y la sinonimia), sí a cada pocas semanas, de modo tal que luego, pasado un tiempo, me sirve para releer, refrescar y volver a vivir en la memoria aquellos capítulos de mi vida que me gustó guardar y compartir. Diez años de Rincón... No sé si puedo prometer otros diez, igual que cuando inicié mi vida bloguera no supe hasta donde llegaría, pero intentarlo, lo haré. Gracias a todos por disfrutar conmigo estas pinceladas durante una década.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

MIS PALABRAS DE LA PANDORGA

Nada más terminar la Ofrenda a la Virgen del Prado, una señora mayor se acercó al altar de la Catedral, donde me encontraba con mi mujer y mi hija recibiendo saludos y muestras de afecto por el recién nombramiento de Pandorgo de Hogaño y los versos dedicados a la Patrona. En tal momento mágico que se sucede cada treinta y uno de Julio, quien es de Ciudad Real bien lo sabe, están todos los medios de comunicación locales, provinciales y autonómicos captando y difundiendo la noticia. Hay un revuelo importante de gente y la Catedral está a rebosar. A ella poco le importó lo que ocurría y tenía muy clara su intención. Fue sorteando personas, peñas, asociaciones, políticos, cámaras y periodistas hasta llegar a mí. Sin pensarlo un instante, sin conocerme de nada y con todo el descaro del mundo, me cogió del brazo y me dijo "¿dónde puedo conseguir yo las palabras que le acabas de decir a la Virgen?". Me quedé asombrado y le dije "¿tanto le han gustado? Mire, las publicaré en su momento en internet, tendrá que entrar en mi blog, buscarlas y podrá..." pero, la verdad, conforme iba hablando y explicándole, comencé a pensar en cómo una señora mayor que, seguramente, nada sepa de tecnologías, iba a sentarse delante de un ordenador y buscar en Google este blog para localizar "mis palabras de la Pandorga", así es que miré a la Virgen del Prado, le sonreí a Ella y a la mujer y le dije: "¿Sabe qué le digo? Que se las regalo, las mías, las originales, las que acabo de leer aquí delante de todo el mundo". Y le entregué los folios de papel. La mujer me dio un abrazo enorme y se fue tan feliz como si le hubieran entregado el mayor de los tesoros. Ese pellizco al alma que me sacó unos segundos de la nube en que me encontraba, para mí lo guardo.

Y así fue como una señora mayor de la cual no sé ni el nombre y si la viera de nuevo no la reconocería, marchó de la Catedral entusiasmada, contenta, alegre, risueña y feliz. La oí decirle a otra "Me las ha regalado el Pandorgo, las guardaré para siempre" y creció por dentro de mí, un poquito más aún, el cofre de los recuerdos imborrables. Seguí haciéndome fotografías, atendiendo algún micrófono y repartiendo besos, abrazos y saludos, como requería el momento y el protocolo, hasta que, con mis Hermanos Pandorgos de antaño, enfilé la puerta de salida con mi mujer del brazo y mi hija de la mano para dirigirme al edificio del Antiguo Casino y entregar al pueblo los tradicionales vasos de "limoná y puñao". Estaba que no cabía en mí de felicidad y el regustillo de lo ocurrido con aquella señora, a los pies de la Morena del Prado, flotaba en mi mente. Fue uno de esos regalos inesperados que surgen por arte de magia y que te dibujan una preciosa sonrisa en la cara y en el corazón. Y, sin perjuicio de que ya se hallan publicadas en la página web de la Hermandad de Pandorgos y que se publicarán en la revista anual "Pandorga" que se lanza anualmente el séptimo mes del calendario, ya tocaba publicar aquellas palabras que pronuncié en la Catedral el último día del mes de Julio cuando se ensalza la tradición.

Hoy, día lluvioso y gris, a mediados de Otoño, es buen momento para dejar plasmado para siempre tanto el precioso recuerdo del emocionante momento vivido con aquella señora, como la ofrenda a la Virgen del Prado que dio lugar al mismo, culminando la realidad de mi sueño de ser Pandorgo y postrarme ante Ella como tal. Allí se derramaron los sentidos de mi infancia y mis creencias. Y al igual que todos pudisteis oírme, hoy podéis leer las letras que yo leí a la Morena de la Catedral y cuya primera y única copia entregué bajo su mirada a aquella mujer que me pellizco el alma. ¡Viva Ciudad Real! ¡Viva la Pandorga! ¡Y Viva la Virgen del Prado!


PLEGARIA A LA VIRGEN DEL PRADO
 
Ea, Madre, ya estoy aquí.
¿Cuántas veces soñé el momento?
¿Cuántas veces te lo pedí?
Hoy se cumple mi sueño
y vengo a hablarte y recitarte
siendo la voz de mi pueblo
que ha venido a recordarte
y a proclamarte de nuevo,
a través de mi garganta,
que eres Reina y capitana
de estas tierras de la Mancha.
 
Te veo en las siegas del campo,
en las lindes y en los majuelos.
Te veo en las viñas floridas
y en los olivares nuevos.
Te veo en las risas de los niños
y en la emoción de los abuelos.
Te veo en las espigas del trigo
y en el quiebro de un sarmiento.

Te veo morena y lozana,
mujer, Madre y protectora
de esta ciudad que te aclama
y de la que fuiste su fundadora.
En ti todo cobra sentido,
Tú iluminas esta villa
cuando está el cielo adormecido
y queda apagado el candil,
a través de tus ojos celestes
se produce la maravilla
de poder verte en el Camarín,
pues eres Tú, Soberana,
la luz de principio a fin.
 
Hoy vengo a rezarte
con el cargo que Tú me has dado:
ser el Pandorgo de Hogaño.
Acabo de ser nombrado
y vengo a tus plantas, Señora,
a darte gracias y ofrecerte
todos los frutos y flores
que se han cosechado en tu nombre.

Y vengo también a pedirte
por estas gentes de bien,
dales agua para sus campos,
dales por finca un edén
dales protección y cobijo,
te lo suplico también.
Que siempre vean en tu ofrenda
que eres Madre de verdad
y la Pandorga es una fiesta
de ofrecer y celebrar
donde también cabe pedir,
agradecer y suplicar.

Ya aguardan los lebrillos
con rica y fresca limoná,
ya juguetean los chiquillos
en torno a la Catedral.
Están empezando los bailes
y me tengo que marchar
pero déjame decirte, Reina,
de esta ciudad sin par,
que eres lo más grande
que hay en Ciudad Real.

Y es por eso, Madre mía,
que al mirar el cielo abierto
veo tu mirada infinita
y se refleja mi pensamiento,
ese mismo que hoy pregono
y lanzo a los cuatro vientos:
Tu nombre va bordado
en las hierbas de un pañuelo
que blanco, azul y anudado
simboliza en esta tierra…
¡¡Viva la Virgen del Prado!!




viernes, 21 de octubre de 2022

QUERIDA SIVIGLIA

Tenía ganas de dedicarte unas palabras por lo bien que me has tratado siempre. Nos conocimos en 1992 cuando estabas bella y radiante (más aún) y albergabas en tu seno la Exposición Mundial de la que sería Curro tu emperador. Tenía yo once años y adquirí recuerdos que aún conservo. De hecho, cada vez que camino por Plaza de Armas sonríe mi alma al acordarse. Eran tiempos de bonanza y mi querida España celebró en un mismo año las Olimpiadas de Barcelona, la llegada del AVE (con paradas en La Mancha) y la Expo de Sevilla, donde nos vimos por vez primera. Por entonces yo ya estaba inmerso en el mundillo de las cofradías del que tú eres cuna, pero todavía no habíamos hablado de ello. Sería en 1995 cuando supiésemos ambos de nuestro amor compartido al coincidir por las calles en la Salida Extraordinaria del 400 Aniversario de la Macarena. Te recuerdo, querida, que fue el primer paso que vi. ¡Menudo debut! No digo que no lo supere nadie, pero con que lo iguale, me sirve. Y no es fácil. Ese día comencé a empaparme de tus nombres que hoy domino, ubico y he recorrido tantas veces: Don Fadrique, San Luis, Bécquer, Resolana, Parras, Escoberos, Feria, Correduría, Alameda de Hércules, etc. Macarenismo puro que hoy derrocho y que amé desde aquel momento que, con catorce años y medio de edad, no atinaba a contar en casa cómo era tras conocerlo . Fue entonces cuando nos unimos, Sevilla. Me hiciste tuyo y de la que vive en San Gil. Inolvidable.

Para mí decir Sevilla es decir Macarena y decir Macarena es decir Sevilla. No pronuncio ninguna de las dos palabras sin pensar en la otra y cierto es que ambas engloban mucho más, pero me enamoré de las dos el mismo día y las llevo íntimamente unidas. Por eso y aunque hoy no vengo a hablar de la Esperanza, seguro que se me cuela alguna pincelada. Si bien, estás líneas, son para ti, mi Sevilla, por todo lo que me regalas. Y es que te echo de menos. Mucho. Cruzar tu puente de Isabel II para adentrarme en las calles de tu barrio más artista me llena de vida. Ese olor a adobo en la calle Tetuán... Esos papelones de pescaíto frito bien despachados en la esquina de García de Vinuesa... Esos recovecos para perderte adrede en cualquier esquina de la calle Feria... Esas tabernitas y bodegas que son tan minúsculas que te obligan a vivir la calle... Esas constantes vaharadas de incienso que no dejan de recordarte que estás en el origen de las cofradías... Esa eterna mezcolanza de arraigo y progreso que destilan tus fachadas en calles emblemáticas... Son tantas cosas, Sevilla, que definirte con palabras se me hace muy complejo. Quizás por ello necesito verte, para fundirnos en nuevos recuerdos, pues es la mejor manera de describirte, clavando las pupilas en el cielo estrellado que apuntas con la Giralda en la recién caída noche del Barrio de Santa Cruz.

Sabes bien que hay visitas que son obligadas y, con el tiempo, además, adquieren la catalogación de acostumbradas, arraigadas e inexcusables. Para mí visitarte lo es. Y dentro de esa visita a ti y a que siempre me renuevas ilusiones descubriéndome alguna estampa inédita, están otras visitas que me encanta hacer y que, también y tan bien sabes, que son empaparme de ti de otra manera. No puedo estar en ti sin acercarme al Arco de la Macarena que abre paso a la calle San Luis, ya lo he dicho antes, vais indisolubles la una y la otra en mi pensamiento. Ese lugar que me imanta y que estalla de júbilo cada Madrugá del Viernes Santo, cuando sale el Señor de la Sentencia, al redoble de un Hidalgo que ya viste de armao en el cielo, escoltado por un mar de plumas blancas que desembocan en un palio de Esperanza. Tampoco puedo estar en ti y no asomarme a la esquina de la Plaza de San Lorenzo donde habitan el Padre y el Hijo, bajo un mismo nombre, haciéndonos ver a todos, creamos o no, lo ínfimos que somos al lado de su Gran Poder. Y no puedo estar en ti tampoco sin pasar, entre San Juan de la Palma y la Encarnación, por la puerta de un convento que fundó la hija de un zapatero y cuya máxima en la tierra es hacerse pobre con los pobres. ¡Tienes tantas cosas, Sevilla!

Por supuesto que recuerdo tus tascas por Santa Catalina entre la ilusión y la incertidumbre y tengo ganas de ir a los rinconcitos que tanto me gustan y pasar un ratito de esos en los que se mezclan la gastronomía y las cofradías, embriagadas de cruzcampo y alguna copita en la taberna o bodega de turno. Y, en verdad, ya te vislumbro, pues recién peinado el Otoño preparo una de las visitas incondicionales a tus entrañas justo cuando el mismo va cediendo paso al Invierno. ¡Qué guapa estás engalanada para Navidad, amiga! No sé si es porque baja la Esperanza de su Camarín a la tierra, reflejada en dos caritas morenas, una que vive a la vera de una muralla y la otra en la orilla del río o si es porque nace el Redentor en los soportales de tu Ayuntamiento, pero hay que ver cómo te pones de luces y alegrías. Y yo allí ensimismado año tras año. Y mira que ya nos conocemos y debería estar acostumbrado. Pero, ¡ay, Híspalis bonita!, si no me acostumbro a tu adobo que siempre me sabe tan rico, ni me acostumbro a tus barrios tan juntos y tan dispares, ni me acostumbro a mirarte porque siempre te veo mágica y sonriente, ¿cómo acostumbrarme a tus maneras cada vez más peculiares dentro de un mismo arraigo que las hace únicas y verdaderas? Loquito me tienes, Sevilla. Ya mismo voy a verte.

martes, 20 de septiembre de 2022

EL PISTO MÁS GRANDE DEL MUNDO

Siempre lo he dicho: lo mejor de las cofradías, independientemente de los sentimientos de cada uno, son los amigos que regalan. Y eso es así. No hay nada más bonito que experimentar y compartir vivencias con personas que aman lo mismo que tú. Y yo, tuve la dicha y fortuna de conocer, a través de ese mundillo cofrade en el que tan impregnado estoy, a Don Sebastián Alcázar. El bueno de Sebas, al que menciono de usted porque el respeto no se exige, se gana. Y él tiene ganado mi respeto, sin duda, por su bonhomía y personalidad. Un hombre íntegro y bondadoso del que surgió la idea que hoy vengo a contaros. Sebas está muy vinculado a su pueblo, Villanueva de los Infantes. No duda, cada vez que tiene oportunidad, en trabajar por él o fomentar o colaborar en alguna actividad que contribuya a engrandecer el mismo. Pertenece a asociaciones, está ligado al turismo del municipio, fue concejal y con todos los vecinos comparte un saludo y una sonrisa, lo que le hace ser muy querido y conocido. Y él tuvo la idea, como antes decía. Cuando fui nombrado Pandorgo y la prensa me preguntó por el programa que quería cumplir, una de las cuestiones que mencioné fue "crear y estrechar vínculos con el resto de fiestas locales y patronales de los pueblos de Ciudad Real". Sebas lo escuchó y se forjó la aventura. Me llamó un día y me dijo "¿Quieres que hagamos un hermanamiento entre Villanueva de los Infantes y la Hermandad de Pandorgos? Puedo promoverlo, venís a la Feria del Pimiento, participáis en el desfile y pasacalles con las vestimentas tradicionales, asistís al récord guinness del pisto más grande del mundo y pasamos un día bueno de actividades comunes. Si me das el visto bueno, lo hablo con el concejal de turismo". El resto lo podéis imaginar...

Muy contento con la propuesta de Sebas comuniqué la misma a Agustín Cantero, Presidente de la Hermandad de Pandorgos y, sin dudarlo, me dijo que adelante. Lo comuniqué al infanteño y éste me puso en contacto con Fran Peinado, el concejal con quien debía entenderme el asunto. Fuimos dándole forma al evento y salió todo según lo esperábamos. La recepción y atención que recibimos la Hermandad de Pandorgos no pudo ser mejor por parte del Ayuntamiento de Villanueva de los Infantes. Le entregué, como Pandorgo de Hogaño, a la Alcaldesa, Carmen María Montalbán, la estatuilla del pandorgo en símbolo de hermanamiento y agradecimiento, siendo tal detalle el máximo reconocimiento que los pandorgos entregamos. Y a cambio, el Consistorio nos entregó un pequeño busto de Miguel de Cervantes, tan íntimamente ligado a un pueblo quijotesco como es el suyo, que, sin duda, bien pudo ser "el lugar de la Mancha". Después desfilamos todos juntos por las calles del municipio e inauguramos la Fiesta del Pisto Gigante, donde pudimos remover el contenido de la enorme sartén. Fueron momentos entrañables en los que se volvió a batir el récord guinnes del pisto más grande del mundo y que sin duda crearon un vínculo entre la Hermandad de Pandorgos y el pueblo de Villanueva de los Infantes. Sebas, como anfitrión y nexo entre ambas partes, estuvo con nosotros en todo momento y pendiente de cualquier cosa.

El día transcurrió alegremente entre aromas manchegos, nunca mejor dicho. Cosas tan nuestras como los productos más básicos de las huertas de nuestros campos, tomates y pimientos, buenos vasos de vino tinto, cuñas de queso y bollos de pan de horno. Hubo también algo tan arraigado y típico en Villanueva de los Infantes como lo es la "ensalá de limón" y un postre tan emblemático en La Mancha como son los miguelitos. No faltaron chascarillos y alegres cánticos bajo la música de laudes y bandurrias de la rondalla local de la Asociación Cruz de Santiago, con letrillas chismosas y chistosas sobre las partes pudendas de los curas de los pueblos del Campo de Montiel, resultando que al de La Solana, por ejemplo, le asoman los atributos por debajo de la sotana, al de Carrizosa se le ven desde la torre de Villahermosa y al de Infantes no se le ven, ni por detrás ni por delante. El caso es que los asistentes de la Hermandad de Pandorgos y mujeres que nos acompañaron pasamos una bella jornada, perfectamente atendidos, no nos faltó de nada y quedamos en deuda con Villanueva de los Infantes y sus gentes de bien, a quienes desde aquí invito a la Fiesta de la Pandorga venidera, para mantener el lazo recién creado, estrecharlo y pasar momentos tan buenos como el vivido el pasado Domingo día 4 de Septiembre del año en curso.

El pisto, en sí, se elaboró desde el sábado por la tarde cuando cientos de infanteños colaboraron en la denominada "Cortá del pimiento", consistente en trocear y picar todos los pimientos que serían la base de la receta. Los ingredientes para el pisto más grande del mundo, elaborado el Domingo desde primera hora de la mañana y que logró superar el récord guinness que ya hubieron conseguido años antes, fueron (tomen buena nota pero no intenten hacerlo en casa porque no creo que puedan): 2.000 kilos de pimientos rojos y verdes, 1.000 kilos de tomates, 20 kilos de sal y 100 litros de aceite. Además y fuera de pesaje para obtener el récord estrictamente, pues el verdadero pisto manchego sólo lleva pimiento y tomate, se le incorporaron 900 kilos de panceta de cerdo. Esto le dio un sabor espectacular y mejoró la receta anterior en la que se añadía carne magra. La sartén, elaborada en un taller de forja y siendo necesario moverla con una grúa, tiene exactamente 5 metros y 20 centímetros de diámetro y todo el conjunto se cocinó usando cerca de 1.200 kilos de leña. Simplemente ver a los seis cocineros titulares del evento remover los ingredientes usando palas de varios metros de tamaño, ya es algo sorprendente. Más de 10.000 raciones generosas salieron de allí. Impresionante. El ambiente de la Plaza de la Fuente Vieja, lugar de Villanueva de los Infantes donde transcurrió el evento, era inmejorable. Y la expectación y las ganas de reencuentro tras los dos años de pandemia se reflejaban en las miradas de todos los asistentes. En definitiva, una jornada inolvidable. Sebas, gracias por hacer posible que empezase a cumplir mi programa como Pandorgo, gracias por tu compromiso y movimiento con la alcaldesa y concejales, gracias por tu recibimiento y, en nombre de la Hermandad de Pandorgos, embajadores de la tradición, gracias por hacernos partícipes del Pisto más grande del mundo.

martes, 6 de septiembre de 2022

TE LAS DEBÍA, JULIO. Y PARA TI, AGOSTO.

Ciudad Real, a 1 de Septiembre de 2022. Hoy empiezo a escribirte. No sé cuando terminaré pero te lo pondré en la firma. Te debía unas letras, querido Julio. Todos los años me gusta regalarte el oído porque tu llegada supone la venida de tu mano de unos días preciosos, entre en los que se mezclan el aroma a barrios viejos, las maltratadas verbenas y la cercanía de la fiesta más grande de la capital. Además, tras de ti llega mi mes de descanso laboral y es pasando tus días, uno a uno, cuando se acerca tu hermano Agosto en el calendario. En definitiva, lo sabes y no te miento, cuando llegas, Julio, me alegras la vida. Son muchos recuerdos y vivencias los que se agolpan en tus recuerdos. Pensar en ti es evocar a mi abuela, saborear una berenjena de Almagro, echar un rato bueno en el Carmen, hacer un costal, ponerme la faja, acariciar con la mirada el empedrado de Santiago, recorrer tarareando la Salve marinera el Pasaje de la Merced, callejear por el Perchel perdiéndome en mi infancia, tomarme unos botellines en el chiringuito de turno, anudarme en el corazón un pañuelo de yerbas, exprimir unos limones, visitar a la Virgen del Prado y cantar Pandorga. Eres muy especial y por eso ya he hablado de ti varias veces en el Rincón. Pero este año te has coronado de tal manera ocupando felizmente todos mis momentos que no ha sido hasta ahora cuando he podido sentarme a pasar un rato contigo. Y aunque te has ido, te prometo que no te olvidaré jamás, pues tú, Julio, has sido el mejor de los Julios que pueda recordar. Ya sabes por dónde voy, bribón. ¡Cómo para no quererte!

Este año Julio ha sido muy especial por muchas cosas. La primera es que tras más de dos décadas y media en el oficio del costal, éste año he empezado mi paulatina retirada. En Semana Santa me despedí del Señor de las Penas, en Mayo ya no fui los pies de la Virgen de la Cabeza y el pasado Julio, mes de pleno verano que siempre me traía bonitos ratos de costal, ha sido la primera vez desde hace muchos años que no he paseado ni a la Virgen del Carmen ni a Santiago Apóstol en la vecina localidad de Granátula de Calatrava. Un Julio peculiar, sí. Pero no han faltado los ratitos de verbena y otros rituales arraigados que tengo ya en esos días mágicos y llenos de luz. Tampoco he tenido los preparativos de mi amado Camino de Santiago porque este año nuestra cita en Agosto no podía cumplirse y, aunque no lo creáis por la felicidad que me ha regalado el séptimo mes de 2022 haciéndome Pandorgo, he echado mucho de menos esa rutina de soñar las etapas, programar los kilómetros y los albergues y tener a punto mi mochila roja y negra para recorrer esa maravillosa senda indicada por flechas amarillas. Se acercaba el momento y raro era el instante que en mis manos no había un pañuelo de yerbas para ser anudado, con todo el cariño del mundo, en el cuello de algún niño o anciano. Ellos son los primeros siempre y más aún este año tan especial en el que la fiesta volvía a vivirse en plenitud. ¿Cómo eres tan bonito, Julio, que sin tener nuestros momentos íntimos de costumbre me regalas otros tan preciosos e inesperados? ¿Cómo describir lo que me hiciste sentir cuando visité a nuestros mayores en sus residencias y se me empañaron los ojos hablándoles de la Virgen del Prado? ¡Claro que te debía unas letras! Y aquí están, amigo.

Y ese momento en que te confundes entre ambos meses y que todavía no se sabe si es la última noche de Julio o la primera madrugada de Agosto, fui inmensamente feliz. Me atrapó el cambio de mes donde y cuando solía atraparme años atrás: en la Plaza Mayor aguardando el alba. La diferencia es que en esta ocasión yo era el protagonista: moría Julio habiendo nombrado al Pandorgo de hogaño y nacía Agosto con el recién nombrado entregado a su ciudad, a sus gentes, a sus costumbres. Creo que nunca hube tenido un inicio de Agosto tan bello. Este año, cuando en los anteriores estaría levantándome para coger el tren que me llevase a iniciar mi querido Camino, del que antes hablada, era cuando me acostaba. Agotado y extasiado pero plenamente feliz. Muy feliz. Con la satisfacción de haber logrado que un sueño fuese realidad y haberlo vivido de la mejor manera posible: haciendo partícipes a todos. El pasajero número ocho del calendario anual también ha dejado un poso muy especial. Prácticamente todos los días he tenido actos llenos de sonrisas y buenos ratos. Empecé el mismo día uno, en las Fiestas del Barrio de los Ángeles. Y concluí el propio día 31 rematando en el campo la conserva de tomate frito con la que haré el bacalao con tomate del Viernes Santo. ¿Qué deciros de entremedias? Unas Ferias y Fiestas memorables durante todos sus días y en todas sus horas. Asistí a la Caravana Blanca (¡qué cercana estuviste de nuevo, Lela!), al Nombramiento del Ciudadano Ejemplar, al Pregón de Feria, a la Cabalgata de Gigantes y Cabezudos, a las Solemnes Funciones y Procesiones de la Virgen del Prado, tanto del 15 de Agosto como de su Octava el día 22, al Pregón Taurino, al Baile del Vermú, a la Feria de día, a los Mahouñaneos, a la Final del Campeonato de Balonmano, a la Feria de Tarde, a los Conciertos, a la Feria de Noche, al Concurso de Hípica... ¡A todo! ¡Menudo Agosto he tenido!

Agosto siempre ha sido mi mes de descanso desde que empecé a trabajar en la abogacía allá por el año 2004. Esperaba con ansia su llegada y desconectaba total del mundo jurídico. Volvía en Septiembre como nuevo a enfrentarme a los pleitos. Este año he terminado Agosto sin descansar. No he parado pero ha sido por no querer parar y exprimir todo lo que me ha obsequiado este espléndido verano. Me comprometí, como Pandorgo, a disfrutar y a hacer disfrutar y estoy asistiendo a toda invitación posible, representando a mi ciudad del mejor modo que sé: con orgullo y una sonrisa. Realmente hay días que es agotador pero lo haría una y mil veces más porque me reporta una felicidad enorme. Hacía ya varios años que no salía todos los días en Feria y este año lo he hecho "por obligación". Ha sido un Agosto distinto pero muy intenso. Precioso, inolvidable y completo de principio a fin. Y aún así, me ha faltado el Camino... ¡Vaya vínculo tiene la Ruta Jacobea con mi mes de descanso! Descanso levantándome a las seis de la mañana para caminar entre 25 y 30 kilómetros cada jornada y dormir día tras día en la litera de turno. Menudo descanso, pensaréis. Pues sí. Lo es. Al fin y al cabo son mis vacaciones y las vacaciones, en realidad, no son sino un estado mental en el que logras evadir las obligaciones impuestas o voluntarias. Y en el Camino de Santiago lo logro, por tanto, descanso. Y bien sabes, Agosto, que has sido muy especial pero que ansío reencontrarme con las flechas amarillas. Para que quede per saecula saeculorum este verano tan maravilloso redacto estas letras. Te las debía, Julio. Y para ti, Agosto. Ciudad Real, a 6 de Septiembre de 2022.

sábado, 20 de agosto de 2022

PANDORGO 2022

Creo no engañar a nadie si digo que lo ocurrido el pasado día 31 de Julio de 2022, mi mente lo hubo forjado para que hubiera acontecido exactamente como aconteció pero dos años antes. Me sonaba bien lo de "Pandorgo 2020" y estaba decidido a ello si el Ayuntamiento y la Hermandad de Pandorgos, claro está, hubiesen aprobado mi candidatura, pero en Marzo de ese año, cuando todo lo tenía dispuesto para empezar a preparar el momento soñado, llegó a nuestras vidas el coronavirus con una pandemia a nivel mundial que cambió absolutamente todo. Ese año no hubo nuevo nombramiento de pandorgo ni dulcinea y me vi obligado a posponerlo todo para el año siguiente. Yo, que anhelaba ser pandorgo, quería una Pandorga plena y que tuviera, ¡qué menos!, que "convidá a limoná y puñao" y Procesión de la Virgen del Prado, además de todo aquello que pudiera hacerme disfrutar a mí y a los míos de unos días de ensueño. Me tocaba esperar otro año con la esperanza de que así fuese pero la situación sanitaria, aunque cambió, ya presagiaba recién iniciada la primavera de 2021 que tampoco iba a ser posible festejar una Pandorga como se venía haciendo años antes. Las cofradías se quedaron sin volver a salir a la calle por segundo año consecutivo, la Romería de Alarcos tampoco se celebró con todos sus actos y las congregaciones de gente que forman las fiestas populares no estaban permitidas. Así es que conforme se acercaron las fechas decidí no presentar tampoco candidatura a pandorgo en aquel año 2021, pues si resultaba elegido no viviría lo que tantas veces había soñado.

Pasados dos años desde aquella nefasta primavera del año 2020 que todo truncó (y cuando digo todo es todo, no mis ganas de ser pandorgo, pues ojalá el covid sólo hubiera roto ilusiones de festejos), llegaba el momento de la vuelta a la vida. Ya se vivió una Navidad con una Cabalgata de Reyes en 2022 casi normal, aún era obligatoria la mascarilla en las vías públicas y se exigía precaución en los gentíos, pero ya se vislumbraba el final de la pesadilla. El Carnaval fue prácticamente como siempre, con un Domingo de Piñata sin mascarillas ya obligatorias y la gente llenando las calles. La Cuaresma empezó con la noticia de que los costaleros volvían a meterse debajo de los pasos. La Semana Santa transcurrió con total normalidad y se anunciaban ya las romerías y fiestas de primavera. Era el momento. Se venía una Pandorga normal que iba a ser como las de siempre y con la alegría de volver a disfrutarla por parte de todos. ¡Menudo reencuentro de emociones, sentimientos y vivencias! Y al igual que el mes de Septiembre de aquel ya lejano año 2019, cuando compré en la Feria de Urda mi garrota para cuando fuera pandorgo, mi mente empezó a imaginar un grabado a fuego, literal, con letras que pusieran "Pandorgo 2020", esta primavera de 2022 mi mente ya soñó con ese pirograbado poniendo "Pandorgo 2022". Y quiso la Virgen del Prado que así fuera. 

Por aquellos caprichos del destino que nunca sabremos pero que dotan a la vida de preciosas coincidencias, corría el año 2002 cuando unos cuantos locos cofrades, entre lo que me encontraba, fundamos la Agrupación Musical Santo Tomás de Villanueva, pionera en su ámbito en toda la autonomía manchega. Este año se cumplía su XX Aniversario y dicha corporación sería la institución que presentase ante la Concejalía de Festejos del Ayuntamiento mi candidatura a Pandorgo 2022. Mi banda de toda la vida, mi gente, mis amigos, impulsores de mi nombramiento en un año tan especial para ellos y para mí. Increíble lo que el destino me tenía preparado. A mediados del mes de Mayo sellaron debidamente mi candidatura y quedó la misma presentada. El sueño comenzaba a convertirse en realidad y ya no había nada que pudiera pararlo. Los astros así lo querían y el 31 de Julio brillaba en el calendario como nunca. Pasé el filtro del Consistorio y mi candidatura fue a parar a la Hermandad de Pandorgos, puñado de hombres nobles y buenos quienes en la comida de elección y votación que tuvo lugar el 17 de Junio de este precioso 2022, alzaron mi nombre. Ese mismo día se comunicó a los medios y a toda Ciudad Real que yo iba a ser el Pandorgo. Ya era realidad. Y habría de todo. Quedaba esperar que llegase y vivirlo.


Y llegó. Amaneció un 31 de Julio radiante en el que no sé qué fue más cierto: si que Ciudad Real me esperaba a mí o que yo esperaba a Ciudad Real. La verdad es que la cascada de felicitaciones y el afectivo recibimiento fueron preciosos por parte de todos. Sin colores, sin banderas, sin posicionamientos. Como yo lo quise: Pandorgo por y para Ciudad Real. Para todos sin distinción. El acto de proclamación tuvo lugar como mi cabeza soñaba desde hacia varios años y, además, no pudo tener mejor presentador, mi primer capataz. Paralelamente la mejor cuadrilla nunca imaginada, grupo de gente buena de verdad, orquestaba en el Antiguo Casino la convidá y limoná que tras mi nombramiento y proclamación sería entregada a todo aquel que quisiera. Imposible no mencionarlos. ¡Qué grandes todos! ¡Qué detalles más bonitos! ¡Qué uniformidad, qué buen hacer, qué organización, qué trabajazo! Nunca podré agradecerles lo que han hecho por mí en unas fechas tan importantes. No se ha visto cosa igual. Amigos, amigas, hombres, mujeres, músicos, costaleros, hosteleros, militares, camioneros, ¡había de todo y me sentí super querido por ellos! La Cuadrilla del Pandorgo... Fueron clave total para que la Pandorga fuese como debía ser, aunque no lo crean, sin ellos habría sido imposible. En la garrota, mi nombre; en el frente, mis hermanos; en las gradas, mi familia; a sendos lados, mi mujer y mi hija; en lontananza, La Mancha; Ciudad Real, en el alma; en mi mirada, la Virgen del Prado; en mi corazón, un pañuelo anudado y en el cielo, una sonrisa de abuela al verme proclamado. Así llegué a ser el Pandorgo 2022. ¡Gracias!

jueves, 21 de julio de 2022

"CONVERSACIONES A DOS METROS"

Quien sea de Ciudad Real y guste de ver la televisión local para saber qué se cuece en estos lares ya sabrá por dónde va el título de la entrada. Para quien no lo sepa pero sea asiduo al Rincón, he de decir que es el nombre del programa de televisión que se inició en el año 2016 grabando y entrevistando a vecinos que les gustase el arte de los fogones y que, llegada la pandemia y las medidas de distancia y seguridad que estuvieron vigentes con la misma, adoptó el nombre de "Conversaciones a dos metros", manteniendo intacta la esencia inicial: entrevista y cocina. Y hete aquí que la buena de Gema Martín, periodista y directora del dicho programa en Ciudad Real TV, ya me venía siguiendo mi afición al guisoteo y estaba tras de mí para echar un buen rato de paleta y sartén. Y ahora, recién nombrado Pandorgo, era el mejor momento para ello y no podía negarme. Aunar en media horita tradición, costumbre, amor por mi tierra y sus gentes y, entre medias y lo que menos importaba al final, cocinar un plato que fuera apetecible y curioso. ¡A la faena! Acepté encantado, cuadramos fecha y pasé un rato muy feliz grabando en la cocina de casa una receta que me encanta hacer: Arroz meloso con pollo marinado y setas. Y hubo sorpresas, por supuesto. Salieron a relucir mis cervecillas caseras, las aceitunas que aliño con Claudia y algún secreto de mi traje de pandorgo. Y eso venía a contaros hoy. Encended la inducción que empezamos. Aceite, fuego medio y pañuelos de hierbas. ¡Oído cocina!

No creo que a estas alturas haya alguien que me conozca y no sepa que me gusta meterme a fogones, que me encanta la cocina tradicional manchega y que hago mis pinitos gastronómicos y culinarios. Y en estas fechas donde las redes sociales se convierten en el escaparate de lo que cada uno quiere mostrar, a mí, personalmente, me gusta enseñar cuando logro cuajar una lustrosa sartén o un apetitoso guiso, cuyo fin siempre es el mismo: disfrutarlo con quienes me rodean. De ahí empezó el seguimiento de fotos y recetas por parte de Gema. Y, claro está, no tardó la susodicha en perseguir mis dotes culinarias, pobres, todo sea dicho, pues seré "buen guisandero" como se dice en La Mancha, pero de cocinero fino tengo poco, ocurriendo que mis platos, la mayoría recetas tradicionales, son resultones y, eso sí, ricos de sabor, pero quien busque en mi quehacer nouvelle cuisine sepa que me gusta más un rudimentario plato de huevos fritos con patatas que un impecable emplatado de una deconstrucción de cocido madrileño que más sacia el objetivo de las cámaras de revistas que el estómago del comensal. Dicho lo cual, no me asusta meterme a sartenes para cuatro, seis, ocho, doce e incluso setenta comensales, como he hecho alguna vez, pero de recetas que domine, claro está. Y el arroz es una de ellas. A la vista está.

Llegó el día y prepare los bártulos. Y como de pasarlo bien se trataba, ideé alguna sorpresa para hacer entretenido el programa y que fuese divertido. Decidí hacer la receta con la chaquetilla de chef que me hizo y regaló mi suegra hace unos años, meter a refrescar algunas de mis cervezas caseras para que salieran en televisión (¡qué nivel! son cosecha propia y ya se las ha visto en algún bar y en las pequeñas pantallas) y, por supuesto, preparar un plato de barro con olivas de las que recojo con mi hija una por una y cuidadosamente tratamos y aliñamos en esas fechas en las que, como dijera el poeta, las aceitunas aguardan las noches de Capricornio... Como antes decía, al final el arroz era lo de menos. Charlar sobre Ciudad Real y la Pandorga bien merecía este rato. Y fue muy entretenido. Tras las cámaras estaba mi hermana con una tarea concreta: hacer algunas fotos para luego plasmar esas "Conversaciones a dos metros" en el Rincón, como hoy vengo a hacer. Luego también se quedó a comer y a disfrutar del arroz, por supuesto. Comentamos alegremente el rato que habíamos tenido y Claudia se puso muy contenta porque papá iba a salir en la tele. A sus cinco años no sé qué pensaría que pasaba o si cree que soy famoso. Su mente de niña disfruta e irradia feliz con esas cosas y yo soy feliz viéndola feliz.

Lo cierto y verdad es que lo que tardó en hacer el arroz meloso hablamos de muchas cosas y Gema sacó a relucir el presente blog. Y ya lo dije y hoy lo reitero: aquí es donde mucha gente conoce mi fondo de verdad. Escribo tal cual me viene del alma y dejo caer las caricias que tanto me gustan a la tradición, la raigambre, la costumbre y la niñez. Expreso a corazón abierto mis sentimientos cuando verso sobre cofradías o el Camino de Santiago, pues son dos de mis grandes pasiones y me aceleran el pulso a su antojo. Y luego, disfruto releyéndome cuando ha pasado un tiempo, porque leer es revivir los momentos que plasmé cuando ocurrieron. En estos días todo el mundo recuerda el programa de televisión, con Gema en casa hablando de mi reciente nombramiento como Pandorgo, pero cuando pase cierto tiempo irá cayendo en el olvido y quedando en un rincón, pero no en un rincón cualquiera, en este Rincón, donde las vivencias del autor perduran y pueden volver a ser vividas. Por eso, de ese sencillo rato de cocina y charla decidí escribir unas líneas para mantenerlo vivo y que no se olvide jamás que el verano de 2022, pocos días después de haber sido nombrado Candidato a Pandorgo, antes siquiera de mi proclamación, abrí las puertas de mi casa a Gema Martín Díaz y a la televisión local, para que, mientras cocinaba un arroz, Ciudad Real entera pudiera verme y conocerme más, pues en realidad no dejo ser otro vecino cualquiera que ama su tierra, su cocina, su gente y su ciudad. ¡Saludos a todos!

jueves, 30 de junio de 2022

Y CARLETES FUE PANDORGO

Sería el año 1987, aproximadamente, recién iniciado el verano, cuando estaba en casa de la Lela, mi abuela Carmen, jugando con Coco, el perro que más paciencia ha tenido conmigo por las travesuras que le dispensaba. Me dijo que teníamos que ir a hacer un recado a comprar. Yo tenía seis años de edad y aunque en la escala de nietos no era el mayor, pues Andy me saca unos meses, para la Lela yo era "su nieto", el nieto, sin más. Siempre conmigo y yo con ella. Venía a verme al colegio en la hora del recreo y me llamaba a voces desde la reja del patio para que me acercase. O en plena calle gritaba mi nombre, frente a casa de mis padres, para que me asomase al balcón. Por entonces ni habían nacido el Tormento, ni mis primas Julia y Marina. Aquel día me cogió de la mano y me llevó a la tienda de ultramarinos que tanta esencia dejó en esa bendita esquina de la calle Calatrava con Cardenal Monescillo, frente a la Plaza de la Virgen de las Lágrimas. La regentaban Carmen y Elisa, quienes sean muy de Ciudad Real y tengan ya algunos años, las recordarán bien. ¿Cuántas barras de pan, legumbres al peso, hortalizas, bacalaos en salazón, conservas de atún, encurtidos y chucherías no habrían vendido en el Barrio del Perchel? Allí nos encontrábamos cuando llegó Pablo Romero, uno de los hijos de Carmen, la dueña de la tienda. Yo era un crío y escuché la conversación. Recuerdo aquellas palabras entre mi abuela y Pablo: "-¿Este año también lo vas a llevar? -¡Pues claro! Como siempre. A ver a la Virgen, a ver los bailes, a disfrutar de la fiesta. -Carletes algún día será pandorgo. -Por supuesto. Y me hará muy feliz". Mi abuela sonreía y me acariciaba el pelo.

-Lela, ¿quién era ese hombre que te ha dicho que si me vas a llevar al Prado? -Es Pablo, el pandorgo del año en que tú naciste. -¿Qué es un pandorgo? -Algún día lo sabrás, ¡venga!, que tenemos que volver a casa y en unos días será la Pandorga. Ahí te explicaré las cosas. ¿Tienes tu pañuelo de hierbas preparado?- Se me iluminaba la cara porque ir con la Lela a la Pandorga era muy especial. Lo malo era el rato de calor que tenía que pasar esperando sentado en las sillas que ponían en el Paseo del Prado hasta que los grupos regionales empezaban a bailar. A mi abuela le gustaba estar en primera fila y "me usaba" como guardador de las sillas, mientras ella charlaba con su amiga Anselma y se tomaba algún vaso de limoná y se comía alguna fruta de sartén típica manchega, como flores, barquillos o borrachuelas. Grupos de bailes venidos de diversos pueblos cercanos (y no tan cercanos) ofrecían a la Virgen del Prado frutos de la cosecha estival y flores. Luego, en el tablón elevado que hacía la suerte de escenario, danzaban y bailaban a los pies de la Catedral. Yo disfrutaba viendo todo aquello con mi pañuelo anudado al cuello y de la mano de mi abuela, hasta que venían mis padres a recogerme. Era feliz y no lo olvidaré jamás. Aquellas fueron mis primeras pandorgas.

Han pasado tres décadas y media. La Lela ya está con la Morena del Prado y ve los toros de fuego desde el Cielo. Entre tanto tuvo tres nietas y siguió anudándome el pañuelo, mi pañuelo, el de la raya roja (de los que hace más de veinticinco años que dejaron de fabricarse y que guardo en casa como un tesoro) hasta que yo ya fui algo mayor y me lancé a la Pandorga por mí sólo. Comencé a hacer limoná con mis amigos en los Jardines del Prado, ¡qué años aquellos! Siempre miraba de reojo a la Catedral y el 31 de Julio era un día esperado y grande. La Lela ya barruntaba la fecha desde la Verbena del Carmen, a la que me llevaba también de niño a ver la procesión y comerme una berenjena de Almagro, su pueblo, del que tanto hablaba siempre. Siendo mozo le gustaba verme en la Ofrenda de la Virgen de la propia Pandorga. Luego empezó a estar mayor y yo era adolescente y ni ella podía estar horas sentada en las sillas, pasando calor para ver los bailes regionales, ni yo tenía ganas de ello pudiendo estar alternando en los chiringuitos. Los años, el tiempo, la vida... Pero la Pandorga ya era parte de mí. Me gustaba interesarme por saber quién era el Pandorgo de Hogaño, estar en su proclamación y ver el desfile de aquellos hombres, guardianes de la tradición y mantenedores de la costumbre, vestidos de negro, sonrientes y felices. "Carletes algún día será Pandorgo" le había dicho uno de ellos a la Lela cuando yo era niño...

Y llegó el año 2015 y lo decidí. Supe que, efectivamente, quería ser Pandorgo. Amo Ciudad Real, sus tradiciones, sus costumbres, sus leyendas, sus rincones, sus gentes y quería ser uno de esos hombres que hacen gala de ello y mantienen viva la fiesta más importante de la ciudad en la que la principal protagonista es Nuestra Patrona, la Virgen del Prado, a cuyos pies me inculcó mi abuela el querer a nuestra tierra. Marqué como meta el año 2020 para presentarme a pandorgo y empecé a soñarlo. Mi abuela, ya muy mayor, me decía que le trajera una niña y que fuera pandorgo. Era su ilusión. En el verano del 2016 marchó hacia el Camarín eterno, allí donde habita la vecina más antigua de Ciudad Real, la de los ojos azules que baja al altar mayor cada víspera de San Lorenzo a la puesta del sol y que tiene en sus brazos al Niño Jesús, al que mi abuela tanto quería desde los tiempos de la post guerra y ahora ya puede jugar con Él. Se me fue la Lela pero el guión ya estaba escrito. Mi mujer estaba embarazada de una niña, mi hija Claudia y yo, antes o después, iba a ser Pandorgo. Lloro al escribir estas líneas, pero cuando la Lela marchó, su anciana mente que ya apenas retenía datos, hizo un esfuerzo y supo de mi boca que su nieto iba ser padre y pandorgo. Sonrió felizmente, me miró con sus ojos grises y dos días después los cerró para siempre. En el año 2017 nació Claudia, la niña que mi abuela quería y que ya no conoció. En el año 2020 explotó la pandemia y no pudo ser. El resto ya lo sabéis. Este año 2022 he sido nombrado candidato oficial. El 31 de Julio seré Pandorgo. Pablo, ya está aquí Carletes. Lela, lo hemos hecho. ¡Viva la Virgen del Prado!