viernes, 31 de octubre de 2014

LEYENDA DEL HALLOWEEN MANCHEGO

Aprovechando que estamos en plena festividad del Día de Todos los Santos y que soy hombre fiel a mi tierra, he estado aguardando este momento para traeros a colación ciertas leyendas de la Mancha un tanto siniestras. La ocasión la pintan calva. Ya debatimos una vez sobre el por qué la pintan calva y no con mechas y tras divagar decidimos que si la ocasión nunca se ha quejado de cómo la pintan será porque está contenta viéndose calva. Ocasiones aparte que esto no es un mercadillo (aunque cuando hablo de fútbol lo parece), sigo en mi tesón de seguir edificando un blog que os atraiga, que os divierta y que os regale datos ignorados a la vez. Y las leyendas que hoy vengo a contaros os aseguro que os gustarán por ser curiosas y por estar datadas en pueblos de nuestra tierra, lo que nos hace sentirlas más cercanas e incluso más ciertas. Aunque ya sabéis que yo soy de la opinión de que toda leyenda tiene algo de cierto y algo de invención, o como dirían en la antigua Grecia al respecto, las leyendas son origen de la mitología, dícese el nexo de unión entre el "mythos" (invención) y el "logos" (realidad), lo cierto y verdad es que cada uno debe forjar su creencia o no en torno a ellas. Yo os las narro y vosotros y vuestro conocimiento decidiréis.

Se dice que en la noche del Día de los Difuntos se contaba a los niños de estos lares manchegos historias de miedo y fantasmas para que se fuesen pronto a la cama y se portasen bien, disfrutando los mayores de una velada en torno al brasero, recordando a sus mayores ya fallecidos mientras degustaban en familia un chocolate caliente, huesos de santo, pestiños, buñuelos, castañas asadas y algún licor, con el sosiego y calma necesarios. Se hablaba a los niños de seres malévolos y de figura espectral de modo que marchaban a la cama sin rechistar a la voz de "Como te portes mal viene el Tío Camuñas", dándoles al día siguiente algún dulce por haber sido obedientes y tener buena conducta. Inclusive a día de hoy se sigue mencionando al "Tío Camuñas" o "Camuñas" a secas cuando se pretende asustar a un menor. Y ya que hablamos de él... Aquí va la primera leyenda. Y luego la segunda. Y luego la tercera. Lean, lean.

EL TÍO CAMUÑAS


Seguramente junto con "el Hombre del Saco" y "el Coco" sea el espanta-niños más conocido no solamente en la Mancha sino en toda España. "Va a venir a por ti el Hombre del Saco" o "¡Que viene el Coco!" son unas expresiones harto conocidas en toda infancia. Igual manera de asustar a los niños desobedientes es mentarles al Tío Camuñas". Pero, ¿quién era Camuñas? Y sobre todo, ¿qué se sabe de él en la Mancha? Haciendo indagaciones he logrado obtener datos de Almedina, Villanueva de los Infantes y Torre de Juan Abad que describen a tal personaje ficticio como un verdadero y pavoroso ogro. Francisco Sánchez Fernández, nacido en Camuñas (Toledo) en 1762 y fallecido en Belmonte (Cuenca) en 1811, famoso guerrillero durante la Guerra de la Independencia conocido también como "Tío Camuñas" nada tiene que ver con la figura usada para asustar a los menores.
Hecha esta salvedad, ahí van las descripciones halladas:
En Almedina recuerdan que los abuelos lo mencionaban como un ogro repelente que entraba en las casas para llevarse a los niños malos para devorarlos luego en su guarida.
En Villanueva de los Infantes se dice que era un hombre con nariz y uñas muy largas, con las manos huesudas y alargadas y los ojos brillantes. Tenía un aspecto horrible y mando y poder para asustar a las personas.
Por último, en Torre de Juan Abad los mayores lo definen como un monstruoso animal de forma imprecisa, con enormes dientes de lobo y larguísimas uñas.
Así pues era común asustar a los niños con el grito de "¡Que viene el Tío Camuñas!".

LA ALICÁNTARA

Es un animal no identificado correctamente que según unos es una víbora y según otros una especie de lagartija o salamanquesa. Se decía que no veía pero que detectaba fácilmente a sus presas.  En la Mancha la gente de labor mentaba mucho el refrán "Si la alicántara viera y la víbora oyera no habría hombre que del campo saliera". Era, pues, un animal temido que se utilizaba por estas fechas para asustar a los niños.
Existen testimonios también en Villanueva de los Infantes que dice que la alicántara era una víbora venenosa que tenía dos cabezas, una para hacer bien y otra para hacer mal. Y había quien juraba haberlas visto.
En Torre de Juan Abad a la alicántara se la tenía como la víbora más dañina y peligrosa. Quedan reminiscencias de la malignidad de esa bicha de modo tal que cuando una persona tiene mucha maldad se le espeta "Eres más mala que la alicántara". En dicho municipio también corre la leyenda de que un guarda de un cortijo testimoniaba que "la alicántara tenía semejanza de serpiente menuda pelifina y con dos pequeñas alas".
Dicho esto, a mí desde luego, siendo niño y sin serlo, me dicen mis padres o mi mujer que si me porto mal viene el Tío Camuñas y/o la alicántara a por mí y me llevo tal susto que adopto un comportamiento tal que sería digno de canonización. Y por supuesto me comería luego dulces y un chocolatito caliente por lo bueno que soy. Hay que tener mala leche para asustar a los niños con este bicho.

LAS BRUJAS

No hay emblema (calabazas aparte) más conocido de la Fiesta de Todos los Santos que una bruja. Son seres que asustan a los niños desde siempre y en estas fechas y con la invasión de Halloween que llevamos recibiendo y, dicho sea de paso, aceptando y adaptando estos últimos años, las brujas alcanzan la medalla de oro en el podio de asustar a los niños y de, conforme van creciendo, ser el disfraz favorito de las niñas.
Las brujas son personajes femeninos y malvados que hacen conjuros y hechizos malignos. En Daimiel, pueblo apodado "el de las brujas" y en pueblecitos cerrados de la Mancha hay abuelas que cuentan que sus antepasados decían que antes había muchas brujas y fue llegar la Bula de la Santa Cruzada y desaparecer las brujerías. Decían que sus mayores les narraban literalmente anécdotas como: "A lo mejor te encontrabas un ovillo hermoso de lana en la calle y cuando ibas a cogerlo se convertía en un gorrino" o que "en una ocasión estaba un grupo de hombres haciéndose una cuerva (bebida manchega muy parecida a la limoná y a la sangría, muy común por la zona de Cuenca) y les faltaba azúcar y mandaron a uno de ellos a comprarla. Éste tardó muchísimo en volver y cuando regresó le dijeron que dónde había estado a lo que el hombre contestó que se le habían aparecido las brujas y lo habían raptado y llevado a Murcia. Los demás rieron ante tal fantasía y en el acto el hombre sacó del bolsillo unos dátiles probando que efectivamente había estado allí". Estas leyendas son muy conocidas si bien ahora apenas se cuentan, pero el rapto de aquel hombre dio lugar a la expresión: "Pórtate bien, zagal, que vienen las brujas y te llevan a Murcia", dicho entre mofa y temor que causaba pavor en los niños.
Más tenebrosa es otra leyenda que dice que un hombre que vivía en Ruidera con su mujer en una casa pequeña de labor al lado de la laguna Colgada, tuvo una temporada que cuando dormían en los poyos al lado de la lumbre soñaba que venían las brujas y se lo llevaban. Se despertaba aterrado e inclusive decía que las había visto por la chimenea y su mujer le decía que avivase el fuego, por lo que cogía y echaba al mismo tres o cuatro gavillas de sarmientos más y hacía una lumbre tremenda. Ponía también las tenazas en cruz y así parece que ahuyentaba a las brujas.
Otra leyenda cuenta que en Torre de Juan Abad vivió una mujer de la que se decía que era bruja y se la acusó de muchas maldades. Cuando falleció todos los perros de la zona se juntaron a la puerta de su casa y con la luna llena aullaron lúgubre y lastimeramente. 
En todo caso las brujas siempre han sido temidas por grandes y niños, si bien los grandes en los Días de Todos los Santos y Difuntos contaban historias de miedo a los niños para que no se portasen mal.

Yo las únicas brujas que conozco son "Las Tres Brujas" que es un producto de limpieza con el que estoy familiarizado los Sábados por la mañana y a la que yo llamo la "Bruja Mayor" que es la aspiradora. Algunos pensaban que cuando yo me refería a la Bruja Mayor sería mi mujer, mi suegra o incluso mi madre, pero no, no es el caso. Y no las enfadéis con eso que como se reboten las tres juntas son peores que las brujas de verdad.
Por último queda añadir a las Leyendas del Halloween Manchego un dicho que se oye mucho por mi tierra en estas fiestas. Se refiere a los fantasmas de los que ya no están y que campan a sus anchas la noche del 31 de Octubre al 1 de Noviembre: "El día de los finaos andan los aparecidos por los tejaos".

¡¡Feliz Fiesta de Todos los Santos!! o ¡¡Feliz Halloween!!, como prefiráis. Y no asustéis muchos a los niños. No seáis malos, ¿eh? ¡Que viene el Tío Camuñas!

jueves, 23 de octubre de 2014

LA SANTA DE ESPAÑA

15 de Octubre, fecha marcada en el calendario de este escribiente por varios motivos: onomástica santoral de Teresa de Jesús, Patrona de los Abogados, profesión de mi padre y mía, Festividad de la Abogacía, aniversario de boda de aquellos que me trajeron al mundo un 9 de Marzo de 1981 y paso a que cierra el año cofrade en lo que a costales y banda en la calle se refiere. Es además la protagonista Santa de España y Doctora de la Iglesia, siendo este año el 500 Aniversario (o V Centenario como nos gusta decir a los clásicos) de su nacimiento y tiene un acogida especial por el grupo de hombres valientes que conocen el oficio y arte del costal, pues sólo unos pocos pueden ronear de mecer sobre su cerviz además de a Dios y a su Santa Madre a algún Santo o Santa. Y éstas líneas van por ellos. Por esa gente buena que proclama su creencia en la fe del costalero. Yo he tenido la suerte de sacar pasos con Dios Padre, con María Santísima y con Santos, de tal fortuna que he paseado a Dios Cautivo en su Prendimiento, a Nuestro Padre Jesús de las Penas, a Nuestro Padre Jesús de la Bondad en el misterio de su Flagelación, a la Virgen de la Cabeza, a la Virgen del Carmen, a Santiago Apóstol y a Santa Teresa de Jesús. Ahí queda eso en mi currículum del costal para cuando presente mis credenciales ante el Juez Supremo. Y no es tirarme una flor, es una realidad.
Nos unen las cofradías y en este caso la raza costalera, siendo en mi persona, que soy costalero y abogado y tengo el placer de pasear a mi patrona mientras disfruto del mejor trabajo del mundo y el mejor pagado: ser los pies de la fe en la tierra y disfrutar nada más. Así pues esta entrada de argot cofrade, que dicho sea de paso, ya tocaba verter unas líneas que derramasen cera y olieran a incienso, van destinadas a hablar de esta Cofradía de Gloria que es la última que sale en el año, siendo la próxima vez que veamos un paso en la calle Domingo de Pasión.


Como todos los años la procesión de la Santa, como así la llamamos afectivamente los peones que la sacamos, tiene lugar el Sábado inmediatamente posterior a su festividad, por lo que el Viernes inmediatamente anterior a dicha festividad nos citamos en igualá y posterior ensayo los hombres que nos gusta un relío de costal y disfrutar paseando la fe como antes decía. Este año en concreto la salida procesional tuvo lugar el pasado Sábado día 18 de octubre. Y para mí fue especial. Ha sido la primera vez en mi vida costalera que una enfermedad me ha impedido disfrutar de las divinas maderas. Amanecí el día del disfrute con gripe y fiebre y hube de pasar en casa unos días. Si horrible fue la sensación de saber que estaba mi gente disfrutando de pasear a la Santa de España maravillosa fue la respuesta de los mismos mandándome mil muestras de apoyo, afecto, cariño y recuerdo. No puedo sino mencionar que me saltaron lágrimas en alguna ocasión.
Y para colmo mi banda detrás. Mi amada Agrupación Musical Santo Tomás de Villanueva que tantas y tantas veces oigo ensayar al lado de casa, despedía su año cofrade-musical con esta salida. Siempre me gusta acercarme a mis antiguos compañeros cuando estoy de relevo y meterme un "par de chicotás" en sus filas saludándolos y hablando con ellos. Y por supuesto se me cae la baba cuando voy debajo del paso y suenan sus tambores marcando el ritmo de mis compases de costalero. Es algo muy especial. Mucho. Otro de los ingredientes que hacen que para mí la procesión de Santa Teresa sea algo mágico.

Este año he de conformarme con ver lo acaecido a través de vídeos y fotografías y encomendarme a Santa Teresa para que el año que viene tenga la salud necesaria para poder disfrutar de ella sacándola a costal de nuevo y viéndola por muchos años más. Mientras tanto espero que la tinta que escurre por su pluma de Doctora de la Iglesia y la blanca paloma símbolo del Espíritu Santo que la acompaña, escriban recto y legible y así mismo amparen a todos aquellos que la aguardamos año tras año cruzando las puertas del Carmelo. Y a los que no, también. Y ya recuperado de la nefasta gripe que me alejó de ella este año, 500 aniversario de su nacimiento, le brindo estas letras poniendo el mejor broche de oro que pueda ponerle a mi Santa Patrona como tantas veces he hecho. A la voz del capataz y de la fe que pasean los costales, interceda Santa Teresa por nosotros ante la marinera Virgen del Carmen.

"¡Ahí quedó! Los cuatro zancos por igual. No salirse. Todos conmigo: Dios te salve María..."

viernes, 10 de octubre de 2014

OTOÑO

Llevaba años sin saber lo que era la Primavera ni el Otoño en mi tierra. Se cumple a rajatabla el refrán de mis mayores: "Nueves meses de invierno y tres de infierno". Pero este año parece ser según los "hombres del tiempo", ya sean los encorbatados presentadores de televisión o los campesinos expertos en cabañuelas y predicciones infalibles, que volveríamos a tener una estación de otoño casi como las de antaño: de esas que el frío va cayendo lentamente sobre la ciudad y los campos disminuyendo milimétricamente los grados que marca el termómetro hasta llegar a la primera helada invernal, de esas que sin darte cuenta si quiera te hace ir engrosando el número de capas de tu vestimenta e ir calzando zapato cerrado y botas, de esas que ves reflejado en los charcos de las últimas lluvias los edificios de tu ciudad mientras paseas de vuelta a casa y el cuerpo te pide un cucurucho de castañas asadas para templar la temperatura, de esas que las hojas que han dado verdor en verano se convierten en una natural alfombra de tonos marrones que chasquean bajo los pies de los transeúntes, de esas que las tardes del Domingo te apetece merendar un chocolate calentito mientras ves las caprichosas formas de las gotas de agua recién llovidas deslizarse por los cristales de tu ventana... De esas otoñadas de antes que apenas ya recordamos.

Y por ahora parece que está siendo así. Apenas los jóvenes estudiantes de la hoy Educación Primaria otrora E.G.B. saben diferenciar las estaciones en esta noble y leal villa. Para ellos una estación está en la Avenida de Europa y es la Estación del Ave y otra está en la Carretera de Fuensanta y es la Estación de Autobuses. Y no hay más. No lo interpretéis como un chiste pues es una realidad, amén de que hoy derramo melancolía y sentimiento y no divertimento escrito. Para ellos las estaciones del año serían dos: verano e invierno. Y es que es verdad que aquellas transiciones del frío al calor y del calor al frío que todavía existían cuando yo era niño, se han ido viniendo a  menos de tal guisa que se pasa del botín a la sandalia y de la camiseta a la cazadora en un suspiro. Apenas dos semanas de transición de una estación a la otra desglosaban lo que era la Primavera y el Otoño en estos lares, si bien ni tan siquiera se oían sus nombres pues "es que estamos pasando ya del invierno al verano y se va notando" era la denominación de "Primavera" que se oía en las calles. Y rondando el veranillo de San Miguel ya se podía escuchar "se va acabando el verano y de aquí a nada llega el invierno" y esa era la definición de "Otoño". Incluso para los más expertos en letras y en análisis morfosintáctico de la oración expresada, podría concluirse que el término "nada" es el que realmente ocupaba el concepto de "Otoño". Y seguro me hallo, como diría Cervantes, que cultos y estultos mis líneas habéis entendido: ni primavera ni otoño existían en los tiempos de los constipados, bien los últimos del invierno o bien los primeros del invierno, pero con sólo verano entre ellos. Ya os digo, vuesas mercedes, que ni primavera ni otoño existían. Así era la meteorología. Y así ha llegado a nuestros días. O eso parecía...



Por eso, hoy que ya es la cuarta o quinta vez que llueve desde que no llega a un mes empezó el bien llamado Otoño, me acuerdo de los pastores y gentiles que anunciaban que este año habría otoñada. Y tiempo de conserva y de lumbre. Y de cosechas de pimientos y buenas uvas con las migas. Y de gachas de almortas en cocina campera con chorreones de vino tinto cayendo de la bota. Y de pan candeal con chorizos asados. Y razón que llevaban. Desde que oficialmente empezó la tercera estación del año en lo que a tiempo se refiere las lluvias han ido paulatinamente ganando su espacio. Ya se ven las primeras rebecas en la calle. Los árboles ya combinan el verde y el amarillo en sus colores para forjar el marrón en la tierra. Ya las cenas en terrazas dan lugar a reuniones de amigos en casa. El frío que aún no es frío va ganando su carrera al calor que a duras penas se resiste a marchitar. Los maños preparan sus cachirulos y caramelotes para recibir a la Virgen del Pilar. Y en muchos negocios comienzan ya a intuirse vestimentas y comestibles para el puente de Todos los Santos.

Hoy puedo decir que es Otoño. Y que recuerdo aquellos pasados otoños que dejaron de existir y que el ciclo de la vida nos ha traído este año de nuevo. Y puedo decir que la melancolía de este tiempo cambiante tiene también su armonía y que merece la pena escucharla: suena la lluvia que no es tormenta cayendo sobre los campos, impactan las gotas caprichosas sobre los charcos de las calzadas, unidas estuvieron en nubes, disgregadas en los aires y juntándose de nuevo en charcos crean familias que invitan a jugar con ellas a los infantiles pies que van calzados con las botas adecuadas que sólo el otoño permite, ¡bendito sonido el salpicar conjugado con las risas de los niños!, capotas en los carritos de bebés suenan a plástico otoñal que anuncia que el tiempo se va enfriando pero no por ello es invierno, nuevos días de sol que dejan el tacto de las arenas de los parques entre lo húmedo y lo mojado, sonido mágico para los caminantes que notan ese espléndido crujir de terrones desechos bajo ellos que acomodan sus pisadas, nuevas lluvias venideras que hacen barritar al cielo en una mezcolanza de entre fuerte viento y dulces aguas...


Otoño. Cuánto te he echado de menos. Pareces, permíteme el permitirme que te lo diga, el hermano feo de la Primavera. Ella anuncia brotes de hojas y tiernas hierbas, ella anuncia colorido y días de sol que va alargando las tardes, ella anuncia que ya llega el verano y, entre tú yo, ese es el veneno escondido en su belleza: que la gente la confunde con un incipiente verano y no disfruta de ella. La llaman "Verano" y no lo es. Pero a fuerza de ser sinceros, permíteme de nuevo el permitir que te lo diga, hacía tiempo que no veníais y si, por un lado, la gente nos acostumbrábamos sólo al calor y al frío, de modo que el pasar del frío al calor era ya mal llamado verano, por otro lado la consecuencia era anular la primavera aunque corta fuera y, ya sabes que soy filósofo, la consecuencia de la consecuencia era, por ende,  anularte a ti también,  mi querido Otoño, llamando otra vez mal llamado invierno a lo que era tu tiempo. ¿Habráse visto tiempo que tuviere verano, invierno y otoño? Si no ha de haber primavera, tampoco a de haber otoño. Y entre tanta redundancia encuentras el motivo de tu ausencia prolongada. Yo cargo con mi culpa de mal llamarte. Carga tu con la tuya de tu abandono. Y ahora que nos reencontramos y con cariño y afecto te escribo, déjame de nuevo gozar de ti, comer de nuevo castañas, pisar tus charcos manchados, pasear por tu florida alfombra, acariciarte con mis letras en estas líneas de ofrenda, como aquellas que aprendí cuando te mento en los recuerdos que evoco, cuando era un pequeño infante, cuando era niño en otoño... ¡¡Cuanto me he acordado de ti!! Ven a verme de nuevo. Prometo en los días grises, como hoy, escribirte al abrigo de la lluvia y llamarte por tu nombre. No lo olvides. Te espero, al menos, una temporada al año. Aguardaré como antaño para verte, entre el verano y el inverno, Otoño, mi querido Otoño.

viernes, 3 de octubre de 2014

ENTRE FOGONES

Quien bien me conoce sabe que soy un cocinillas. Siempre he estado pegado a las sartenes viendo, aprendiendo, practicando e innovando. Me gusta el arte culinario y me encanta mancharme las manos en una cocina haciendo recetas. Y disfruto más cocinando que comiéndome luego lo cocinado. Soy feliz haciendo un sofrito e imaginando cómo quedará luego la paella. Y dorando unos tacos de jamón para añadirlos luego a unas gachas manchegas que ya visualizo en mi mente. Y me relamo pensando en el arroz caldoso que estoy ya haciendo con tan sólo poner el aceite a calentar. Y me entusiasmo de pensar una buena fuente de patatas gañaneras con almedrucos y leche conforme corto la cebolla para ponerla a pochar. O sueño con una buena sopa castellana conforme preparo los huevos que luego voy a escalfar. Pero como buen manchego me pierden las recetas tradicionales de mi tierra: el pisto, el asadillo, el tiznao, los gazpachos o galianos, las migas, las gachas... Y, como empezaba diciendo, quien me conoce sabe que siempre que puedo me meto a fogones. Y si es a guisar algo de mi tierra, mejor. Y si ya me gustaba la cocina y me gustaba meterme al mundo del mandil y la chaquetilla desde que compré mi querida thermomix me gusta todavía más. Hace de todo. Eso sí, la cocina tradicional me gusta en el fogón. Como toda la vida. No me pidáis que os haga un arroz con pollo en la máquina si tengo enfrente una buena sartén y tiempo para guisar sin prisa. Porque la cocina es amor. Y el amor necesita tiempo. Sin embargo había un resquicio en mi faceta de chef: la repostería.

Hoy vengo a compartir con vosotros mi primer dulce de horno. Torrijas, helados, sorbetes y otros dulces sí que he hecho, pero dulces de repostería como tal no. Conforme me decidí a hacerlo ya supe que haría algunas fotos para hacer una entrada en el blog. Et voilá! Tenía la espinita de no haberme metido nunca a hacer alguna tarta o algún bizcocho y un día de estos se me encendió la bombilla: ¿y si junto dos de mis pasiones en una? Y así fue. Me apresuré a buscar la receta de la Tarta de Santiago. Iba a mezclar la gastronomía y el Camino de Santiago a la vez que me metía en el reto de hacer mi primera tarta. Bueno está y hay que decirlo que el postre elegido resultó fácil de hacer. No sabía la dificultad o sencillez cuando elegí la receta y conforme la leí y fui haciéndola me alegré de haberla elegido pues para empezar en repostería no estaba mal, es un dulce que me encanta, que me trae recuerdos, que es sencillo de elaborar y que me permitió jugar a las manualidades pues me embarqué también en hacerme una plantilla con la Cruz de Santiago para culminar la obra. ¿Dónde se ha visto una tarta de Santiago sin su cruz? Hombre, por favor. Tenía que hacerla. Y yo que cuando iba a E.G.B. exponía mis trabajos como ejemplo de lo que no se debe hacer, pues dibujando en vez de manos parece que tengo los pies de otro, disfruté como un guarro en un charco dibujando a ojo y recortando mi crucecita de Santiago. La tengo guardada en casa pero ya me he hecho con una bastante mejor para cuando haga de nuevo esta tarta.


Me puse mi chaquetilla de chef, tipo Alberto Chicote, la cual me pongo sólo cuando me meto entre fogones a hacer algo grande o cuando es la primera vez que hago una receta, porque yo no juego a ser cocinero, soy cocinero, evidentemente aficionado y no profesional, pero soy cocinero de mi hogar, de mi familia, de mi gente y de las juntas de amigos. Preguntarles a ellos si cocino bien o mal, creo que la respuesta será positiva ya que llevo haciéndolo desde hará entre quince y veinte años y todavía no me he cargado a nadie. A lo que iba, me puse mi chaquetilla, preparé los ingredientes y como de tiempo iba escaso pues perdí minutos haciendo la plantilla que os narraba, la tarta me tocó hacerla entre la thermomix y el horno. El resultado podéis apreciarlo en las fotos. He de decir que por ser la primera no me aventuré todavía a hacerla en un buen molde redondo, ni le medí demasiado bien el tono cítrico que me apasiona oculto entre el dulzor. ¿El resultado? Estaba del carajo. Lo digo como lo siento. Pero, para aquellos que la probásteis, quizás a la próxima le ponga un poquitín menos de ralladura de limón para que el despunte del sabor sea mínimo. Os avisaré para que notéis la diferencia pero seguro que, si acudís a la llamada, ni la apreciáis y os zampáis la tarta a dos carrillos. Como si lo viera. Y luego me diréis que cuando quedamos otra vez para que haga otra. Y como a mí meterme a fogones me gusta, enseguida pondremos fecha.

Y por hoy, poco más, tan sólo quería traeros a colación mi primera obra repostera pues, como es costumbre y siempre digo, me gusta compartir con vosotros todas aquellas alegrías simples que nos endulzan el día a día y hacen que podamos, o al menos intentemos, vivir con una sonrisa en la cara. Ya sabéis que cuando digo que me enamoran las gastronomías no me refiero solo al buen yantar, sino también a elaborarlas y disfrutarlas. Y ahora os dejo que voy a hacer paté de queso manchego. Y no es coña, ¿eh? Haciendo patria chica de la Tierra del Quijote y usando sus productos. ¡Voy a ello! Y para los que me preguntáis y os reís: sí, deseando estoy que haga un poquito de frío ya para empezar la temporada de lentejas. Por último decir, si me lee algún cocinero profesional, que me encantaría estudiar cocina y no descarto hacerlo en algún momento de mi vida. Me apasiona de verdad. Queridos amigos os dejo con mi primera Tarta de Santiago. ¡¡Bon apetit!!