miércoles, 29 de noviembre de 2023

ES COMO EL REAL MADRID, NACIÓ GRANDE

El otro día me encontré en el Parque de Atocha a un perito con el que alguna vez he trabajado en asuntos judiciales. Estábamos charlando de nuestras cosas de trabajo y de fútbol, a la vez, pues compartimos en eso los mismos gustos. Su hijo pequeño y mi hija van al mismo colegio y se pusieron a jugar juntos y su hijo mayor (que está ya en edad pre adolescente y se entretiene lo mismo que una cabra en un garaje, es decir, a mirar las telarañas y dejar pasar el tiempo a la luna de Valencia) se acomodó en un columpio y no sé si es porque el chico es grande (¡qué cosa esta contradicción para expresar la realidad!) o porque el columpio era pequeño, apenas cabía y hacía ver al muchacho más grande de lo que era, pero el caso es que espeté ¡qué grande está tu zagal, Juan Ángel! El perito, actuando como padre esta vez y no como topógrafo que es con lo que se gana el pan y llena la nevera del hogar, sonrió y usando el argot futbolístico con el que estábamos hablando, lanzó como respuesta a mi exclamación (que no interrogación pero si merecedora de la misma) dos afirmaciones en una: mi hijo es como el Real Madrid, nació grande. Y yo que no aguardaba tal expresión cargada de bonhomía, locuacidad, afirmación, ingenio, confraternización y humor a iguales partes en un 50% de la misma, siendo en el otro 50% adulación, nobleza, reconocimiento y piropo a la grandeza del club de Chamartín, me prometí que no olvidaría la misma y que la plasmaría en mi humilde rincón cibernético como título de la próxima publicación de fútbol que hiciera en el mismo, a la sazón la que estás leyendo, amigo.

Y sí. El Real Madrid nació grande. Con esa grandeza que sólo los grandes tienen. No tratéis de buscarla ni de negarla los que no seáis madridistas, pues bien sabéis que existe y no tiene explicación. Y si no no lo creéis así, repasad la última champions que ganó. Una plantilla envejecida, saciada de títulos, sin hambre, a remolque en casi todos los partidos y, sin embargo, se cargó a los mejores de Europa remontándolos en un puñado de minutos épicos y volvió a ganar la orejona con gol de Vinicius. Ya tiene más champions que muchos de los que ladran. Así es que sí, no tiene explicación. Que nació grande y punto. Si el hijo del perito cuando llegó a este mundo estaba destinado a crecer por encima de la media, el Real Madrid desde sus orígenes está llamado a hacer historia. Y la está haciendo. Año tras año. Contra todo y contra todos. Y quien se atreve a negarlo al final sucumbe y nos tacha a los merengues de que nos creemos superiores. Error. No nos lo creemos. Lo somos. Nosotros no, nuestro club. Ahí está el palmarés. No lo digo yo. Las vitrinas hablan. Nos dedicamos simplemente a sacar pecho de honor y gloria cuando cualquier mala lengua menciona al Real Madrid por su insana envidia. No es que seamos superiores es que quien hace esas cosas es inferior. Juega el Depor con las Palmas y algún imbécil (calificativo ajustado, real y merecido) saca a (mal) relucir al Madrid. Pues claro. Zascazo por idiota. Y, por supuesto, eso es señorío. Callar cuando se debe y soltar un latigazo a quien lo merece. ¡Y qué señorío, dice! ¡Me insulta! Por supuesto, ¿crees que señorío es aguantar silente lo que tu vil interior quiera manifestar a fuerza de espumarajos de rabia? No, hombre no. No tengo culpa de la inferioridad de tu club ni del que el mío naciera grande. Entérate de una vez y haz tu guerra con los tuyos.

Y todo esto, ¿por qué? Pues simplemente por la cantidad de risas que hubo a principio de temporada cuando Mbappé dijo que no salía del PSG. ¿Acaso el Madrid quiso ficharlo este pasado verano? No. Pero la campaña de la prensa expandió que sí mientras el club se mantenía en silencio. Al final el jugador se limitó a decir que seguiría en su equipo (no que no venía al Madrid, sino que seguía en el París Saint Germain), el Real Madrid no dijo ni mú (pues no lo había dicho en todo el verano) y las hordas de antimadridistas venga jaja jiji porque creían que el Madrid no sería nadie sin un delantero puro. Y venga risas. Benzemá se fue. Más risas. El Real ficha a Joselu para que haga de 9. Muchas más risas. En la primera semana de la llamada a la competición se lesionan Courtois y Militao, el portero titular (y actualmente mejor del mundo -insisto, son datos que nos lo digo yo sino que son así-) y el jefe de la defensa. El despiporre absoluto. El Madrid encomendado a hacer su juego con el nuevo fichaje, un tal Jude Bellingham, que no ganó no sé qué premio juvenil quedando quinto y, encima, quedaron por delante de él Gavi y Pedri, todopoderosos a la sazón de quienes así lo creen y los elevan al Olimpo del fútbol por encima de Cristiano Ronaldo, Messi, Maradona y Pelé y, en cuestión de pólvora, a los tantos que metieran Vinicius, el Joselu ese que habían fichado y el repescado Brahim. Se revolcaban los ingratos por el suelo. Pero el Real Madrid nació grande.

Peor aún para la plantilla y más risas para los Cristóbales de Escoria y JotaJorges de la vida. Se lesionó Tchouameni en el clásico y en el parón de selecciones cayeron para otras tantas semanas Vinicius y Camavinga. Sin embargo, hete aquí que la historia juega de nuevo y vuelve a callar a los bocazas. Tirando de Fran García en una banda, de Rudiger y Nacho como eje de la zaga, de los veteranos y ¿agotados? Kroos y Modric en el centro del campo, encomendando la faceta goleadora a un desaparecido Rodrygo objeto de mil burlas y con la enfermería llena, resulta que el Real Madrid gobierna la clasificación de la liga siendo el equipo más goleador y menos goleado y del mismo modo en su grupo de Champions. ¡Qué cosas, oigan! Y al tal Jude Bellingham que es un Don Nadie al lado de los golden boys que habitan en Narnia y que se dedica sólo a empujar baloncitos en la línea de gol (que le digan al Barça el chicharrazo que les endosó desde fuera del área), le ha dado por reventar la historia del club y ser el primer jugador que en sus quince primeros partidos marca catorce goles. Cifras que no lograron ni Di Stéfano, ni Ronaldo Nazario, ni Raúl, ni Benzemá, ni Cristiano Ronaldo, ni nadie, las tiene el fichaje nuevo. ¡Mare de Deu! Y sin Mbappé y sin portero y sin los defensas principales y con el medio del campo que no está nada más que para media horita y con Joselu y con Brahim de delanteros y estamos primeros en Liga y estamos clasificados en Champions y... y... Y... sin risas ya, ¿eh, antis? Que no os enteráis y os cortamos la carcajada rápido. Y eso pasa por no saber la verdad. Y no, no la dije yo, la dijo el perito: el Real Madrid nació grande.

jueves, 16 de noviembre de 2023

DE MI VIDA, PILARICA

Seguramente Tú fueras la única que sabías que ocurriría lo que ocurrió. Yo, como humano mortal cuya agenda del destino tiene fraguados unos designios desconocidos por mi mano, no tenía ni la más remota idea de que el plan estaba escrito y trazado para que fuera a verte. Quizás, las rocambolescas situaciones que conllevan una concatenación de casualidades no son tanto cuando, con el paso del tiempo, se asientan los posos y comprendes el por qué de su existencia, eso sí, siempre a toro pasado, pues ser conocedor de las mismas de antemano nos pondría en una situación que las personas ni esperaríamos ni sabríamos dominar. Siempre he creído que es así y que nada surge por fortuna. De una forma u otra, la conexión espacio-tiempo que conlleva un aquí y un ahora no la elegimos libremente, aunque creamos que sí. ¡Pero hombre! Si veo a Juan en la taberna, a una hora concreta y habiendo quedado previamente con él en ese sitio y a esa hora, es porque yo he querido, no porque así estuviera trazado por el destino. Pues créetelo: sí. Si el destino no quisiera o no fuera ese su renglón escrito en la agenda, no ocurriría. E igual que culpamos a la mala suerte o al infortunio cuando se nos chafa un plan, simplemente porque llueva, debemos agradecer, no sé, ¿a la mano que mece la cuna?, cuando algo ocurre inesperadamente y sale a la perfección haciéndonos disfrutar, lo que comúnmente llamamos "una alineación de los planetas". Me entendéis, ¿verdad? Pues así es como fui a dar con mis huesos en las Fiestas del Pilar de Zaragoza.

Surgió en una de las asociaciones a la que pertenezco, la idea de ir a honrar a la Virgen del Pilar, Patrona de España, participando en el desfile que acaece anualmente en Zaragoza a tal fin. Y la idea cayó en buena lid si bien no pudo llevarse a cabo por otros motivos. Sin embargo, ya había arraigado en mí y, como antes decía, estaría de la mano de Dios que yo, finalmente, terminase allí del modo más inverosímil. A mi buen Junior, hermano que la naturaleza no me dio y la vida me regaló, le comenté un día de los muchos que quedamos nuestras familias a comer, cenar y tripear sea la hora que sea con el fin de pasar unos ratos juntos, que se estaba fraguando la idea de ir a la capital aragonesa en sus días grandes, pero que parecía que no saldría bien la operación por ciertos devenires que se barruntaban, los cuales catalogo de subsanables y aguardo que en próximos ejercicios no sean obstáculo de forma ni de plazo y allá que vayamos con el plan original. Y miren ustedes por donde, le brillaron los ojos a mi compadre y sin dudarlo dijo "pues si esta gente no puede, yo me voy contigo". A mí me brillaron igual y a nuestras mujeres se les frunció el ceño como a las manchegas viejas cuando dicen "ná bueno estáis tramando, mangurrianes". Y hete aquí que los dados del destino jugaron de nuestro lado.

Y entre la suerte de los dados y los planetas alineados el navegador del coche marcaba como destino la antigua Caesar Augusta. Y allí que nos plantamos José Ramón y yo con las maletillas llenas de ganas de pasarlo bien en una perfecta conjunción cultural-festiva que muchos años en común nos han dado y enseñado. No se trata de ver un museo con un chispalibre en la mano, sino de ver el museo y disfrutarlo como no lo haríamos con una veintena de años y luego tomarnos los chispalibres como sí lo haríamos con esa veintena de años. Maestros en estas lides que se dice. Y, además, con la experiencia, control y comodidad que la vida te va enseñando y, ¿por qué no decirlo?, exigiendo con el paso del tiempo. Así se desencadenaron dos días preciosos con sus dos noches preciosas y estuve ante Ti, Pilarica. Disfruté de tu basílica en los días más grandes que podría hacerlo. Vi cómo te quiere toda España y las gentes de América latina, que por algo se celebra en tu día el Día de la Hispanidad. No exagero ni miento al decir que me sorprendió la cantidad de latinos que, mientras aquí algunos tergiversan y tachan la historia de genocidio, ellos vienen felices a la Madre Patria a estrechar vínculos y apretar, aún más, los lazos que nos unen. No he visto cosa igual. ¡Qué de gentes venidas de cualquier sitio para ofrendarte flores y frutos! Te dediqué, Virgencica, algunas palabras, oraciones y lágrimas y deposité en el pilar que te da nombre, como siempre, lo más arraigado de mi alma: la gratitud y la esperanza. Sólo Tú sabías que iría a verte y solo Tú sabes cuándo haya de volver.

Eran las siete menos cuarto de la mañana, hora que como peregrino avezado me gusta para comenzar la etapa, cuando el primer ramo de flores se depositaba en la estructura metálica instalada a tal fin a las puertas de la Basílica de la Virgen del Pilar. Tal maniobra de desfile, ofrenda, entrega de ramo y colocación del mismo se dio ininterrumpidamente hasta las diez y media de la noche. Jamás había visto ni imaginado tal cosa. Cuando Junior y yo fuimos al lugar, algo antes de las doce del mediodía, para disfrutar del apogeo de la ofrenda, la rendición de honores con aeronaves a la Patrona de España y el ambiente festivo que inundaba Zaragoza, ya había cientos de grupos maños y forasteros desfilando ataviados con sus trajes regionales. Este año se dieron cita más de novecientos. El año que viene espero que estemos entre ellos ese puñado de hombres buenos y guardianes de la tradición que residimos en la capital de La Mancha. El espectáculo visual y sensitivo despertaba un maremágnum de emociones difícil de expresar con palabras: gente y gente y gente y gente ofrendando a la Pilarica. Era admirable contemplar a los grupos, peñas y asociaciones aguantar estoicamente al sol (que pegaba pero bien), impasibles, férreos, pétreos, hasta que llegaba su turno y, poco a poco, avanzando hasta la Virgen entregaban sus presentes. Sinceramente, fue un deleite de excursión y una experiencia preciosa. También hubo chispalibres, claro. Lo imaginabais, ¿verdad? Y cervecitas y conciertos y ferias... Incluso "Tómbola Antojitos". Pero eso es otra historia, maño. Hoy sólo venía a contarte una pincelada mi vida, Pilarica.