viernes, 28 de abril de 2017

ROMEREANDO RO ROMEREANDO

Señoras y señores, ladies and gentlemans, romeros y romeras (rameras no, ojito con lo que se lee), calimochos, pacharanes, botellines varios, chispalibres de colores y sabores, amigos todos, un año más llega esta entrañable fecha que no es otra sino el último Domingo de Abril, en el que las buenas costumbres, tradiciones, arraigos y fiestas populares se dan cita en torno a una lumbre y una buena comida manchega (aceptamos caldereta en su más pura expresión) para hacer exaltación de la amistad y la familia, de manchegas maneras, claro está, en honor a la Virgen del Monte, Patrona de Bolaños de Calatrava. Y aún siendo este un año especial, primero de la era #MiNiñaClaudia en mi vida, allá me dispongo a ir pues el pacharán me apremia y hay gentes que tengo ganas de ver. Espero mantener las buenas costumbres y llegar andando de cofrades maneras, como un buen misterio avanzando con poderío y de frente. Y de recogía ya saben ustedes que soy macareno, así es que no se asusten si vuelvo de los corros como el Sentencia, de costero a costero y con algún derecho para atrás. Serán alucinaciones suyas (o efecto de los chispalibres) pero jamás hechos realizados adrede por mí. Homepofavó.

Así pues y a escasos dos días de que llegue el evento, vierto estas líneas en el Rincón previniendo de mi ausencia y desconexión. No piensen que pondré el móvil en modo avión porque sí, tiene un motivo: que no me localice Gemma porque si no se acaba el pacharán y me toca volver a casa raudo y veloz a la voz de "te viá partir la escoba en las costillas". Y, creánme, es desagradable. No tanto la escoba en las costillas como las voces cuando va uno harto de whisky. Pero bueno, palos a gusto saben a almendras. Lo que no sé es cómo hacerlo con la niña. En la romería no hay carreras de carricoches, lanzamientos de pañal o concurso de llanto por lo que no podré estar mucho tiempo con Claudia en esos parajes. Además los botellines son para gente mayor y ella es muy pequeñita. Espero sepan entender que lo hago por su bien y no por ponerme hasta la cencerreta. Su madre la cuidará a las mil maravillas y cuando quiera podrá reclamar mi ayuda que allí acudiré en cuanto me localicé por teléfono (si puede claro, por lo del modo avión... jur jur jur, pero ustedes a callar a ver si la vamos a tener, ¿eh?). Y repitan conmigo: ¡¡Viva la Virgen del Monte!! ¡Y su Niño! ¡Bien hecho! No olvidemos que estas fiestas son en su honor y Ella es la protagonista. A mí me gusta la guasa lo que no está escrito, pero mi primer pensamiento en la romería que cierra el mes de Abril siempre es para Ella. Y así ha de ser.
Total que de esta guisa y cantando eso que dice romereando ro romereando con la musiquilla de un conocido anuncio televisivo, me dispondré a disfrutar un año más de la fiesta mariana que más me gusta: una romería. Y no una cualquiera, sino la de la Virgen patrona del pueblo de mi familia política y de la tierra que vio crecer a mi mujer y casarnos ambos. Y tierra también de mi historia personal independientemente de todo lo dicho, pues cuando el que escribe contaba con pocos años de edad ya transitaba por aquellos parajes donde una Virgen vestida de pastora velaba por nosotros. Total que ya huele a humo, a romero y a chuletas asadas y eso a mí me trae loco, por las viandas en sí y por los buenos ratos que paso alrededor de grandes gentes. Y de verdad que no sé cómo lo haré, pero tengo que hacerlo. Cumplir con los trámites romeros es algo que me encanta y este año no será menos. Y, por supuestísimo, empezaré a inculcarle a mi hija el amor por las costumbres y tradiciones. Lo mismo no me entiende muy bien porque mi voz emita balbuceos y trabalenguas no voluntarios sino producto del vino peleón (contiene sulfitos) mezclado con coca cola (fórmula secreta), pero mi mirada alegre lo dirá todo. Y eso sí, si me parten la escoba en las costillas espero se apiaden ustedes de mí. ¡Ay de mí! Total lo hago por imperativo romeril. ¡¡Allá voy!! Gorro puesto, zapatillas calzadas, móvil en modo avión... ¡Botellín aquí!

viernes, 7 de abril de 2017

PREGONAR A TU COFRADÍA

Esta Cuaresma está siendo distinta. Y sin duda ha sido Dios quien lo ha querido. Me consta que mi nombre llevaba sonando un tiempo en el seno interno de mi Hermandad de la Flagelación para ser elegido pregonero. E igualmente llevaba un tiempo aguardando la llegada de mi paternidad y por unas cosas o por otras no ha sido hasta este mismo año. Y aquí juega el Señor de la Bondad que es quien ha tejido las entretelas del destino para que algo tan maravilloso para un cofrade se hiciera realidad en mi persona: mi hija Claudia con apenas un mes y una semana de vida se convertía en la hermana más pequeña de la cofradía el día que su padre subía al atril a pregonar su hermandad. No hay palabras para explicar la grandeza que ello conlleva a quien es un cofrade convencido y empapado de su sentir como yo. No me canso ni me cansaré de recordarlo jamás: mi hija juró reglas minutos antes de que yo tuviera el honor de pregonar nuestra hermandad. Grande, enorme, inmenso, incalificable e indescriptible lo que ello significó para mi humilde persona.


El día que me llamó el Hermano Mayor para comunicarme que la Junta de Gobierno había elegido mi nombre para ser el pregonero no supe decir que sí a la primera. He tenido ciertos problemas de enfrentarme al atril y además la responsabilidad de pregonar a la hermandad en un año tan especial como era éste, XXV Aniversario de la hechura y llegada de Nuestro Padre Jesús de la Bondad, era muy grande. Pasé el día dándole vueltas y pensando que no había nada más bonito que pregonar a la hermandad de uno mismo, que muchos querrían estar en mi posición y, sobre todo, que otros muchos merecían que yo rompiera miedos y ataduras y lo hiciera por ellos y por aquellos que ya no están. Por la tarde le dije a los más cercanos que lo haría. Y al día siguiente llamé a Emilio, nuestro Hermano Mayor, y le comuniqué que contase conmigo. Pregonaría a mi cofradía el día 18 de Marzo de 2017 a las 20;00 horas de la tarde en la Iglesia de Santo Tomás de Villanueva. Y así fue.

No podía tener mejor compañía en el altar de la parroquia que el mismo Dios de la Bondad y su Madre del Consuelo. Me puse frente a Ellos un ratito antes de la misa y les brindé una oración. Después celebramos la eucaristía en hermandad y al comulgar me llené de Ti, de la cara que yo veo cuando rezo el Padre Nuestro. Siguió el acto con la Jura de Reglas de nuevos hermanos y comenzaron las palabras a salir tras el atril. Primero el mantenedor del acto dio lugar a la presentación del cartel de la cofradía para este año 2017, segundo mi presentador como pregonero, Chefo, mi capataz y amigo, quien dedicó a mi persona unas palabras y halagos que considero inmerecidos y al que desde estas líneas del Rincón agradezco de nuevo y, tercero y último, mi humilde pregón y yo, anudados con un atado lazo de nervios, subimos al atril y se obró la maravilla. Pregoné a mi cofradía de la mejor manera que supe y pude: con sentimiento a flor de piel, rozando el llanto en ocasiones y exaltando el sentir personal y general. Sin duda disfruté e hice disfrutar. Esa era mi tarea autoimpuesta desde que acepté ser el pregonero. A más de romper mis miedos, claro está. Y lo hice. Y la satisfacción fue y es enorme. Todavía no me creo el haberlo superado y, como dicen los capataces para cerrar una chicotá, ahí quedó.




Y a juzgar por las palabras y gestos que me abrazaron al terminar de elevar la voz en nombre de toda la hermandad, debió ser bueno lo que hice y, cuanto menos, emotivo. Pero ya lo dije en el pregón y lo vuelvo a repetir: yo no tengo mérito alguno. ¿Quién, mi hermandad, te pregone que tenga buen pregonar? Este año recayó en mí la labor y me considero un afortunado por haber podido estar a la altura de lo que se me encargó y haber seguido la estela de muchos de mis hermanos que han sido magníficos predecesores en el pregón de la hermandad. La Flagelación es la hermandad en la que me he hecho cofrade, en la que he sabido lo que es hacerse costalero, en la que he tenido sonrisas y lágrimas y en la que mi alma se ha hecho conciencia de fe al mirar a la cara a Nuestro Padre Jesús de la Bondad y a María Santísima del Consuelo. Y me honra decirlo y ser su hermano, su costalero y haber hecho hermana a mi hija, porque no sé si habrá día más bonito para mí que el día que pregoné a mi cofradía y mi hija Claudia formó a engrosar nuestra nómina de hermanos. Siento el haberlo repetido, pero ya he anunciado al principio de estas líneas que no me canso ni me cansaré de decirlo. Y, es más, ojalá estuviera en mi mano el poder concederos a todos los que esta entrada leáis el mismo caudal de de sentimientos desmedidos que yo tuve ese día en este arrabal de la ciudad llamado Santo Tomás. Muchos pregoneros que tuvieron el don de pregonar a su hermandad me lo dijeron y lo pude comprobar y hoy lo digo a pecho abierto: qué grande es pregonar a tu cofradía.

Gracias al Hermano Mayor, a la Junta de Gobierno, a mis hermanos y mis compañeros costaleros de la Fábrica de los Sueños por confiar en mí para esta misión de ser la voz de toda la cofradía en un año tan señalado como en el que celebramos el XXV Aniversario de la Hechura del Señor de la Bondad. No lo olvidaré jamás. Y gracias a mi familia y mis amigos por aguantar a este loco cofrade que soñaba todos los días del año con retazos de pregón que se hicieron realidad en esta inolvidable cuaresma del año 2017. ¡¡Gracias!!

...Y si Dios, el Padre bueno, 
te da la oportunidad
de decir si te reencarnas,
no lo hagas esperar.
Dile que te mande presto
de nuevo a Santo Tomás,
a volver a jurar las reglas
de una grandiosa hermandad
donde siempre serán eternos
el Consuelo y la Bondad.

He dicho.