jueves, 31 de octubre de 2013

FIJAOS QUE TONTERÍA... Y CUANTA FELICIDAD

Trece años me ha costado. Trece años de reloj, ¿eh? Que no estoy de cachondeo ni de exageración. Trece años con sus trece veranos y sus trece inviernos. Y hoy vengo a contarlo, con inocencia, con ilusión, con alegría, con la belleza implícita en lo simple como diría mi buen Sócrates. De hecho estoy plenamente convencido de que "la grandeza de mi blog" tiene su génesis en la manera limpia y sana con la que os narro las cosas más simples y cotidianas, intentando una vez sí y otra también que disfrutemos (que disfrutéis conmigo) de todos los momentos y regalos de la vida, por minúsculos que sean o insignificantes que parezcan. Hoy vengo a hablaros de un plato de lentejas. Qué cosa más simple, ¿que no? Pero no es un plato de lentejas cualquiera, no, no, no. Es un plato de lentejas que me ha costado tener frente a mí... ¡¡trece años!! Bien merece que le dedique una entrada tan sólo por manifestar mi ilusión.
Allá por el año 2000, en mi segundo año de vida universitaria, entre derechos civiles, penales y partidas de mus que nos convertirían en grande letrados, organizamos unos cuantos alumnos y compañeros de clase una comida en el campo. Imagínense vuesas mercedes las ricas viandas que nos disponíamos a consumir un grupo de veinteañeros universitarios en torno a una fogata. Han acertado. Mayormente vino peleón y chorizos a la brasa. Minipunto y punto para los lectores. Y si tocamos a un chorizo menos pero a cambio entra en la compra otro litro de Don Simón, pues mejor. Y en esas estábamos de relío campero cuando uno de los nuestros nos sorprendió a propios y a extraños sacando del maletero del coche una señora empanada que quitaba el hipo. Una delicia, oiga. "-¿Dónde la has comprado, Miguelón? -¿Comprarla? La he hecho yo con la thermomix de mi madre. -¿Y la thermomix hace estas delicias? -Buah, y mil cosas más. Y a ti que te gustan... Si vieras como hace las lentejas lo flipas".  Aquellas fueron las palabras clave.
Desde ese momento lo tuve claro: algún día me compraría una thermomix para hacer lentejas. Reíros, reíros, ya os digo que me costó trece años... En mi juvenil mente se forjó la idea de hacerme con aquel magnífico robot de cocina que tan ricas hacía las lentejas (una de mis debilidades culinarias) según me habían dicho. Y me puse manos a la obra. Y paciencia y constancia puedo tener toooooda la del mundo. Y por un plato de lentejas más. 
Se la pedí a los Reyes Magos, la pedí por mi cumpleaños, la pedí a la Bruja Lola, la pedí en la tómbola del barrio... Y nada. La thermomix nunca llegaba. ¡¡La pedí incluso como regalo de boda!! Y tampoco. No había manera. Seguía esperando a hacer lentejas algún día. Estos años las he seguido comiendo cuando las hace madre, pero mi misión estaba clara: hacer mis propias lentejas. Y no, claro está, no hacerlas de manera tradicional, sino hacerlas en la thermomix que algún día compraría. Ya pensaban en mi círculo que se me habría pasado la perra, pero cuán equivocados estaban. Aunque ya os digo que año tras año le pedía a Baltasar una thermomix y Baltasar me traía una cita para consulta al psicólogo lentejero, yo seguía insistiendo y fiel a mi idea. Así año tras año. Y no miento, ¿eh? Ahí tenéis a mi familia si queréis preguntarle por "el tonto de las lentejas". Así me he tirado trece años, desde aquel universitario año 2000 hasta hoy en día. Y así trece años después, y por una rocambolesca coincidencia y cofradías de por medio (para variar), casualidades que hoy no narraré por no hacer demasiado extensiva esta entrada, aparece en mi vida y cercana a mi mayor afición una de las mujeres que manejan en Ciudad Real el cotarro de la venta de thermomix: Eva María Masías.
¡Ahora es cuando!, me dije. Tengo mi economía propia y no tengo que depender de nadie para ello, Deo gratias. 

Recabé la información necesaria, dícese, consulté a mi padre, a mi madre, a mi hermana, a mi mujer, a mí tía, al perro del vecino y a los oráculos cercanos acerca de su opinión al respecto de si podía adquirir dicho cacharro o no. Y cogen los muy "xxxxx" (a gusto del lector) y me dicen que no comparten mi idea. Pues mi respuesta fue, evocando al gran Don Fernando Fernán Gómez: "¿Saben que les digo? Que se vayan ustedes a la mierda. ¡A la mierda! Delante de todo el mundo. Llevo trece años esperando el momento y voy a hacerlo. Voy a comprar la máquina y me voy a hacer lentejas. He dicho".

Y dicho y hecho. Adquirí mi thermomix y me hice unas lentejas que me supieron a gloria. Trece años me ha costado cumplir el propósito, pero lo he hecho. Fijaos qué tontería y cuanta felicidad.
Esta es la historia del plato de lentejas que trece años me ha costado. Y por supuesto le hice foto y os la pongo. ¡Faltaría más!
Evidentemente con el juguete hago muchas más cosas, no sólo las lentejas. Pero es que ahora la thermomix va a casa de mis suegros, va a casa de mis padres, mi mujer está encantada con ella, mi hermana también la usa, mi tía tiene una, el perro del vecino se come las sobras y los oráculos me piden lentejas. ¿Y saben que les digo? Que les tenía que decir a todos que se esperen trece años. ¡Marporculo!

Os dejo que se me pegan las lentejas. ¡Hasta otra!

lunes, 28 de octubre de 2013

A VUELTAS CON LAS COFRADÍAS

Hoy he recibido un "whatsapp"un tanto especial. Me indican la fecha de la primera igualá que tendré el año que viene y las fechas de los correspondientes ensayos. Una sonrisa se ha dibujado en mi cara y he querido plasmarla en el blog. Ya está aquí el lío. Y es que para los cofrades no existe día en que no soñemos con La Gloria y contemos las horas para que llegue un nuevo Domingo de Ramos y se abra el portón de nuestra amada pasión. Nuestro calendario cofrade es así. Los días pasan no en busca de un nuevo año si no de una nueva Semana Santa. Si bien antes de que huela a canela y azahar ha de oler a huesos de santo y castañas, para nosotros todo paso festivo hacia adelante es una doble celebración: la que toca vivir por la fecha (Carnaval, Ferias de Agosto, Puente de Todos los Santos, Navidad...) y la nuestra propia celebrando que ya queda menos para la meta anual del tiempo cofrade. No me canso de decirlo: nos pasamos el año soñando con lo vivido hasta que llega la Semana Grande en la que vivimos lo soñado. Y eso es así. Sentimiento cofrade puro.

Y quien nos conozca sabrá que los cofrades somos de esa guisa, incombustibles apasionados de una corneta y un costal, jartibles hasta lo máximo de un palio "bien andao", encandilados hasta límites insospechados de un pregón, soñadores de nuevas ilusiones bajo antifaces nazarenos y aguaores de la sed de cualquier cuadrilla de misterio que nos deleite con un cambio fino y elegante sin exceder del izquierdo por delante. Somos así. Me atrevería a decir que somos, incluso, una nueva tribu urbana de las que hoy tanto abundan, porque, desde luego, o eres de esta tribu o tú no aguantas una noche de Mayo hablando de cofradías y bebiendo fino la Ina. Y es que ya digo que somos así. En Navidad ya decimos que cuando pasa el Rey Negro Baltasar se ve la primera Cruz de Guía, pero es que, en realidad, nosotros estamos viendo la primera Cruz de Guía desde el primer Lunes de la Pascua de Resurrección. Por eso nos pasamos la Feria de Abril comentando la recién despedida Semana Santa, el mes de Mayo ya tenemos la Cofradía de la Virgen de la Cabeza en la calle, en Junio sale el Sagrado Corazón de Jesús y como no, costaleros bajo el paso y bandita detrás, en pleno estío de Julio procesiona la Virgen del Carmen, en Agosto no hay momento en que nos juntemos cuatro o cinco individuos de esta "nueva tribu urbana" y pasemos un buen rato hablando de como se mueven las bambalinas de aquel palio, en Septiembre ya empezamos a mirar los calendarios de igualás y ensayos para que no coincidan muchas cosas y poder ir a cuantas más mejor, en Octubre paseamos a Santa Teresa y vamos fijando las tertulias cofrades en los bares, en Noviembre ya sabemos cuando son la gran mayoría de ensayos y actos y nos antojamos de potaje de cuaresma y bacalao con tomate, en Diciembre cantamos villancicos al Niño Dios con guitarras y tambores evocando los sones de las bandas que tanto ansiamos oír, en Enero ya retumban los llamadores en los primeros ensayos y armás de cofradías, en Febrero caen los pregones anunciando lo que vendrá y en Marzo cuando más pronto y en Abril cuando más tarde disfrutamos nuevamente de La Gloria que empezamos comentando en la pasada Feria de dicho mes. Y eso es así y así se repite cíclicamente año tras año, lustro tras lustro, siglo tras siglo, vida tras vida, generación tras generación.

Y traigo esto a colación porque hoy, como empecé diciendo, me han dado la noticia de cuándo es la primera igualá a la que me citan. Adjunto instantánea del "whatsapp" al margen donde figura el origen de mi alegría.  En este caso ha sido la de la Hermandad del Prendimiento. Me faltan por saber la de la Flagelación y la de Las Penas. Pero mi calendario pre-cuaresmil ya ha empezado a tener forma (si es que alguna vez dejó de tenerla). Siempre con algo de cofradías, siempre con algún relío, siempre con alguna visita pendiente a Sevilla, siempre con el clan-clan de un techo de palio, siempre con el erre que erre de un Cristo en silencio. Soy así. En mi caso particular la raza costalera me fluye por todos los poros de la piel  y siempre estoy con un "oído al costero" brotándome de los labios.  Los que me conocen lo saben. Si cualquier día y en cualquier momento ya hablo de cofradías, hoy que todavía no las había mencionado y que no me esperaba noticia alguna al respecto me mensajean con las fechas de los ensayos. O voy yo a las cofradías o vienen ellas a mí. No puedo vivir de otra manera y por eso vierto estas líneas, simplemente para acariciar con texto, otra vez más, mi mayor afición. No hay momento de mi vida, sea cuando sea, que no esté... a vueltas con las cofradías.

viernes, 18 de octubre de 2013

EL GRAN CAMINANTE

Estaba en deuda con él. Llevaba viéndolo desde que salí de Saint Jean Pied de Port. Un rastro de pegatinas se encontraban dispuestas a lo largo de todo el Camino. Mostraban un peregrino de espaldas con capa de lluvia y alto bordón, recién salido del resguardo que ofrecen los bajos del Palacio de Rajoy tras haberse refugiado de una tromba de agua, mirando hacia la Plaza del Obradoiro. Pude ver esa estampa en cualquier poste, en cualquier indicador, en cualquier flecha amarilla... Está acompañando a los caminantes a lo largo de todo el majestuoso Camino Francés. Ya la había visto en Compostela pero no sabía qué era, qué quería decir, qué significaba o qué anunciaba. Tan sólo eran pegatinas. Una foto y un pequeño texto. Abajo tenían impresas un nombre y una dirección web.
Y caminando lo conocí. Mi querido Antxon, me has enseñado tanto... Al fin te dí alcance en Logroño, en el Albergue Check in Rioja, ante uno de los hospitaleros más agradables que he conocido: Nacho Nájera. La etapa no había sido dura pues la anterior la hube alargado unos kilómetros más para poder disfrutar así más horas en la capital riojana. Salimos pronto de Torres del Río y llegamos a Logroño, a la puerta misma del albergue, sobre las 13:30. Y allí te encontré. Nada más verte supe que vendrías conmigo en la mochila. Lucías espléndido en la estantería de objetos en venta y recuerdos del refugio de peregrinos en el que me hospedaba. Tantas veces había visto esa imagen que el veneno jacobeo de descubrir el misterio recorría mis venas a cada paso que daba por el Camino que nos une. ¡¡El Gran Caminante!!, exclamé. Sí, me dijo la hermana del hospitalero, es un libro, un libro que escribió un chaval vasco sobre el Camino. Salió andando desde su casa y llego hasta Santiago. ¡¡Lo conozco!!, le dije. ¿Al chico o al libro?, me espetó. El chico murió, lamentablemente... No, no, al chico no, le contesté. No lo conocí, a la imagen, me refiero. Llevo viéndola estampada en pegatinas por todas las etapas y ahora al verla en la vitrina se me ha disparado la vista hacia ellas para, por fin, saber qué es eso de "El Gran Caminante". Acabo de descubrir que es un libro pero conocía esa imagen. ¿Te gusta el Camino?, me inquirió. Me encanta, le respondí. Es la cuarta vez que me dirijo a Compostela. Pues... Un libro escrito por un peregrino sobre el Camino. Ya sabes, me dijo ella. Me lo llevo, sin duda, dije mientras le regalaba una sonrisa. Y unas cuantas pegatinas también. Y así fue. Entre la alberguera y yo pusimos el exlibris como siempre hago cuando adquiero un volumen nuevo: fecha, onomástica del día y nombre. Esta vez la onomástica fue sustituida por el sello del albergue y compartimos bolígrafo los dos.  Per secula...

Y así llegaste a mi mochila, mi querido Antxon. En el albergue me indicaron que te diagnosticaron una mortal enfermedad y que tan grande era tu espíritu y tu amor por el Camino que, una vez decidido a escribir el libro de tu gran aventura, nada pudo frenarte. Aun postrado ya inmóvil en un lecho del que nunca volverías a levantarte en esta vida, a través de sofisticadas y novísimas tecnologías que saben interpretar un guiño de ojos, un parpadeo y un movimiento de iris culminaste la redacción de tu gran obra. Nos dejaste tu legado. Un legado que no tiene precio y que está redactado con la humanidad, la ternura, la belleza y el amor. Un precioso regalo que nos entrega la convicción total de que esto no termina aquí. Ni el Camino, ni la vida. Eres grande, "Bolitx". Me niego a hablarte en pasado porque no te vea en este mundo terrenal. Sé que estás. Sé que cuando te llevaba en la mochila camino de Santo Domingo de la Calzada, aquella etapa que a ti tanto te costó en tu gran Camino, me insuflabas ánimo. Todavía no te conocía, pero ya íbamos juntos. Seguías recorriendo kilómetros. El alma del Camino tocó tu alma y tu alma tocó la mía.

Cuando de vuelta al hogar me entregué a la ansiada lectura de tus líneas legadas es cuando te conocí de veras. Jamás había conocido a una persona a través de un libro, pero tú, Antxon, escribiste con tal realismo que te dabas a conocer a través de las palabras. He llorado en más de una ocasión leyéndote. Me niego a pensar que una persona tan grande como tú en todos los sentidos se haya marchado de esta vida porque sí. No puede ser. Sé que estás. Es injusto. Lloro de nuevo al pensar que esos pies de nenaza que tantas molestias te causaron en las primeras etapas no vuelvan a peregrinar. Pero sé que estás. Mi querido Antxon, te noto en la subida hacia el Refugio Orisson. Te siento en la bajada a la Real Colegiata de Roncesvalles. Te intuyo a lo lejos caminando por Navarra. Estás, sin duda, en Puente la Reina, allí donde los caminos a Santiago se hacen uno sólo. En Rioja permaneces conmigo donde nos encontramos. Qué decirte del Páramo... Lo conoces bien y te enamora el llaneo de Castilla, eres de los valientes que se enfrentan sin temor a la recta de Calzadilla. Por supuesto que atraviesas los montes de León y culminas disfrutando las pallozas en la niebla que se ofrecen en un O Cebreiro que acaba de abrirnos sus puertas a la Galicia celta. Te siento muy cercano cuando nos vamos acercando a Poniente y, sin duda alguna, hacemos juntos los "últimos cien" junto a la magnitud de peregrinos salidos de Sarria, como lo fueron Jeremías y Moniquilla. En Monte do Gozo tu presencia es inconfundible. Nos presentas en silencio a Madame Soledad y juntos nos presentamos satisfechos ante la Catedral de las bellas torres. Querido Antxon, estás por todo el Camino. Eres parte de él tanto como el árbol de Paula es parte del bosque de Telma.
A pesar de que no fueras muy creyente me atrevo a decirte que eras tan magnífico que Dios te llamó a su lado para tener un gran compañero caminante e incluso un buen jugador para cualquier partida de mus. Gracias a ti creo que he abierto más miras y ahora al caminar serás ejemplo. He saboreado con tanta intensidad la lectura de tu obra que parece que haya hecho el Camino a tu lado, espiándote, escondido entre los alemanes pétreos, ocultándome tras las volutas de humo de los canutos de los tiroleses, acechando tus conversaciones con Jimmy mientras degustabas un cruasán y un café con leche, pedaleando con los colombianos vagos que hacían en bici cada etapa los mismos kilómetros que los peregrinos a pie, agazapado tras Evaristo y Lucas mientras caminabas solitario, asomado tras la libreta de François que siempre aparecía tomando notas en cualquier rincón...  He llegado a conocerte, Antxon, a admirarte, a quererte. Eres grande. Sé que nos encontraremos en algún tramo del Camino.

Estaba en deuda contigo y quería rendirte este homenaje por haberte conocido y por todo lo que me has aportado tan sólo con leerte. Me has descubierto "la vida" paso a paso, me has hecho reír y llorar con tu obra, me has hecho sentirme caminante a tu lado... Tu libro es mucho más que un libro. Voy a intentar por todos los medios que estas palabras mías lleguen a tu familia para que sepan que, sin duda, una nueva estrella brilla en el cielo de Zumaia allá por tu tierra. Zorionak, mi querido Antxon, siempre has sido, eres y serás El Gran Caminante.

"Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos,
que el viento sople siempre a tus espaldas,
que el sol brille cálido sobre tu cara, 
que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos
y, hasta tanto volvamos a encontrarnos,
que Dios te lleve en la palma de su mano".

Gracias por todo, Bolitx.  ¡Bide on!

martes, 8 de octubre de 2013

UNA SEMANA COMPLETA

En ocasiones el tiempo pasa sin oficio ni beneficio y enfrentamos su rutina con desidia o pasividad, simplemente porque no queda más remedio queramos o no. Sin embargo hay  veces que en el plazo de tiempo más cotidianamente empleado por el ser humano, la semana, se conjugan todos los quehaceres, situaciones, aficiones, intereses, etc, etc, que agradan a un sujeto. Y fíjense ustedes que ya es complicado que se junten todos los gustos en tan pequeño espacio de tiempo como es el intervalo de Lunes a Domingo, pues esta semana se ve que estoy de suerte porque tengo de todo lo que me agrada en estos días. Tanto es así que puede que sea la semana más completa y gustosa que vaya a tener en este año, exceptuando la Semana de la Gloria cofrade, claro está. Si mi vida consta del ejercicio de la abogacía, del viajar a los pueblos de la provincia resolviendo expedientes, de mi pasión por las cofradías y el costal, de la práctica del pádel y de disfrutar con mi gente y mis amigos, esta semana tiene de todo.

Lunes y antes de empezar a plasmar estas líneas, tuve juicio en Almagro. Viajecito, toga y vida jurídica. El resto de la mañana y toda la tarde se fueron en el despacho trabajando entre papeles y casos. Por la tarde noche jugué al pádel como todos los Lunes. Creo que es el deporte que más me ha enganchado: me relaja la mente y me hace sudar. Cada día lo valoro más junto con la enorme de hazaña de haber dejado de furmar y llevar más de dos años sin ese nefasto vicio. Y luego a descansar. Un día completo dentro de una semana completa que arranca con alegría. Y ojo, no todas empiezan igual.

El Martes me esperaba también otro viajecito para un trámite jurídico-registral. Parece que no pero cuando entre tantos días de papeles y papeles toca una visita a algún pueblo lo agradezco. Pienso en los lugareños, en mi gente castellanomanchega arraigada, en mis raíces y soy feliz. Me gusta mi tierra. La misión era ir a Piedrabuena a recoger un expediente. Ese pueblo tiene un encanto especial: me recuerda a mi abuelo. Y sé que viaja conmigo cuando me toca ir sólo de pueblo en pueblo con el traje y la corbata. El resto del día lo pasaré en el despacho y por la tarde ya pudiera haber un buen partido de Champions para redondear del todo la semana, pero mejor no tentar que demasiado bien pinta.
Miércoles y ecuador de los cinco días laborales. Quizás sea éste el menos entretenido en esta semana pero seguro que alguna sorpresa esconde. Fijaos que esta entrada meramente narra mi agenda de esta semana pero es que se antoja divertida y por eso la comparto. ¿Qué os decía? Casualidad pura. Mientras derramo estas líneas me ha llamado un perito judicial y hemos concertado cita para mañana mismo, Miércoles, por la mañana en Daimiel. Otro viajecito. Al final voy a estar más tiempo en carretera y en los pueblos que en el despacho. Ya tengo agenda apretada para el Miércoles también y so que iba a ser el día más tranquilo. Aprovecharé y compraré "cortadillos", un dulce típico de ese pueblo y que le gusta mucho al Tormento (mi hermana). Será un día redondo si por la noche también jugamos otro partidete de pádel. Hay que irlo negociando.

El Jueves me toca, para variar en esta semana, viaje a otro pueblo. Hay gente que le da por reñir por las lindes de sus cortijos y allá tenemos que ir los hombres de ley a poner paz. Alhambra, pueblo pequeño y oculto, es el destino y desde su Juzgado iremos la comitiva judicial a las fincas en cuestión a realizar la diligencia de deslinde y amojonamiento. De verdad hay expedientes raros pero la práctica de los mismos viene siendo habitual por estos lares. Me llevaré toda la mañana deslindando y recorriendo kilómetros y por la tarde más kilómetros pues me toca reunión de una Comunidad de Vecinos en Bolaños de Calatrava. Otro viajecillo por los pueblos. Creo que va a ser un día agotador pero saldré airoso del mismo vislumbrando ya un gran fin de semana y con el placer de haber ido cumpliendo satisfactoriamente con todas las tareas y pasatiempos de estos siete días.

Llegados al Viernes los sueños brillan más como dice Carlos Latre. Y más aún el Viernes de esta caprichosa semana. Es el día en el que los abogados celebramos la festividad de Santa Teresa y hacemos la comida de compañerismo, este año aliñada con un ingrediente especial: la imposición de medalla por 25 años de ejercicio profesional al insigne maestro y padrino mío: Don Jesús Cecilio Velascoín Alba. Nos daremos un buen homenaje de comer y beber pero no me excederé en la barra libre pues por la noche llegamos al punto cofrade de la semana. A las 21:00 horas en la Plazuela del Carmen empieza la igualá y posterior ensayo de la cuadrilla de costaleros de la Santa de España y Doctora de la Iglesia: Santa Teresa de Jesús. Un buen relío de costal y trabajadera, junto con el reencuentro de los amigos y compañeros de pasión, pone la guinda cofrade a los días laborales. Caeré rendido en la cama pero feliz.

El Sábado, 12 de Octubre, día de la Virgen del Pilar, día de la Hispanidad, fiesta nacional y día señalado en el calendario ya que mi gran amigo Willy (Guillermo Arroyo) contrae nupcias con Rocío. Si bien tendré el cuello dolorido por el ensayo de costalero de la noche anterior, la molestia que pueda producirme la corbata se evaporará al ver a mi compadre dando el "sí quiero". Será sin duda un día grande por toda la trayectoria que llevo recorrida al lado de Willy. Un grande donde los haya con enorme corazón y alma de mago blanco. Entre copas, esta vez sí, y abrazos concluirá un gran día que empezará por la mañana en San Pedro y terminará sabe Dios dónde y a qué hora. A nono que "pá luego es tarde".

Domingo ya de una pletórica semana cargada de viajes, disfrutes, aficiones y amistad...¡¡viene mi cuñada Pisma!! Se llama Ana, pero es que según ella es más que guapa, es "guapisma" (en manchego puro) y de ahí su apodo. Está perfectamente de la cabeza aunque no lo creáis (como yo). Así es que para completar una semana para nada habitual ya que la afronto con ganas y sin desidia rutinaria (tanto es así que le dedico una entrada en el blog), el Domingo veré a Pisma aunque sea un ratito, ya que vendrá de Inglaterra en viaje exprés para conocer a su sobrina, hija de su hermano Ángel, nacida hace pocos días. Sin duda será el último gustazo de una semana que ya podría tener alguna hermana o prima en el calendario anual del trabajo, pues salvando que no haya fútbol de gran interés, el resto de todas las pasiones que integran este rincón se juntarán en esta segunda semana de Octubre.

Y esta es la entrada por esta vez. Es simple pero me decidí a escribirla al comprobar que esta semana no sólo tengo ganas de que vuelen los días hasta que llegue el nuevo Viernes, sino que quiero y pienso saborearlos todos uno a uno. Me agrada compartir con vosotros un trocito de sentimiento interno. Como empecé diciendo, en ocasiones el tiempo pasa sin oficio ni beneficio y enfrentamos su rutina con desidia o pasividad... Pera esta vez no es así. ¡¡Feliz semana a todos!!