martes, 30 de enero de 2018

VENTA DE BORONDO

En el corazón de la Mancha, al sur del término municipal de Daimiel, cerca de Bolaños de Calatrava, en un singular cruce de caminos y en pleno despoblado de los Campos de Ureña, se encuentra una auténtica joya patrimonial que tomó su nombre del personaje daimieleño Diego López Borondo. Se trata de una venta cuya construcción del siglo XVI aún se mantiene en pie y cuya singularidad radica en que es la única que, a la vista de los campos llanos de la Mancha, se vislumbra desde la lejanía gracias a su torre emblemática. Seguramente fue en la que se inspiró Don Miguel de Cervantes para escribir su obra más universal y en la que se desarrolla el capítulo en que Don Quijote veló las armas y fue nombrado caballero. Este singular enclave, sin embargo, es desconocido para muchos castellano manchegos y, aún habiendo sido declarado Bien de Interés Cultural, no ha gozado del amparo que debiera por parte de las administraciones públicas, encontrándose en la actualidad en un estado ruinoso que hace que pueda desplomarse para siempre un monumento histórico-cultural y parte de un patrimonio irrecuperable. Con ustedes, la Venta de Borondo.


Yo la conocí haciendo rutas de senderismo. Cual Quijote la vi en lontananza y a ella llegué buscando posada que en mi caso era descansar un rato, comer algo de fruta y echar un trago de agua. Nada sabía de su historia, ni de los secretos que sus muros guardan, ni del áurea cervantina que se esconde en sus moradas, ni del patio empedrado donde se velasen las armas. Y ya me atrajo. Y me puse a indagar sobre esa construcción de mi tierra y su historia. Y descubrí mucho acerca de ella. Y mucho más aún desde que tuve la suerte de contactar con la Asociación Cultural Venta de Borondo y Patrimonio Manchego que nació en torno al sueño de restaurar la misma y a la que, a día de hoy, pertenezco y me entrego lo que puedo. Aunque parezca increíble que una joya de tal calibre pase desapercibida para la gente, es cierto que muchas personas han comenzado a saber de la Venta de Borondo desde que la Asociación y algunos manchegos puramente arraigados hemos empezado a expandir su nombre y a concienciar sobre la misma. No es moco de pavo que una construcción del siglo XVI se mantenga en pie pese a su mal estado actual y sea vivo ejemplo de las típicas ventas que antaño poblaban los campos de la Mancha, máxime cuando ésta en concreto pudiera ser, sin problema alguno, una de las que realmente conoció Cervantes y en las que pernoctó alguna vez cuando era recaudador de impuestos por la zona.
Detalle de la torre de la Venta
Sobra con estudiar un poco su localización y su historia para darnos cuenta de que no es ninguna locura quijotesca el pensar con tanto cariño en ella. La Venta, así se ha constatado, se enclava sobre restos de época romana en un cruce de caminos de especial relevancia: el Camino de las Carretas y el Camino Real de Alicante a Ciudad Real. A quien no conozca dichos caminos un par de datos lo ilustrarán bastante. El Camino de las Carretas va uniendo puntos de singular importancia desde hace siglos. Basta decir que si salimos andando por el mismo desde la Ermita de la Virgen de Alarcos, pasaremos por el Santuario de Virgen de las Cruces, por la propia Venta de Borondo, por la desaparecida Ermita de la Virgen de Ureña, llegaremos a la Ermita de la Virgen de Fátima en Alhambra y el camino seguirá su curso uniendo curiosos lugares de los que, religión aparte, emanan fuerzas telúricas por algún motivo ignoto. Y en cuanto al Camino Real de Alicante a Ciudad Real, decir que ciertamente une ambas ciudades desde hace varios siglos, que era de los más transitados en la época puesto que recorría España de Este a Oeste, sirviendo la Mancha como punto neutro para enganchar otros caminos que bajaban al Sur dirección a Andalucía (pues antes de que se abriese el Paso de Despeñaperros había que cruzar Sierra Morena), al Norte dirección Madrid e, inclusive, siendo el mismo uno de los ramales del Camino de Santiago que termina en la misma Plaza del Obradoiro. Dicho camino era vía comercial paralela a la antigua calzada romana que recorría Sierra Pelada, a cuyas faldas se encuentra la Venta de Borondo, de obligado paso para todo aquel que por aquellos siglos del XVI al XX se movilizase por la zona, con especial mención al tránsito que había hacia Almagro que era la capital económica del Campo de Calatrava. Vamos que la Venta no se hizo por hacer en un descampado llano perdido por Castilla la Nueva, sino en un enclave que todo viajero que cruzase España transversalmente tuviera que pasar por ella y localizarla desde la distancia con facilidad. Alcanzó su máximo esplendor en el siglo XVII y en la actualidad se encuentra en muy mal estado y amenaza derrumbe inminente. Y repito y tomen nota aquí de nuevo: está declarada Bien de Interés Cultural. Incomprensible su estado a la fecha. El caso es que desde la creación de las nuevas carreteras y con la paulatina desaparición de la trashumancia, los caminos que a ella conducen, aunque no perdieron su importancia y ambos se mantienen tal cual estaban trazados, sí que perdieron casi la totalidad de su tránsito y con ello, evidentemente, comenzó la decadencia de la Venta de Borondo que se vio separada de las grandes vías de circulación. Y es curioso, cuanto más decae la misma más crece su leyenda. ¡¡Salvemos Borondo!!

Patio interior de la Venta de Borondo
Su construcción es la típica de las antiguas ventas en las que hallaba "parada y posta" tanto el caminante y el comerciante, como el viajero y sus animales, contando entre sus muros con varias dependencias en torno a un patio central repartidas en dos alturas y un torreón en una de sus fachadas laterales. Cuenta con todo tipo de alcobas para distintos huéspedes que se clasificaban según su nivel económico, corrales, cuadras, pajares, establos y diversas cocinas de gañanes con chimeneas y hogariles. Y posteriormente se anexionaron otras construcciones. No cabe duda que sus muros rezuman historia, curiosos acuerdos de pernocta para los pastores y miles de vivencias. Todo ello le da un nivel de romanticismo histórico que merece la pena mantener y más todavía para los que estamos plenamente enamorados de nuestras raíces, nuestra historia y nuestro patrimonio que tanto habla con sólo ver su tipo de construcción, preparada para sobrellevar de la mejor manera posible el asfixiante calor del verano y el cruel frío del invierno que se dan en la Mancha. Hay que tener muy en cuenta que otras ventas han sido modificadas y reformadas para seguir manteniéndose pero ésta se conserva fiel a su origen primitivo, lo que la hace un ejemplar único de estudio y del que se extraen claras ideas de cómo se construían estas edificaciones en los tiempos de atrás. Os animo desde ya a que contactéis con la Asociación (si queréis a través mía) y a visitar la Venta y su entorno. Todos los primeros fines de semana al mes organizamos visitas guiadas. ¡Apuntadlo! Es una bonita y enriquecedora experiencia que no os dejará indiferentes. Repito: ¡¡Salvemos Borondo!!


Y os gustará más aún si ya habéis indagado algo al respecto y tenéis ganas de conocerla y visitarla. Terminaréis, igual que yo y otros tantos, plenamente convencidos de que fue el lugar donde realmente Don Quijote veló las armas y fue nombrado caballero. Y no lo digo por decir y profundizo ya en el asunto. Está estudiado. Veamos. Desde el siglo XVIII comienzan diversos autores a decir que la Venta de Borondo es a la que se refiere Miguel de Cervantes en su obra cuando habla de la primera salida del ingenioso hidalgo, por lo que sería la primera venta que se menciona en la novela. Esa afirmación se mantiene inalterada por otros autores del siglo XIX y del XX. Y tiene su por qué y su fundamentación. Cuando Don Quijote abandonó el Campo de Montiel (abro paréntesis aquí para indicar que posiblemente según los últimos estudios el "lugar de la Mancha" fuese Villanueva de los Infantes), cabalgó desde el alba hasta el anochecer, siendo en ese momento cuando decidió tomar descanso. Bien, por aquella época, cabalgar, como es el caso, durante una jornada completa equivale a recorrer entre 45 y 60 kilómetros. Y Don Quijote cabalgaba siempre hacia poniente que era donde ocurrían todas las aventuras de los libros de caballerías, dato igualmente contrastado. Reitero que está todo estudiado y no son cosas mías. Pues, qué casualidad, que si se sale del Campo de Montiel y se recorren a caballo entre 45 y 60 kilómetros con dirección hacia poniente sólo se llegaría al anochecer a dos posibles ventas: la de Puerto Lápice o la Venta de Borondo. Y si seguimos desgranando el texto de Cervantes veremos que dice que donde llegó nuestro protagonista es a una venta como salida de la nada que confundió con un castillo. La venta de Puerto Lápice, de acuerdo a los datos topográficos ya existentes en tiempos de Felipe II, se encontraba dentro de la propia aldea y rodeada de casas y población pero, sin embargo, la Venta de Borondo estaba tal cual está: en mitad del campo y solitaria.
Por todo ello, la distancia entre el Campo de Montiel y la propia venta, por su orientación y por su situación aislada es prácticamente seguro que es a la que se refirió Cervantes en su gran obra, quien, por cierto y como antes adelantaba, casi con toda certeza la conoció personalmente y en alguna ocasión dormiría en la misma. Estoy plenamente convencido de ello tras haber investigado y contrastado todos los datos obtenidos: Don Quijote de la Mancha veló sus armas y fue nombrado caballero en la Venta de Borondo, aquella que "vio no lejos del camino por donde iba y que a él le parecía castillo". Interesante, ¿verdad? Hay que mantenerla viva como sea.

Podría daros muchos datos y detalles más, pero hay gente mucho más preparada y sabia que yo para ello. Así es que solo espero que quien haya leído estas líneas y haya sabido por primera vez algo de tan singular enclave, haya disfrutado de ello y aprendido un poquito sobre mi querida venta, se le haya despertado el gusanillo por querer conocerla y visitarla y, sobre todo, hable y difunda su existencia ayudándonos entre todos a concienciar sobre la importancia que tuvo y tiene este monumento catalogado, de lo que significa su riqueza patrimonial para nuestra tierra y de su necesaria reparación urgente para que no se desmorone y caiga en el olvido una construcción que tiene siglos de historia muy ligada a la más pura esencia de la Mancha. ¿Hace falta que lo diga de nuevo o ya lo sabéis? Quijotes y Dulcineas: ¡¡¡Salvemos Borondo!!!


jueves, 11 de enero de 2018

Y YO FUI TU COSTALERO, NAZARENO

Mañana es la igualá del Nazareno. Y yo fui su costalero. Un año tan sólo. Lo que me prometí, lo que le prometí. Un año nada más, como las cosas cuando ocurren y no deben volver. Una y no más pero hágase Tu voluntad. Y así fue. Cada paso dado en esta andadura no ha de repetirse y ya va para un año que fui a la igualá de la cuadrilla. A mi primera y a la vez última igualá para ser los pies del Dios de la túnica morada que habita en San Pedro y hace estación de penitencia cada madrugada. Exprimí momento a momento toda mi promesa sin faltar al cumplimiento ni un sólo instante en los ensayos, la mudá y las dos ocasiones de mecerlo sobre mi costal: el Domingo de Pasión y la madrugá del Viernes Santo. Mi consigna estaba clara: ser los pies de Dios y llegar bajo Él a los pies de la casa de Santa Ángela en mi tierra y cuando sonase el último aldabonazo en San Pedro y se dejase con cuidado el zanco, salir del paso y rezar un Padre Nuestro. Ahí quedó, mi promesa, Nazareno.

Y mañana ya hace un año que empezó para mí todo y que todo concluyó. Y la promesa más dura quizás no fue la de pasearte sino la de no volver a hacerlo. ¡Qué de sentimientos en cada pisada bajo tus maderas! Y al llegar a casa, verla a ella. Y abrazarla. Y cumplir un sueño que un día en Tu presencia me fue arrebatado y que ahora se ha logrado. Me ha costado quererte pero cada vez que paso por General Rey o Lanza sé que fui tu costalero y que compartí oficio con los mejores generadores de sentimientos y sonrisas que puede haber en el oficio, los amigos costaleros que llevas en tus entrañas. No olvides nunca, Señor, que el primer paso que mi hija vio en el que su padre iba debajo fue el tuyo. ¡Caprichos del destino! Más bien voluntad tuya, igual que en Sevilla, camino de la Esperanza me llevaste primero a San Lorenzo, a tu presencia. Así había de ser y así fue. Y por el destino quizás o a través tuya y la mano del capataz también se cumplió lo que quería. Me daba igual el relevo del Domingo de Pasión. Sólo quería en la madrugada llegar a Ti debajo de ti, oír cómo te cantan y hacer la entrada. ¡Qué rápido pasó esa madrugada! Hace un año soñaba con ella y ahora sueño que la viví y no me llegará otra nueva. Siempre cerca de Ti, de tus gentes, de sus maneras, calmando la sed bajo los faldones, haciendo ropas o lo que Tú me mandes. Hágase Tu voluntad de la forma que sea. Pero yo fui tu costalero, Nazareno. Y eso para mí se queda, envuelto entre oraciones, vigas y crujidos de madera que tantos recuerdos me trajeron a la cabeza.

Y ahora que llegan las fechas y tu sangre se renueva en la de aquellos que con su costal te pasean, sigue viva mi promesa. No asistiré a la igualá. Quizás vaya a algún ensayo a echarte de menos por fuera. No podré estar a Tu vera de la forma que yo quisiera, pero el día que llegue la Gloria a ese portón de madera allí estaré viéndote fuera. Y pidiéndote por otra vida nueva, esa que te pedí por él, hombro con hombro, el de mi compadre a la izquierda, mientras llorábamos ambos al crujir de tu parihuela. Yo fui tu costalero, Nazareno. Y eso para mí se queda. Una vida y una espalda nueva eran los pilares de mis lacrimales y ahora cuando las veo a la una con la otra, cara a cara, con sonrisas y juegos que parecen de hermanas, recuerdo cómo llegué hasta Ti y aún hay algo que no me encaja. No puedo saber por qué porque sería entender tu escritura y esa sólo se entiende según el tiempo que pasa. Va camino de un lustro de aquella tarde de primavera. Hacía solo unas horas que hube jurado tus reglas. Ya sabes Tú lo ocurrido y jamás quiero que vuelva. Y mirando ahora detalles, otra vez a Tu manera, el mismo que me convirtiera en marido, colgó mi medalla al cuello y bautizó a mi pequeña. ¿Cómo podría saberlo sin entenderlo siquiera? Ahí radica tu grandeza y por más que muchos quieran sólo Tú la paseas.

Tuve que hacer encaje de cuadrantes y de ensayos e incluso faltar a otros actos y perderme algún traslado. Pero esa Cuaresma era tuya, de tu andar, de tus trabajaderas y de agotar paso a paso la historia de una promesa. Concentrado en el trabajo, sin despistarme siquiera un mínimo momento cuando estaba en la parihuela ejerciendo el más bello oficio de acunar a la madera en un saco de arpillera. Rodeado de amigos, compañeros y gente de antaño con la que me inicié en el camino de ser costalero y nuevamente ante Ti nos juntamos de nuevo. Noches de frío invierno y un Sábado por la tarde fueron parte del bagaje que me dejó tu vivencia. Y muchos momentos de gloria. De gloria sin fin ni escapatoria que tenías establecidos que para mí lo fueran. Tuve que enfrentarme a ellos y salí en todos satisfecho pero siempre me recordaba que ya eran historia pasada. A cada paso, a cada zancada, la promesa se marchitaba. Y llegó el Domingo de Pasión. Y tras él la madrugada. Y mi cara era un poema de sentimientos, déjame Nazareno, por una vez, a mi manera. Mañana es tu igualá de nuevo. Y cuando pasen lista yo no estaré en la primera. 

Escúchame, Señor. Quiero que llenes mi hueco de oraciones y promesas. Quiero que mi  lugar lo ocupe un costalero, el que sea, uno que te pasee y te quiera. Y quiero, Señor, que colmes a tu cuadrilla de primaveras nuevas, de sonrisas, de alegrías, de felicidad en tus maderas. Y que cada costalero haga realidad su promesa como yo hice la mía porque Tú así lo quieras. Y sigan bajo tu paso agradeciendo tu grandeza y sigan bajo tu paso suplicando por la misma cuando las hijas de Santa Ángela arrodilladas te rezan. Y quiero Señor que sepas que soy fui tu costalero y que en aquella madrugada mientras me esperaba la Esperanza, yo estaba en tu reinado de la forma más humilde paseando en mis entrañas una túnica morada, sin bordados, sin potencias, porque así camina el Hijo del Hombre entre las calles llenas. Y nunca podré olvidar que es siempre todo a tu manera y que una sobrina se alza en los brazos de su tía y de su espalda nueva. Y déjame, Nazareno que cosa mis entretelas con lágrimas de savia nueva, con hábitos marrones y pardos que sus hijas llevan, con oraciones y peticiones que para mí se quedan, con Domingos y Pasiones que disfrutar yo pueda de la mano de mi hija caminando a tu vera. Déjame, Señor, que siga llorando promesas como lloro ahora mismo al escribirte estas letras porque Tú eres el que sabe la verdad que se esconde en ellas. Y recuerda, Señor, que yo fui tu costalero. Y eso, Nazareno, eso para mí se queda.
Ahí quedó.

martes, 2 de enero de 2018

LOS PROYECTOS DE AÑO NUEVO

¡¡Feliz Año Nuevo!! A todos los lectores del Rincón os deseo un próspero año nuevo que acabamos de empezar y que tengáis una permanente sonrisa. Y, a poder ser, que la misma vaya aparejada siempre a la esperanza que surge al plantearse proyectos nuevos y a la satisfacción que se causa al cumplir los mismos. El tener la mente ocupada y activa siempre he creído que es saludable y yo, desde luego, es comenzar el año nuevo y empezar a dibujarme propósitos en el horizonte y motivarme para cumplirlos. ¿Hay algo más bonito que plantearse sueños voluntariamente y luchar por cumplirlos? Sueños asequibles, claro. Y que dependan de nosotros mismos, de nuestro esfuerzo y de nuestra voluntad, no del azar, por supuesto. Lo que no está en nuestra mano no podemos decidirlo ni planificarlo. Y lo que sí está a nuestro alcance bien merece una parcela reservada a la sorpresa o lo imprevisto pues no hay nada al cien por cien que podamos planificar y realizar sin que exista riesgo de fracaso. Eso es, sin duda, el ingrediente principal del sabor que deja el plato fuerte de la satisfacción una vez ingerido el triunfo y recordado el proceso de cocina que habíamos ideado.

Este año 2018 mis propósitos son seguir igual. Y os aseguro que parece fácil pero no lo es. Pretendo seguir creciendo laboralmente y afrontar asuntos más complejos, disfrutar de estos días que quedan de Navidad y seguir excediéndome un poquito de pacharán y turrones para luego sudarlos con senderismo y pádel, sonreír juntos a mis compañeros de afición y raza costalera en cada igualá y ensayo que están por venir, festejar el primer cumpleaños de mi niña Claudia, pasar un día o dos de Carnaval disfrazado y haciendo el tonto por la calle (el tonto en casa lo hago a diario y continuamente), exprimir cada segundo de la Cuaresma y disfrutar en los micrófonos de Onda Cero en el programa cofrade "Paso a Paso" un año más, saborear intensamente en mi Ciudad real natal y en mi Sevilla querida los siete días de esa Semana con mayúsculas que cuenta el tiempo al revés y tengo presente todo el año, acudir a la Romería que tanto me gusta, celebrar felizmente otro aniversario de boda, disfrutar con mis amigos de un nuevo Concursó de Limoná en torno a un lebrillo de zurra, rezarle a la Morena del Prado en el día de la Pandorga por segunda vez con mi hija en brazos, recorrer unos ciento y pico o doscientos kilómetros a pie en mi amado Camino de Santiago iniciando otra vez en los Pirineos y llegando hasta La Rioja, Navarra o donde mis botas me permitan, tomarme unas cuantas copas en la feria y llegar a casa con los ojos como el Coyote cuando ve al Correcaminos, bañarme de nuevo en las aguas del Mare Nostrum que tantas alegrías me ha dado, seguir poniéndome la corbata y la toga aguantando el calor en ciertos momentos, disfrutar de alguna escapada si logro cuadrar agenda, afrontar un nuevo otoño, mi querido otoño, con castañas asadas y metido en la rutina que precede a un nuevo invierno y alzar otra vez una copa de sidra el día de la Lotería de Navidad para brindar por todos y empezar a forjar nuevos propósitos para el siguiente año. Soy feliz así, así es que seguiré haciendo lo mismo.
Y, entremedias, ir al campo a comer, hacer excursiones los Sábados, jugar al pádel tantos días como logre encajar las tardes con Gemma, hacer kilómetros y kilómetros de senderismo los Domingos por la mañana, seguir aprendiendo guisos tradicionales y disfrutando del Gañán, publicar más entradas en este humilde Rincón, subir emblemas a Pictura et Verba, presentar el libro que estoy escribiendo de Cocina Tradicional, involucrarme aún más en la Asociación Venta de Borondo y seguir en la lucha por defender nuestro patrimonio, seguir locamente enamorado de mis costumbres y tradiciones, disfrutar de buenos ratos con mis amigos, pasar grandes momentos con mi familia y continuar viviendo lo más dulcemente posible con mi Chiquitilla Gemma y mi niña Claudia.

Efectivamente. Esos son mis propósitos. Básicamente es lo que llevo haciendo año tras año y por eso digo que quiero seguir igual. La vida me ha ido sumando cosas y yo insisto en seguir igual. He ido confeccionando la hoja de ruta como buen peregrino añadiendo las sorpresas que han ido apareciendo. Si ya era feliz así, ahora con mi mujer y mi hija añadidas a mi ritmo de vida y cada vez más encajadas en mi gente, no puedo pedir nada más. Es como todo. Cuando aprendes a ser feliz en el trabajo, a aspirar a lo alcanzable dentro de tus posibilidades, a disfrutar de lo que tienes alrededor y sonreír con cada humilde dádiva que la vida te ofrezca, te sientes realizado. Y si te notas querido por la gente que te rodea más todavía. Por eso decía que parece sencillo que los propósitos sean seguir igual pero lograrlo no lo es. Hay cosas que cambian y se no se pueden evitar y toca seguir amoldándose a ello y seguir esperanzado en pequeños proyectos a lograr. Eso sí, proyectos siempre presentes. Aunque sean pequeños. Pero la mente activa y ocupada. Rutina sistemática no, por favor. 

Yo me contento con tener en mente mi vigésimo tercer cumpleaños como costalero bajo el Señor de la Bondad, mi segunda publicación de un libro y, si Dios quiere, mis momentos de soledad y esfuerzo en un nuevo mes de Agosto mientras camino siguiendo flechas amarillas. Si lo consigo, seré feliz. Y si no, cogeré a mi hija en brazos y le contaré sueños que pretendo perseguir. Mientras tanto seguiré intentando seguir igual y disfrutar de pequeños propósitos que me planteé a mi mismo y crea que puedo lograr. El primero disfrutar de la primera Cabalgata de Reyes con mi niña Claudia...

Sed felices y estar activos en proyectos asequibles, encuadrar las pequeñas sorpresas que lleguen y sonreíd todo lo que podáis hoy, mañana y siempre. El triunfo de la esperanza os hará felices y realizados y os dará fuerza para nuevos proyectos o para seguir igual en vuestro día a día si os hace plenos. No hay nada más bonito que disfrutar la vida a cada instante siendo consciente de ello y planear al estrenar el año proyectos a cumplir. ¡A por ellos! ¡¡Feliz Año 2018!!