martes, 30 de junio de 2020

LA "NUEVA NORMALIDAD"

Ríanse, ríanse de nuevo que ya lo hicieron. Cuando digo que lo mejor es la rutina una vez que la tenemos ya formada a nuestro deber y antojo me dicen que estoy loco, que eso es un aburrimiento y que hay que dejar paso a la aventura. Y se ríen de lo que digo. Bien pues ríanse otra vez si quieren pero ahora ven que es cierto. Se han pasado meses viviendo una aventura inesperada, de esas que añoraban, de esas que son imprevisibles, de esas que hay que dejarles paso para que rompan la rutina y resulta que estaban deseando volver a la normalidad, es decir, a la rutina. Ustedes que se reían de los que gustamos de tener la agenda planificada y llena. Ustedes se han visto inmersos de golpe en tal aventura azotando a la vida que les ha privado de sus trabajos, de sus prácticas habituales, de sus ratos de improvisación, de sus familias y amigos y, lamentablemente en algunos casos, hasta de un ser querido. Y ustedes, tan risueños meses atrás y tan graciosos comentando acerca de los que somos felices con una rutina establecida que en ocasiones nos ha costado años orquestar, han estado suplicando que volviera todo a la normalidad, a su normalidad, a su rutina, vamos, a la de ustedes, a la de los que decían no tenerla y sin embargo viven en el dos y dos son cuatro, trabajo de tal a tal hora, los Lunes voy a inglés, los Miércoles juego al pádel, los Jueves voy de cañas, los fines de semana alterno uno en el pueblo y otro en la ciudad y los Domingos como paella esté donde esté. Ríanse, ríanse de las barbas de su vecino pero cuando ustedes las tengan afeitadas porque los rutinarios que se las dan de aventureros son ustedes. Y hoy no vengo a a reírme yo, pero voy a poner el punto en la i.

No fueron pocos los que hace meses, cuando vertí unas líneas diciendo que todo ser humano lo que necesita para vivir cómodo y feliz es tener establecida una rutina de actividades y comportamientos, me tacharon de chalado. No sé si es que no lo entendieron o no lo quisieron entender. Pero así fue. Y les hace gracia cuando yo en el mes de Enero planifico el año que tengo por delante e intento, en lo que está en mi mano, que se cumpla. Quizás pasan por alto el detalle de la oración "en lo que está en mi mano" porque nadie es dueño del destino y de lo que el mismo traiga. Cojo mi agenda me marco las metas y lucho por ellas en lo que de mí depende pues es la única forma de intentar lograrlas y luego disfrutarlas. Pero claro, eso conlleva rutina y constancia. ¡Qué aburrido! Y sí, me aburro mucho. Vamos, muchísimo. Ya ven que aburrido estoy: no me faltan nunca planes, ni tiempo de ocio, ni gente con quien pasar un rato. Raro es el tiempo que no estoy haciendo faenas nuevas o trasteando tareas de antaño. Jamás estoy quieto mucho tiempo sin excursiones o viajes. Y, entremedias de todo ello, tengo mi familia, mi trabajo, mis costumbres y mis aficiones que no son pocas. Y sí, efectivamente es una rutina: vivir lo más feliz que pueda conjugando lo que traiga la propia vida y lo que yo pueda aportar.
Y todo ello viene por este tiempo llamado "nueva normalidad". ¿Qué es eso? ¿Hemos recuperado (o estamos en ello) nuestra rutina de antes o estamos iniciando una nueva? ¿Dónde están los aventureros que huyen de planificaciones y ven que ahora no dominan ellos su agenda vital? La "nueva normalidad" es una chufla. Mientras sigamos con uso obligatorio de mascarillas y saludándonos con el codo la situación no es normal. Y eso no es que lo diga yo, es que así. Vendedle la moto a otro. Otra cosa es que nos tengamos que adaptar a ella y seguir viviendo. Evidentemente no podemos estar sumisos y viviendo con miedo, hay que vivir, pero hay que ser conscientes también de que la vida sigue pero no como quisiéramos y nos gustaría sino que vuelve a su rutina de la manera que ella quiere y nos va revelando conforme acaece. Que ahora para ir al cine hay que asistir con el inseparable gel hidro alcohólico, la mascarilla y no se pueden llenar las salas, bien, pero que quien podía antes ir por costumbre un miércoles ahora puede también ir y apuntarlo en la agenda como un plan, también. Por lo tanto, la rutina va volviendo y los planes aflorando. Se trata de seguir viviendo de la manera más feliz posible que se pueda y que nos dejen.


Así es que ríanse, ríanse y a la vez lloren y sucumban al reconocimiento de que la mejor manera de vivir es la rutinaria, la que llena las agendas de planes forjados con ilusión, la que parece que nos encorseta al calendario pero en realidad nos hace gozar de la libertad de tener el tiempo ocupado por contradictorio que parezca. Porque tener el tiempo ocupado es vivir, es compartir, es soñar, es recordar y es avanzar por un camino que creemos moldeable y dominable. Podemos quedar y desquedar, hacer y deshacer, estar atados al horario laboral y a las obligaciones, estar libres en los ratos de descanso y llenar como más nos apetezca el resto del tiempo. Y precisamente eso lo llevamos haciendo muchos (me incluyo) desde hace años mientras otros creen vivir a lo loco y a la aventura en un mundo que dominan y que, en realidad, cuando la vida se pone seria como ahora, se demuestra que no es así. Ríanse pero de verdad. Ríanse porque la vida les da la oportunidad de disfrutar de ella y les regala una agenda que llenar con los familiares y amigos. Vivan, vivan como mejor puedan, siguen vivos y conviviendo con una pandemia que ya es histórica e historia viva y real. Esa es la única verdad y "nueva normalidad" que existe. Amóldense, disfruten de todo lo que esté al alcance de sus manos, reconozcan que la mayor comodidad y confort es la rutina y sueñen con mil proyectos por cumplir. Y cuando los cumplan, rían de nuevo de felicidad. Ya volveremos a la normalidad, a la real, a la de siempre, a la "normal" de verdad. Pero por ahora lo normal es esto, ni viejo ni nuevo, esto, lo que hay, lo indominable, lo que nos crea sin saberlo nuestra rutina. Rían, vivan y sonrían. ¡Hasta otra!

miércoles, 17 de junio de 2020

A MIÑA SIDRIÑA

En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no puedo olvidarme por ser en el que habito y amo, no ha mucho tiempo que me aventuré a la elaboración de cerveza casera adquiriendo para ello un kit preciso de iniciación, si bien, juzguen vuesas mercedes lo que vieren y entendieren, debido al uso que del mismo hago y los avances en tan singular técnica ha devenido en hacerme ya efectivamente iniciado, sí, pero experto iniciado a sazón de los resultados y variedad de los mismos. Y no doy más pasos en aquesta aventura porque el lugar doméstico no lo permitiere en cuanto a espacio y, bien sabéis, porque mi esposa y ama, que no pasa de los cuarenta como Cervantes dijera de la que con Don Quijote vivía, podría bien partirme el palo de siete escobas en las costillas si introduzco más trastos y majaderías en la hacienda, llenando así de bártulos los espacios comunes y convirtiendo en maquiavélica fábrica cervecera el hogar donde residimos. Sin embargo, un descubrimiento hallado en los libros, no de caballerías más sí de cervecerías, dio en mi mente con la afortunada idea de usar el kit para otro licor que no fuere el extracto de cebada. Y así llegó a mí, una vez la elaboré, a miña sidriña, dicho sea de gallegas maneras, pues la misma, si bien procede del Reino Astur, me evoca recuerdos de la tierra donde se halla Finisterre. Y mi sidriña y su historia, sin duda alguna, en el blog ha de quedar plasmada per saecula.

Dicho lo anterior de cervantina manera, haciendo recuerdo de su obra más universal, ha de saberse que en los tiempos de confinamiento, con nocturnidad y alevosía hice el encargo a la web "Cocinista" (que es donde adquiero todos los "asuntos cerveceros") de un kit preparado para hacer algo más de una veintena de litros de sidra. Cierto es que me gusta esa bebida y las varias veces que he ido a Inglaterra he tomado más pintas de sidra que de cerveza y cierto es también que cuando compré el equipo para hacer cerveza pensé que sería una gozada poder hacer sidra también, lo que pasa que no sabía que sí que se podía con ese mismo equipamiento, hasta que un día, como todo, de casualidad, lo descubrí. Y desde ese día supe que la haría. El parón de la vida cotidiana que nos trajo la pandemia puso a huevo el momento pues no tenía otro entretenimiento mejor y sin pensarlo mucho compré lo necesario. Además ya estaba maquinando hacer y diseñar unas etiquetas para las cervezas caseras así es que incluiría otro modelo para la sidra y enviaría todo junto a la imprenta. Vamos que la cosa se ponía de cara y a mí esas iniciativas me gustan y me gusta más aún el culminarlas con éxito. Raro es que empiece un proyecto y lo deje a medias. Soy manchego y, por ende, cabezón y concienzudo. Mi primera sidra ya había comenzado a existir desde el momento en que supe que tenía lo necesario para ello. Y no he parado hasta que ha sido real y ya reposa dulcemente aguardando su consumo. Desde el embotellado y comienzo de la segunda fase de fermentación han de transcurrir cinco semanas mínimo para la cata. El estado óptimo lo alcanza a los seis meses. Así es que paciencia y en Navidad a disfrutar de los tercios de la "Sidra Sancha" a diario. Y, a lo mejor, de dos en dos. O de tres en tres si es día de villancicos. ¡Yeah!


Ya metidos en faena, lo primero fue limpiar y desinfectar bien el fermentador pues el cambio iba a ser drástico. De haber tenido en su interior veinticinco litros de cerveza negra iba a pasar a albergar sidra en potencia, dando lugar a la fermentación del extracto con azúcar y levadura. Esos detalles de extrema limpieza y desinfección son claves para el éxito final pues cualquier descuido te puede estropear todo el proceso y lo peor es que lo descubres meses después. Hay que ser muy meticuloso con ello. Puse en orden también el borboteador, el densímetro y compré algunas botellas y chapas para esta nueva empresa. Estaba feliz y, sobre todo, entretenido pues como no tenga alguna tarea que hacer mato moscas con el rabo como un diablo aburrido. Y, hete aquí la mente divagando travesuras, limpiándolo todo para hacer la sidra tras haber hecho cerveza negra, ya pensaba en cuál sería el siguiente brebaje cervecero que acometería. Y lo decidí, vaya si lo decidí. Una cervecita tostada, de esas color cobrizo, con toque a caramelo y amargor final sabor a nuez que cuando la pruebas piensas "quiero un barril". Así como quien no quiere la cosa acabo de daros la primicia. La temperatura de fermentación es óptima en estos días pues mantiene la habitación a unos veintidós grados así es que estando el equipo de nuevo libre creo que en estos días haré esa cerveza para tener unas birritas frescas para el verano. Va, que me voy por las ramas. Hoy la cosa va de sidra. Mentiría si no dijese que estoy deseando probarla pero en estos casos ya me he acostumbrado a esta dulce espera.

La sidra se ha tirado fermentando con la levadura prácticamente dos semanas en el fermentador. Además el borboteo era constante y la gravedad original fue 1036 lo que presagiaba una graduación final de unos 5 grados. La gravedad final estuvo en 1002 así es que, a priori, ha quedado una señora sidra de 5,3 graditos de alcohol. Es decir, en Navidad con unas cuantos culines en lo alto vamos a cantar la Marimorena en do mayor sostenido sin problema. Ahora están las botellas en la última fase que es la de fermentación en botella con dextrosa. Tienen que permanecer así y en posición vertical un mínimo de cinco semanas para poder probarlas, como antes decía. Así es que sigo esperando a ver qué tal se da esta remesa de sidra para valorar si haré más en un futuro o sigo sólo con las cervezas que de momento me van saliendo bien y me gustan. La última prueba que hice en probeta me recordó a la típica sidra asturiana que hay que escanciar para que coja "vida", por eso decidí carbonatarla con dextrosa, darle gas, vaya. No creo que logre una tan gasificada como "El Gaitero" pero con que coja una fuerza tipo "Ladrón de Manzanas" me sirve. Bueno, si logro que el brebaje me quede como una "Bulmers" o una "Strongbow" ya sería el exitazo total. ¡Me encantan! Ya os contaré. De momento esta es la historia de "a miña sidriña" y veremos qué depara la misma. ¡Hasta otra!

miércoles, 3 de junio de 2020

MI GENTE EN LA CUARENTENA


Lo confieso. Quedé para tomarme una cerveza y fueron diez. De camino a casa entre efluvios, pensamientos embriagados por el zumo de cebada y la imaginación solitaria trabajando alegremente me fui acordando uno a uno de todos ellos. Y cada recuerdo era una sonrisa. En ese momento preciso pensé que plasmaría por escrito un pequeño homenaje a todas las personas que en estos días de confinamiento me han aportado alegría, cercanía, sosiego, risas y, simplemente, conversación en momentos determinados en los que el ánimo se tambalea. Creo que no me dejaré a nadie de los que he de mencionar, pero si así fuera, pido desde ya perdón por el olvido. Aunque seguro que otros recuerdos tendré con tales personas y todos buenos, sin duda. De hecho, ahora que estoy tecleando no dejo de tener elevadas las comisuras de los labios mientras afloran momentos vividos con quienes ahora indicaré, momentos que parecen ya muy lejanos y son de estos recién pasados e inolvidables meses asolados por la pandemia, sobre todo los horribles días y noches de mis queridos Marzo y Abril que este año me han privado de lo que más amo: las cofradías, las romerías y mi gente. Así pues, espero que los que leáis esto y os veáis incluidos en los nombres que iré poniendo, seáis conocedores y conscientes de que de una manera u otra os he hecho míos esta cuarentena y, gracias a vosotros, ha sido para mí mucho más llevadera la situación. ¡Gracias!


El primero creo que debe ser Paco. Bueno, Paco, no. Don Francisco José Pozo Elvira. El tío empezó a modo de guasa a subir vídeos parodiando canciones. Se disfrazaba en casa con el atrezzo que tuviera a mano de carnavales pasados y otros bártulos, se grababa haciendo playback de alguna conocida canción y subía el vídeo con el único afán de hacernos reír un rato. Pues lo estuvo haciendo día tras día haciéndonos estar pendientes de su facebook, aceptando incluso peticiones de canciones, regalando dedicatorias y evolucionando en el montaje de sus obras metiendo alguna sorpresa o guiño inesperado. Gracias, Paco. Eres de la gente buena y noble que me llevé del colegio siendo niño y eres un tío grande. El pasado mes de Marzo me pusiste la alegría y la sonrisa más de una mañana. Gracias de nuevo.

Lo siguiente a destacar es ese grupo humano llamado "Chusma selecta cofraude". Muchas bizarradas, muchos pañuelos de hierbas, muchas risas y muchas noches y horas de whatsapp, de conversaciones amenas, divertidas y distraídas. Además, con ellos y siguiendo los vídeos de Jano García hemos ido haciendo entre todos nuestra lectura particular de la pandemia sin que faltasen chascarrillos entremedias, menciones a "Don Antonio" y mucho humor. Creo que lo recordaré siempre como el grupo que surgió sin esperarlo y se convirtió en un toma y daca de moral conforme alguno estábamos más regular. Y lo creó uno que dicen que está loco... ¡Qué cosas! ¿Qué os voy a decir? Os quiero y mil gracias a todos. Ahora ya whatsapeamos menos, pero claro, nos vemos en las tabernas y de qué manera. Una cita, una tiempla. ¡Eh! Y que sean muchas más. Además tenemos algunas gordas pendientes y con aroma a limoná. Gracias otra vez.


Ojo. Cuidado. "El hijo puta de la O". Palabras mayores. Seguramente sea de los nombres de grupos de whatsapp más recónditos que haya en cuanto a su origen, pero sin duda integrado por personas que aman las cofradías por encima de todo. Con estos buenos hombres he disfrutado de la más pura esencia cofrade en un año tan inolvidable que en plena Cuaresma se nos partieron los sueños a guantazo limpio. De golpe y porrazo se anularon ensayos, pregones, citas, conciertos y lo más doloroso para los que vivimos siempre enamorados de este mundillo de imágenes, bandas y costales, se fueron anunciando una a una la suspensiones de todas las celebraciones de Semana Santa. No hemos tenido pasos en las calles, no hemos tenido marchas de bandas, no hemos tenido chicotás de costaleros, no hemos tenido Sevilla en su alma más pura. Y gracias a Josito, Fer, Guille y Selu no he perdido del todo este nefasto año el contacto con el incienso y la cera aunque haya sido de manera virtual. Un placer hablar y debatir con ellos de cofradías a nivel alto. Sin duda el grupo cofrade con el que más liviana se me ha hecho la pérdida de más de la mitad de la Cuaresma y de la propia Semana Grande. Os doy las gracias y os las daré mil veces. Por vosotros tuve Semana Santa. Habéis sido enormes para mí estas fechas. Y seguís siéndolo. Hay que seguir. Gracias, artistas.


No puedo olvidarme de Amanda. Para mí es especial. Y lo es porque la conocí en una de mis pasiones: el Camino de Santiago. Fue en el verano de 2018 y desde entonces, al igual que con sus amigas Alba y María, he seguido teniendo contacto. Me cayeron genial las tres, son buena gente y de sonrisa sana. Me acuerdo muchas veces de ellas. Pero esta cuarentena, la verdad no sé cómo ha surgido, he hablado mucho más con Amanda. Quizás porque los dos somos piscis y en muchas cosas nos vemos reflejados y nos reímos de lo mismo, quizás porque varias noches de soledad y confinamiento ha estado ella al otro lado del tablero virtual de parchís o quizás porque ambos hemos pasado un cumpleaños anómalo este año, pero sea como sea, Amanda ha sido esencial para mí en estos meses de atrás. Sé que quiero verla de nuevo, sé que espero que así sea y que estén María y Alba también, por supuesto, sé que me debe una copa por un concurso de instagram, sé que me pegaba unas tundas enormes al referido parchís, sé que al menos la primera vez que jugamos le gané yo, ¡ah! y la última también, sé que "El Gran Caminante" llegó a su poder y sé que cuando comamos lentejas, estemos donde estemos, nos acordaremos el uno del otro. Amanda... ¡gracias! Has sido mi sonrisa muchas ocasiones.


Y conforme voy tecleando me van viniendo más nombres, más momentos, más charlas, más detalles que, en definitiva, han hecho que este tiempo de confinamiento que nos ha robado el mes de Abril como diría Sabina, se me haya pasado de la mejor manera posible. Las risas con mi amiga Eva hablando del satisfyer para recoger las migas en un mantel, los incombustibles padeleros mandando toda noticia al respecto de nuestro deporte favorito, el gran Iñaki puntual a su cita de pacharán y Camino, el más inesperado de la agenda enviándome un mensaje de audio preguntando un mero "¿qué tal?". En definitiva, lo bueno seguramente de conocer a mucha gente es que rara vez te sientes solo, siempre están los fieles y leales como los ultra sur, la familia y los amigos íntimos, pero cuando la situación es difícil para todos, ellos inclusive, es agradable que quien menos esperas en ese preciso momento te acompañe un ratito, aunque sea en la distancia. Por y para vosotros han ido estas líneas. Habéis sido "Mi gente en la Cuarentena" y os quiero cerca siempre. ¡¡Gracias!!