jueves, 27 de febrero de 2020

SI ANTES LO DIGO...

El pasado día 29 de Enero publiqué una entrada titulada "Volvemos a estar de dulce" en la que plasmaba unas líneas acerca del buen momento que vivía el Real Madrid, Club de Fútbol tras un tortuoso inicio de temporada. Bien, como buena Ley de Murphy se ha cumplido: basta que menciones el blanco para que aparezca el negro. Este próximo Sábado, día 29 de Febrero, se cumplirá un mes desde que parí aquel texto en el Rincón y la cosa no ha podido torcerse de peor manera. El club de Chamartín ha sido eliminado de la Copa del Rey, ha cedido el liderato en solitario de la liga y está (salvo milagro futbolístico) prácticamente eliminado de la Champions League. Ya lo decía la otra vez y lo reafirmo: el fútbol sólo tiene dos sabores, el dulce y el amargo. Antes estábamos de dulce y ahora estamos de amargo. Pero yo creo que es lo que realmente nos engancha a este mundillo del once contra once, los continuos vaivenes en dirección vertical y el que la noria gira sin que podamos predecir con fiabilidad el resultado. Y lo más grande es que los fieles seguidores de un club seguimos amándolo pase lo que pase. Yo quiero al Real Madrid y al Betis hasta en las victorias. Sí, sí, hasta en las victorias que es cuando es fácil quererlos. En las derrotas los quiero más. Siempre fieles, siempre leales. No todo es color de rosa.

En estos días, todo hay que decirlo, he vuelto a comprobar lo triste que ha de ser vivir futbolísticamente pendiente de otro club al que no sigues para celebrar sus derrotas. Y hay gente que así se la pasa. Y no pocos, ¿eh? Muchos. "-¡¡Ha perdido el Madrid!! ¡A celebrarlo! -Pero, ¿tú no eras del Valencia? -Sí, pero ha perdido el Madrid. ¡Vamos! -¿Y a ti qué más te da que haya perdido si no es tu equipo? -¡Vamos! ¡Vamos! ¡¡Unas cervezas!!" Me da entre risa y pena ver esas actitudes. "-¿Y el Madrid qué? Jajajaja. -¿Tú eras del Atleti, verdad? -¡Sí! A muerte. ¡Aupa Atleti! -Bien, ¿y entonces el Madrid qué? -¡¡Ha perdido!! Jajajaja -Vamos a ver, el Madrid os ha eliminado cinco años seguidos en Champions, dos de ellas ganándoos la final, os ha ganado el último trofeo que habéis disputado entre los dos que fue la pasada Supercopa de España, os ha ganado el último derbi jugado... -Por eso, por eso. ¡Que se jodan! -¡Ah! Entiendo. Celebras las derrotas del rival, pero entonces no eres del Atleti, tú lo que eres es antimadri... -¡¡Que va!! ¡¡Que va!! ¡Viva Luis Aragonés! ¡Raúl selección! Jajajaja ¡Aupa Atleti, oé! ¡Y Guti maricón!" Y no. No creáis que es parodia. Es real. Yo jamás me he dedicado a escribirle a nadie para intentar ofuscarlo por las derrotas del club al que sigue o ponerle cánticos forofos. Me he limitado a celebrar con los míos los triunfos propios. Sin más. Unos podemos presumir de valores y señorío. Otros no. Yo, ya lo dije aquí una vez, doy la cara siempre. Y aquí estoy de nuevo ahora que no estamos de dulce.
Llevaba el Real más de dos docenas de partidos invicto y, de repente, volteo de tortilla y al carajo. Y esta historia ya me la sé. La he vivido otras veces igual que mis coetáneos han vivido conmigo, para su alegría o para su pesar, siete Copas de Europa añadidas a las vitrinas del Bernabéu. Va todo bien, se hierra un partido y ya va todo mal. Y además siempre ocurre en el peor momento. Se tuerce el camino, se recibe un mazazo psicológico y se entra en barrena hasta que todo cambia de nuevo. En ocasiones tarde. Las cosas como son. Se gana un partido que se merece perder, entre un gol de rebote, se coge confianza y se endereza de nuevo la situación. Aquí entra en juego el factor de los grandes clubes: no se permiten malas rachas. Los grandes tienen que estar siempre arriba y sus presidentes, entrenadores y jugadores conviven con una presión que otros sitios no existe. Perdónenme lo que voy a escribir pero es lo que es y no lo he inventado yo: la presión que tiene el entrenador del Barcelona no la tiene el del Sporting de Gijón. En un club acostumbrado a estar arriba ya es un trauma ser tercero en la clasificación. Aunque no obstante el fútbol funciona así: el primero gana, el segundo pierde, los demás compiten. No tiene más lectura.

Y este Domingo es el clásico. Madre mía. ¡En qué momento! Con la vorágine en la que se encuentran metidos en Concha Espina. Veo y leo de todo: madridistas que confían, madridistas que tiran la toalla, antis que desconfían, antis que esperan un nuevo fracaso para celebrarlo, seguidores que tienen los pies en el suelo, seguidores que siguen pensando en remontar el 3-4 de la eliminación de Copa del Rey y aún no saben que no hay partido de vuelta, de todo oiga, como en la viña del Señor. Yo tengo muy clara mi postura: animar a mi equipo. Creo que siempre he sabido reconocer lo merecido y entiendo que no me equivoco al decir que el Real Madrid perdió justamente contra la Real Sociedad y que perdió justamente contra el Manchester City. Del mismo modo creo que sé apreciar cuando se gana debidamente y cuando no aunque para los tristes que siempre están más pendientes de lo ajeno que de lo propio el Real Madrid siempre gana por favores arbitrales. En fin, ya no estamos de dulce y ahora estamos en vacas flacas. Hay que seguir. A ver qué pasa el Domingo, 1 de Marzo, a partir de las 21;00 horas y... ¡Hala Madrid!

martes, 18 de febrero de 2020

ESTO YA ESTÁ AQUÍ

La frase que da título a la entrada que hoy publico es, sin duda, la afirmación de cuatro palabras más usada por los cofrades. Se acentúa, eso sí, conforme pasa la Navidad. Es verle la espalda al Rey Baltasar y comenzar a vislumbrase la primera Cruz de Guía. Nada más comernos el último trozo de roscón surgen las sonrisas entre los que amamos el incienso y la cera fundida y suenan los primeros "Esto ya está aquí" del año. Y es que es verdad. Esto ya está aquí. En Enero comienzan las igualás y los calendarios se llenan de fechas, de citas, de ensayos. Se asoma Febrero y ya empiezan a circular los mensajes de whatsapp comunicando tertulias, horarios de apertura de Casas Hermandad, novedades y primeras fotos de costaleros y amigos. Ni que decir tiene cómo y de qué manera avisan las entidades financieras de que "esto ya está aquí". Las cuotas domiciliadas comienzan a ser cobradas y el extracto bancario da fe de ello como preciso notario. Y conforme se intuye Marzo, además de ser continuo el sonido de marchas por las calles bien por los ensayos de bandas o bien por el capillita de turno que las pone bien fuerte en su casa o vehículo, la ciudad se llena de inconfundibles aromas de Cuaresma como el bacalao con tomate, el pescado en escabeche y las primeras torrijas, lo que significa una vez más que, efectivamente, esto ya está aquí.

Y lo difícil, lo comprometido, lo nostálgico, lo esperanzador, lo indescriptible y lo mágico de esto es poder definir precisamente qué es "esto". A primera vista está claro que podríamos decir que "esto" es la Semana Santa. Mirando un poquito más al fondo, aunque sea con una rápida visión de soslayo, nos daríamos cuenta que "esto", para los que les gusta "esto", es un período de tiempo más extenso que el lapso de ocho días comprendido entre Domingo de Ramos y Domingo de Resurrección (ambos incluidos) que conlleva también los preparativos, las charlas en torno a un botellín hablando de tal o cual palio, las espinacas con garbanzos de los viernes de Cuaresma o tomarse una copita post tertulia contando batallitas de cuando comenzó a gustarle "esto". Clavando más la mirada en los ojos de un cofrade que en plena Cabalgata de Reyes Magos ve a otro igual y le dice "esto ya está aquí" nos damos cuenta que "esto" es algo grande. "Esto" le saca la sonrisa cuando habla de ello, descuenta días soñando con vivirlo, imagina pregones, silba marchas en Navidad, busca en youtube vídeos de cofradías en Agosto y, además, engloba todo lo anterior de modo que exprime la Cuaresma en sus cuarenta días y cuarenta y noches, saborea todos los preparativos y todas las previas y se extasía cuando amanece el Domingo más esperado del año y la ciudad se engalana con ramas de olivo y palmas.

Sin embargo, para los cofrades sin definición, porque por definición quiere decir tan sólo "que pertenece a una cofradía", "esto" es algo que no se puede describir sólo con palabras. "Esto" es un recuerdo, una tradición, una costumbre, es comer potaje de vigilia hecho con aquella receta que aprendiste de tu abuela, es ver la revirá de la Virgen de tu barrio en esa esquina en la que tu padre te llevaba de niño y sonreír teniéndolo a tu vera cuarenta años después siendo tú el que lo animas a ir ahora, es llevar a tus hijos a ver una cofradía y dejar libremente que contemplen lo que es "esto" y decidan si les gusta o no, es que se te escape una oración, un suspiro, una lágrima, un bostezo, un susurro, una mirada, un te quiero, es morder una torrija y llorar por los que se fueron, es disfrutar viendo una Cruz de Mayo portada por niños vestidos de costaleros que se van haciendo hombres mientras te hacen recordar tu primera igualá cuando ya llevas años despegado del costal, es mirar al Cielo buscando un anhelo de esperanza a través de un palio de malla, es embobarte viendo la llama de un cirio y sentir como se ilumina tu interior con una sensación inexplicable que te lleva en volandas como el incienso hacia tu niñez y verte de nuevo en ella cuando escuchabas desde casa de tus abuelos lejanos redobles de tambores y soñabas en otoño ser parte de sus filas en la próxima Semana Santa y, ahora, es tu nieto quien sale en la banda, es llorar bajo el capillo por enfrentarte a ti mismo y sentir la más terrible soledad mientras las calles están bulliciosas de gente, es rezar tocando la corneta mientras las notas pintan camino de su destino una partitura con un mensaje que sólo el músico conoce, es que te invada la alegría al recibir una llamada diciendo que volverá a casa unos días desde el Viernes de Dolores, es vivir, es sentir, es querer, es amar, es soñar y es decir a boca llena y corazón caliente, sea cuando sea, "esto ya está aquí". Porque "esto", para nosotros que de verdad lo amamos, "esto" es siempre. "Esto" es la vida.

Así pues, cuando a alguno de los que vivimos siempre soñando lo vivido menos durante una semana que vivimos lo soñado, nos oigáis decir "esto ya está aquí", ya sabéis a que nos referimos. A nuestra propia vida. Para nosotros "esto" lo es prácticamente todo y "aquí" es una mera cercanía al calendario dependiendo de cuanto nos entusiasme "esto". A mí, sin ir más lejos, es sencillo oírme decir "esto ya está aquí" nada más terminar la propia Semana Santa, pues en cuanto acaba comienza a venir la siguiente, vuelven los recuerdos, se reanudan los sueños, rebrotan las esperanzas, anidan los sentimientos y, en definitiva, vivimos en una Cuaresma eterna. Así es que sí, lo vivimos y no sólo cuando estamos metidos plenamente en ello sino en cualquier momento porque es parte de nosotros tanto como nosotros somos parte de ello, de modo tal (y no miento) que sin nosotros "esto" no sería igual. Estoy convencido de ello. Lo pienso y me vienen a la mente siempre los mismos. Probadlo vosotros, cofrades sin definición. Pensadlo y ved qué imágenes os vienen a la cabeza. ¡Qué grande es "esto"! Sigamos viviéndolo porque, efectivamente, ¡esto ya está aquí!