lunes, 31 de enero de 2022

ESPERANZA 2022

Llegó el 2022. Y la pregunta es ¿este sí? Pues sí. Creo que sí. Este será el año o al menos esa es la esperanza que tengo y la que tenemos muchos. Ya parece lejano aquel horrible mes de Marzo de 2020 cuando nos cambió la vida y, en afán de la vuelta cuanto antes de la normalidad que nos robó el maldito virus, surgió el famoso (y odiado luego por ver que no se cumplía) lema de "Volveremos". Y cuando se suspendió la Semana Santa que fue la primera fiesta gorda en caer, aplaudíamos como locos el "Volveremos" de las narices y "Semana Santa 2021". Y lo mismo pasó con todas las cofradías de gloria, con la Romería de Alarcos, con la Pandorga, con la Feria y con toda costumbre, tradición y festejo popular que se celebrase con la debida asistencia de personal. Locos de esperanza pusimos una cariñosísima espera en el siguiente año y abrazamos con locura la llegada del 2021, deseando que se hiciese realidad el puñetero "Volveremos". Pero ya saben ustedes la historia. No se volvió. Por no haber no hubo ni Cabalgata de Reyes con sus pajes, sus regalos, sus cortejos y sus bandas envolviendo la ilusión de los más pequeños. No hubo Carnaval, ni Semana Santa, ni romerías, ni cofradías de gloria, ni verbenas, ni Pandorga, ni feria, ni nada de nada. Al menos no nos dio por dar a luz el lema "Volveremos 2022" porque tras el desengaño del "Volveremos 2021" ya no hacíamos ni apuestas, aunque siempre quedaba la esperanza. Y hete aquí que parece ser que sí. El 2022 ha empezado diferente al 2021 y nos maquilla la sonrisa de ilusión.

Con una enorme ola de contagios de coronavirus y viendo que el mismo ya no causa los estragos que causaba, se ha seguido viviendo y se ha celebrado la Navidad que enlaza un año con otro de una manera bastante aceptable. Eso el año pasado era, además de impensable, irrealizable. De este modo este 2022 ya ha tenido una Cabalgata de Reyes prácticamente normal. De hecho, creo que las únicas diferencias ha sido que todo el cortejo venido de Oriente llevaba puesta la mascarilla de la narices, a mi entender, ya ridícula y absurda en espacios exteriores y, que por una medida que no logro entender, los pajes reales y los propios Reyes Magos no podían arrojar caramelos a los niños. A lo mejor es que los niños se apretujan más cogiendo los caramelos en el suelo que cuando están todos juntos viendo a los Reyes escasos centímetros más arriba, como pudo verse por las calles. En fin, el 2022, como decía, nos ha traído ya Cabalgata de Reyes. Y el que suscribe estas líneas siempre apostó porque la vuelta a la normalidad la traería el año que empezase de esta manera. De momento no vamos mal y a las fechas que estamos, ya se ha presentado el cartel del Carnaval, han comenzado las igualás de costaleros y se perfilan unos visos de retorno que no se atisbaron en el pasado año. Parece ser que este sí.

Es por ello que creo que será este año el que de verdad se cumpla la esperanza. Y creo también que la misma ha llegado sin ser tan apelada como la del año pasado y se va convirtiendo en realidad. Hemos logrado, parece, voltear la tortilla de la situación y donde el año pasado se iban anunciando nuevas cancelaciones de las celebraciones esperadas y aguardadas en el "Volveremos" que antes decía, este año se van anunciando nuevas celebraciones. Bueno, nuevas no, las de siempre, las vamos recuperando. Mi mayor deseo es erradicar el deseo de vuelta y festejar la vuelta real. No quiero decir "quiero volver", no. Quiero decir "he vuelto". Y que todos podáis decirlo. No me sirve ya con decir "Quiero volver a ponerme el costal". No. Rotundo. Sólo me basta a estas alturas de hartazgo pandémico con decir "He vuelto a ponerme el costal". Otra cosa no me sirve. Odio ya a los vende humos, a los que siguen apelando a la prudencia para unas cosas sí y para otras no, a los que quieren sumirnos en la política del miedo y a los que viven en anhelos de "algún día...". Estoy cansado de ello. Quiero dejar de esperar. Quiero actuar. Y este año nuevo que consume su primer mes, me está dejando obrar.

Espero (¡qué cosas!) que el próximo año, por estas fechas, sin esperarlo (¡qué contradicción!) y sin hacer gala de lemas (¡qué cansinería!) la vida sea normal. Normal, sí, normal. Me da igual que la instauren de nuevo o que la restauren, mejor dicho, pero normal. Dícese, que tras unas Navidades de órdago, llegue el 17 de Enero y haya bendición de animales y hogueras en el Perchel, tengamos un Carnaval radiante, nos peguemos una Cuaresma de tabernas y bodegas que ni el más cofrade se la pegue, disfrutemos de una Semana Santa en la que acabemos con los pies molidos de andorrear para ver cofradías, vayamos alegres al Cerro de Alarcos a celebrar la romería de la Virgen, disfrutemos de las verbenas viejas de nuestros barrios, gocemos de una Pandorga sin par, disfrutemos de las Ferias y Fiestas en honor a Nuestra Patrona, nos sumerjamos en un Otoño espléndido y turístico en el que nos abarroten las calles el gentío y el bullicio en el puente del Pilar, de los Santos y de la Constitución y, que sin darnos cuenta siquiera, lleguemos de nuevo a una Navidad llena de deseos para el siguiente año a sabiendas de que los mismos no serán esperanzas sino realidades. Y todo ello, si llega por adelantado en algunas cosas este año, mejor que mejor. Y creo y espero, esta vez sí y de corazón que así va a ser. En ti tengo la esperanza, 2022.