jueves, 30 de julio de 2015

EL GRAN CAMINO

Parecía ayer cuando comencé a planear este gran camino. Me planteé recorrer entero todo el gran Camino Francés en tres tramos. Estaba recién iniciado el año 2013 y fraguaba en mi mente los trancos que recorrería y cómo hacerlo para en un futuro y semi lejano año 2015 llegar al Obradoiro de nuevo. Y ya ha llegado. El proyecto se fraguó, calculé los trancos y se fueron haciendo realidad. Pasó el año 2013 y paso a paso recorrí desde Saint Jean Pied de Port hasta Santo Domingo de la Calzada. Nueve etapas en las que crucé los Pirineos a pie, pasé de Francia a España, recorrí toda Navarra y prácticamente toda La Rioja, quedándome a escasos kilómetros de adentrarme en Castilla. Empezaba esta aventura que en unos días finalizaré. Me detuve en Santo Domingo de la Calzada concluyendo aquel primer tramo. Todavía quedaba muy lejano Santiago y hoy ya sé que se acabará este camino. Y otro empezará. Santiago no es el final es el principio. Con esa idea llegaba el año 2014 y reanudaba mi marcha desde Santo Domingo de la Calzada hasta los pies de la Catedral de León. Once etapas en las que concluí de atravesar La Rioja y crucé íntegramente las provincias de Burgos y Palencia, adentrándome ya bastantes kilómetros en la provincia de León. Estaba cruzando toda Castilla León de este a oeste, con mochila, botas y bordón. Era el verano pasado de 2014 y estaba a caballo entre el inicio de la aventura en 2013 y el fin de la misma en 2015. Pero el sol no para. Ha llegado el 2015 y el día 1 de Agosto parto hacia León para retomar mi andadura. Desde la Catedral reanudaré mis pasos con un único final en mente: Santiago de Compostela. Hoy vengo a contaros lo que me depara el Camino de este año, mi mayor camino de todos los recorridos hasta ahora. Pondrá fin al proyecto iniciado en 2013 y merecerá la pena sin duda. Trece etapas me separan del templo catedralicio de Compostela. Y allá voy.



Este día 1 de Agosto que ya llega partiré en tren desde Ciudad Real hasta Madrid, donde cogeré un autobús que me llevará a León y allí haré noche para iniciar la caminata el Domingo día 2. El albergue donde pernoctaré es Check in León y desde él saldré para comenzar la primera etapa: León - San Martín del Camino. Llegado a este pueblo descansaré en el Albergue Vieira y sellaré mi credencial dando testimonio de mi paso. Al día siguiente me enfrentaré a una de las etapas que más ganas tengo, la que culmina en Astorga. Punto emblemático del Camino de Santiago donde me reencontraré con el amigo Iñaki, peregrino que conocí el año pasado y que este año retoma la andanza con mi padre y conmigo, aunque Astorga también me llama por el cocido maragato. El yantar y yo. Desde que comencé el Camino estoy deseando llegar a esta etapa para comerme el famoso cocido. Comido que sea el cocido y allá en Astorga habrá que descansar bien en el Albergue de las Siervas de María pues al día siguiente la etapa será dura: comienza la dura subida hasta la Cruz de Ferro, punto más alto de todo el Camino Francés. La etapa concluirá sin haber coronado dicho punto, en Foncebadón, donde dormiremos en el Albergue La Posada del Druida y desde allí saldremos al amanecer siguiente para concluir la subida de la Cruz de Ferro y tocar el techo del Camino. Ese día pasaremos por otro enclave mágico y conocido por todos los peregrinos que amamos esta aventura: Manjarín y el refugio de Tomás, el último templario. La jornada será bella y dura pues la bajada por El Acebo y Riego de Ambrós hasta que lleguemos a Ponferrada es agotadora. En Ponferrada nos detendremos en uno de los albergues parroquiales que con más afecto recuerdo de todo el camino: San Nicolás de Flüe. Este punto viene a ser para los bicigrinos ideal para cumplir el mínimo objetivo, pues dista (según hito enclavado en los propios jardines del albergue) 202,5 kilómetros de Santiago y para obtener la compostela haciendo el Camino en bici se exige haber recorrido mínimo 200. Podría decirse que Ponferrada es al bicigrino como Sarria al peregrino.

Recorridas esas cuatro etapas ya conoceré todo el Camino Francés íntegramente, pues las otras etapas ya las he pateado alguna vez. De hecho una de las veces que llegué al Obradoiro fue saliendo precisamente desde Ponferrada, en el año 2012. Este año será un lugar de paso y desde allí realizaré las etapas igual que la otra vez. Así pues, la siguiente parada con descanso y pernocta será en Villafranca del Bierzo en el Albergue Leo. La otra vez me alojé en el Albergue La Piedra del que tengo gran y bonito recuerdo. Al día siguiente toca la etapa reina de la Ruta Jacobea: la temida subida al Cebreiro. Durísima pero eternamente recordada después. "Yo subí el Cebreiro, el Monte de la mala faba". La verdad es que yo que he hecho las dos etapas más duras que hay en todo el Camino, Saint Jean Pied de Port - Roncesvalles y Villafranca del Bierzo - O Cebreiro, prefiero ésta última a la etapa pirenaica. Pero de largo. La subida a O Cebreiro es dura, muy dura, pero de toda la etapa que es aproximadamente de unos veintinueve kilómetros, la crudeza máxima son doce kilómetros. Sin embargo el cruce de los Pirineos es criminal, pues de los veintisiete kilómetros de etapa que te separan de Roncesvalles, veintidós son en desgarradora y continua ascensión. Eso sí, el triunfo moral que deja el haberlas recorrido las dos lo recomiendo a todo caminante. Ahí quedan. Dicho esto y retomando mi querido O Cebreiro, cuando llegue el final de esa etapa descansaré en la Venta Celta, al igual que ya hiciera la otra vez. Y desde allí mismo dirigiré al día siguiente mis pasos hacia Triacastela, no sin antes enfrentarme a los últimos coletazos montañosos que nos ofrecen el Alto de San Roque y el Alto do Poio, para después dar lugar a un llaneo y un brusco descenso hasta la referida Triacastela, donde encontraremos comida y descanso en el Albergue Refugio del Oribio. Al alba del sía siguiente tendremos dos opciones, ambas con el mismo destino: Sarria. O elegimos la opción larga que pasa por Samos y su monumental Monasterio, variante que mi padre y yo ya conocemos de caminos anteriores, o elegimos la variante corta que pasa por San Xil pero comienza con una dura cuesta. Mi idea es esta vez ir por la variante de San Xil para conocerla y para recorrer la etapa más corta del camino que cuenta con sólo dieciocho kilómetros. La más larga debe ser la de Estella a Torres del Río o la de Logroño a Nájera, peinando ambas la treintena de kilómetros. Sea la que sea ya la he recorrido. Ojo, hablo de etapas preestablecidas a nivel medio, hay peregrinos que se aprietan de golpe la cifra de treinta y siete kilómetros que distan entre Burgos y Hontanas y se quedan tan anchos. En fin, fuere como fuere, Sarria nos espera, en concreto el Albergue Monasterio de la Magdalena. Será la cuarta vez que camino por Sarria y le tengo un cariño especial. Allí comenzó mi espíritu peregrino y allí nacen los 112 kilómetros más recorridos de toda la ruta jacobea. Antes hacía referencia a que Ponferrada es al bicigrino lo que Sarria al peregrino y os explico por qué. Si Ponferrada está a una distancia ideal de Santiago de Compostela para que el bicigrino obtenga su compostela por haber recorrido su mínimo exigido que son 200 kilómetros, Sarria está excelentemente colocada en la geografía gallega, distanciada con Santiago en 112 kilómetros y siendo 100 los kilómetros mínimos exigidos a los peregrinos para obtener su compostela, por lo que es el mayor punto de salida de peregrinación de todo el Camino. Sarria, mi querida Sarria.

Y de Sarria para adelante, ¿qué decir? Las míticas y clásicas cinco últimas etapas del Real Camino Francés. Las he realizado varias veces y he dormido en el Albergue Don Álvaro, en el Albergue Internacional y en el Albergue Monasterio de la Magdalena, en el que este año repetiré descanso para enfrentarme a "los últimos cien" y obtener la que será mi cuarta compostela, si bien mi meta en el Camino no es ganar un título escrito sino la experiencia y sabiduría personal. Desde Sarria y por la placentera salida del Ponte Áspera encaminaré mis pasos a Portomarín, donde me esperan por cuarta vez en el Albergue Ferramenteiro. Es de los mejores albergues por los que he pasado y como buen animal de costumbres repito en él. Si algo va bien, ¿por qué cambiarlo? Saliendo de Portomarín, cruzando el Miño y subiendo la cuesta hacia Gónzar iniciaremos la etapa que pondrá fin en Palas do Rei, pueblo en el que también voy siempre al mismo refugio de peregrinos: Albergue Mesón de Benito. Sus literas azules y su vino peleón me conocen bien. Y yo a ellos, claro. En Palas do Rei empieza la última etapa dura del Camino hasta llegar a la Praza do Obradoiro. Palas do Rei - Arzúa. Etapa larga, dura y rompepiernas por los continuos toboganes de subidas y bajadas que hacen imposible mantener un ritmo constante. Pero preciosa sin duda. Atravesar San Xulián do Caminho, Leboreiro, Furelos, Melide, Boente, Castañeda y Ribadiso da Baixo es mágico y reconfortante. Etapa dura pero bella que pondrá su fin en Arzúa, en concreto en el Albergue Don Quijote. ¡Que me gusta a mí ese albergue con nombre de mi tierra allá en el Camino! Repuestos del etapón anterior se continúa con una etapa más corta y liviana que nos conduce en unas cuatro horas y media a Pedrouzo (Arca O Pino). Allí nos alojaremos en el Albergue Edreira, el mismo donde me hospedé en el Año Santo Xacobeo 2010 y el mismo que me ofreció cama cuando estaba todo desbordado en Agosto de 2013. Se merece mi total confianza. Y los últimos pasos que darán forma a la treceava y última etapa de este gran camino son los que unirán Pedrouzo (Arca O Pino) con Santiago de Compostela. Veinte kilómetros nos separarán ese día de la Ciudad del Apóstol y allá irán nuestras botas dejando huellas y descontando metros, paso a paso, de este largo camino iniciado hace años ya.

Cuando llegue a Santiago lloraré, habré cumplido un gran camino, un precioso reto de tres años de duración, habré recorrido prácticamente toda España caminando y le pediré al Santo Patrón que continúe dándome fuerzas para poder visitarlo. Le daré gracias por todo y un gran abrazo. Comeré mi último menú del peregrino de esta aventura en "Casa Manolo" y llenaré de nuevo mi mochila de recuerdos, vivencias y emociones para seguir caminando en esta vida. Al fin y al cabo la vida es caminar...

Feliz verano a todos y ¡Buen Camino!

viernes, 17 de julio de 2015

EL GRAN CAPITÁN

No sabía si escribirle unas palabras o no. No sabía si pesaba más lo bueno que lo malo. No sabía si, quizás, la falta de dignidad demostrada en alguna ocasión sería mayor que los aplausos generados hace años. No sabía si denominarlo grande o no. No sabía si en los peores momentos debió defendernos más o tendió la mano en gala de educación. No sabía si hacerlo en caliente o esperarme. Finalmente he aguardado unos días y son estas líneas las que salen de mi alma cuando hablo de Iker Casillas. Que no os confunda el título del texto pues si he optado por llamarlo "Gran Capitán" no quedará exento de heridas de bala que, como todo capitán, tiene de las batallas y gestas, algunas forzadas y otras voluntarias. En todo caso he llegado a la conclusión de que, como siempre, no es tan fiero el león como lo pintan y ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos, pero conjugado todo ello con el doble filo del orgullo, buen orgullo de todo ser humano y a su vez mal compañero también llamado orgullo, se dan situaciones como ésta.

Iker ha sido el mejor portero del mundo y es el mejor portero que ha pasado por la historia del Real Madrid. Indiscutible e impepinable. Forjado con alma blanca desde que era niño me duele que no haya terminado su carrera deportiva en nuestro club. Me duele y mucho. Pero el Real Madrid está por encima de cualquier jugador que haya vestido su camiseta. Hala Madrid y nada más. La verdad es que no sé muy bien por qué se ha llegado a esta situación con Casillas pero sí que es sabido que el punto de inflexión fue Mourinho. El portugués dejó dividida a la afición y eso es tangible y verídico. Ahora hay que estudiar el por qué. Casillas venía ya de un tiempo estando entronado indiscutiblemente. La portería era su trono y se había acomodado. Suele ocurrir que cuando una persona está en un lugar año tras año y no recibe más que halagos a su tarea se aferra a su poltrona y no hay quien lo quite. Ocurre con los políticos, con los reyes, con los papas y con todo ser humano que se precie. Bien, Iker llevaba aferrado a su poltrona muchos años ya, ¡ojo!, con todo el merecimiento del mundo pues estaba un nivel inigualable. Pero también hay que reconocer que llevaba ya un tiempo finalmente esforzándose lo mínimo y viviendo de las rentas. Esto Mourinho supo verlo y darle un toque de atención. Lo veo lógico y por simple respeto al compañero así debe ser. Y aquí radica todo lo que ha desembocado en lo vivido los últimos días que ha supuesto su final de 25 años vistiendo la camiseta del Real Madrid.



El "toque de atención" (en el club que no en la selección) se convirtió en un doble ataque, algo merecido por no luchar por la titularidad y el excesivo acomodamiento, las cosas como son, pero totalmente desproporcionado técnica y públicamente. Además de perder su puesto sin fecha de vuelta se hizo patente un acoso y derribo hacia todo balón que tocase el guardameta por parte de la afición dominada por el entrenador, hasta tal punto que algunos que dicen ser madridistas iban al Bernabéu exclusivamente a pitarle y silbarle al jugador. Y si una persona, como aficionada, va al campo únicamente a despotricar contra un miembro de su equipo... mal vamos. El daño que se hace es irreversible. Ello generó una tensión que ha sido palpable hasta nuestros días. Y la prensa, gran culpable de todo lo ocurrido también, mientras tanto, contraatacando esa campaña "antiCasillas" haciendo otra campaña "antielotroportero", lo que llevó también al ojo del huracán a inocentes como Adán, Diego López y, últimamente y con otro entrenador, a Keylor Navas. Eso enfadó aún más a los anticasillas generados por Mourinho, pues veían como otros porteros del club eran también metidos en una batalla que ni les iba ni les venía. El debate de la portería culminó con Mourinho fuera del club y con una trayectoria pírrica de títulos para lo que se esperaba de él: Liga, Copa y Supercopa. Lo peor es que dejaba el peor legado que podía dejar: la afición partida y un debate abierto bajo los palos. Y mira que había sido grande la trayectoria...



Esto siguió así con la llegada de Ancelloti al banquillo del Real Madrid. El nuevo técnico apostó de inicio por Diego López bajo los palos en el trofeo doméstico y por Iker como guardameta en Copa y Champions. Por supuesto el nivel de Iker Casillas ya no era el que fue y cometió muchos errores, algunos garrafales. De hecho si no aparece la cabeza salvadora de Ramos en el minuto 92;48 de la final de Champions no habríamos ganado La Décima. Y aquí vino el gran error de Iker en esa temporada que podía haber sido la reconciliación: no reconocer su parte de culpa. Estaba tan cansado de la campaña que estaba sufriendo en contra que se cerró en banda a reconocer sus errores y que su nivel iba bajando. No reconoció nada y la prensa arropándolo terminó de avivar fuegos y de cargárselo. Estuvimos apunto de no ganar la Champions por él, estuvimos apunto de perder la Copa por él,  nos metían goles impensables por él, no atajaba balones que antes lo hacía con los ojos cerrados, no despejaba bien, no salía de debajo del larguero... Y en la grada pitos, silbidos y más tensión. La presión para él era insufrible hasta tal punto que, este mismo año, un día se encaró con ese sector de la afición y mandó al personal a tomar por donde amargan los pepinos. Por otro lado, un enorme sector de la afición jamás dejó de confiar en él, de darle tiempo, de animarle, de corear su nombre. Y en ese maremágnum, el capitán logró levantar varios títulos. Pero su sonrisa no era igual. Es digno de alabanza lo que ha conseguido ese hombre: sobreponerse a la peor de las situaciones, aguantar carros y carretas y seguir levantando títulos. Y a la larga el único beneficiado de todo ello es el club, el Real Madrid. Curiosamente esa temporada Iker ganó los dos trofeos que jugó y la liga que la jugaba otro portero se esfumó. Mero dato.


Pero Iker, confiando de nuevo y haciendo todavía exquisitas paradas, aunque menos que antes, quiso volver a aferrarse a la poltrona. Habría tenido un final glorioso si conforme levantó la última conquista europea del Real Madrid se hubiese ido. Se habría machado a lo grande. Podría incluso haber dejado el sabor de boca en el club de decir: "Y aún con todo he vuelto a ser el Rey. Aquí os dejó mi legado y me voy siendo un campeón. Por la puerta grande y laureado". Pero no. Quiso continuar y además imponiendo su titularidad. Otro error. Si los guardametas impusieran como condición "me quedo si soy titular", Casillas jamás habría jugado en el Real Madrid, pues no habrían salido ni Buyo, ni Cañizares, ni Illgner, ni Adán, ni Diego López, ni tantos otros. Iker, amigo, el club está por encima de los jugadores. El escudo pesa más que cualquiera de vosotros. Te quisiste quedar sabiendo lo que había y la herida estaba sin cicatrizar y en la grada seguías recibiendo críticas por ese sector que jamás te perdonó ciertas cosas como que aguantases que el Barça se cachondease de nosotros y tu tendieses la mano a Xavi por el bien común. No. Un capitán muerde defendiendo lo suyo. Tu no lo hiciste. Se mofaban de nosotros y tu callabas otorgando. Eso dolió en los cimientos del club, pero tan grande era tu gloria que se te perdonaban muchas cosas. Y por el Real Madrid no dabas la cara en las derrotas y por la Selección sí. Eso no se hace. Te comportabas como capitán dependiendo de la elástica que vistieras: la del Madrid o la de España. Mal. Si eres hombre, lo eres siempre. Y el club es quien te paga. Tenías que dar la cara y no lo hacías. Aún así tus guantes deteniendo balones te hacían merecedor del perdón y de olvidar esas cuestiones. Y la prensa, culpable, muy culpable de lo ocurrido, la tenías a tu favor. Sus campañas ayudándote en esas situaciones innegables, incendiaban otros focos. Esos que te ensalzaban han sido tus verdugos. Y sabiendo todo eso, quisiste mantener el pulso y continuar aquí. Fuiste grande.

Y si quiso seguir es porque amaba el club sin duda, ya podéis decir lo que digáis. Un hombre que en esa situación sigue queriendo vestir la camiseta es porque ama el club y los colores. Y espero que nadie dude de todo lo que Don Iker Casillas ha dado al Real Madrid. Este último año se ha dado cuenta que ya no paraba como antes y que hemos encajado goles muy dolorosos por su culpa personal. Véase parte del 4-0 que nos endosó el Atlético o la derrota 3-4 en casa contra el Shalke que casi nos deja fuera de la Champions... Se ha dado cuenta e iba cambiando su conducta. Iba cediendo terreno. Pero sus detractores ya no tenían marcha atrás. Lo querían fuera. Y no recordaban ni respetaban toda la gloria que nos han dado sus guantes, incluso esta misma campaña, ha habido más paradas que cantadas. Sí señor. Ahí está la hemeroteca. Si lamentable fue su último partido en liga, 7-3 contra el Getafe, partido en el que se comió él solito los tres goles en contra, gloriosas fueron muchas otras intervenciones. Y repito: ahí está la hemeroteca. Pero ya era tarde. Muchas lágrimas esconde la historia.

Tendría que haber seguido pues se lo tenía ganado. Él solo se habría ido dosificando, él solo iba siendo consciente de que ya no era como era, él solo iba reconciliándose con todo. Habría ido diluyéndose poro a poco y habría finalizado sin vestir otro escudo que no fuera el de Concha Espina en el pecho. Él siempre quiso terminar aquí. Hay que tener memoria y recordar todo lo que nos ha dado. Sí, la famosa frase que tanto molesta a sus enemigos. "Todo lo que nos ha dado". Cierto es que todo lo conseguido no es suficiente para continuar, pues el tiempo pasa y las personas igual, pero no hay que olvidarlo. Recordad toda su trayectoria y ponerla en una balanza. ¿Qué pesa más: lo bueno o lo malo? Por supuesto que tiene manchas en el currículum. Todos las tenemos. Pero con todo para mí siempre será el gran capitán. El que levantó más trofeos, el que más gloria ha dado a este club en los últimos años, el que dio dos Eurocopas y un mundial a España y el hombre que lloró sinceramente al verse metido en una situación indominable que lo hizo tener que irse del club que amaba. Gracias capitán. Gracias Iker. Ya eres leyenda y tu despedida dejó a la afición coreando tu nombre y pidiendo la dimisión del presidente. Por algo será. Recordaremos tus paradas imposibles, tus vuelos inimaginables y tu magia en el uno contra uno. Disfruta del ocaso de tu carrera placenteramente. Y cada vez que la historia grite ¡¡Hala Madrid!! un trozo de nuestras gargantas llevará por eco tu nombre. Casillas: el gran capitán. Y ahora hay que seguir. El Real Madrid es grande. Siguió sin Juanito, siguió sin Di Stéfano, siguió sin Raúl... y seguirá sin Iker. Pero todos son historia. Historia honrada. Historia que tú haces, historia por hacer. ¡¡HALA MADRID!! Y nada más.

viernes, 10 de julio de 2015

DE QUIJOTES Y DULCINEAS

Sierra de los Molinos. Campo de Criptana.
Excúsenme vuesas mercedes si aqueste texto complicado fuere de leer para sus entendederas, más la ocasión, amén de merecerlo, lo requiere, pues versa sobre aquel ingenioso hidalgo llamado Alonso Quijano, mundialmente conocido como Don Quijote de la Mancha, y la ruta en parte que el mismo recorriere en sus andanzas, fazañas y desventuras, así como en sus ataques de locura por la lectura continua y febril de libros de caballerías, cuestión tal que lo llevó a enfermar de la sesera y cometer actuaciones tan cómicas e hilarantes, así narradas por su creador Don Miguel de Cervantes Saavedra, a la sazón casado en únicas nupcias que se conozcan con Doña Catalina de Salazar,  como su ataque con lanza en ristre hacia los molinos de viento que volteando sus aspas le parecieran a nuestro manchego caballero gigantes agitando sus brazos en retadora actitud o, quien sabe, amenazantes o desafiantes extremidades para la honra de tal caballero andante. Y de tal guisa y presente menester, todavía perdurable hoy en el tiempo, fueron las aventuras del literario y noble caballero que, en símil con el génesis del libro que lo cuenta, diré que en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no puedo olvidarme, aún yerguen en pie los molinos que originaron aquella afrenta con Don Quijote, los cuales, dignos de visitar por todo infante y lozana que de estas tierras se precie, abren sus puertas para que se admiren sus entrañas. Y allá que nos dirigimos sin briosos corceles pero si con el ánimo de visitar aquel lugar llamado Campo de Criptana y sus gigantes que facen del trigo la harina para amasar el pan. Un viaje que he atinado en llamar "De Quijotes y Dulcineas" si bien por nuestras trazas pudiera ser "De Sanchos y Rucios", pero que he optado en denominar de esa primera manera en honra de las mujeres que con nosotros vinieren, quedando además más fino y caballeroso nombrarlas como Dulcineas que no como vulgares Aldonza Lorenzos y a mis compadres como Quijotes que no como Sancho Panzas y borricos. No os riáis, malandrines.

Molino "El Burleta"
Ha mucho que hubiere, según la obra de Cervantes, 30 o quizás hasta 40 de estos molinos en aquel paraje carente de toda sobra y cobijo y, si bien, Don Quijote no derrumbase ninguno con su lanza, ante la atenta mirada llena a partes iguales de admiración por el envite y de mofa por la locura que desprendían los ojos de su escudero Sancho, en pie quedan a día de hoy únicamente una decena cuyos nombres son los siguientes: Burleta, Infanto, Sardinero, Poyatos, Inca Garcilaso, Culebro, Cariari, Pilón, Lagarto y Quimera. Hallábanse los mismos repartidos por el paraje llamado Sierra de los Molinos entre la ladera y cima de ésta y fueren bien censados por el Marqués de la Ensenada en número de 34 en otros tiempos, sin obstar y como antes se decía, que a la fecha se mantienen los diez mentados. Y allá que fuimos en su busca y captura, no bélica sino fotográfica, los caballeros Junior, Narciso y el que versa y las dulcineas Mar, Eva y Gemma. Aventurera excursión en ardiente día, pues al igual que en la llanura castellano leonesa el ciego sol se estrella y entre polvo, sudor y hierro el Cid cabalga, en la llanura de aquesta castellano manchega tierra nuestra, el sol de igual guisa se estrella y la flama que desprende abrasa allí donde los molinos baten sus aspas.

Dulcineas y Quijotes
Vieron nuestros ojos las redondas edificaciones por fuera y por dentro y en pos de guiada visita conocieren el interior de los enemigos quijotescos, observando ruedas, mástiles y cuerdas que son el alma de la molienda. Inevitable fue acordarse por continuo de la curiosa estampa que se reproduce en el capítulo VIII de la insigne obra cervantina, antes mentada, en la que el hidalgo del yelmo de mambrino los catalogase de desaforados gigantes con los que iba a hacer fiera y desigual batalla al tiempo que, espoleando a su caballo Rocinante, los acometiera al galope al grito de "non fuyades viles criaturas". Y del mismo modo que en tal paraje Don Quijote se encomendase a su amada Dulcinea para acometer su fazaña, nosotros nos encomendamos a las mujeres que tuvieron a bien de acompañarnos para marcar nuestra ruta y destino en aquesta excursión que os narro.


Nuestras mercedes

Estatuas de Quijote y Sancho en Alcázar de San Juan.
Concluyó aquesta salida, no sin antes reponernos de viandas, visitando otro lugar de la Mancha que por nombre llevare Alcázar de San Juan. En la susodicha villa hállase el lugar donde es dicho que otrora nació Don Miguel de Cervantes, manco de Lepanto que con su sana extremidad y a la luz de un candil, algunos dicen que en prisión por batallas fue el comienzo, escribiere el libro "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha". Fíjense, vuesas mercedes, ávidas en la lectura de estas líneas mías, en un detalle cuanto menos curioso: dio la excursión para dar por visita los parajes de un personaje literario y la casa de su creador en un mismo día. Curioso, decía. Y más curioso aún que no se sabe a ciencia cierta donde naciere el autor. La gran tradición impera que fuere Cervantes de Alcalá de Henares, madrileño a la sazón, si bien y por las aventuras de su personaje le fuere más como anillo al dedo ser manchego de nacimiento a más que de adopción. Y si otro sector dijera que fuera nacido el escritor en la citada villa de Alcázar de San Juan, no lo hiciera sin razón, pues todavía rezan las cerámicas que así fue en algún rincón de dicho pueblo. Lo que a bien se sabe de Don Miguel es que su partida de bautismo da lugar a muchas interpretaciones que dejan flotando ideas como que fuere de Alcalá, fuere de Alcázar o ni siquiera fuese Miguel su verdadero nombre y se le bautizara con éste por ser el del día en que vi la luz. Válganme los dichos que él usase, referidos por mí para él mismo, de aquesta ocasión y guisa como honra de su memoria y destino: "Con la Iglesia hemos topado" y "Ladran, luego cabalgamos". Gran legado el suyo, Don Miguel, y gran excursión la nuestra. Campo de Criptana, Alcázar de San Juan, gratas compañías, cultura, gastronomía y a vivir que son dos días.

Azulejo conmemorativo sito en la Plaza de Cervantes. Alcázar de San Juan.

Y como cierre de las presentes letras no ha mejor colofón que el verso que a esta tierra mía brindase mi querido amigo salesiano, buen hombre que mis aventuras europeas generase, pater que en matrimonio me uniera, cofrade que su sendero me muestra y hospitalero que en Burgos me acogiere, amén de bautizador de mis retoños cuando quiera Dios que al mundo lleguen. Mi muy querido Don Joaquín, la Mancha, nuestra Mancha, no tiene mar, tiene cielo y yo la quiero.
Vale.

La Mancha no tiene mar,
tiene cielo.

Ancha tierra
donde galopa indómito el espíritu.
Sabroso pan y generoso vino,
amor que se cuaja en queso,
quehacer sufrido y sentido.

La Mancha no tiene mar,
tiene cielo.

El cielo de los mil vientos
que mueven los molinos del alma,
de ardientes quijotes
en pos del menesteroso,
de sanchos de viva traza,
cabales y juiciosos.

La Mancha no tiene mar,
tiene cielo.

Que en la Mancha
quiso plantar Dios su tienda
y vino a Ciudad Real
y bebió agua de un pozo,
del pozo de un tal Don Gil.
Y se hizo caballero andante
de la causa del Buen Reino
y se dejó triturar
en la cruz de aspas briosas,
amasando el mejor pan
y regando el mejor vino.

La Mancha no tiene mar,
tiene cielo.

Que en la Mancha
María tiene su casa,
enjalbegada y de añil,
tiernamente inmaculada.

La Mancha...
Mi Mancha no tiene mar,
es de tierra 
y bien me sabe,
¡que es de cielo!
y yo la quiero.

(Don Joaquín Torres Campos.
Extraído del libro Passio).