miércoles, 12 de diciembre de 2012

ROMANCE DEL COSTALERO

Soñaba sueños de infancia y soñando despertó. Eran las siete en el alba y las siete en el reloj. Amanecía en la vida y en este mundo nació. Ya de pequeñito soñaba con hacerse mayor y soñando que te sueña creciendo creció. Su mente forjaba sueños de ser los pies del Señor y anhelaba con esmero poder realizar su función. A primera hora de la mañana en el reloj de la vida, su primera igualá lo llamó y calzando los botines de la ilusión en la misma se presentó. Pasaba el listero mirando las caras y novedades y se sorprendió al ver al joven tan joven pedir trabajo. Su mente entonces le recordó...

"Soñaba sueños de infancia y soñando despertó. Eran ya las nueve en su alma y las nueve en el reloj. Recordó como en su infancia sueña que te sueña soñó que algún día sería de los hombres que pasean al Señor. Y recordó como en su adolescencia eran las diez en su espíritu y las diez en el reloj y recién iniciada su vida a la igualá se presentó. El listero pasaba mirando los nombres y comprobando los huecos y en él se fijó. El capataz lo igualó y dándole la bienvenida en la cuadrilla entró: formaba parte de los hombres que pasean al Señor. Eran las once en su vida y las once en el reloj y soñando que te sueña media vida allí gastó, paseando con afecto a su amado Titular, viviendo lo que había soñado y no dejando de soñar.


Año tras año pasaba fajándose la labor, ajustándose bien la ropa y levantando con primor. Que son kilos de oro y ahora es cuando puedo yo cumplir con mi sueño de infancia de ser los pies del Señor. Los años iban pasando y las agujas del reloj llegaron a dar las siete en el calendario del vividor. Su espalda ya no podía soñar con lo que soñó y su mente le impedía alejarse del Señor. Pero, ¡ay! del reloj de la vida que avanza sin detención... Al menos te vuelve a dejar que sueñes lo que soñaste de corazón. Pero aquello ya se cumplió... Ahora la savia nueva viene con ilusión. Nuevos hombres valientes que ya nacieron soñando con ser los pies del Señor..."

Y en esas estaba el listero cuando en el joven se percató. Dos lágrimas le acariciaron las mejillas y al capataz lo acercó. Rápido se calzó los botines y a la primera igualó. Le dieron la bienvenida y en la cuadrilla se integró. Hubo cumplido su sueño de ser los pies del Señor. Y allí gastó media vida viviendo lo que soñó... El reloj de la vida poco a poco a su amor siguió, pero las agujas giraban sin perder el son, en una chicotá que va desde el eco del llamador hasta la vera del Padre eterno, a las doce en el reloj. Sonaron las campanadas y su hora le llegó: eran las doce en su vida y las doce en el reloj. Y soñando que te sueña el listero se marchó. Y lloró aquel costalero al que en la primera igualá conoció y desde el Cielo lloraba el listero al ver a los pies del Señor.


Soñaba sueños de infancia y soñando despertó. Eran ya las nueve en su alma y las nueve en el reloj. Ya hubo vivido soñando aquello con lo que soñó, era hora de retirarse de ser los pies del Señor. Pero eso no impediría soñar que un día lo soñó. Y soñó mantenerse cercano a la cuadrilla del Señor. Ocupó el cargo de listero y el día de la igualá llegó. Paseaba entre los hombres que pasean al Señor y se sorprendió al ver a un joven con las once en el reloj... Otra vez la historia rezaba con emoción y recordó de nuevo al listero que en su igualá conoció. Y le llegaron las doce en el alma y las doce en el reloj y al encuentro de su listero este listero marchó... A la vez un costalero en la cuadrilla ingresó.

Soñaba sueños de infancia y soñando despertó.
El reloj del costalero avanza, de frente, sin detención, pero nunca decaen los hombres que pasean al Señor.


He dicho.

2 comentarios:

  1. Todos los privilegiados que hemos sido los pies del Señor y hemos probado la madera de la trabajadera, nos hemos peleado con los quilos y hemos sufrido debajo por el que va arriba nunca...NUNCA NOS OLVIDAMOS DE LO QUE SOMOS, SIEMPRE NOS SENTIMOS COSTALEROS.

    El día que nos llegue la retirada, o un año de sequía costalera es cuando pensamos en que nunca dejamos de ser costaleros, porque esto es una forma de vida, un sentimiento y a pesar de que el físico algún día nos impide meternos debajo, nuestro corazón sigue siendo y nunca deja de ser costalero.

    ResponderEliminar