viernes, 29 de enero de 2021

¡AY, MADRE! ¡ALCOYANAZO! ¡ALCORCONAZO 2.0!


Segundas partes nunca fueron buenas. Siempre pensaré que el mayor error de Zidane fue volver. Si ya te habías ido, Zinedine, inexplicable pero te fuiste y lo hiciste en todo lo alto, ¿para qué volviste? No me vale la teoría de "se fue porque sabía lo que se avecinaba" porque, entonces, repito, ¿para qué volvió? Sería explicable que se fuera tras un desastre grande pero ¿tras ganar cuatro champions y tres de ellas de manera consecutiva? Alucinante. Bueno, pues como buen visionario y sabiendo que la saciedad no trae hambre y los equipos se acomodan, el bueno de Zidane diría "y el que pueda que empate". Y se marchó. Comenzó la decadencia ¡y volvió! ¿Para qué? No sirvió para nada su visión y, prácticamente, para nada su vuelta. Una liga, sí. La liga del coronavirus la ganó el Madrid, pero ¿y el resto? Esperpénticas derrotas y eliminaciones como la que se marcó el señorito Varane ante el City, la que se marcó también Luquitas Vázquez  en la Super Copa contra el Bilbao y, ya por último, la reciente derrota contra el Alcoyano en la Copa del Rey. ¿Por qué, Zidane, por qué? ¿Por qué volviste a ilusionarnos anunciando cambios revolucionarios y has seguido tirando de los Marcelo, Isco, Asensio, etc, que te dieron la gloria tras la cual tú previste la hecatombe? ¿Para qué tanto Hazard que juega a lo que yo con cuatro whiskys en lo alto? ¿A cuento de qué no dar oportunidad a los que se parten la cara en el césped y tienen juventud y savia nueva? Pues todo ello ha dado lugar al Alcoyanazo, lo que viene siendo el Alcorconazo 2.0, vamos. Un guantazo del Alcoyano al Real Madrid. Tal cual.

He dejado pasar unos días para no escribir en caliente, pero es una vergüenza digas lo que digas, Zizou. Que en el debut copero de esta temporada un equipo de segunda B elimine al Real Madrid, no tiene nombre. Y lo malo es que la plantilla, aunque podría decirse que ya anciana y escasa, da para mucho, para mucho más. Sin ir más lejos, mira el partidazo que se marcaron el Sábado noche contra el Alavés: seriedad, compromiso y goleada. Y ojo que no estaban ni Ramos, ni Carvajal, ni Valverde... Ni siquiera tú en el banquillo por el maldito coronavirus. Con ello se demuestra que cuando se quiere, se puede. Porque saber claro que sabéis. Jugar, me refiero. Bettoni hizo de ti, Kroos pegó un recital, Modric dio una lección, Casemiro volvió a cerrar la puerta e incluso abrió la lata, Benzema se desmelenó de nuevo y Hazard, por fin, fue Hazard. ¿Por qué contra el Bilbao no? ¿Por qué contra el Alcoyano se hizo, consintió y consumió tal ridículo? No encuentro explicación por más que la busco. Y tampoco creo que sean problemas en el vestuario porque los jugadores te respaldan, dan la cara por ti y, ya lo he dicho, cuando quieren jugar, juegan. Por eso suena aún más triste que digas que "No fue una vergüenza". Lo fue, Zidane. Lo fue. Perder a primeras de cambio contra el Alcoyano en la Copa del Rey no es tolerable. Y me da igual que el Atlético hubiera perdido una semana antes contra el Cornellá y que éste mismo forzarse la prórroga contra el Barça. Lo que hagan los demás es problema suyo. A mí me duele lo nuestro. Y que un club cuyo presupuesto sea menos de lo que cuesta una ficha del Madrid, te pinte la cara, no es de recibo.

Evidentemente como la historia del fútbol es caprichosa, si al final de la temporada el Real Madrid ganase algún título se taparía la mancha. Lo ocurre es que sólo quedan dos en juego: la liga y la champions. En la liga manda el Atleti que ha terminado la primera vuelta y nos saca siete puntos y, además, le falta un partido por jugar. Vamos que puede estar a diez perfectamente. Remontar eso implica que ese equipo que sólo perdido un partido en toda la primera vuelta, precisamente contra el Real Madrid, tendría que pinchar una, dos, tres y cuatro veces como mínimo, ¡ojo! y, a la vez, el Madrid no fallar. ¿Cómo lo ves? Pues eso. No lo veo. Y en Champions el Madrid no es el equipo de otros años que dominaba en Europa y eliminaba al Bayer, al PSG, a la Juve y a quien tocase. Vamos que las cosas como son, nos clasificamos de milagro en la fase de grupos, fuimos primeros por una carambola y en cuanto nos coja un grande nos pule. Así es que no pinta la cosa como para ganar ni el campeonato doméstico ni la orejona. Y eso hunde más el dedo en la herida del ridículo hecho hace unos días. Se ha dado lugar al Alcoyanazo y no se ven visos de pintura que puedan tapar esa mancha. Y mira que te quiero y te respeto, Zidane, pero creo que ha llegado tu momento. No te culpo de lo ocurrido pero sí te digo que se deberían haber hecho las modificaciones y renovaciones que se dijeron y que tú, principalmente, anunciaste varias veces. A final de temporada lucha por maquillar este año que no está siendo bueno, pégate un baño de madridismo de esos que muchas veces no hace falta ganar nada, basta pelear con garra y coraje y que la afición lo vea y, hecho todo ello, ve tranquilo. Te recordaremos siempre como jugador y como entrenador.

¿Y del Alcoyano en sí qué decir? Sinceramente que me alegré de su gesta. Fue merecida, luchada y honrosa. Con un portero de cuarenta y un años y una dura travesía por estos lares del fútbol a sus espaldas, con el marcador en contra, con uno menos en el campo y con el tiempo apretando en una forzada prórroga. Sí, señor. ¡Enhorabuena y mil veces enhorabuena! David venció a Goliat. El Alcoyano, con su moral por delante, hizo lo que debía hacer: jugar a lo que sabe, como sabe, como puede y a lo que puede. Y no hay más. Ese es el secreto siempre. Quien sabe cuáles son sus armas y las usa debidamente siempre triunfa de una manera u otra. En el fútbol el triunfo tiene dos caminos: ganar el título o que la afición te reconozca y aplauda. Y si se conjugan los dos es cuando se llega a la élite y la excelencia. De hecho, todo aficionado lo sabe, no duele tanto una derrota si el equipo se ha entregado en el campo. Y el Club Deportivo Alcoyano lo hizo. Dio todo lo que tenía y conforme podía. Se ganó el respeto y obtuvo la victoria. Ya lo he dicho antes: fue merecida. Digna de aplauso del rival y en estas líneas está el mío. De hecho lo plasmo por escrito para que nunca se olvide: yo, Carlos Lillo, madridista, aplaudí el Alcoyanazo. ¡Enhorabuena de nuevo! Dicho esto, mucha suerte en la competición y siempre, siempre, siempre, ¡Hala Madrid! Y nada más.


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