martes, 10 de septiembre de 2024

SE ME FUE OTRO AGOSTO

Todos los años lo aguardo y sabe que lo exprimo al máximo. Y él juega con las agujas del tiempo y sin que descansen las mismas me da unos ratos eternos y otros fugaces. La verdad es que el tictac del reloj no se inmuta y sigue su curso al mismo ritmo y, ahora recién iniciado Septiembre, miro para atrás y puedo decir que lo he disfrutado y que, a la vez, ha sido efímero. Ha habido de todo y al mismo son, aunque a mí no me lo parezca. Treinta y un días que he consumido disfrutando de principio a fin. Merecidos y ganados. Dice la gente ¡menudas vacaciones! y se confunde. Las vacaciones son un período remunerado y sin actividad laboral. Yo soy autónomo y no tengo de eso. Yo (y todo el gremio de autónomos) descanso unos días del trabajo sin remuneración alguna. Hay que poner las cosas en contexto. Así llevo veinte años ya y estoy acostumbrado a ello. Por eso preparo Agosto de un modo especial y no dejo hueco en su calendario sin ocupar. Lo primero es llenar bien la alacena en todos los sentidos, para afrontar el mes con garantía, solvencia y capricho. Y lo segundo es cumplir los preparativos y planes que he ido soñando y construyendo el resto de meses aguardando éste. Empieza la misión el mismo día 1 de Agosto y finaliza el propio 31 del mismo Agosto, puesto justo el día 31 del mes anterior estoy ocupado (¡bendita ocupación la del día de la Pandorga!) y justo el día 1 del mes siguiente vuelvo a mi rutina laboral. Por eso, entremedias sólo cabe un disfrute minuciosamente aguardado y preparado.

Este año arrancó Agosto con sonido de ferrocarril y mochila al hombro. El primer día de mes ya marchaba a perseguir las flechas amarillas que tanto me gustan. Destino: Camino Inglés de Santiago. El último de los pequeños Caminos jacobeos que me quedaba por conocer. La ruta se inició a pie de mar, en Ferrol. Y concluyó, entre lágrimas como todo Camino, bajo las altas y pardas torres catedralicias, en la Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela. Entre medias seis etapas, muchos kilómetros y unos días de viaje para alcanzar los puntos de salida y volver al hogar. Los que hicimos esta aventura pasamos por Ferrol, evidentemente, pues salimos de allí y lo atravesamos entero caminando y, esa misma etapa y las siguientes, repartimos los trayectos pernoctando en Fene, Miño, Betanzos (tras haber llegado caminando hasta Presedo y volver para conocer ese pueblo maravilloso gallego), Mesón do Vento, Sigüeiro y mi amado Santiago. Un Camino muy especial del que ya escribiré en su momento. Y en eso consumí mis primeros días libres de este recién pasado Agosto. El caso es que el día 9 dormía en casa de nuevo y conforme amanecía el día siguiente orquesté ropas y viandas para irme a Fernán Caballero, donde hago mi retiro veraniego y mis labores de campo que me entretienen la mente y me evaden. Eso sí, estaba relamiéndome ya de las Ferias y Fiestas que estaban a punto de empezar en mi Ciudad Real natal.

Y no defraudó la agenda. Unos días organizando todo en el chalet para vivir allí en el estío sin actividad jurídica y el día 14, Pregón de Ferias, Cabalgata de Gigantes y Cabezudos e inicio de las fiestas de la capital de La Mancha. Allá que fui de manchegas maneras, como manda la tradición y defendemos los Pandorgos. Y Gemma y Claudia disfrutando también y repartiendo caramelos e ilusión. Se vaticinaba de todo: Procesión de la Virgen del Prado, Baile del Vermú, "Mahouñaneos", feria de noche, quedadas con amigos, comidas, cenas, cacharritos, vinillos dulces (con y sin barquillo), cohetes, lluvia y hasta concurso de petanca. Y lo hubo. De todo. En ello se me fueron los ocho días y las ocho noches comprendidas entre los días 14 y 22 de Agosto, Octava de la Patrona. ¡Pero qué ocho días y qué ocho noches! Estuve siempre feliz y rodeado de familia y amigos. Ratos preciosos, risas y sonrisas. No, no hubo mucho pacharán. Hubo licor café. Cosas de juntarse con gallegos... El pacharán lo tengo en casa, claro. No creáis que voy a romper mi idilio con él. Son muchos años ya. Alguno cayó, claro. En Agosto nos dedicamos más de un ratito. Y unos cánticos. Y unos ronquidos. A ver, el resto del año también, pero menos. Es que el octavo mes del calendario lo cojo con ganas. ¡Para eso está! El mes y el descanso. Mientras tanto (y a poder ser) la lumbre ardiendo y, en alguna escapada, una buena sartén de migas o salsipuedes. ¡Anda que no! Entre la rutina laboral me cuesta más orquestar algún menú de esos.

Consumidas tres cuartas partes de las calendas agustinas, restaba agotar sin pérdida de tiempo alguna los días que quedaban hasta el mes que da el año nuevo a la vida colegial, universitaria y laboral, por excelencia y cuyo nombre va impreso en la novena hoja del calendario y se llena de fiestas de pueblos y romerías. Era tarea fácil pues es la fecha de la conserva y las faenas de huerta. ¡Manos a la obra! De nuevo en el chalet y a la vez que descansaba del trajín de ferias (que de todo se cansa uno), encargué setenta kilos de tomates y unos quince de pimientos para hacer una buena tanda de tomate frito y otra de pisto, garantizando así que dure la alacena llena hasta el año que viene. La labor nos llevó en familia unos días de navaja, lumbre, sartén y paleta. En ello se fueron los días 23, 24 y 25 de Agosto. Y terminado de embotar el último tarro sonaba el cohete que da inicio a las Fiestas de Fernán Caballero, así es que no le íbamos a decir que no a San Agustín y los fernanducos. Los días grandes son el 28 y el 31, procesión e infraoctava del Santo, con procesión y mucha pólvora en castillos y tracas. Y las previas empiezan el día 26, así es que no había respiro alguno. Entre baños en la piscina, alguna barbacoa, excursiones cercanas, el cumpleaños del Tormento que es el día 29 (este año lo hicimos temático inspirado en la película Mamma mía y con decoración y avituallamiento griego) y alguna quedada con amigos se consumieron los días 27 y 30, los únicos que no tenía marcados en  el calendario. Cuando me di cuenta ya era Septiembre y se me había ido Agosto entero, si bien como el día 1 del noveno mes era Domingo volví al trabajo el día 2. Sonrió la fortuna y se cumplió aquello del "prima non datur et ultima dispensatur". Ya saben ustedes... Pues eso. Desde ya forjando planes para otro Agosto. ¡Nos vemos!