
No sé ni cómo empezar estas líneas que son para ti. De verdad te digo que no sé si te quiero o te odio, lo que sí sé es que te he vencido y que la pelea ha sido la más dura de los quince años que llevo siendo jacobipeta. Desde que me inicié en este mundillo de las flechas amarillas y los albergues comencé a oír hablar de ti. El Camino Primitivo, el original, el primero que se hizo con finalidad de peregrinación, el más duro, el que une en línea recta Oviedo con Santiago de Compostela pasando por donde se tenga que pasar, el que de verdad te hace peregrino. Claro, con esas descripciones que dan de ti, lo primero que hace uno es asustarse. Hasta que sigue ganando kilómetros con el bordón, va perdiendo el miedo y tu nombre se convierte en un reto poco a poco. Y creo que así ha sido conmigo. Un inicio Sarria - Santiago, un Ponferrada - Santiago, un gran Camino Francés entero saliendo desde Saint Jean pied de Port con otro Sarria - Santiago aparte entremedias, otro Sarria - Santiago, un Valença do Minho - Santiago, otro gran Camino entero, pero esta vez saliendo desde el Somport francés, un epílogo entero haciendo el triángulo mágico por Compostela, Muxía y Fisterra, un Ferrol - Santiago y un tramo nuevamente desde los Pirineos hasta Logroño ya eran bagaje más que amplio para mirarte cara a cara. Y aún así te he tenido respeto en todo momento y eres el único que, por ahora, no tengo ganas de patear de nuevo. Eres un Camino que hay que conocer y... Encantado, gracias y adiós. No eres noble, no juegas limpio, no das respiro y te conviertes en desesperante y perdedor de la esencia jacobea. Por eso pasa lo que pasa: te llenas de deportistas y aventureros y cada vez te recorren menos peregrinos auténticos. Eso sí, ya tocaba enfrentarnos y, te lo dije, me vas a hacer pasar las de Caín, pero te venceré.

Terminado el Camino Inglés, como siempre, en el melancólico viaje de vuelta en tren, ya iba rumiando la esperanza de volver a hacer kilómetros andando con mochila y botas. El Camino Francés es mi favorito y no me canso de patearlo. Tiene algo especial, lo tengo ya diseñado en tres tramos maravillosos (Saint Jean pied de Port - Santo Domingo de la Calzada, Santo Domingo de la Calzada - León y León - Santiago de Compostela) y bien podría haberlo empezado de nuevo y ya llegarían otra vez nuevos Caminos Portugueses, Ingleses o del Norte. Es verdad que la Vía de la Plata me atrae y quiero salir del mar hasta el mar, es decir, recorrerla entera uniendo caminos desde Cádiz hasta Finisterre, pero tú, Camino Primitivo, siempre acechante, ya tenías tramado el plan. Y, mira por donde, lo acepté. Era el momento. Entiendo que ya soy peregrino consagrado y molestaba leer eso de "el Primitivo hay que conocerlo", "no se es peregrino de verdad hasta que no se hace el Primitivo", "otros caminos son de azúcar al lado del Primitivo", etc. A ver, para quien cree y confunde que el Camino de Santiago es "Sarria - Santiago", evidentemente esas frases son la realidad total, pues si no han subido ni una vez a la Cruz de Ferro ni a O Cebreiro, ni han bajado a Zubiri o a Molinaseca, pues sí, realmente no saben ni lo que es subir ni lo que es bajar, por mucho que hayan "sufrido" entre Palas de Rei y Arzúa. Pero, con los respetos ganados a base de kilómetros, que a un peregrino que ha cruzado ya tres veces los Pirineos a pie le digan que el Primitivo es el que de verdad te curte, le produce una mezcla de exageración e intriga que se traduce en desprecito y reto. Así es que a ti que fui, Camino Primitivo, a conocer lo que decían de ti y a recorrerte.

Y como antes decía, con respeto. Siempre con respeto. Pues si toda persona que te ha recorrido habla de tu dureza es por algo. Comencé a informarme bien, a leerte, a estudiarte, a prepararte. Seríamos víctimas el uno del otro en Agosto de 2025. Y empecé a familiarizarme con tus nombres y tus durezas. Oviedo, Grado, Salas, Tineo, Pola de Allande, Berducedo, Grandas de Salime, A Fonsagrada, O Cádavo, Lugo, Ferreira, Melide, A Calle, Lavacolla y Santiago de Compostela. Las nueve primeras etapas, la Novena Sacra, como así las llaman muchos senderistas que las transitan únicamente en plan deportivo y aventurero por el mero hecho de doblegarlas, son realmente duras. Esconden verdaderas puñaladas al caminante como el Alto del Fresno, la subida a Porciles, el Alto del Palo o la Cuesta del Sapo. Durísimas. Muy muy muy duras. Y conforme me empapaba de ti crecían, a iguales porcentajes, el respeto por recorrerte y el reto por conquistarte. Hasta que llegó el día y me planté en Oviedo y nos miramos desafiantes los dos. Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y olvida al Señor. "Pues bien, aquí me tienes, en la Catedral del Salvador -te dije- y voy a recorrerte, Camino Primitivo. Saldré desde la Hospedería y pondré todo mi afán en alcanzar de nuevo las altas y pardas torres de Compostela que tanto quiero". Era el 1 de Agosto de 2025 y el día 2, me calcé las botas y salí a empezar la batalla. Fue dura. Mucho. Te lo fui reconociendo conforme nos íbamos haciendo "amigos". Eso sí, permíteme sonreír ahora recordando mi triunfo.

El primer día ya dejas ver tu dureza y golpeas fuerte. El segundo día incluso me tiraste de bruces al suelo y llegué al albergue agotado, magullado, con décimas de fiebre y un herpes labial incipiente de la tunda que me habías pegado. Pero seguí. Soy manchego, cabezón y el miedo sólo se vence enfrentándolo. Me planté en Tineo y ya había recorrido un tercio de tu novena. Tiene guasa que la etapa reina fuese la que menos me costó: la subida al Alto del Palo. Quizás iba muy mentalizado de ella y por eso me golpeaste más en otras. Entre sudores y respiración agitada me planté en Grandas de Salime y ya llevaba dos tercios de las temibles nueve. Eso sí, me quedaban todavía tres etapas durísimas más y otras cinco para llegar al Obradoiro, pues todo suma. La batalla ya era encarnizada y no das un suspiro. Es real todo lo que cuentan de ti y ahora también soy de los que piensa que un peregrino auténtico tiene que enfrentarse a ti y doblegarte. La experiencia y el triunfo es enorme y gratificante. Cuando alcancé Lugo me emocioné. Fin de la Novena Sacra. Había vencido tu crueldad y el resto de etapas eran más llevaderas e incluso compartían los últimos 50 kilómetros aproximadamente con mi amado Camino Francés. Y, como no podía ser de otra manera, te terminé queriendo y sé que tú también a mí. Me pusiste a prueba bien, francamente. Has sido el único que me ha hecho plantearme la retirada porque golpeas sin contemplaciones. Hoy, meses después, te recuerdo, pienso los 325 kilómetros que te sufrí y sonrío. Amigo Primitivo, ya era peregrino antes de enfrentarme a ti. Quizás ahora lo soy más. Encantado, ¿adiós? y gracias.

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