jueves, 31 de enero de 2013

DE LAS FOBIAS CURIOSAS...


No todo en esta vida iba a ser de color de rosa. Siempre me he preguntado por qué ese color y no otro para describir una agradable sensación. Se ve que ese color transmite calma, paz, serenidad y alegría, y claro, como suma de todo ello felicidad. A mí el color rosa me recuerda a los chicles Boomer y al típico vestidito de bebé niña, qué queréis que os diga... A lo que iba. Como no todo en esta vida es fácil y sencillo existen cuestiones que son difíciles y complejas y, para colmo, la mente humana crea u origina más impedimentos para rizar más aún el rizo y que nos cueste todavía más. Dícese: si ya cuesta lo suyo el mero arte de vivir, los traspiés se generan solos, surgen problemas, cuestiones fuera de nuestro control y otros obstáculos que impiden que "todo sea de color de rosa",  va la mente e imaginación y nos deleita con las fobias. "¡Manda huevos!" que diría el conocido político.

Las fobias son aquellos miedos intensos, irracionales e inexplicables que crea la propia mente humana acerca de una situación concreta y cotidiana. (Reitero la expresión del político otra vez). La etimología de la palabra viene de la palabra griega "Fobos", personaje mitológico hijo de Ares y Afrodita que personificaba el miedo. Curiosos orígenes para tan curiosos miedos. Todo el mundo ha oído alguna vez términos como claustrofobia, ¿o no? Hasta ahí bien, sabemos que hay gente que padece miedo a los espacios cerrados y ese miedo (intenso, irracional e inexplicable) les invade en situaciones (tan concretas y cotidianas) como subir en ascensor. Y nos llama la atención que eso les ocurra, sin embargo, todos (y cuando digo todos es todos, usted también) padecemos alguna fobia. No todas son conocidas y tan mentadas como la dicha claustrofobia, pero, cual meigas, "haberlas haylas" y de todos los colores. (Sí, rosa también). Y algunas son tan curiosas que me han llevado a escribir a esta entrada. Y es que no dejo de preguntarme a cuento de qué la mente puede originar miedos tan curiosos como los siguientes. Les dejo una colección de las quince fobias más extrañas que he descubierto. Lean, lean: 

-Astrofobia: Miedo al impacto de cuerpos celestes. (Vivo pensando que el cometa Halley algún día me caerá encima).

-Aliumfobia: Miedo al ajo. (Sería la fobia de Drácula, fijo).

-Alodoxafobia: Miedo a las opiniones. (Di que sí. Lo que yo digo va a misa y sin rechistar, ¿eh?).

-Anglofobia: Miedo a los ingleses. (¿Tan malos son los guiris? Hombre, por favor).

-Cacofobia: Miedo a la fealdad. (Pobre Picio y pobre feo de los Hermanos Calatrava).

-Colpofobia: Miedo a los genitales femeninos. (Sin comentarios).

-Crematofobia: Miedo al dinero o a los valores de capital. (¡Coño! La fobia de Urdangarín).

-Escalofobia: Miedo al colegio. (¿Quién no la ha tenido alguna vez?).

-Hipopotromonstrosesquipedaliofobia: Miedo a la pronunciación de palabras largas. (El que le puso el nombre... se coronó).

-Numerofobia: Miedo a los números. (Las matemáticas y yo nunca nos llevamos bien, pero tenerles miedo... tampoco).

-Penterafobia: Miedo a la suegra. (Jajajajaja. ¡Impresionante!).

-Somnifobia: Miedo a dormir. (Vamos, vamos, vamos... Una fobia anti-siesta. ¿Estamos locos?).

-Telenofobia: Miedo a los teléfonos. (Cuenta la leyenda que hubo un adolescente sin móvil...).

-Triskaidekafobia: Miedo al número 13. (Hasta que punto llegan los supersticiosos, por favor).

-Venustrafobia: Miedo a las mujeres bellas y hermosas. (Ahí que van las misses provocando miedos, desde luego...).

¿Qué? ¿Curiosas o no? Bien, pues hay muchísimas más. Todos tenemos alguna. Y lo realmente curioso es que son inexplicables e irracionales. ¿Qué miedo puede infundir un ajo? ¿Y qué miedo puede infundir el número 13? ¿Y si juntamos 13 ajos y un teléfono? ¿Dormir también produce miedo? ¿Y si vemos a un inglés muy feo comprando ajos y/o hablando por teléfono? Y... y... y... ¡¿Qué miedo puede infundir la suegra?! (Risa y comentarios jocosos en los lectores). ¡Ché! Esto ya son palabras mayores, ¿eh?

Ya os lo decía... No todo es de color de rosa. Ufff. Qué hartura de colores... Por cierto, la fobia a los colores se llama Cromatofobia. También existe. Tenía que decirlo.


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