miércoles, 4 de marzo de 2015

CUARESMEANDO


¡Cómo me gusta el cuaresmeo! Andar metido debajo de los pasos y viendo ensayos de los demás. Comer pescado en la vigilia, ir a tomarme algo a la casa hermandad, recitar poemas en la radio y no dejar de soñar con volver a vivir lo soñado durante un año. Este tiempo de vísperas me encanta y lo disfruto y saboreo exprimiendo al máximo cada bocado. He tenido un fin de semana intenso en este sentido. El Viernes noche estuve viendo el ensayo de mi hermandad de San Pedro, la cuadrilla en la que tantos amigos tengo y que pasean a Dios Nazareno con el bamboleo de su túnica morada. Después me pasé un rato por la Casa Hermandad del Prendimiento y allí estuve con algunos compañeros de la primera trabajadera y con el capataz echando un rato bueno de cofradías. El Sábado tuve ensayo con la cuadrilla de Las Penas y pasé la tarde entre costales y fajas. Y el Domingo sesión doble: por la mañana ensayo en el Barrio de los Ángeles con los legionarios del Dios Cautivo en su Prendimiento y por la tarde pelea gorda bajo el barco del Señor de la Bondad con mi cuadrilla de la Flagelación, en la que este próximo Miércoles Santo cumpliré veinte primaveras meciendo al Jefe. Vamos que he tenido unos días en los que he estado más tiempo con el costal puesto que sin él. Benditos y locos días de Cuaresma con y por mi gente.





La cuenta atrás hacia el Domingo más esperado del año comenzó hace ya casi dos semanas y el tiempo vuela en las vísperas. Ya hemos empezado con los potajes de vigilia y el acopio de miel, limón y canela para hacer pestiños, torrijas y arroz con leche. El bacalao ya se está desalando y el tomate frito lo espera camino de un Viernes Santo cargado de Esperanza entre la muralla y el puente. Ya huele a incienso y a palmas de Domingo de Ramos. Ya abundan los carteles y pregones. Ya hay ese batiburrillo en la calle de capirotes que vienen y van, túnicas que huelen a naftalina, costales planchados y compact disc sonando en los coches. Y lo mejor es que va in crescendo conforme avanza la rampa eterna hacia el Domingo de Ramos. ¡Cómo me gusta la Cuaresma y cómo la disfruto! Es la viva espera de lo que está por venir. Pero no es una espera sin más aguardando que pase el tiempo. Es una espera viva y que te hace partícipe. Es una espera de ensayos y de preparación en la que cada día que pasa se consume con una alegría y con una cruz más en el calendario hacia la Gloria.


Y ahora mientras escribo estas líneas vuelvo a ver mi nombre plasmado en algún artículo de la Guía Oficial de la Semana Santa de Ciudad Real y en algún sobre que me trae el boletín de mi hermandad sevillana de la Sagrada Cena. Y lo ojeo y sonrío. Soy feliz cuaresmeando y leyendo guías, boletines y programas. Soy feliz estrujando estos fines de semana cargados de parihuelas con vigas que entrenan a los hombres que tienen la dicha de ser costaleros. Y viendo como emergen en las calle conversaciones cofrades y comentarios de tal ensayo o cual pregón. Y la, Dios lo quiera, eterna juventud cofrade camino de sus ensayos con un tambor o una corneta y un nuevo costal aguardando que el capataz lo iguale y empiece su andadura bajo los pasos. Me gusta cuando bulle la ciudad esperando estos días. Me gusta cuando afloran los cofrades (aunque sólo sean de cuota) y hablan de su hermandad. Me gusta cuando los amigos se juntan en torno a una foto en el ensayo de turno. Me gusta cuando voy a las tertulias y me junto con mi gente y hablamos de los que nos une a todos. Me gusta la gente y amigos que he conocido a través de este mundillo. Me gusta todo lo que sea al respecto de hermandades y cofradías y ver que hay gente que lo vive menos, igual y más que yo. Me gusta cuando desde "Paso a paso" puedo ponerle voz a las cofradías y recitar escritos hechos con el alma que ensalzan el andar de un palio o el racheo de un misterio por las calles de una ciudad que los espera.



Cuaresmeando decía. Y después de un buen día de cofradías un papelón de adobo y una cervecita en la Taberna del Volapié. Y venga a seguir disfrutando de estos días. Como el pregonero dijera al hablar de estas cuatro decenas "Quedan cuarenta días y cuarenta noches, pero qué cuarenta días y qué cuarenta noches". Y no le faltaba ni le falta razón. Días de limpieza de plata, días de puesta a punto de enseres, días de plancha y tintorería, días de matices de marchas, días de balcones engalanados y paredes encaladas, días de pueblos de la mancha que jalbegan sus muros, días en que la Luna del Parasceve encandila los muros de los templos y coquetea con las torres que vigilan las puertas de la gloria por las que empezarán a salir los pasos el Domingo de Ramos, cuando se ponga fin a esta nueva y bendita Cuaresma. Mientras tanto a seguir disfrutando en la gloria camino de La Gloria. Ya lo decía al principio... ¡Cómo me gusta el cuaresmeo!


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