viernes, 18 de mayo de 2018

LA VENTA DEL QUIJOTE

Como casi todas las grandes aventuras, ésta también surgió improvisada. Y es inevitable no acordarme que el Camino de Santiago al que tanto amo también llegó a mí de la mano de los pleitos. Mi condición de abogado me llevó a un juicio en La Coruña, de allí cogí un autobús a Santiago de Compostela, era Mayo de 2010, Año Santo Xacobeo... El resto ya lo sabe quien me conoce. En unas horas me empapé de aquello, me invadió el espíritu peregrino y, bueno, ya son seis veces las que he llegado a la Praza do Obradoiro como peregrino. Y las que quedan... Este mismo verano, en menos de tres meses, marcho a Somport (Francia) a iniciar desde allí otro gran Camino que espero concluir en tres años llegando de nuevo a abrazar a Santiago. Pero de eso ya hablaré en otro momento no muy lejano. Hoy venía a contaros otra aventura que surgió inesperada y también por un pleito. En esta ocasión el trabajo me llevó a Puerto Lápice a un deslinde de fincas. En tal pueblo hay una preciosa venta que algunos dicen que es en la que Don Quijote veló las armas y fue nombrado caballero. El caso es que yo no recuerdo haber estado allí jamás y, enamorado de las tradiciones y costumbres de mi tierra y siendo tan amante del mundo quijotesco, aproveché la ocasión para, una vez concluida mi tarea letrada, visitar la venta y disfrutar una excursión no planeada con buen regustillo manchego.

Y así me planté en la llamada "Venta del Quijote", aunque yo me mantengo en la creencia (llamadme loco si bien antes estudiad el asunto al menos igual que yo) de que la venta donde Don Quijote veló armas no fue ésta sino la Venta de Borondo. Luego explicaré por qué. Pero a lo que iba hoy es hablar de la Venta sita en Puerto Lápice y, sin duda, es maravillosa y te transporta cuatrocientos años atrás a los tiempos en que, a los ojos de nuestro personaje más universal, los molinos de viento se convertían en gigantes, las bodas de Camacho duraron tres días y tres noches, Doña Ruidera y sus siete hijas dieron lugar al río Guadiana o a la luz de la luna y entre huéspedes, jarrillos de vino y alguna "mujer de partido" que por allí anduviera, velase armas Don Alonso Quijano. Imperan el color blanco encalado y azul añil, los gruesos muros con aperos de la época y un aroma cervantino flotando en el ambiente que va desde el portón a la bodega y desde ésta hasta las alcobas. Una maravilla, vamos. Y bien conservada, restaurada y cuidada. Ubicada en el Camino Real de Andalucía, evocando cuando en aquellos tiempos del siglo XVI se bajaba de Madrid a Sevilla atravesando la más pura Mancha por sus pueblos, se mantiene en pie una señora venta que continúa ofreciendo parada y posta al viajero.


El lugar ofrece restaurante para comer con un menú cuyos platos a elegir son pura gastronomía manchega y/o quijotesca, entre los que se puede escoger los típicos que llevan pisto y recetas tradicionales como las migas del pastor o los que sin duda Miguel de Cervantes conoció y degustó como el guiso de las bodas de Camacho que, precisamente, está recogido en su obra universal y del que Sancho Panza dio buena cuenta. La venta te recibe también con una exposición de acceso gratuito donde se observan recreaciones de estancias de la época y capítulos del Quijote y una tienda de recuerdos donde pueden adquirirse todo tipo de detalles quijotescos, manchegos y españoles que tanto gustan a los turistas, desde un imán de nevera evocando a los molinos de viento hasta un par de castañuelas de flamenca. No hemos de olvidar que a estos lugares llegan muchas excursiones de extranjeros que consideran que lo único "tipical hispanis" es el mundo taurino y el flamenco. El caso es que la venta ofrece de todo a los turistas y viajeros tanto nacionales como de otros países y su visita es muy recomendable, sobre todo para los que aman su tierra y sus costumbres y son apasionados del Quijote pues, como antes indicaba, te traslada a aquellos tiempos de aventuras de caballeros.

Y ahora lo siento pero si no lo digo no soy fiel a mi mismo. He mencionado por ahí arriba la Venta de Borondo y ya anticipaba al principio de esta entrada que luego explicaría por qué me mantengo en la creencia de que fue en ésta y no en la ubicada en Puerto Lápice de la que vengo hablando en la que veló las armas Don Quijote. Y ojo que como amante de la Mancha y del mundo quijotesco recomiendo a todo el mundo que visite la Venta. Es un disfrute. Pero que se conozca a la misma como "La Venta del Quijote" y se haga publicidad de que fue en ella donde al hidalgo se nombró caballero... Mire usté, pero no. Como reclamo me parece muy bien. Y como fuente de ingresos también. Pero como historia y realidad no. En absoluto. Y no, no me dejo llevar por mi pasión hacia la Venta de Borondo. Me dejo llevar por datos recabados, estudiados y contrastados.


Veamos. Si estudiamos el texto literal de la obra de Cervantes veremos que cuando Don Quijote abandonó el Campo de Montiel, lugar del que partió en su primera salida, cabalgó desde el alba hasta el anochecer, siendo en ese momento cuando decidió tomar descanso tras toda la jornada. Bien, por aquel entonces, verano en la Mancha, sol abrasador y caminos carentes de sombra, cabalgar a lomos de un caballo con la descripción de Rocinante equivaldría a recorrer entre 45 y 60 kilómetros. Reitero aquí que está estudiado el asunto. Y ha de considerarse también que Don Quijote cabalgaría siempre hacia poniente pues era allí donde ocurrían todas las aventuras de los libros de caballerías, dato igualmente contrastado. Sigamos. Si se sale del Campo de Montiel y se recorren a caballo entre 45 y 60 kilómetros con dirección hacia poniente sólo se llegaría al anochecer a dos posibles ventas: la de Puerto Lápice o la Venta de Borondo. Hasta aquí correcto. Pero si seguimos desgranando el texto de Cervantes veremos que dice que donde llegó nuestro ingenioso hidalgo es a una venta como salida de la nada que confundió con un castillo. Y hete aquí que la venta de Puerto Lápice, llamada "Venta del Quijote", de acuerdo a los datos topográficos ya existentes en tiempos de Felipe II, se encontraba dentro de la propia aldea, rodeada de casas y población y así continúa y basta una mera visita para observar que tiene construcciones adosadas de su misma edad y no nuevas, pero, sin embargo, la Venta de Borondo estaba tal cual está y tal cual sigue hoy en día: en mitad del campo y solitaria. Y además, la única de las dos ventas que tiene un torreón a modo de castillo es la de Borondo. Por eso se ha de descartar la venta ubicada en Puerto Lápice como el lugar donde ocurrió el capítulo de velar las armas. Todo coincide: la distancia entre el Campo de Montiel y la venta a la que llegó, su orientación y su situación aislada. Con toda certeza llegó el protagonista a la Venta de Borondo y no a la Venta de Puerto Lápice. Y es más, estoy plenamente convencido que Don Miguel de Cervantes conoció ambas ventas cuando fue recaudador de impuestos de la zona y sabía cual de ellas estaba describiendo en su obra. Por eso, tras haber investigado y contrastado todos los datos obtenidos: Don Quijote de la Mancha veló sus armas y fue nombrado caballero en la Venta de Borondo, aquella que "vio no lejos del camino por donde iba y que a él le parecía castillo". Lo siento por la, mal llamada en este sentido, "Venta del Quijote" de Puerto Lápice, pero la historia es la que es y los datos no mienten.


Y dicho esto, os animo a todos, pero a todos, a ir a Puerto Lápice y conocer la Venta del Quijote, empaparos de la historia e imaginaros co-protagonistas de aquellos episodios que allí reflotan. Y luego y con la mente llena de retazos quijotescos visitad la Venta de Borondo previa lectura del capítulo II de la primera parte del Quijote. Ya me diréis... Una perfectamente conservada y restaurada. Otra prácticamente derruida pese a ser declarada Bien de Interés Cultural. Una cargada de fantasía y atracción turística. Otra cargada de realidades que hablan a través de sus muros. Una en Puerto Lápice. Otra en un lugar de la Mancha... Me lo dijo un buen amigo. ¡¡Hasta otra!!

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