lunes, 13 de enero de 2020

LA CABALGATA DE LA ILUSIÓN

Ilusión e ilusionante. Son las palabras con las que he de definir lo vivido el pasado día 5 de Enero en la Cabalgata de Reyes Magos de mi querida Ciudad Real. Vaya por delante que son unas líneas personales para plasmar lo que yo sentí en dicho evento y lo que viví con mi pequeña hija Claudia en el mismo, ergo quien busque en estas palabras críticas, valoraciones o juicios sobre la organización, atuendo, innovación o cambios habidos por el nuevo equipo de gobierno o agravios comparativos entre las cabalgatas de otros años y la de este recién estrenado 2020 que dé por finalizada aquí su lectura pues nada de ello hallará. Quien quiera compartir mis vivencias abiertas puede continuar. El Rincón es donde vierto mis alegrías y pesares y me gusta plasmarlo sin cerrojos ni ataduras sea quien sea quien lo lea. Y en esta ocasión he considerado digno de mención y almacenaje el conjunto de vivencias acaecidas en los días previos, durante y después de la Cabalgata de Reyes, pues los ojos brillantes de Claudia así lo merecen y algún día espero que lea este recuerdo que con tanto afecto he decidido guardar.

Y de verdad digo que no sé quién estaba más ilusionado, si mi hija sabiendo que papá iba a ser paje de los Reyes Magos o yo sabiendo que Claudia me esperaría feliz para que le diera las chucherías y caramelos que me habían dado para ella Melchor, Gaspar y Baltasar quienes, además, vendrían a casa mágicamente y nos dejarían regalos a todos. Desde que supe que podría participar ya estuve gozando de la intranquilidad nerviosa que se adueña de uno cuando sabe que algo grande va a ocurrirle. Y, por si fuera poco, fui invitado personalmente por un buen amigo para que me decidiera a ello. Mi pensamiento inicial fue llevar a Claudia y que se subiese a la carroza de algún Rey Mago pero como es aún muy pequeñita, no llega a tres años de edad, me dijo que le daba miedo. Así que opté por dejarla disfrutar con Gemma de la cabalgata y explicarle que yo iría con los Reyes Magos que son amigos míos y le daría caramelos y muchos besos y la cogería en brazos para que los viera de cerca y los saludase. Sonrió mucho y me dijo que sí tan contenta. La idea era ilusionante al máximo y sus ojitos brillaban de felicidad escuchándome mientras yo me derretía en emoción. Jamás hubiera imaginado ser partícipe de un momento tan bello.

Llegó el día 4 de Enero y fui a probarme el traje. Yo tenía en mente que iría en el séquito de Melchor (quien normalmente es representado por la figura del pandorgo de hogaño) pues con él iban a ir la gente que me invitó al evento, sin embargo, este año la Hermandad de Pandorgos y los que fuésemos invitados con ellos iríamos con la carroza de Gaspar. Y allí me tocó, claro. Así salí a media mañana de casa y le dije a Claudia que iba a ver a los Reyes Magos, a probarme un traje muy chulo y a ayudarlos a preparar todos los juguetes para los niños. Se quería venir y le dije que no podía ser pero que por la tarde la llevaría a ver a los pajes para que les dijera lo que les había pedido a los Reyes. Ella, tan pequeñita, me escuchaba y entendía a la perfección y reía feliz de todo lo que acontecía. Se sabía partícipe y a mí se me ablandaban las costuras del alma. Y además tenía muy claras sus peticiones de regalos: una hamburguesa y un cuento de Don Quijote de la Mancha para niños. Lo de la hamburguesa lo estuvo diciendo toda la Navidad y quien lo ha oído se ha reído bastante por la ocurrencia y la originalidad. Claro, podéis imaginar la cara de los Pajes Reales cuando la cogieron en brazos y le preguntaron qué le había pedido a sus Majestades de Oriente y les contestaba lo de la hamburguesa. Y el remate fue cuando los propios pajes de Gaspar le preguntaron quién era su Rey Mago favorito y ella espetó: "Melchor, Gaspar, Baltasar, la mulilla, el buey, la Virgen María, San José y el Niño Jesús. Todos son mis favoritos". El momento fue entrañable y quedó para el recuerdo de todos los presentes. Así es #MiNiñaClaudia.

Y, al fin, amaneció el día 5 de Enero cargado de ilusión para todos. No era Viernes, era Domingo, pero los sueños brillaban más que nunca y para los niños todavía más. Y ya no os digo nada para mí que iba a ser paje y a tener a mi hija en brazos en la cabalgata y enseñarle regalos, caramelos, juguetes y que viera muy cercanos a los Reyes Magos. Estaba pleno de felicidad y viviendo un sueño que además estaba aderezado con la más bella mezcolanza de recuerdos de mi infancia y mis años de niñez. ¡Bendito día 5 de Enero y bendita inocencia de los niños! No se me olvidarán tantos y tantos ojos de niños y niñas que me miraban atónitos y llenándome de la magia que ellos derramaban a través de sus miradas mientras yo les daba caramelos, gusanitos y chucherías. Increíble la limpieza, transparencia y bondad que mostraban esas caritas inocentes. ¡Qué ilusionante era hacerles una caricia y regalarles una sonrisa! Mencionaré a un niño que estaba con su abuelo y tenía la mirada tan limpia y noble que le entregué mis dos manazas llenas de caramelos para él. El niño sonrió y cogió sólo uno. Vaya lección de educación y saber estar. Le dije que eran todos para él y se quedó mudo. Me miró emocionado y se guardó caramelos en todos los bolsillos que pudo. Otra anécdota fue con una niña que se llama Daniela, hija de mis amigos Alicia y Javier. Yo tenía preparado para ella un regalo escondido y había quedado con sus padres que cuando la cabalgata pasase a su lado, se acercasen a mí. Y así fue. Me llamaron y Alicia trajo a la niña a mi vera. Cogí a Daniela en brazos y saqué un paquete con su nombre. La niña alucinaba y sus ojos brillaban mucho. Le dije que me lo habían dado los Reyes Magos para ella y se me abrazó. Magia pura y otra vez el alma enternecida y un nudo en la garganta. Y de la mirada de la madre viendo la escena no me salen palabras... Esos detalles vaciaban el zurrón que yo llevaba de caramelos y regalos y lo llenaban de preciosos momentos. Ilusionante todo.

Entre tanto y avanzando la cabalgata llegó lo más esperado. Me llamaron a voces mis padres, mi hermana, mis suegros y mi mujer. Estaban todos con mi hija Claudia que me miraba atónita. "¡Papá es paje! ¡Papá es paje!" Y yo al cogerla en brazos y verla así de feliz casi lloro. No miento. ¡Qué sensación! Le dí mil besos, le entregué sus chuches favoritas (yo mismo las había comprado por la mañana) para ella eran recién traídas por los Reyes Magos, la acerqué a la carroza del Rey Gaspar y le puse el "gorro chulo con una pluma amarilla" como ella decía. Me dio el tiempo justo a hacerme un par de fotos con ella y con Gemma y reingresar al séquito de sus majestades para seguir repartiendo ilusión y magia entre los niños de Ciudad Real. ¡Jamás olvidaré esta cabalgata! Y al día siguiente los regalos. Ni que decir tiene que los Reyes Magos cumplieron los deseos y Claudia tuvo su hamburguesa. No os quedéis con la intriga. La tuvo y fue feliz. Y yo más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario