jueves, 19 de mayo de 2022

EXCURSIÓN A ARGAMASILLA DE ALBA

Voy a decir una cosa que no creo que sorprenda a nadie: amo La Mancha. Pero hay una cosa que amo más aún y es enseñar a mi hija cómo hay que amarla. Desde que nació la hago partícipe de costumbres, tradiciones, romerías, ofrendas y todo lo que conlleve un arraigo de manchegas maneras. Tanto es así que Claudia, a sus cinco años que tiene, tiene pañuelos de hierbas impuestos por el Pandorgo de Hogaño desde el año en que nació, ya ha participado desde bebé en la ofrenda de la Virgen del Prado, en Bolaños ha salido en la procesión del Cristo de la Columna, ha visitado la Venta de Borondo, ha correteado por las cercanías del Castillo de Calatrava, ha trasnochado por escuchar cantar los Mayos, ha jugado con las estatuas quijotescas de la Plaza de Villanueva de los Infantes, conoce los entresijos más internos (y no miento) del Corral de Comedias de Almagro, ha librado "fiera y desigual batalla" con los molinos de Campo de Criptana y ha disfrutado de las Ferias de Fernán Caballero, Daimiel, Urda, Bolaños, Almagro y su Ciudad Real natal. Si hablamos de la faceta gastronómica, con lo pequeña que es, ya colabora en las conservas anuales de tomate, sopla las lumbres con fuelle, aliña aceitunas, te dice de memoria los ingredientes del pipirrana o moje manchego, disfruta comiendo migas, gachas y asadillo. Ve los paisajes y te señala la Atalaya, las grúas de Colomer y San Isidro. Y todo eso es porque le voy enseñando a amar nuestra tierra, a integrarse en ella y con sus gentes y, por supuesto, a identificarse con la obra literaria más universal: El Quijote. Y le encanta. Eso sí que le encanta. Desde los tres años recita el primer párrafo del tirón, conoce a todos los personajes, ojo, no sólo al hidalgo, su escudero, Rocinante, Rucio y Dulcinea que son los cinco elementales, no, no, también al ama, a la sobrina, a Teresa Panza, a Sanchica, al cura, al barbero, al porquero, a Clavileño, al ventero, al cuervo y, por supuesto, al galgo corredor.

Y, es por ello, que en mi afán de seguir recorriendo La Mancha con ella y verla feliz, le dije a Gemma que me había enterado que en Argamasilla de Alba (que bien pudo ser "...un lugar de la Mancha de cuyo nombre...") habían puesto hace un tiempo dos figuras de Don Quijote y Sancho Panza inspiradas en los dibujos animados que Pepe Romagosa nos regaló hace más de cuarenta años y que quería hacer una excursión para que Claudia los viese y jugase y, además, todo sea dicho, visitar de nuevo la Cueva de Medrano donde estando preso Miguel de Cervantes ideó y empezó a escribir las aventuras de Don Quijote. Yo llevaba muchos años sin ir, Gemma no había estado jamás y a nuestra niña Claudia le encantaría la sorpresa de sentarse en el sitio donde Don Miguel, pluma en mano y candil a la vera, comenzase a escribir el libro más vendido y traducido del mundo. Así se forjó la excursión y estuvimos toda la semana desde que se lo dije, aguardando la llegada del Domingo por la mañana para ir a Argamasilla de Alba e impregnarnos otro poquito más de nuestra amada Mancha y su cervantina y quijotesca historia. Teníamos muchas ganas e ilusión y Gemma estaba también contenta pues hacía tiempo que no íbamos los tres solos a disfrutar de una aventura por estos lares que tanto amo.

Llegó el día y allá que fuimos. Claudia estaba muy contenta y sólo por verla ya merecía la pena todo. Gemma, en su papel de madre y excursionista, preparó una mochila con picoteos, refrescos y agua, como si fuésemos a un lugar que estuviera a varias horas de viaje y tuviéramos que ir matando al gusanillo cada equis tiempo, aunque en realidad lo hizo porque le gusta que si el viaje se denomina "excursión" tenga tal carácter. Y una excursión sin mochila y patatas fritas no es excursión. En fin, puse en el navegador la dirección exacta de la Oficina de Turismo de Argamasilla de Alba y salimos. Nos aguardaba una buena mañana de disfrute y conocer lugares ligados a nuestra historia. Claudia quería ver los "muñecotes" de Quijote y Sancho pues le había contado que era como los que vemos en la televisión de casa y las figuritas que tenemos en la estantería y tengo yo en el despacho pero grandes y que nos haríamos fotos con ellos. Estaba deseando verlos y me contagiaba a mí las ganas. Y fue una mañana de disfrute y vimos todo lo que queríamos y jugamos a ser quijotes y dulcineas que comían duelos y quebrantos. Lo único que tuvimos que descartar fue ver la casa del bachiller Sansón Carrasco, pues la están construyendo de nuevo y, aunque la están recreando tal cual era, no queda resto de lo que fue y se encuentra en plena edificación así es que es como visitar cualquier obra en construcción, echarle imaginación y pensar cómo fue y cómo será.

Ni que decir tiene que nada más llegar al pueblo se respira ese aire manchego que tanto nos gusta a las gentes de aquí. Los modos, las costumbres y las maneras desprenden formas quijotescas por donde vayas y rápidamente se ven estatuas, bustos, imágenes y pinturas por cualquier calle o plaza de los protagonistas del libro que allí se ideó y comenzó a fraguarse a través de la mente y mano de Cervantes. Y esto sí que es impepinable por más que los hispalenses digan que fue durante su cautiverio en la Cárcel de Sevilla cuando inició a redactar su gran obra. No está demostrado en modo alguno. Y, además, no ha de pasarse por alto la figura de Rodrigo de Pacheco, hidalgo de ojos espantadizos y largos bigotes, aquejado de locura, quien, sin duda, por el parecer tanto físico como psíquico debió ser inspiración de Don Miguel para el personaje de Don Quijote, resultando que, no sólo fueron coetáneos, sino que además, vivía en Argamasilla de Alba y fue precisamente él quién ordenó que se encarcelase a Cervantes en la Cueva de Medrano (que en realidad no era cueva ni prisión, sino la subterránea bodega de la vivienda). Todas estas cuestiones encajan más que las suposiciones sevillanas acerca de la cuna del Quijote. Maravilloso estar de nuevo en la Cueva de Medrano y explicarle mil cosas a mi niña Claudia. Pero id, amigos. Id y disfrutad in situ de estas cuestiones, de nuestras raíces y nuestra génesis, mientras pasáis un rato agradable. Id a visitar los lugares de La Mancha. Y amadla, amadla como yo lo hago.

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