lunes, 24 de junio de 2013

NUESTROS PUEBLOS

Vaya con anticipación a esta satírica entrada mi mayor respeto y admiración a la que considero la raíz de la cultura y la sabiduría en toda capital que se precie: los pueblos. Y no es sorna. Ni mofa, ni befa, ni burla. Admiro los pueblos y a sus habitantes mucho. Sí, los pueblos es donde todo se origina. Y a mí, personalmente, me enamora la manera con la que mis gentes me muestran sus encalados muros de procedencia sonriendo y manifestando con orgullo: "Este es mi pueblo". Está comprobado que en ellos nacen las ricas viandas, que en ellos se originan las clásicas costumbres, que en ellos se mantienen vivas las tradiciones, que en ellos se viven unas fiestas sin parangón, que en ellos se hace un peculiar uso del idioma, que en ellos... En fin, en los pueblos, nuestros pueblos de la Mancha (y diría que así ocurre en prácticamente todo el territorio nacional) se vive de peculiar manera, de una forma llana, de una forma campechana y de una forma curiosa, ante todo curiosa.

Y dícese por curiosa que ellos, sus habitantes, muchas veces suspiran por la vida de la capital, pero no se dan cuenta que nosotros, capitalinos, no somos nadie si no hemos pasado sus filtros. Por ejemplo y por principal: el DNI. El documento nacional de identidad. Sirve para identificar sin género de duda o error a una persona (salvo en el caso de la Infanta, ya saben ustedes...). Aquí en la capital un ejemplo sería: "José Sánchez Rodríguez. Hijo de Antonio y de Demetria. Nacido el 13 de Septiembre de 1981.  Sexo: Varón." Por el contrario, en el pueblo sería: "Pepe el pequeño de la Demetria, la panadera, ¿no sabes? El que nació un día antes de la Feria del Cristo el año que tanto llovió. El mariquita." Así sí. Así se presenta una persona del pueblo. No hay duda. No sirven apellidos. Se sustituyen por las palabras "el de / la de..." o "el de la / la de la..." acompañadas de un oficio o el apodo familiar. Manolo el de Paco, el fontanero. Esteban el de la Pili, la pambilla. Virtudes, la de Carmen la boticaria. Pradico, la de la Inocencia, la tetavana.
Y si tiramos más para atrás la cosa sería tal que así: Pepe el pequeño de la Demetria, la panadera, nieto de Charo la tronchailla, ¿estás en lo que te cuento? El que es así un poco flor...
Vamos que cuando alguien llega al pueblo no es él ni ella. Se convierte. Deja y pierde su personalidad y pasa a ser "el de... / la de...". Así surge una de las primeras preguntas que se formulan en los pueblos, filosofía pura socrática que sigue encarnando y reviviendo los más ancestrales interrogantes del hombre: "¿Y tú de quién eres?"

Bien, presentada una persona pasamos a estudiar la comunicación entre dos de ellas. Vamos, lo que viene siendo un hecho tan común como saludarse por la calle e intercambiar unas pocas palabras con la precisa cortesía. El ejemplo de la ciudad lo tomaré de la conocida canción infantil que dice así: "-¡Hola Don Pepito! -¡Hola Don José! -¿Pasó usted por mi casa? -Por su casa yo pasé. -¿Vio usted a mi abuela? -A su abuela yo la ví. -¡Adiós Don Pepito! -¡Adiós Don José!". (Enhorabuena a los que lo habéis leído cantando por sacar a relucir el niño que todos llevamos dentro). Por el contrario, en el pueblo la comunicación sería más o menos tal que así: "-¡Heeeeeeeeeey vecinico! -¿Qué pasa, artista? -Poco, voy donde Leopoldo el carpintero a ver si le compro un par de tablicas pá la puerta el gallinero. ¿Y tú? ¿Qué marchas me llevas? - Ná, a ver si se viene Esteban el cartero a echar la partida al casinejo. -Eso está mu bien, hombre. No enredarse mucho que sos enfandan las mujeres.  -Ya, ya. Voy con prisa. ¡Con Dios! -A mandar, tunante." Quedan patentes las diferencias, pero lo que no queda patente es que tras esas boinas apretadas y puestas a rosca, tras esas gorras de publicidad (Caja Rural y Jhon Deere las más famosas) con la visera plana, tras esos palillos mondadientes que juguetean entre los dientes y labios de los abueletes interlocutores y esos vocablos tan peculiares se esconde la más pura honradez y habla de corazón. En los pueblos es así. Si te conocen (y te van a conocer porque siempre serás el de / la de...) te saludan y hablan contigo. Si no, no. No hay medias tintas. En la ciudad, lamentablemente, abundan. Me quedo con los pueblos, oiga, una comunicación más honrada.



¿Y las fiestas? ¿Qué me dicen ustedes de las fiestas? En la ciudad tenemos alguna fiesta principal que no deja de convertirse en un macrobotellón urbano en el que los propios capitalinos y nuestros invitados de turno nos dedicamos a la ingesta masiva de licores alcohólicos. Así es, al menos, por estos lares. Carnaval: Botellón. La Zurra: botellón. La Pandorga: botellón. La Feria: botellón. San Fermín: Botellón. Verbena de la Paloma: Botellón. Feria de Abril: Botellón. Fallas: Botellón. Y así siempre. Son nuestras fiestas. Son nuestros botellones. No salimos de ahí. Bueno si, vamos a los toros y luego hacemos botellón. Pero, ¡ay amigos! En los pueblos la cosa cambia. Puede ser la fiesta que sea que tú, sí, sí, tú, lector, el de la... (póngase aquí el nombre de la madre), hasta que no te emborraches en un pueblo en un discopub con nombre de piedra preciosa, por ejemplo, DiscoPub "El Diamante", Pub "La Gema" o Discobar-Karaoke "Esmeralda", no sabrás lo que es una fiesta. Hasta que no te pongas "más pedo que Alfredo" en El Diamante y bailes alocadamente "Que la dentengan que es una mentirosa, malvada y peligrosa..." o "¡Un, dos, tres! Un pasito p´alante María...", no sabrás lo que es una fiesta. Y es que no es una fiesta cualquiera. Es la fiesta. A secas. Y te ven los lugareños y comentan: "Cucha, el de la capitalilla, el mediano de la Emilia la de la óptica, como se lo pasa en el pueblo, ¿eh? Graaaaaaacias a Dios, Amparito, no lleva moña encima". Entonces sí que sí. Cuando has salido a gatas del Esmeralda y canturreando por Chayanne te has pegado una fiesta.

No podía obviar otras cuestiones merecedoras de ser narradas de los pueblos. La gastronomía y la cultura popular. En la capital podemos tener grandes restaurantes, pero como la tortilla del Bar "Cuatro Esquinas" no hay manjar igual. Y las migas que hace el abuelo de Miguelete son dignas de probar. Y las croquetas caseras que hace la Toñi quitan el sentido. Que sí, que sí, que en la capital tenemos buenos menús, pero en los pueblos... Ese pan, ese aroma a guiso casero, ese cocinar con amor con el puchero y la lumbre no tiene nada que lo supere. En los pueblos los cerdos se crían en granja de toda la vida y comen desperdicios y basura. Y esos jamones están mil veces más ricos que los  de los cerdos criados en la capital en inmensas naves donde los animales no reciben ni el sol y se alimentan de piensos artificiales. Y eso es así y no admite discusión. Y las gallinas en los pueblos corretean incluso por la calle y comen de todo lo que pillan. Y con sus huevos se hacen amarillentas tortillas que en nada se parecen a las obtenidas con los blancuzcos huevos de las gallinas criadas en las naves de las ciudades. Y reitero que eso es así y no tiene más vuelta de hoja.

Y la cultura popular. ¿Qué me decís de la cultura en los pueblos? Se sabe de todo. Puedes pasarte años sin ir al pueblo que de repente llegas un día y pasas por delante de dos abueletes que están pasando la mañana al freso y conformen te vean de nuevo te miran y exclaman: "¡Hombre! Pero sí es el nieto de Angeluco el herrero. Pues estás más gordo. Y te veo así como que cojeas un poco. Eso va a ser del ácido úrico que te da un poco de gota. Si es que te pegas unas fiestas en el Esmeralda que te hartas de chispalibres, ¿no sabes? Anda cuando eras mozo y saliste cantando a voces la canción de Salomé de Chayanne, ¿eh? Menudo artista estás hecho. Ya sabemos que te has casado y que vas a estar aquí unos días comiendo jamoncete del bueno y tortilla del "Cuatro Esquinas". No me mires así que aquí estamos mu puestos, pájaro, ¿de ande te crees que se inspira el Mota pa lo de la vieja´l visillo? Díselo tú, Andrés. Anda tira a saludar a la gente que hace tiempo que no vienes, hermoso".

Bestial. Impresionante. Como ellos dirían : "¡¡La Virgen!!" Desglosemos. Nada más verte te dicen tu procedencia: el nieto de Angeluco el herrero. Tu estado de salud: Pues estás más gordo. Te veo que cojeas un poco. Tu diagnóstico: Eso es del ácido úrico que te da gota. La causa: Muchos cubatas en el discobar-karaoke Esmeralda. Tu historia: Cuando eras mozo saliste borracho de un bar cantando Salomé de Chayanne. Tu presente: Eres un artista. Tu pasado más cercano: Te acabas de casar. Tu futuro más inmediato: Vas a comer jamón y tortilla. Información adicional: Aquí sabemos de todo y somos fuente de inspiración de sabiduría. Véase, José Mota y su personaje de la Vieja del visillo. Contraste de Información: Díselo tú, Andrés. Un consejo: Ve a saludar a la gente que se alegrarán de verte. Y una cálida despedida: Hermoso. Repito: Bestial, impresionante, ¡la Virgen!. ¿Acaso se puede decir más con menos palabras? En dos minutos nuestros cultos ancianos te dicen tu más pura enciclopedia de la vida. Y no hace falta internet ni nada. En nuestros pueblos radica la sabiduría. Ya lo dije al empezar estas líneas. A una muchacha se le retrasa la regla unos días y en el pueblo ya saben hasta el sexo del bebé. Son así.

De esta manera, tras ver cómo se identifican entre ellos, de qué modo hablan y se intercomunican, cuán ricas gastronomías tienen, lo bien que festejan, cómo saben de todo y, sobre todo, con qué naturalidad actúan los pueblerinos, me reitero en mi amor hacia ellos y la defensa a ultranza que siempre hago y haré de las gentes de mi tierra, por muchas pizcas de humor e ironías que intercale en ello. Ser español es un orgullo, castellano-manchego un honor y de raíces en los pueblos un título. Concluyo con la frase que adoptó como slogan la conocida marca de refresco Aquarius cuando hizo la campaña de las gentes de España: "Déjate adoptar por un pueblito bueno".

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