martes, 10 de diciembre de 2013

LOS SEISES DE SEVILLA

Hoy que quiero plasmar en letras una voz melodiosa, hoy que quiero verter en tildes una danza sagrada, hoy que quiero acariciar el papel con una ración de recóndita cultura, hoy que estoy recién llegado de mi amada Sviglia, hoy que me vengo a acordar de Los Seises de la Mariana construcción catedralicia que alberga el sepulcro de Cristóforo Colombo, genovés descubridor de las Américas... Hoy es el momento de narrar sobre ellos, tan mencionados en poemas, pregones y exaltaciones, como envidiados por señores de rancio abolengo que gustasen de culminar sus currículos de la vida poniendo "Yo fui Seise en Sevilla". Pero, como el pregonero dijera, pregonar es anunciar, aclamar a una nueva primavera, el blanco antifaz de la vida en negro ruán se tornó y la vida no es más que un Seise al que le cambia la voz... Entonces un niño antiguo una mano le extendió. Quiso darle un caramelo, pero ya no lo encontró. No todo el mundo puede ser Seise en la ciudad de Dios y por ello es de Justicia que hoy dedique estas líneas a ellos, por los que tantas veces me habéis preguntado, como si yo supiera la respuesta por mi alma cofrade, qué son y quiénes son los Seises de Sevilla.

En palabras de Herminio González Barrionuevo, Maestro de Capilla de la Catedral de Sevilla, "Hablar de Seises actualmente significa hablar de los diez niños de la Catedral de Sevilla que realizan una danza sagrada, delante del Santísimo, en tres ocasiones durante el año: en la Octava del Corpus, en la de la Inmaculada y en el Triduo de Carnaval. Esta vistosa y peculiar tradición remonta a la época del Renacimiento". Bien, sabido esto no podemos pasar por alto que si a día de hoy los Seises realizan una danza, antes también cantaban y, de hecho, sus orígenes fueron cantores y no danzantes. Los niños vienen cantando en la Iglesia desde los primeros siglos como así se recoge en los libros de historia, por lo tanto es normal que cuando San Fernando reconquistara la Ciudad de Sevilla (lo que hizo que dicha villa ganara cuatro de los cinco títulos que ostenta en su escudo "Muy Noble, Muy Leal, Invicta y Heroica (el quinto título es de Mariana) Ciudad de Sevilla" y se abriese la Catedral-Mezquita al culto, ésta contase con un coro de niños para la liturgia, siguiendo una práctica que por entonces era muy común en España. Llegado el Renacimiento nace la música coral y como consecuencia el coro polifónico encargándose los niños cantores de las voces superiores de la polifonía. Así en un principio a estas escolanías se las conocía como "Los niños cantores", "Cantorcillos" o "Mozos del Coro".
En cuanto al origen de la denominación de "Seises", si bien existe una corriente que explica que el nombre de Seises se origina mediante la modificación fonética acaecida por el seseo andaluz de la palabra en castellano antiguo "Seize" que significa "dieciséis", debe declinarse dicha teoría, pues estos niños solían ser un grupo compuesto entre cuatro y diez varones (nunca dieciséis). En la segunda mitad del siglo XV se generalizó en el número de seis y así, bien entrado ya el siglo XVI pasan a denominarse comúnmente como "Seises" en todo el territorio nacional, utilizando dicho término como vulgar plural de seis y como abreviatura de "Los seis niños cantores". De ahí procede su nombre.

A los Seis niños de plantilla se agregaron a veces algunos más, llamados Supernumerarios, variando el número según la época. Lo cierto es que a día de hoy son diez los que interpretan los bailes del Corpus, Triduo de Carnaval y Festividad de la Inmaculada Concepción. Los niños cantores o Seises de las Catedrales vivían con el Maestro de Capilla y de él obtenían educación, alimento y vestido. Su función era cantar en las fechas indicadas por el Maestro y sus edades debían estar comprendidas entre los nueve y los doce años. Sin embargo, ¿cómo se pasó de los niños cantores a los Seises danzantes?
En Sevilla hay reminiscencias de que en el Siglo XVI y de manera esporádica e imprecisa los Seises iniciaron una danza durante la procesión del Corpus Christi, danza que se repetiría año tras otro hasta que en el siglo XVII quedó como una tradición cristiana de la ciudad. A raíz de eso los Seises pasaron de cantar a bailar y la danza la ofrecerían de manera sagrada en la Catedral ante el Altísimo en el día de su fiesta. El cántico, desde entonces, quedaría a cargo de una escolanía. Esa explosión de júbilo en la fiesta del Corpus se contagió rápidamente para alabar a Dios con bailes en las ciudades en las que más sentimiento se expresa en dicha festividad: Madrid, Toledo, Valencia y Sevilla. 
En el año 1654 se decide dotar a la Festividad de la Inmaculada de ese honor, pues Sevilla tenía muy arraigado el amor por María, hasta tal punto de conocerse por los escritores como "la Tierra de María Santísima", llevar por título "Mariana Ciudad" y engalanar ventanas y balconadas con textos como Sine labe concepta (Sin pecado concebida) en honra de María Virgen. Así  pues que los Seises danzaran en la fiesta de la Inmaculada Concepción era sólo cuestión de tiempo. Pocos años después, en 1695 se acordó que los Seises también bailasen en el Triduo del Carnaval (los tres días que anteceden al Miércoles de Ceniza). En cada actuación realizan tres bailes: el primero dedicado a Jesús Sacramentado o a la Virgen dependiendo de la fecha, el segundo dedicado al Cabildo Catedralicio y el tercero y último dedicado a las autoridades y al pueblo. Por cada baile se les entrega una moneda que guardan en el sombrero y después tienen que devolver. De esta manera, de aquellas danzas sagradas que surgieron de improvisto en la procesión del Corpus por un grupo de niños cantores, nació una de las tradiciones y emblemas más señeros de Sevilla: el baile de los Seises en la Catedral en unas determinadas fechas.

El traje de los Seises es muy llamativo y fácilmente reconocible: los niños visten con traje de paje, chaquetillas con detalles dorados, mallas, pantalones abombados y zapatos a modo de manoletinas forradas en raso. El traje incorpora detalles en color azul celeste en la Festividad de la Inmaculada y siempre bailan con un sombrero con plumas y castañuelas. Todas las vestimentas carecen de botones, ciñéndose y sujetándose todas las piezas y complementos de los trajes con lazos de tela. Cabe destacar como si fuera una caricia de la tinta sobre el papel que suscribo para honra y memoria de estos niños que el color azul de sus trajes inmaculados fue adoptado por el Vaticano como color de las vestimentas de la Virgen en honor a los Seises de la Catedral de Sevilla y no al revés. Es decir, antes que la Virgen Inmaculada Concepción fuese representada en color azul, ya lo eran así los Seises de Sevilla en la dicha festividad de María. La Virgen viste como los niños y no los niños como Ella. Todo un privilegio. Hay diversas historias del origen del traje que viste los Seises y algunas, inclusive, hablan de que el hecho de que los niños bailen ante el Altísimo sin despojarse del sombrero es debido a una bula pontificia exclusiva para ellos, lo que permite a los niños eximirse de descubrir su cabeza en la solemne Catedral. Ello se logró con la intervención de varios obispos de Sevilla ante la Santa Sede Vaticana, pues aunque con sombrero y castañuelas, el baile de los Seises no dejaba de ser una danza tradicional sagrada en honor del propio Dios.

Sin duda la importancia social de los Seises y su impacto social son altamente reconocidos. Basta acudir a cualquier medio de información de Sevilla los días en que hay actuación de los Seises y sea el medio que sea se hará eco de la noticia. Como decía al principio, bien vale unas líneas en el curriculum pues no todos pueden vanagloriarse de haber tenido tal privilegio, de suerte que muchos padres y familiares de alguno de los niños alardean de ello. Luis Javier Carbonell, quien fuera uno de los Seises en los años 1980, así lo exponía manifestando: "Mi madre es muy exagerada y muy sevillana. Me gastaba un carrete de fotos cada vez que actuaba. Para ella el hecho de que yo haya sido seise es lo mejor del mundo." El tiempo que dura un niño en la posición de seise es de dos años únicamente, por lo que pasado este tiempo suele ser habitual el ritual de protesta, disgusto y lloros al tener que abandonar el cargo. El amor y devoción que la mariana Ciudad de Sevilla ha tenido por la danza de los Seises a lo largo de los siglos ha sido la causa fundamental de que la gente asocie seise con danza, olvidando que esta faceta histórica fue secundaria y advenediza, siendo la principal el canto. Si bien a día de hoy, como una cosa no quita la otra, se conjugan canto y danza, de modo tal que puede apreciarse que mientras los Seises realizan su baile ritual una escolanía entona cánticos y alabanzas. Pero debe quedar claro que el papel principal del Seise comenzó siendo el canto y se convirtió en la danza. Así es como surgió la leyenda e historia viva de los Seises de Sevilla.
Culmino esta entrada cultural de los Seises con el regusto de haberles podido homenajear a ellos y haberles regalado algo más de cultura a ustedes, lectores de mi Rincón. Y aprovecho para reiterarme una vez más en mi amor por Andalucía y por Sevilla. ¿Cómo no voy a identificarme con esta ciudad si es la única que ha conseguido guardar con enorme cariño y de forma celosa como si fuera una joya una tradición tan antigua y bella como es la de los Seises que ninguna otra ciudad universal ha logrado mantener viva y con plena vigencia? Muchos sevillanos, decía,  no podrán poner en su currículum que hayan sido Seises pero un manchego sí que podrá poner en el suyo que, sin renunciar jamás a sus raíces, ama Híspalis como ya quisieran amarla muchos allí nacidos. Como el pregonero dijera: "La vida no es más que un Seise al que le cambia la voz..."

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