martes, 31 de julio de 2018

MI QUERIDO JULIO

El mes de Julio es peculiar de principio a fin. El día 1 empieza marcando mi último mes laboral de cada año y a la vez el mes que más prisas, plazos, tareas y agobios se anotan en la agenda. Es increíble el pavor que la gente le tiene al mes de Agosto o de lo contrario no entiendo el por qué. Vamos a ver, ¿para qué queréis que interponga una demanda de deslinde a finales de Julio si no se va a tramitar hasta Septiembre como poco y el juicio saldrá Dios sabe cuándo? Pues no. -Carlos, preséntala antes de irte, ¿eh?, preséntala-. Es que es de traca. -Es que si no... nos metemos en Agosto y ya no la tramitan...-. Pero vamos a ver (versión 2.0)... ¡¡Que estamos a mediados de Julio!! ¡Que el Juzgado no te va a tramitar nada a velocidad de vértigo! ¡Y que has tenido varios meses antes para apresurarte! ¿A qué tanto miedo a que llegue Agosto si te va a dar igual ya Julio que Septiembre?- Pues no (versión 2.0 también). Tiene que ser por narices antes de que me vaya. Y así todo. Por eso el mes es peculiar. Voy tachando días para que lleguen las vacaciones como un loco y a la vez cada día me vuelve loco algún loco (ya sea un caso, un cliente, un funcionario, un compañero letrado, un procurador. un registro de la propiedad, un notario...). Loco, loco, loco. Todo el mes loco. 

Y a la vez Julio me huele a San Fermín, a Virgen del Carmen, a Santiago, a costal, a verbena, a botellín, a piscina, a barbacoa, a Camino, a Pandorga, a limoná y a Virgen del Prado. Paso ratitos muy agradables en este mes de reencuentros con los amigos, con costaleros, con costumbres, con tradiciones, con ritos que se repiten año tras año y son los que ponen sentido a nuestra vida. Por eso Julio también me gusta porque termino un día harto de pleitos y prisas en el juzgado y por la noche tengo una igualá y ensayo con gente de raza costalera, porque una jornada eterna de agobios y plazos culmina con un ratito de verbena para desconectar, porque una agenda apretadísima de citas y plazos siempre abre un hueco para disfrutar de un guiso a la lumbre con la familia. Y no, no me mencionéis los fines de semana porque esos en el mes de Julio para mí no existen. Julio tiene 31 días como 31 soles y son laborales todos. Este año me he pegado Sábados y Domingos o trabajando o de Guardia de Asistencia a Detenidos en el Turno de Oficio. Toca sacar tiempo incluso rascando un boleto de una tómbola porque mientras muchos deseamos que llegue Agosto para desconectar del mundo laboral otros no quieren que llegue y quieren que quede todo hecho antes. Pero vamos a ver (versión 2.0 actualizándose a 2.8)... ¡¡Que no pretendo morirme aún!! ¡¡¡Que el día 1 de Septiembre estoy en el despacho de nuevo!!! ¡¡Dejadme respirar!! Pues no. Todo con prisas y por imperativo testicular antes de Agosto (como si eso adelantase algo).

¡Ay, mi querido Julio! Cuán peculiar eres... Qué arte tienes para sacarme de mis casillas y a la vez regalarme la mejor de las sonrisas. Me desvelas en el trabajo con nefastas apreturas que bien compensar sabes con caricias y ternuras que brotan desde el alma perdiéndose en mis comisuras. En tus días quedan siempre mis sueños de nuevos caminos, de recuerdos de mi abuela, de retazos de mi niñez, de pinceladas de mi infancia, de añoranzas del Carmelo y de raigambre en un barrio perchelero donde había cine de verano y los blusones de mil rayas de los hermanos pandorgos fríen torreznos por San Antón y dan limoná y puñao en pleno estío a las fiestas del patrón. ¡Mi querido Julio! Agotas ya tus días entre pañuelos de yerbas y lebrillos ensalzando la tradición en honor a la Morena que ve como se eleva un largo tablón entre el Prado viejo y la Catedral, donde se unirán los pueblos del coto manchego para cantar a su son y, por la noche, las agrupaciones bailarán a su alrededor. Se ve a la Patrona que al Prado se asoma desde su mirador... ¡Ay, mi querido Julio! ¡¡Pandorga!! Mi pueblo cantará.Y con ese último día cerrarás tu calendario bien estrujado. 

Ya te escapas otra vez, Julio. Ya huyes de mis entretelas a través de algún punto flojo víctima de tus apremios. Parece ayer cuando entonaba el 7 de Julio San Fermín y llenabas el almanaque de color blanco y rojo por Pamplona y en toda España a través de las noticias y las redes sociales. Poco después igualá y ensayo de la Virgen del Carmen que surca los mares costaleros de la sequedad de la Mancha derrochando marinería por su escapulario en la tarde noche del día 16, ecuador de tus días e inicio del tiempo de canícula en las tierras del Quijote. Para la Virgen del Carmen pintan las uvas, para la Virgen de Agosto ya están maduras. ¡De Virgen a Virgen! El tiempo de más calor y de más ancestrales costumbres. Apenas diluyéndose los últimos pasos de las chicotás por el Carmelo sonaban los fríos botellines en los chiringuitos de Santiago y la voz de la Vicenta reflotando por Granátula que ya venía su Santo. ¡Qué bonito eres, Julio! ¡Y qué cruel a la vez! Déjame embaucarme en los momentos buenos y no me agobies con trabajos que llevo once meses desarrollando y que tras los mismos días que tú tienes que son los que tiene el mes que te sigue volveré a desarrollar. Y sobre todo no me metas prisa ahora que te queda medio día. Déjame que ya soy libre desde este momento perderme en zurracapote y brindar con limoná por la Morena del Prado. Déjame que lleve a mi hija de la mano a la Catedral. Déjame hacer mi mochila y, déjame, igual que tú te marchas que yo me pueda marchar. Volveré y volverás.

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